Crítica: OBLIVION (2013) -Última Parte-

JOSEPH KOSINSKI

 

Otra cosa de la que podemos disfrutar es de la excepcional forma física de Tom Cruise, que no se limita a realizar excelentes interpretaciones sino que se deja la piel en el aspecto físico cuando su papel lo requiere, ya sea en la saga de “Misión Imposible” o en esta misma donde le veremos correr, montar en moto o pelear con deslumbrante solvencia.

Una de las escenas más brillantes desde el punto de vista visual y de acción es el ataque de los clones al escondite de la resistencia. Una gran virguería con momentos sublimes como ese largo plano secuencia siguiendo a uno de los drones y su reguero de destrucción. En esta escena muchos se han preguntado por qué el dron se detiene dramáticamente antes de disparar a todo el grupo de personas liderado por Julia… Buena pregunta, parece que el dron tiene nociones dramáticas y cierto ego despiadado y cruel que lo hacen muy humano, ya que parece relamerse antes de aniquilar… Una tontería típica para dar tiempo a que uno de los buenos lo destruya.

Del mismo modo algunos han señalado errores por la incompetencia de una inteligencia tan avanzada como el TET al no reconocer al Jack que sube o perderlo de vista… Esto creo que queda explicado en la cinta, el TET no es un Gran Hermano que todo lo ve, necesita de la colaboración y trabajo de Victoria, que además informa de los problemas o cambios de comportamiento que puedan surgir a su alrededor, tampoco es humano, por lo que no tiene por qué entender nuestros comportamientos. Puede resultar más raro que la Victoria del Jack 52 no lo reconozca, pero tampoco lo veo llamativo. Que no detecten una bomba camuflada puede deberse a multitud de circunstancias, bomba que es más bien un componente de un dron y que va en el “ataúd” en el que llevan, supuestamente, a Julia. El TET sabe que el Jack que sube es el 49, simplemente pretende borrarle de nuevo la memoria en cuanto tenga la opción o eliminarlo si la cosa se complica, conocerlo en cualquier caso, conocer o intentarlo al menos, sus motivaciones. La consciencia de su superioridad, esa prepotencia, condena al TET. Que no  identifique a Beech es completamente normal, no tiene por qué y hay múltiples explicaciones que se podrían dar, si bien es cierto que si se hubiera concretado este aspecto habría ayudado, pero se perdería el efecto sorpresa (el TET no tiene el ADN ni de Beech ni de Julia, por lo que no puede saber quién va en la nave). Beech verá, como deseó, la cara del TET antes de morir, una cara con un punto rojo al estilo del H.A.L de “2001: Una odisea del especio”. El TET no acaba con Julia y Jack porque entiende que el vínculo sería más estable y fuerte entre ellos que entre Jack y Victoria, corregiría ese error emocional si los une como “equipo eficaz”. Postura lógica e inteligente. La nave de Julia vagó por el espacio al soltarla Jack cuando previó lo que se le venía encima a la suya, al emitirse una señal desde el derruido Empire State la nave que contenía los cuerpos hibernados regresó a la Tierra.

Un nuevo giro de guión lo tendremos cuando descubramos, tras la persecución aérea, que las zonas de radiación no son tal, son simples separaciones territoriales controladas por distintos clones de Jack y Victoria. El tema de los dobles, como ya comenté, remite de forma evidente a “Moon” (Duncan Jones, 2009), uno de los principales referentes para el film.

La pelea de Cruise “consigo mismo” es otro de los brillantes momentos de acción de la cinta y además plantea interesantes reflexiones. Estas luchas contra un doble las hemos visto en ocasiones, por ejemplo en “Men In Black 3” (Barry Sonnenfeld, 2012)  recientemente, entre un personaje del presente y otro del pasado o en cintas fantásticas y de ciencia ficción como “Superman 3” (Richard Lester, 1983), por poner algún ejemplo.

