Cuando leí a Kafka por primera vez, sus claves e ideas me
llevaron casi de inmediato a Hitchcock, por el que ya sentía una pasión
arrebatada. Dos de mis creadores favoritos vinculándose. Todo y todos
confabulándose contra un individuo, hay mucho de Kafka en Hitchcock y sus
seriales. El absurdo, lo ilógico, que perturba al individuo y lo somete a una
espiral angustiosa que no entiende del universo kafkiano tenía su eco en el
maestro británico, pero cada uno desde un prisma, visión y conclusiones
distintas.
En “Con la muerte en los talones” el absurdo, el caos, lo
aparentemente ilógico sobrevuela continuamente la narración, incluso comenté
que la escena en la CIA, donde explican las claves que dan sentido a los
sucesos, tiene sobre todo la intención de orientar al espectador, que podría
estar completamente perdido o confuso, es decir, siendo víctima del caos y la
ilógica kafkiana que está íntimamente ligada a esta obra maestra de Hitchcock.
Podría aceptarse, aunque resulta francamente difícil si se
tiene en consideración el conjunto que iré analizando, que los villanos decidan
no matar a Thornhill en el tren por el hecho de no complicarse la vida, no llamar
la atención, evitar el riesgo de ser descubiertos… porque la realidad es que lo
tienen a mano gracias al cebo que supone Eve. Pueden hacerlo tranquilamente
casi en cualquier momento, pero sobre todo en el compartimento de Eve, entrando
en él, envenenándolo de alguna forma, lanzándolo del tren… Podríamos pasar
también la sorprendente coincidencia o previsión de los villanos para estar en
el mismo tren que Thornhill… Podríamos pasar todo esto y ver en el plan de
Vandamm calma, crueldad y paciencia para buscar el momento más adecuado, es
decir, mandarlo a un lugar desértico para terminar con él sin mayores
complicaciones y sin llamar la atención, que se supone es la causa por la que
no se deshacen de él en el tren… Entonces cabe pensar, ¿es una avioneta con
metralletas disparando a diestro y siniestro lo más sutil y discreto para matar
a alguien?
Una vez que tienen a nuestro elegantísimo protagonista en un
lugar semidesértico a su merced, solo, desprevenido, indefenso, en medio de la
nada, cualquiera de nosotros pensaría que la cosa está fácil para acabar con
él, si ese es el propósito. Se nos pueden ocurrir multitud de planes asesinos,
un coche que llegue, lo acribille con una metralleta y se largue, o le pegue un
tiro, o que deje bajar a un asesino para que lo mate de cerca y no se escape,
como el señor que vemos bajar de un coche, incluso puede usar un cuchillo para no
armar ruido, o llevarle a un lugar más oculto y allí matarle entre varios… Es
decir, cualquier cosa que resulte más factible, lógica, verosímil, eficaz,
realista, inteligente… En cambio, el plan que se les ocurre a los villanos es
que una avioneta lejana que va fumigando por donde no hay nada que fumigar, se
ponga a dar tiros indiscriminadamente… Alucinante la habilidad del maestro
Hitchcock para manipularnos, plenamente consciente del absurdo, y que vivamos
esta situación con tal pasión y expectación hasta hacerla mítica e inolvidable.
¿Por qué a Hitchcock se le ocurre una idea tan sumamente
aparatosa como esta? Pues precisamente porque es lo opuesto a todo lo comentado
anteriormente. Es lo más ilógico, irreal, absurdo, inverosímil, incoherente e
ineficaz posible, por tanto, es lo último que se le ocurriría al espectador,
que queda, irremediablemente, impactado y sorprendido. ¿A qué os pasó?
El incomprensible mundo kafkiano y hitchcockiano, lleno de
servicios secretos, espionajes y villanos zarandeando a un hombre de la calle,
sencillo y normal… bueno casi, todo lo normal que se puede ser siendo el hombre
más elegante que se ha visto en una pantalla de cine. El héroe perfecto.
El héroe de Hitchcock madura, el de Kafka no, como mucho es
un periplo por un inferno, una condena. Las coincidencias están en el
planteamiento y el desarrollo, así como
en los caóticos entornos donde se mueven los personajes.
