Conociendo a un padre a través de la ficción.


La historia de la devolución del anillo. La historia del
nacimiento de Ed…

El proceso de comprensión de Will se inicia inmediatamente. El
pistoletazo lo tenemos en ese plano en el avión, camino de visitar a su enfermo
padre, donde se fijará en las sombras que crea un niño con sus manos, otro
reflejo, como el que vimos del padre en el agua, irreal, donde detrás de unos
simples movimientos de manos se generan figuras fantásticas, el arte de la
creación, de ver más allá de lo aparente.
Las historias.

La historia de la bruja del ojo de cristal.
Todas las historias tienen un fondo real que Bloom
adorna convenientemente, las hace fascinantes, pero además retratan al personaje
de forma muy fidedigna. Descubriremos que la bruja del ojo de cristal en el que
se puede ver la forma en la que morirá uno mismo, en realidad está basada en
una bella relación de amistad que Ed mantuvo con una joven cuando trabajaba de
viajante. Una joven a la que conoció cuando era niña en un misterioso pueblo y a la que prometió volver.
Otra bella historia, que en esa ocasión nos contará la chica, Jenny (Helena
Bonham Carter), y que supondrá un punto de inflexión en el viaje de Will hacia
el conocimiento de su padre. Verá la fidelidad y devoción absoluta que tenía
hacia su madre cuando Jenny cuente que se enamoró de él, pero la rechazó por
fidelidad a su mujer. Convertir a su amiga en una bruja es la forma que tiene
el padre de hacer ver qué lo verdaderamente importante es su familia, el resto,
aunque significativo para él, era… otra cosa.
Ed mantendrá que vio su muerte en el ojo de la bruja, pero
no lo confesará porque es sorpresa, tanto para su hijo como para nosotros. Y
será una bella sorpresa creada por quien menos se espera.
Otra bella escena, fuera de las historias fantásticas que protagoniza
un magnífico Ewan McGregor, es aquella en la que Will, subiendo unas escaleras,
magnífica forma de visualizar la evolución que tendrá el personaje con respecto
a su padre, observa las fotos que hay en la pared. Una sonrisa aparece en sus
labios al ver sus fotos de niño, harán rememorar su niñez, aquella en la que su
padre le contaba historias increíbles que él creía, pero al llegar a la de su
graduación torcerá el gesto, es la única en la que no es un niño. Al fin y al
cabo Will recuerda con cariño aquella época, de manera muy especial, y su padre
tiene gran culpa, algo que comprenderá. Su decepción viene con la vida después de la infancia, donde para él la magia desapareció.
Las historias que se van sucediendo no las cuenta todas Ed
en su convalecencia, sino que en muchos casos son los recuerdos de Will los que
nos llevan a esos fantásticos e improbables flashbacks. El chico vaga por su
casa y a la vez por sus recuerdos atando cabos. Se irá dando cuenta de que las
fantasías de su padre lo forjaron, le hicieron como es y le influyeron más de
lo que cree. Will vivió una infancia inolvidable a través de la fecunda
imaginación de su padre, un padre que no pudo estar mucho con él, pero que
intentó regalarle otras cosas.
La historia de la convalecencia de tres años.
Al abrir una puerta Will rememorará esta historia. Una
historia que le contó su padre para hacerle más llevadera y esperanzada una
enfermedad que él tuvo de crio. Así le contará que cuando era tan pequeño como
él tuvo que permanecer en cama tres años porque de forma sorprendente en vez
de creer poco a poco, como todo el mundo, creció de una vez, pero que eso,
lejos de ser contraproducente, hizo que se convirtiera en la estrella de su
pueblo, un crack de los deportes (beisbol, rugby, baloncesto…), y en todo lo
demás, héroe bombero, hombre de negocios, en ciencias…

La historia del gigante.





