miércoles, 29 de febrero de 2012

Crítica: LA INVENCIÓN DE HUGO (2011) -Parte 2/4-

MARTIN SCORSESE







Todo tiene un porqué en “Hugo”, nada es baladí y, por el contrario, sí es muy simbólico. El hecho de que Hugo viva en una estación dentro de un reloj no es gratuito. La estación representa su estatismo, está en “stand by” tras la muerte de su padre, el destino le impulsará a salir de su cascarón para dar cuerda a su vida y a la de los que le rodean. Se siente a salvo en su estatismo y siente miedo al salir de la coraza, pero un destino poderoso le impulsa. El reloj cumple las veces de corazón, todos los personajes tendrán relación de una forma u otra con relojes, son la vida y hay que darles cuerda. Estatismo vital por tanto.


El misterio.

Como en toda buena película infantil que se precie debe haber un misterio, un secreto, una aventura. Aquí ya está planteada, ¿qué es esa libreta?, ¿por qué la persigue con ansia Hugo?, ¿por qué afectó tanto a “Papá Georges”?

En la vuelta de Hugo veremos cómo vuelve a recorrer el pasillo de las estatuas pero al fondo intuiremos una leve lámpara de resplandor dorado. Una esperanza. El París que nos presenta Scorsese es espectacular visualmente.

Llegan las primeras respuestas con el flashback donde Hugo recuerda a su padre y entendemos así su obsesión por la libreta, en el fondo Hugo es otro personaje obsesivo más en la filmografía de Scorsese. Dicho flashback será precedido por el sonido de un proyector, sonido que cesará cuando el flashback termine. Scorsese nos dice que el cine es la vida, es la memoria, es la conservación. Puro amor al cine. Maravilloso momento.


El cine como memoria.

Aquí encaramos otro de los temas clásicos de Scorsese el conflicto entre realidad y ficción, como la ficción influye en la vida o como sólo podemos vivir una vida a través de la ficción. Si el protagonista de “Toro salvaje” (1980) sólo es admisible en sociedad, es un psicótico de cuidado, dedicándose al boxeo, un mundo ajeno al “real” que admite su anomalía, o los protagonistas de “El rey de la comedia” (1982) o “New York, New York” (1977) sólo están cómodos y dan prevalencia a su trabajo, artístico, sobre su vida personal, o el de “Taxi Driver” tiene su mirada perturbada o el de “Shutter Island” prefiere inventarse una realidad para soportar su dolor… aquí Hugo tendrá en el cine su evasión, y el cine, el arte, lo artesanal, será la vida misma, redentora al final del propio “Papá Georges” y los que le quieren.


El cine no es sólo un entretenimiento para Scorsese, es salvador, beatífico, es la memoria de nuestros maestros, sin la memoria estamos perdidos, es evasión, es una forma de conservar lo bueno y es vida. El amor de Scorsese por el cine es incondicional.

Jude Law es el padre de Hugo, un relojero, un artesano que enseñó su oficio a nuestro protagonista. Veremos por primera vez al autómata y se nos explicará en el flashback de donde procede. Entenderemos así la obsesión de Hugo y su objetivo.

Padre e hijo trabajarán y soñarán para sobrellevar la muerte de la madre de Hugo, esta circunstancia la iremos conociendo conforme se desarrolle la película. También usarán el cine como evasión, por supuesto.

La familia, otro de los temas indispensables en Scorsese, su falta o su dependencia, aquí estará especialmente presente. La orfandad, Isabelle acogida por la familia de los Méliès, Hugo y la pérdida de sus padres, su búsqueda de un mensaje de su progenitor, el policía encarcelador de chavales huérfanos que también lo fue a su vez… La familia, en un italoamericano como Scorsese y con sus historias sobre la mafia en la memoria, siempre indispensable.

Magníficos planos del padre rodeado de relojes. La vida en curso. El corazón del autómata es otra complicación, el padre de Hugo lo definirá como un misterio y este responderá que eso le hace feliz seguro. Una vez más el misterio presente como impulso vital, la necesidad de intrigarse, de la curiosidad como cuerda vital.