Esta secuencia es una obra maestra en sí misma a nivel
cinematográfico, que con todo su juego kafkiano mencionado con anterioridad
directamente se sublima. Su modulación del tempo, su puesta en escena y su
dirección son sencillamente magistrales, inmejorables, de obligado estudio en
cualquier academia de cine que se precie.
-Acto seguido la planificación pasa a ser clásica,
recurriendo al estilo de “La ventana indiscreta” (1954). Planos de Cary Grant mirando
en distintas direcciones, contraplanos de los lugares a los que mira y su plano
de reacción. De nuevo la mirada y el punto de vista. En uno de esos
contraplanos, y sin el menor énfasis ni subrayado, podemos observar una
avioneta fumigando a lo lejos. Ni siquiera será el último lugar de los que mira
en el que veremos a la avioneta, para hacerla aún más insignificante, aunque esté
presente. Se hace consciente de todo al espectador de la misma manera que se le
despista.
Nada extraña en principio, salvo el lugar elegido. No hay
música, no hay palabras en su espera, sólo el sonido, o el silencio, del
ambiente.
-Un coche que pasa de largo ante la expectación de Grant,
otro que hace lo mismo. Un camión pasa de largo. Hasta tres vehículos hace
pasar Hitchcock ante los ojos de Cary Grant, jugando con el espectador,
modulando el tiempo, el suspense. La perfección. Seguimos con el estilo de “La
ventana indiscreta”, plano, contraplano y plano de reacción. Maravillosos
contraplanos generales. Depuración máxima.
-La elegancia y naturalidad de Cary Grant, llevando el peso
con su presencia y mirada, con sus gestos, esa forma de limpiarse el polvo, ese
lenguaje corporal, poniéndose tenso ante la aparición de los coches, su
decepción al verlos pasar, es puro talento. Otro coche aparecerá detrás del
maizal para traer a un nuevo personaje que esperará frente a Grant. Cuatro
minutos de escena en silencio hasta el inicio de la conversación entre los dos
personajes. Un dubitativo Grant decide acercarse a esa persona que ha aparecido
de repente allí, en ese paraje inhóspito. A estas alturas, cuatro minutos
después, nadie recuerda ya la avioneta que se vio de pasada.
-Durante la conversación damos un segundo paso en la
evolución del suspense y el elemento clave, la avioneta, que es mencionada por
el disperso personaje que espera allí el autobús y que sospechamos podría haber sido
enviado para matar a Grant. Segundo plano de la avioneta que es ignorada por
Grant. De nuevo Hitchcock juega con nosotros a dos bandas, obligándonos a
llevar nuestra mirada y sospechas hacia un lado, el hombre que espera, mientras
lo que de verdad importa está en otro sitio, sugiriéndolo de forma juguetona
con insertos cada vez más presentes… Una avioneta que está fumigando donde, en
teoría, no hay nada… ¡Qué raro!
-Hay que deleitarse con la forma de modular los tempos de
Hitchcock, tiempos muertos, seis minutos y no ha pasado nada, pero no puedes
despegar los ojos de la pantalla, incluyendo poco a poco elementos en la
secuencia para ir aumentando la tensión, el suspense, la expectación, porque no
nos cabe duda de que algo va a ocurrir, la tensión va a estallar por algún
lado. Esa idea tan imitada, pero pocas veces igualada. En el cine actual se la
vemos mucho a Tarantino antes de un arranque de violencia, por ejemplo.
Hitchcock nos distrae y salpica todo con referencias a un elemento que se va
haciendo cada vez más amenazante, la avioneta.
-La grandeza de esta escena, aparte de todo lo mencionado,
es que Hitchcock muestra la amenaza, al “monstruo” (la avioneta), desde el
primer momento, no lo oculta, y aún así logra sorprender al espectador, lo
coge desprevenido y con el pie cambiado, imprevisible… Es algo inaudito.
Maravilloso.
-“Aquel avión está fumigando cosechas donde no las hay”. Esta
frase resume la filosofía y esencia de la escena, lo gratuito y absurdo. Es la
tercera mención, más seguida y de nuevo a cargo del hombre que espera, a la que
sucede un nuevo plano de la avioneta, más cercano, la amenaza latente. Grant
ahora la observará más atento, pero aún con indiferencia.
