“Margen de error” es una rareza, en cierto modo, en la filmografía de Preminger, una especie de thriller mezclado con comedia algo atípico en el director de origen austrohúngaro. Siempre considerado un director frio y distante en esta ocasión nos deleita con momentos simpáticos, si bien es cierto que no es su principal virtud. Rodada justo antes de una de sus obras maestras, “Laura” de 1944, la cinta cuenta la historia de un policía de Nueva York al que se le encarga la protección de un cónsul nazi, que tras las reticencias iniciales acepta el puesto.
Interpretada por Milton Berle, cómico neoyorkino, Joan Bennett y el propio Otto Preminger, la película es un desenfadado entretenimiento, casi una parodia del cine de intriga política y negro, con una trama que se va volviendo rocambolesca y con ciertos ecos a “Asesinato en el Orient Express” de Agatha Christie. Sin ser nada del otro mundo funciona en ambas propuestas, la cómica y la de intriga, aunque con mayor y menor éxito, siendo la parte de comedia la más conseguida e importante y la de intriga sólo una excusa.
Es una película sin grandes ambiciones y de propaganda pero que esconde cierta ironía y mayor profundidad de la que aparenta en su tono desenfadado y defensa de la democracia americana. Plantea problemas de estructura, ya que está contada en un flashback por el protagonista, el cual no está presente en un gran número de escenas. El maniqueísmo se pretende atenuar con el personaje del secretario del cónsul (Carl Esmond), el cual se arrepiente de sus ideas al entender o ver la luz en su país de residencia, cosa lógica por otra parte. También con ese personaje que sirve a los intereses nazis apoyando sus consignas en América (Howard Freeman). Pero Preminger va algo más allá al insinuar con suma sutileza los tejemanejes políticos de la democracia, aunque todo muy matizado y sutil, como digo. Así la sociedad y medios de comunicación harán gala de esa libertad, que no tienen los regímenes totalitarios, protestando en manifestaciones y encarándose con el poder sin temor.
Dirección brillante, como siempre, fluidez extrema, personajes bien definidos, humor brillante (como ese loro llamado Churchill), entre otros muchos detalles, y un gran manejo de los espacios, con entradas y salidas constantes de las habitaciones que recuerdan al estilo Lubitsch (resulta que Preminger sustituyó en la dirección de esta cinta al maestro de la comedia) y su famoso “toque”. Fotografía sobria sin alardes y muy luminosa en interiores, encuadres y puesta en escena de una precisión absoluta, todo ello logra que nunca dé aspecto teatral a pesar de estar casi toda la película encuadrada en la sede donde habita el cónsul alemán. Las interpretaciones, como en casi todas las películas de Preminger, son buenas y Joan Bennett, que es el nombre más destacado del reparto, cumple como siempre.
Encantadora película, realmente desconocida, de uno de los más grandes directores de la historia del cine, un transgresor que abrió muchas puertas y eliminó muchos tabúes, y que se disfruta en todo momento.
El papel de Preminger como despiadado cónsul nazi no tiene desperdicio.
Hola sensei:
ResponderEliminarNo conocía la peli pero sí la imagen de Preminger como malo...es un clásico.
No he visto mucho cine suyo...mal hecho, ya lo sé, pero dan ganas..(un lori llamado Churchill? Q bueno!!)
Gracias x tu trabajo y un beso...
R
Anímate a probarlo, descubrirás un buen puñado de obras maestras y muy modernas y transgresoras para su época. Aquí es casi un homenaje a Lubitsch, rueda como él. Muchas gracias a ti, como siempre.
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