Se trata de la obra del gran
dramaturgo de Stratford Upon Avon, la última de la tetralogía sobre la historia
de Inglaterra que escribió al principio de su carrera. La más larga tras Hamlet (dura casi 3 horas), y una de las más oscuras, retratando el lado
negativo del alma humana. Relata la ascensión y final caída de Ricardo, noble
de la realeza que aspira a la corona, un personaje tullido, resentido con esa
realidad deforme. Un dolor clave en la obra, como el propio director, Xavier
Alberti, explica en el prefacio del programa. En sus palabras: “Ricardo III es una obra sobre la cuota de
dolor que nos toca asumir a lo largo de la vida a cada uno de nosotros. Y sobre
el mal que este dolor puede llevarnos a infligir a los otros mientras no seamos
capaces de asumirlo”. Ricardo, consumido por la envidia de ver la bonhomía
de la que él carece, quiere conseguir el máximo poder a cualquier precio,
aunque, una vez logrado, las acciones le llevan al abandono, la desesperación,
el reproche al destino y la muerte. Es también una obra (como el resto de la
tetralogía) en la que se aprecia el ciclo constante y repetitivo de la
monarquía: Conspiraciones, traiciones, mentiras, asesinatos… los peores pecados
que se repiten una y otra vez en la época medieval, convulsa, y que se vuelcan en
este personaje, al que finalmente el autor condena a verse ahogado en una
espiral provocada por su propia maldad.
Argumento
Ricardo envidia la suerte de su
hermano, el rey Eduardo IV, un buen rey. Aspira a lograr la corona y conspira
para que su hermano George, Duque de Clarence, sea encerrado en la Torre de
Londres. Siguiendo con su plan de medrar, pretende a Lady Ana, viuda de Eduardo
de Lancaster (tras haber asesinado a su marido y a su padre). Conspira con el
Duque de Buckingham para acceder a la sucesión al trono, presentándose como un
humilde noble sin aspiraciones, y es coronado como Ricardo III. Pero para garantizar
esa posición asesina a cuanto estorbe en su propósito, incluidos sus antiguos
aliados, lo que supone la paulatina pérdida de apoyos, enfrentándose en batalla
al Duque de Richmond (que será luego coronado como Enrique VII), una batalla
que empieza a favor de Ricardo pero que va torciéndose al encontrarse solo,
momento en el cual implora “un caballo,
mi reino por un caballo”. Muere en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con
Richmond.
Valoración
Una gran producción, un gran
elenco, lleno absoluto durante el periodo de representación. Se nota el “toque”
TNC: el mismo programa que se entregaba al público está muy trabajado, con
textos del director, bibliografía shakespeariana (fragmentos de los libros de
Jay Knott, Andreu Jaume y Stephen Greenblatt, expertos en el genial
dramaturgo), fragmentos del libro biográfico del gran actor Lluís Homar, un
nombre propio en la escena española y, especialmente, la catalana, y con
actividades en torno a la obra con referencias cinéfilas, conversaciones con el
director del montaje, junto a otros profesionales invitados.
Y ese ”toque" TNC se nota en ese
elenco de diez, con grandes nombres que acompañan a Homar en escena: Julieta
Serrano (a quien es muy curioso oír en catalán), Carme Elías (con su bella y
cadenciosa voz de clara dicción), Joel Joan (quien, lejos de sus roles más
conocidos en comedia, ofrece una hondura encomiable en su papel)…
El montaje escénico es a la vez
grandioso (estamos en la Sala Gran del TNC, una de las más amplias de la oferta
de la ciudad) y austero. Con un aspecto muy “post-industrial”, asistimos a una
estructura acristalada y metálica en dos niveles y que denota frialdad,
desapego, en la que se desenvolverán los personajes. En el segundo nivel, en el
que deambulan los personajes, se sitúa un piano, que también estará en la
primera planta y servirá como soporte al cuerpo sin vida del rey Eduardo, con
un músico que interpreta en directo. La zona superior, desnuda, sirve de pantalla
para proyectar imágenes, infografías giratorias, de una corona (la que Ricardo
pretende alcanzar), además de la cara del protagonista, que se desfigura en
algunos momentos.