-Es en el cuarto plano sobre la avioneta, con Grant ahora
situado frente a ella en una demostración de completa naturalidad en la puesta
en escena, cuando la amenaza se haga repentinamente presente. La avioneta, que
parecía esperar a que pasara el autobús, se lanza sin dilación sobre Cary Grant,
que no da crédito a sus ojos, reaccionando cuando la tiene encima, tan
sorprendido como el propio espectador. Es imposible no rendirse ante una
maestría tan sublime como ilógica y kafkiana.
-El primer ataque de la avioneta es espectacular, se la ve
llegar desde la lejanía para nuestra incredulidad y la de Cary Grant, pasándole
por encima pero sin disparar. En la segunda pasada ya habrá disparos. La
modulación creciente llevada en todos los aspectos y elementos.
-A partir de aquí se inicia una pequeña partida de ajedrez
entre nuestro protagonista y la avioneta, en lo que es otro detalle maestro de
guión, que demuestra que la ilógica y el absurdo es buscado y que la
inteligencia lo sobrevuela todo en realidad. El héroe de serial debe tener un
punto ingenuo y todo en contra para salir de los apuros con ingenio e
inteligencia.
-Así el primer movimiento de Cary Grant será intentar parar
un coche para huir de allí, pero el conductor
le ignorará y pasará de largo. Primer plan fallido y tercera pasada del
“monstruo”, con el legendario plano de Cary Grant corriendo y la avioneta
detrás disparando en travelling de retroceso.
-Cuarta pasada de la avioneta y Cary Grant, usando el
ingenio mencionado imprescindible en un gran héroe, hará jaque a la misma
refugiándose de ella en el alto maizal para que no pueda verlo. Sensacional la
sonrisa de satisfacción de Cary Grant al lograr este breve jaque. La avioneta,
el mal abstracto, se rehará en la quinta pasada fumigando la zona para
obligarlo a salir. Una excelsa partida de ajedrez donde además de la sublime
dirección, como voy explicando, brilla con luz propia el guión y el planteamiento
de toda la escena. Lo más seguro es que Steven Spielberg se basara en esta secuencia para su “El diablo sobre ruedas” (1971).
-La mirada, por supuesto, será clave de todo. Sin palabras
iremos viendo como se sucede este juego repleto de acción. Cary Grant mirará al
maizal y ya sabremos cuál será su idea y siguiente movimiento… sin necesidad de
verbalizaciones. Los planos de las pasadas de la avioneta son excelsos. Puro
cine.
-Ahora es Cary Grant el que está en jaque, sin resguardo
aparente saldrá a la desesperada para parar un camión, que le pasa por encima.
Es extraño que la avioneta impacte contra el camión que está encima de Cary
Grant, en un recurso que parece escapista, por la torpeza del piloto, aunque la
vimos volar bajo y haciendo eses en su último intento para acabar con nuestro
protagonista, antes de que el camión parase. Cary Grant consigue así protegerse
jugándoselo todo tan inteligente como temerariamente. Una resolución
sensacional, incluso en su posible escapismo, para un duelo táctico y de
ingenio. El serial, el folletín, en su máxima expresión.
-Tan solo habrá diálogos con el hombre que espera el
autobús, que además mencionará, como presagio, que muchos pilotos fumigadores
se matan. Un personaje accesorio que en su intrascendencia con respecto a la
narración está magníficamente utilizado.
-El héroe es el bueno de la película, aunque ahora están de
moda los antihéroes, y Cary Grant es un héroe de una pieza, pero será
ligeramente malvado al robar una furgoneta de uno de los curiosos que
pararon para observar morbosamente lo ocurrido. De nuevo la mirada, voyeur y
morbosa, retratada y penada, en este caso, por Hitchcock… El héroe perfecto
saliendo airoso de una situación límite, absurda, surrealista, de forma
brillante, incluso creíble.
