James M. Cain es junto a Dashiell Hammett y Raymond Chandler
el trío que copa el podio en el Olimpo de la novela negra clásica. Algunos
meten a Jim Thompson y quitan a otros… Cualquiera de los cuatro es merecedor de
semejante honor, y en el puesto que se estime oportuno.
El estilo e innovaciones de todos ellos, la calidad
literaria que atesoran, hace que cada novela de estos maestros sea un auténtico
goce, leer novela negra de calidad reconforta cuerpo y mente. Imaginen el mayor
de los placeres, el que más paz les provoque y eso sentirán con la novela negra
de calidad, con su tempo, el desarrollo tranquilo de la trama, el ritmo
trepidante y la densidad de los conceptos y personajes, por no mencionar del
mero entretenimiento sin más que supone.
La que aquí traigo sin ser de las más conocidas de Cain es
una novela realmente disfrutable, con muchas de las clásicas características de
la novela negra clásica.
De los distintos tipos de historias típicos de las novelas
negras, el de detective investigador, el alzamiento y caída de un gangster, con
todas las ramificaciones políticas que se quieran, o la de mujer fatal y amante
que quieren acabar con el marido de la primera, Cain fue uno de los grandes
precursores del último tipo de los mencionados, el gran maestro.
Sus historias de mujeres fatales que engatusan a desvalidos
hombres que creen tener el control para acabar cayendo en la fatalidad lo han
hecho inmortal gracias a la calidad de las mismas, así como al impulso que les
dieron las adaptaciones cinematográficas, ahí tenemos “El cartero siempre llama
dos veces” o “Perdición”.
En este caso la novela se centra en la vida del chófer (Ben Grace) de
un poderoso gansgter que aprovecha su oportunidad para prosperar en el negocio.
Un ser despreciable, como casi todos los que surcan la novela, en un universo
creado por Cain donde no hay atisbo de integridad por ningún lado, y que usará
a quien haga falta en sus propósitos, en una lucha que, a fin de cuentas, es
entre seres infames con la ley del más fuerte como bandera.
La novela tocará conexiones políticas con el personaje que
ayuda a Ben Grace, June Lyons, que trabaja para el aspirante a alcalde. June Lyons es
el único atisbo de bondad que hay en la novela y será traicionada y utilizada por
el protagonista de todas las formas posibles.
Una atmósfera agobiante por su turbiedad, bien narrada, como
no, muy entretenida y con un gran ritmo que se saborea desde el inicio al
final.
Sin ser de las novelas más densas de Cain y siendo muy
breve, estoy seguro de que no defraudará a los buenos degustadores de novela
negra.
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