El vestuario es también muy
“posmoderno”: ropajes oscuros, ajenos a la época que se narra, muy de
principios del SXX, a excepción de los personajes femeninos, que lucen vestidos
largos, más cercanos a su condición de damas de la corte, si bien austeros, tremendamente
elegantes, especialmente el de la Reina Margarita (Carme Elías), un vestido
sobrio, con un cinto que recuerda una serpiente de plata.
La caracterización de Ricardo
como personaje deforme se “decora” con elementos ortopédicos: un collarín, un
corsé, una férula en la pierna, apoyan la interpretación de Homar, que viste de
llamativa purpurina cuando alcanza su condición real, ciñendo una corona
minimalista, una mera cinta metálica, y que se sienta en un trono metálico,
anguloso, muy “art déco”.
Un Homar pleno, maduro, con una
interpretación llena de matices en los que se reflejan perfectamente los
distintos estados de ánimo: la rabia, la ambición, el poder, la desesperación.
La obra se representa en dos
largos actos en los que el primero es más lento, de planteamiento, y en el que
se encuentran momentos excepcionales, especialmente en los monólogos de Homar, en
sus interacciones con Buckingham (Joan, que está seguro, sólido, estupendo en
ese registro), pero también en las insinuaciones a Lady Ana (Anna Sahun),
además de la estupenda escena en que las tres actrices principales, Julieta
Serrano, Carme Elías y Lina Lambert, llevan a sus personajes a acusarse y
reprocharse actitudes para terminar comprendiéndose y apoyándose.
La obra es intensa y, pese a la
duración, la adaptación hace que no se atraganten nombres ni escenas, con
bellos momentos muy plásticos, como el grupo de ciudadanos que interpretan a capela
varios fragmentos musicales.
Pero la obra pivota en Homar,
que está espléndido en la segunda parte y glorioso en el monólogo final de la
batalla de Bosworth, armado con espada frente a un micrófono, donde pide
desesperadamente un caballo a cambio de su reino.
Una obra que deja huella.
FICHA TÉCNICA
Ricard III
(Texto original de la tragedia The Life
and Death of King Richard III de William Shakespeare)
Traducción: Joan Sellent
Adaptación: Lluïsa Cunillé
Dirección: Xavier Albertí
Intérpretes: Oriol
Genís (Rey Eduardo IV, Obispo de Ely, Asesino 2, Escribiente), Julieta Serrano (Duquesa de York y madre
de Eduardo IV), Robert González (Príncipe
Eduardo e hijo del rey Eduardo IV, Ciudadano 2), Aina Sánchez (Ricardo, Duque de York e hijo del rey Eduardo IV,
Mensajero 4, Criada), Jordi Collet (George,
Duque de Clarence y hermano del rey Eduardo IV, Ciudadano 1, Mensajero 1), Lluís Homar (Ricardo, Duque de Gloster y
hermano de Eduardo IV, después rey Ricardo III), Lina Lambert (Reina Elisabet y esposa del rey Eduardo IV), Antoni Comas (Lord Rivers y hermano de
la reina Elisabet, Guardián de la torre, Alcalde de Londres, Mensajero 3 ), Carme Elias (Reina Margarita, viuda del
rey Enrique VI), Anna Sahun (Lady Anna),
Albert Prat (Lord Hastings y Lord
Camarlengo, Ciudadano 3, Mensajero 2),
Robert González (Lord Stanley), Joel
Joan (Duque de Buckingham), Roger
Casamajor (Sir William Catesby y Asesino 1), Oscar Valsecchi (Alguacil).
Escenografía: Lluc Castells, José Novoa
Iluminación: Ignasi Camprodon
Sonido: Jordi Bonet
Sala: Sala Gran Teatre Nacional de Catalunya-TNC,
representada del 4 de mayo al 11 de julio de 2017
Producción: TNC
Por @MENUDAREINA
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