-Dirección perfecta, magistral uso de los planos generales,
generalísimos; de los planos generales para crear tensión, como el que encuadra
a los dos hombres esperando, frente a frente, o los que incluyen a Grant y la
avioneta a su espalda; de los planos y contraplanos desde el punto de vista del
protagonista; de los ajustados y precisos insertos de estudio al final de cada
ataque de la avioneta; de los planos de reacción de Grant, como en el primer
ataque de la avioneta, que van de la indiferencia y la curiosidad a la
extrañeza, incredulidad y alarma según ésta se acerca… El uso de todos los
elementos y su manejo cinematográfico donde no sobra un plano, en una
depuración de estilo absoluta sólo al alcance de un genio, un maestro.
Tras la intensa tarde huyendo de avionetas, Thornhill irá a
buscar a Kaplan al hotel donde debería estar hospedado, pero a quien encontrará
será a Eve Kendall, en un truco evidente de guión. Aquí será donde nuestro
ingenuo protagonista se percate de la traición de la sensual rubia.
El travelling semicircular en el momento del abrazo, cálido
por parte de ella, frío y sorprendido por parte de él, es un recurso
estilístico muy usado por Hitchcock. Otro rasgo estilístico clásico de
Hitchcock será muy destacado en esta secuencia, el plano sobre un objeto, en
este caso la nota que Eve (Eva Marie Saint) guarda en su bolso, resaltándolo de
forma especial. Eve, una rubia peligrosa con un intenso debate interior.
“Apuesto a que podrías llevar a un hombre a la muerte sin
casi proponértelo… con que deja de proponértelo ¿eh?”
La última parte de esta conversación entre Thornhill (Cary
Grant) y Eve será ante un espejo, desenmascarándola. La relación entre Eve y
Thornhill es una maravilla, así como su desarrollo, llena de mentiras,
atracción irrefrenable y amor creciente. Él no se fía ya de ella y ella tiene
que mentirle obligadamente. Thornhill silbará la melodía de “Cantando bajo la
lluvia” (Stanley Donen, 1952) en la ducha. Es la tercera y última vez que
veremos a Thornhill en un cuarto de baño.
Thornhill seguirá demostrando su ingenio, como el detective
en que se ha convertido, pasando un lapicero por la hoja de debajo de la que
arrancó Eve, para descubrir la dirección que allí apuntó.
Dedicada a todos aquellos que vieron esta secuencia casi en pie o aplaudiendo al final.
ABSOLUTAMENTE GENIAL.
ResponderEliminarEstupenda explicación.
Imágenes perfectamente escogidas. Has hecho q reviva la peli.
Y me muero de ganas de volverla a ver. Esta vez con los ecos de toda tu exposición. Monográfico, tratado, estudio, análisis.
Master class al más alto nivel.
Muchas gracias.
Orgulloso de que la veas así Reina :)) Y satisfecho.
EliminarUn beso y gracias.
Probablemente la mejor escena de toda la historia del cine contada y detallada de una manera sublime...querido amigo...estaba leyéndola sentada y he terminado de pie...me daban ganar de volver a aplaudir. La escena como digo la mejor del cine, aquella donde el genial Grant muerde el polvo y...hasta dónde se despeina su perfecto peinado...
ResponderEliminarHoy tras leer esta quinta parte...y después de las anteriores me he quedado sin palabras para expresar mi felicitación por la calidad y el gran trabajo que has hecho y, por supuesto mi ya eterna gratitud por haber tenido la infinita suerte de conocer tu blog, fuente inagotable de sabiduría.
Un beso fuerte!!
Me abrumas Sara, pero me satisface que te haya transmitido la misma pasión que provoca la propia escena, trepidante, perfecta.
EliminarGracias a ti por tu cmplicidad, fidelidad y amabilidad. Es un orgullo para este blog que te pases por él.