Tim Burton juega magníficamente con la fotografía y la
dirección artística, del colorido y cantidad de recursos visuales, unos
tenebrosos para las historias más misteriosas, otros oníricos, otros vitalistas,
en las historias de los flashbacks, pasamos a la sobriedad de la historia “real”
protagonizada por Billy Crudup, un marcado contraste.
La historia de la boda.
Ed contará a Josephine la historia de cómo conoció a su
mujer, Sandra (Jessica Lange- Alison Lohman), comentará que es mejor que su
hijo Will no se la haya contado porque se limitará a los “hechos”,
prescindiendo del “sabor”. Su filosofía vital. También veremos cómo disimulará
su dolor evadiéndose en esta romántica historia.
El circo será el lugar donde comenzará, allí Ed
logrará que el director, Amos Calloway (Danny DeVito), contrate a un verdadero
gigante como es Karl y se enamorará a primera vista al ver a Sandra. Un
bellísimo momento donde el tiempo se detendrá, casi el instante eterno de
Fausto… para luego acelerarse repentinamente. Es el fantástico mundo de Ed.
“Eras un pez grande en un estanque pequeño, pero esto es el
océano”.
El famoso pez, o referencias al mismo, está presente en
todas las historias, avanzando en esa fusión total que se producirá al final. De
hecho veremos como Ed disfruta en el agua, sus largos baños en la piscina, su
eterna sed o la hermosa escena donde se baña vestido junto a su mujer.
El hecho es que logrará que Amos lo contrate por amor, por
amor hacia esa chica que lo hechizó. Como pago sólo tendrá pequeñas píldoras de
información sobre ella a final de mes. El sentido del humor lo inunda todo,
especialmente en estas historias protagonizadas por McGregor, así veremos el
uso que hace Burton de él con escenas tan simpáticas, e irónicamente románticas,
donde un fascinado Ed queda completamente embelesado al saber cualquier cosa
que le dice Amos de la chica de sus sueños, mientras los elefantes sueltan sus
excrementos con total libertad a su lado, por ejemplo. Le gustan los narcisos,
es universitaria, melómana… y el hará de hombre bala, meterá su cabeza en la
boca de un león o se jugará la vida
mientras dos motos giran a su alrededor… pura felicidad.

“Aquella noche descubrí que la mayoría de los seres que
consideramos perversos o malvados, en realidad sólo son unos solitarios o les
faltan modales”.
Dedicada a Obabakoa, un amigo del Ahtletic y de los que merecen la pena. Y a Nora, no podía olvidar la película especial de una chica única. Eres un pez muy grande.
Una de las críticas con las que más he disfrutado junto con ¡Qué bello es vivir! y La princesa prometida. Adoro esta película, de mis preferidas desde el mismo momento que la vi. Deseando que llegue mañana para leer la última.
ResponderEliminar@nerodu
Eso me alegra mucho, es una peli especial para mucha gente.
ResponderEliminarA ver si la conclusión no te decepciona.
Un besazo, Nerodu.
Me encanta como lo planteas. Y percibo una mirada muy cariñosa sin menoscabo de la agudeza analítica de siempre.
ResponderEliminarComo dices, es un cuento de cuentos. La fábula como regalo amoroso, por compensar carencias, por dotar de belleza lo vulgar. El espíritu diempre presente de que la diferencia puede y debe ser amada, porque superando el rechazo de la falta de formato convencional se puede esconder un latido único, especial.
La final comprensión filial en un momento tan doloroso, que aporta paz, y hace que crezca el cariño.
He llorado mucho con esta cinta y sus escenas, algunas de una delicadeza y sensibilidad muy grandes, con ese estilo chocante que tiene el director.
Una de las mejores películas de Burton, sin duda.
Gracias por traerla aquí y ahora. Esa melancolía bella me hace bien.
Un beso, Sambo
Bellísimo y emocionante comentario Reina. Lo comparto todo.
ResponderEliminarMe ha encantado! mucho mucho mucho!
ResponderEliminarGracias a esta crítica he descubierto la idea de que Ed conviertió en bruja a su amiga para demostrar su amor por su familia...walaaa increible jajajaja
No quierooo leer la última parte porque no quiero que se acabe joooooooooo
Muchas gracias por este excepcional análisis y por la dedicatoria.
Un beso, de un pez grande!
No mereces menos Nora. Me alegra haber aportado más detallitos para que la disfrutes mejor aún. Espero que la última parte también te guste, querida BIG FISH.
ResponderEliminar