Las ensoñaciones o recuerdos serán mostrados por Scorsese con los bordes del encuadre difuminados, la idea de magia siempre sobrevuela la cinta, tanto en el aspecto visual como en los efectos de sonido.

La muerte del padre está tratada con toda la concisión del mundo, con sequedad y dureza, especialmente cuando el tío Claude (Ray Winstone), se lo comunica a Hugo. Como comenté todos los personajes tendrán su vinculación con relojes, el tío Claude es el encargado de poner en hora los de la estación, trabajo que enseñara a Hugo y además robará uno de bolsillo de la casa de éste. Hablará del tiempo “Tiempo. Tiempo es… 60 segundos en un minuto, 60 minutos en una hora. El tiempo lo es todo.” Esta última frase se dirá frente a la tumba del padre de Hugo. El tiempo no es nada si no das cuerda a tu reloj.


Continúa la vida en la estación. Hugo observándola y buscando el momento de poder robar algún croissant humeante y apetecible, mientras la rutina cotidiana y las historias que Scorsese presentó siguen su curso, el quiosquero que sigue sin poder acercarse a la dueña del café sin que su perro le ataque, la florista con sus flores y la pierna del policía, su rasgo distintivo, vigilante. Este personaje también tendrá su reloj, que sacará y oiremos de forma contundente en una simpática escena donde Hugo se oculta de él tras una farola, homenaje a los clásicos del humor mudo. Los travelling de acercamiento ansioso de Scorsese son míticos, todos recordaréis en muchas de sus películas como transmite la urgencia al acercar la cámara velozmente a un teléfono que suena, en esta secuencia tendremos uno acercándose a los croissants que roba Hugo.


Estas historias, que son aparentes digresiones, tendrán todo el sentido del mundo y formarán un conjunto perfecto al final de la película. Un gran fresco redimido.

Una de estas historias que evoluciona poco a poco es la de amor entre el policía y su pierna atrofiada y la florista. Ella perdió a su hermano en la guerra, él se siente acomplejado por su pierna y canaliza su frustración con una meticulosa dedicación a su trabajo, especialmente meticulosa en lo que a los huérfanos se refiere, que le recuerdan un pasado doloroso. Dos personajes sumidos en el dolor.

Tras la crueldad de “Papá Georges”, Isabelle (Chloë Grace Moretz) ayudará y dará esperanza a Hugo, y aliviará el susto al creer éste que su libreta había sido quemada. Ella está fascinada por los libros y las aventuras, pero no ha vivido ninguna y tiene ganas de hacerlo, así comprendemos por qué bajó a la calle a interesarse por Hugo y por qué lo ayuda ahora, está viviendo la primera aventura real de su vida. Isabelle no parará de darnos referencias literarias, ella no ha visto nunca una película, su padrino, “Papá Georges”, no le deja, tiene algo en contra de ellas, pero no para de leer cultivando su aventurera, entusiasta y fantástica imaginación.

Hay un aire a Dickens, además la cinta cuenta con la presencia de Ben Kingsley, que ya hizo de Fagin en la adaptación de Polanski a “Oliver Twist” (2005).

Sidney Carlton, el protagonista de “Historia de dos ciudades”, Heathcliff, el de “Cumbres borrascosas”, “El país de nunca jamás", “La isla del tesoro”, “Oz”, "David Copperfield"… serán algunas de las referencias que Isabelle nos irá dejando.

Una buena amalgama de referencias para esta adaptación de la novela gráfica de Brian Selznick.


En la librería a la que Isabelle lleva a Hugo tendremos el placer de ver a Christopher Lee (Monsieur Labisse), el dueño de la misma.


La influencia del arte, su evocación en la vida, está representado en el personaje de Isabelle, sus lecturas crearon su carácter y espíritu y es lo que la impulsa, lo que le da cuerda.