De igual manera que Jack fue disparado también lo será Julia, momentos estilo “El paciente Inglés” (Anthony Minghella, 1996) vienen a la cabeza. Afortunadamente la avanzada medicina impedirá que la herida acabe con su vida. Todo se repite, escenarios, situaciones, vidas, personajes, veremos dos Cruise, dos Riseborough (Jacks y Victorias), veremos dos torres de control distintas, veremos dos disparos a nuestros protagonistas, veremos dos abrazos en tiempos distintos y en un lugar común aunque ya diferente, veremos dos viajes al TET…

Lo interesante del tema de los dobles en “Oblivion” es que de alguna forma están vinculados, se retroalimentan y los unos sirven para afianzarse a los que vienen después, hay una evolución en esa recuperación de la memoria y de su vida a través de todos ellos. Esto acaba perfectamente ejemplificado en el final, cuando sea el Jack Harper 52 el que retome la vida donde la dejó el Jack Harper 49. Así las copias van afirmando su personalidad en base a los recuerdos del original, que también son suyos en esencia ya que son él mismo, nacieron de él.

El rincón idílico y natural creado por Jack será además simbólico, es la regeneración, el nacimiento, la vida, por ello Julia se recuperará perfectamente allí, concebirán a su hijo, será el lugar del reencuentro, lugar en el que la vida es posible, en el que se pretende regenerar y conservar reductos de lo anterior y fundar un futuro. Allí veremos un pez y al hijo de la pareja. Entorno biológico y floreciente, natural, que contraste con lo anteriormente visto, robótico, aséptico, artificial o desértico. El sexo entre la pareja, resucitados casi, vuelve a remitir a “Solaris” (Andrei Tarkovsky, 1972).

Es necesario entender que cuando Julia ve los objetos que reconoce del Jack original, sus reticencias acaban por caer, entiende que aquella persona física desapareció, que ésta es una copia, pero no deja de ser su esposo, por eso se entrega a él.

Freeman, Beech, reconoce el nombre de Julia, conoce toda la historia de esos personajes, la cuestión estaba en descubrir que clon daría el paso, en que clon se daría el cambio. Esto nos lo explicará el propio Beech, miles de “Jacks Harpers” con la memoria borrada bajaron para destruir los reductos de humanidad. Aliados que se volvieron en contra de la resistencia tras pasar por las manos del TET. Uno de ellos era Jack. La batalla que deciden emprender junto al dron manipulado se interrumpirá ipso facto, por lo que habrá que recurrir a la maña. Beech verbalizará el vínculo de la cultura, la sensibilidad, con lo humano, el gesto de coger y examinar un simple libro cuando investigaba dónde se encontraba el dron perdido, fue la confirmación de que ese Jack era distinto, de que la humanidad aún habitaba en él.

 

El cuadro de Andrew Wyeth, “El mundo de Cristina”, aparecerá para remarcar ciertas ideas sobre los sentimientos de los personajes, sus motivaciones, miedos y situación. El cuadro representa a una frágil chica paralítica, que era vecina del pintor, arrastrándose por la hierba en busca de su casa, lejana, con un desolado paisaje y empinada. La frustración, el miedo y el deseo por un hogar lejano, el sacrificio para lograr el objetivo, la angustia vital. Esos sentimientos que transmite el cuadro y debía sentir Cristina, son homologables a los de los personajes, que ven un desolado panorama que se opone a su deseo, llegar al idílico hogar que ha creado Jack.

La destrucción del dron obliga, como comenté, a la maña. Harper irá en persona para intentar detonar la carga en el interior del TET. Irá con el señuelo de Julia, que ocupará un lugar en un aparentemente premonitorio “ataúd”. En este viaje tendremos un flashback donde veremos lo que ocurrió el día en que Jack y Victoria, pilotos, y otros tripulantes, entre ellos Julia, que estaban en hibernación, subieron al TET. Recuerdos producto del audio de la caja negra que encontraron. Fue el comienzo.