Querido amigo MrSambo, esta mañana al despertar te he leído en el móvil, no podía esperar a que se iniciara el portátil. Estaba ansioso por la escena de la avioneta. Felicidades, me ha encantado, nos has metido en la escena de tal manera que mi pijama tenía polvo y restos de la fumigación. Por cierto, que bien le queda ese traje gris a Grant, aún con polvo. De los 1.321 planos que tiene la película, 133 pertenecen a la escena de la avioneta, así que estoy contigo en que se merecía un capítulo entero de tu análisis. La escena coincido plenamente contigo en que es una lección de cine, planos ,contraplanos, tensión y sobre todo una lección de lenguaje corporal. Para qué diálogos, no son necesarios, el silencio roto por el ruido de fondo que se oye de la avioneta fumigadora lo dice todo. Ese plano, uno frente al otro, en la carretera parece sacado de un western, un duelo al sol, mirándose uno al otro sin decir una sola palabra, y el espectador, con la boca abierta esperando el desenlace. Magistral. Es todo tan absurdo, la película entera es un absurdo. Como tu explicas, lo fácil hubiera sido, llegar, bajar de un coche y pegarle un tiro. Pero no, el maestro nos tenía preparada esta escena, su escena, la que quería que viésemos para dejarnos con la boca abierta. No hacía falta pegar tiros, Hitch recurre a su parte teatral, por eso en muchas de sus películas utiliza el recurso del cuchillo, como en la escena de la ONU. Es el recurso espectacular por encima de lo verosímil. De hecho, en toda la película solamente hay un tiro, al final. Ahora alguno estará pensando: "pero sí hay más tiros". Es verdad, hay dos tiros más, pero no son reales, son balas de fogueo y esas no cuentan, jejeje. Es otro recurso teatral, es mero "atrezzo", objeto engañoso de este teatro de ilusionismo que es la película. Como decía el propio Hitch: "Existe algo más importante que la lógica y es la imaginación".
ResponderEliminarGracias por hacernos imaginar la escena MrSambo. Insuperable.
(nota: me voy a duchar para quitarme el polvo del desierto y el olor a maíz fumigado).
Grande Manu, he recopilado 93 o 94 planos de la escena, se dice pronto jajaja. Así es, bueno la avioneta también dispara, pero la maestría en todo, esa modulación, ese guiño al western que comentas, el sonido, que pasen los minutos y no pase nada, pero no puedas dejar de mirar... está al alcance de muy pocos.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, me deja muy contento que hayas vivido así esta parte. Un abrazo fuerte.
Supongo que conceras la famosa entrevista a Hitchcock en lo de "como evitar los cliches". Dice que "en todas las peliculas cuando van a matar a alguien es de noche, las calles estan desiertas esta lloviendo a cantaros, un gato negro se cruza ante la futura victima pero aqui no. Es de dia. Sabemos que van a intentar martarle pero no hay nadie y ningun lugar donde podria haber villanos escondidos. Como van a poder matarle? Y llega el coche. Un cocheque adeùas es negro y de un coche negro t en todas las peliculas cuadno disparan a alguien desde un coche est siempre es negro. Vemosa Cary Grant aprestandose a tirarse al suel:o. Pero nó el coche negro se limita a proseguir su camino. Y luego llega el trasto viejo y se baja un hombre. Sera el el asesino? Pero el hombre se queda mirando a Cary Grant, cruza la carretera, entabla la conversacion, habla de las avionetas fumigadoras y Que extranyo esa avioneta fumiga donde no hay cultivos. Llega su autobis y se va. Y Cary Grant se queda solo. En ese momento la avioneta llega y le dispara, Cary Grant se esconde en el maizal pero la avioneta fumigadora pus hace su trabajo. Fumiga. Asi es como se evitan los clichés"
ResponderEliminarY a Hitcghcock le queda una escena que nadie olvida. Cuantos miles de veces hemos visto calles lluviosas con gato negro? Cuantos cientos de veces disparos partir de un coche? Un coche negro pos supuesto que ese es el color reglamentario de las Fuerzas Armadas Villanas. Pero solo hay una pelicula en donde intentan matar al protagonista oin una avioneta y en un paisaje tan liso e "inofensivo". Y porque solo hay una recordamos esa escena mas que las mil de calle con gato negro juntas.
Exactamente JFM, esas son las claves y las da el mismo Hitchcock, llegando yo a la misma conclusión de manera natural. Releí la entrevista de Truffaut tras escribir el análisis y añadí citas concretas entusiasmado como estaba jajaja.
EliminarUn saludo.