Robin Hood era el libro que padre e hijo leían juntos, una nueva referencia cultural, por supuesto nada gratuita, Hugo será la pieza básica en ese engranaje de los seres que le rodean, dará sentido a sus vidas con generosidad, pero a cambio robará algunas herramientas y croissants. La escena en la librería se cerrará con un picado total tras la mención al padre, como si lo observara desde el cielo. Esta idea no es gratuita ya que Hugo busca un mensaje de su padre en el autómata. Como siempre en Scorsese la idea religiosa estará presente.

El examen del dueño de la juguetería, “Papá Georges”, a Hugo para que repare el ratoncito que rompió me produce mucha emoción, la forma en que está rodado, el acto de la creación artesanal, el mimo de los planos en contrapicado dando importancia a las miradas y al acto de reparación en sí crean un momento hipnótico y conmovedor.

Scorsese utiliza en varias ocasiones recursos visuales, como el ratón reparado o las hojas de la caja que esconde la mujer de Georges, “Mamá Jeanne”, que parecen cobrar vida, para unir, vincular, una vez más, la fantasía, la ficción en la vida misma, en la supuesta realidad. Es por ello que lo que cobra vida en esos recursos visuales (ratón, dibujos…) son trabajos artísticos o artesanales.

El colorido de la cinta, sobre todo en la estación de trenes de aspecto bohemio, especialmente en esos músicos que tocan en el café, remite a pinturas de Toulouse Lautrec por ejemplo.

Hugo pasó el examen y trabajará para “Papá Georges”, que le enseñará magia y trucos de cartas ante la atenta y fascinada mirada del chico. Durante el trabajo Scorsese nos sorprende con una sensibilidad y sutileza para el mundo infantil que nadie pensó tendría, así una mirada curiosa y disimulada es cazada por “Papá Georges” mientras hace uno de sus trucos de magia, en la escena siguiente veremos cómo éste enseña a Hugo esos trucos. El vínculo entre ellos se ha estrechado. El arte, la magia, los sueños, el cine…


Las miradas siguen, como durante toda la película, y ahora nos muestran el creciente enamoramiento de los chavales, sutil y sin subrayado, miradas furtivas y embobadas, creciendo el amor, como va creciendo el autómata de Hugo.

Es el nacimiento, el respeto y la importancia de los orígenes, en todo. Como Méliès es el origen de la historia del cine, su nacimiento. Esa es la esencia de la película y del homenaje.

La música es otra maravilla. Es de Howard Shore.

Una vez el trabajo parece concluido el autómata sigue sin funcionar, falta la pieza clave, la llave en forma de corazón. El corazón, la esencia del arte. Scorsese sigue de forma maestra enlazando sus conceptos en ese vínculo y confrontación de la ficción y la realidad. El interior repleto de mecanismos de un reloj para que funcione, la necesidad de darle cuerda, la importancia de cada pieza, llevado a la vida, cada persona como una pieza importante para que el mundo funcione y el corazón como la llave para darle sentido a todo.

Falta el corazón, el alma, necesario e indispensable en toda creación artística y, por supuesto, en la vida.

Un mensaje simbólico y codificado de Scorsese realmente bello.

 







2 comentarios:

  1. "El París que nos presenta Scorsese es espectacular visualmente" Completamente de acuerdo!

    Buenas.. Para mi también fue muy mágico el momento en que Hugo repara el ratón y como , dándole cuerda,cobra vida de una manera mágica y encantadora.
    El juego de las miradas,en cada,momento es excepcional.La intensa mirada azul de Hugo,para mi, es una de la parte más bella y enamoradiza de la cinta.
    Mirada que tiene mucha fuerza, coraje al afrontar la vida solo,entre los relojes que tanta vida le dan..
    Mirada dulce e indefensa, asustadiza cuando ve al policía, cuando no arregla al autómata, desesperante.. Unos ojos azules capaz de expresar infinidad de cosas.

    También concuerdo contigo en lo del color,para mi muy francés, muy bonito.

    Estaría comentando cada minuto de esta película,para mi mágica y llena de sueños.

    Gracias por deleitarnos con estas criticas.

    un besote

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Luna. Sí visualmente es espectacular y transmite muy bien la magia de la historia, todo funciona y emociona sin ñoñerías.

    ResponderEliminar