Dentro del TET veremos miles de clones, incluso fetos, que nos recordarán a “Moon” (Duncan Jones, 2009), “Matrix” (Larry y Andy Wachowsky, 1999) o incluso “2001: Una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968). La imagen, la concepción visual e idea, remiten en cierta medida a “El mago de Oz” (Victor Fleming, 1939). También hay mucho de “Independence Day” (Roland Emmerich, 1996) en ese final. Esa deidad extraterrestre alimenta ciertas reflexiones sobre Dios, la muerte del mismo y conceptos que la obra mencionada de Kubrick, por ejemplo, e incluso “El show de Truman” (Peter Weir, 1998) desarrollaron con mayor profundidad. Un falso dios. El sacrificio de los héroes quizá llegue a recordar a “Armageddon” (Michael Bay, 1998).

La idea de máquinas que destruyen civilizaciones ha sido usada en otras ocasiones, por ejemplo en "Star Trek". El look de los miembros de la resistencia nos recuerda a “Mad Max” (George Miller, 1979). La nave de Jack y Victoria se llama Odyssey en otro homenaje a “2001: Una odisea del espacio”.

Es una idea interesante que en el final se recite a los clásicos, la cita del libro mencionado con anterioridad de “Leyes de la antigua Roma”, cuando se recurre a la táctica del Caballo de Troya para engañar a la máquina, engaño cuestionado por muchos, como he señalado.

El final ha creado ciertas discusiones, e incluso confusiones. La aparición de un nuevo clon de Jack, el 52, al que vimos amordazado por el 49, nuestro protagonista, parece que ha provocado ciertas incertidumbres, incomprensiones o despistes. El clon 52 siguió los recuerdos que tenía en común con el 49, su desarrollo, y buscó a Julia, a la que vio en la escena de la pelea, basándose en el conocimiento de sí mismo, algo con lo que seguramente contaría también el Jack Harper 49. Ya vimos la aceptación de la idea, anteriormente, de Julia, por lo que la reunión, aunque curiosa e intrigante, no deja de ser lógica y real, auténtica. Un proceso nada rápido ni apresurado, tres años tardó en asumir y encontrar a su amada, que tiene crecidito al hijo de la noche de pasión que tuvo con su alter ego, el Jack Harper 49.

“Yo soy él”.

 

Aquí los clones no son rivales, sino escisiones de uno mismo. Una madurez a través de distintas personas físicas que son una sola, es casi el misterio de la santísima trinidad, ya que vemos hasta a tres Jacks Harpers diferentes, si bien hay muchos más. El original, el 49 y el 52, distintos pero el mismo.

“Oblivion” es ciencia ficción profunda y de interés, conceptualmente brillante e inteligente, de magnífica factura técnica, tiene todo lo que se puede pedir a un buen título de ciencia ficción. Es una lástima que no se la haya valorado más unánimemente, pero quizá ese momento llegue.

La banda sonora de Anthony Gonzalez, M.8.3  y Joseph Trapanese, es magnífica, con un trabajo en los sintetizadores brillantísimo, tan épico como emotivo, muy en la onda de Hans Zimmer y sus trabajos con Christopher Nolan.

Además del trabajo de M.8.3 podemos disfrutar de temas como “Ramble On” de Led Zeppelin o “A Whiter Shade Of Pale” de Procol Harum, así como de menciones o referencias a grupos como Duran Duran, Blue Oyster Cult, Asia, Pink Floyd…

Una cinta de envergadura conceptual, una interesante y paradójica reflexión, además de todo lo comentado, sobre la generosidad y el sacrificio, sobre creer en uno mismo, confiar, en tiempos como los actuales donde eso se considera prepotente. La vida como un acto de involucración.

Una de las grandes propuestas de la ciencia ficción reciente.

 

Dedicada a Taillon, espero que cumpliera las expectativas. Un abrazo. 

Lee aquí la 1ª Parte del análisis.

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