Tim Burton es uno de los directores más significativos de los
90, alguien al que todo el mundo cita cuando se piden referentes en esa década,
un cineasta de gran éxito pero al que se sobrevalora en ese sentido.
No es un menoscabo, en realidad no hay apenas directores que
hayan trascendido desde los años 90, el único ejemplo incontestable es Quentin
Tarantino, un cineasta que no sólo ha tenido éxito sino que su influencia a
todos los niveles ha sido y es indiscutible. No podemos decir lo mismo de
Burton, poseedor de una personalísima y única estética, pero que fuera de su
universo no ha tenido resonancia. Tim Burton llama la atención y resulta
verdaderamente genial cuando acierta, su estética es una maravilla, pero no ha trascendido más allá de sí mismo y su éxito, que no es poco. Nadie ha sido
influido por Burton, sus constantes o elementos personales no han tenido eco,
es por ello por lo que no se le puede considerar ese referente que algunos han
creído que podría ser.
Y todo esto ¿qué importa? Pues nada en realidad, sólo es una
forma de situar al director, pero en nada menoscaba su talento. Tim Burton ha
llegado a la absoluta genialidad en más de una y más de dos ocasiones, la
genialidad no es una coincidencia para él. La película que voy a tratar es un
ejemplo cristalino de ello.
Tim Burton suele maneja unos ingredientes que son muy
apetecibles y comerciales, muy dados a la emotividad, un toque dickensiano que
tiene sus riesgos, la continua amenaza de caer en lo sensiblero, en el exceso de
sentimentalismo. Burton siente predilección por los marginados, los diferentes,
los distintos, los apartados, los perseguidos, los parias, los solitarios, los
independientes, los raros, los especiales, los problemáticos, los extravagantes
… los incomprendidos. Con este caldo de cultivo es fácil caer en la tentación
de la sensiblería, pero Burton suele manejarlo con talento y no suele ceder a ella. En
sus mejores trabajos resulta emocionante y entrañable, para lograr evadir el
problema del sentimentalismo se ayuda de su omnipresente sentido del humor y su
estética, precisamente, que le sirve de distensión a todo el entramado de
emociones.
Todo el universo de Burton está presente en casi todas sus
películas, que en realidad hablan de lo mismo, pero en sus cintas más acertadas
y originales todos estos ingredientes adquieren una mayor profundidad, y aunque
los elementos conceptuales no son complejos y se repiten sin
mostrar distintas variantes, desarrollos y reflexiones sobre ellos, sí
tienen esa profundidad y sobre todo la sinceridad del que sabe de lo que habla y pone el corazón en ello.
Es el caso de ”Eduardo Manostijeras” (1990), de “Ed Wood”
(1994), o de esta “Big Fish” (2003)… Películas que en realidad hablan exactamente
de lo mismo, aunque esta última da un paso más en la madurez, lo que la dota de
cierta tristeza, nostalgia o melancolía que no tienen las otras. Es cierto que
el final de “Eduardo Manostijeras” es triste y que “Ed Wood” también tiene
elementos amargos, pero en estas dos películas Burton apostaba por el mundo de
la fantasía como un lugar verdadero. En “Big Fish” esta idea cambia
ligeramente, aunque se mantiene su apuesta por la fantasía como un lugar
indispensable al que recurrir, en el que vivir, en el que refugiarse o en el
que pasar la vida entera, Burton lo despoja y lo separa más explícitamente del
mundo real, esto lo vemos cuando somos conscientes de dónde está lo real y lo
inventado por el protagonista Ed Bloom. En el final de “Eduardo Manostijeras”,
Burton apuesta por la fantasía de forma plena, es decir, la convierte y funde
con la realidad, vemos que Eduardo no fue una simple historia contada una noche
de nevada…pero en el final de “Big Fish” da un paso más, aquí sí existe cierta
evolución en sus postulados clásicos, y aunque realidad y ficción se funden en
la vida del protagonista, Burton nos los separa para nosotros, una visión que
indica una mirada algo más adulta, aunque sólo en apariencia ya que el mensaje es similar. Una mirada con un cierto tono más crepuscular.
Tanto en “Ed Wood” como en “Eduardo Manostijeras” como en
“Big Fish”, el mundo del cuento, del relato, de la creación, es indispensable. Las
películas hablan de lo mismo y con los mismos elementos. “Eduardo Manostijeras”
es la historia que Winona Ryder le cuenta a su nieta, una contadora de historias,
como Ed Wood, que se desvive por contar sus propias historias a través de la
ficción del cine, o el propio Ed Bloom que ha hecho de su vida una maravillosa historia
contada por capítulos donde se mezcla la realidad y la ficción. Tres contadores
de historias y el mundo de los cuentos íntimamente ligado a las tres
películas. En "Eduardo Manostijeras" al final el cuento acaba demostrándose
real, un poco al contrario que en “Big Fish”.
Esta mezcla que elimina las barreras existentes entre
realidad y ficción es uno de los elementos conceptuales y temáticos esenciales
en Burton, algo que he comentado con otros muchos directores. Burton elimina, despoja
de contenido, el concepto "realidad", elimina todos sus límites, de forma que nos
vuelve a demostrar que la “realidad” no existe”. La imaginación, los sueños,
incluso la muerte, son caras de un mismo dado, todas reales. Para Burton no hay
diferencia significativa, es como el Ed Bloom de esta película, simplemente hay
que saber diferenciar esas distintas realidades.
Burton no se anda con complejidades a la hora de exponer
esto, al contrario, pone toda su fértil imaginación al servicio de la creación de universos
únicos con esa estética tan suya y absolutamente reconocible. En unos casos
confrontará universos distintos, unas veces imaginados (“Bitelchús” (1988), “Eduardo
Manostijeras” “1990), “Big Fish” (2003), “La novia cadáver” (2005), “Alicia en
el país de las maravillas” (2010)…), en otras reales, o supuestamente reales,
que se acaban enfrentando de alguna forma, como los marcianos que vienen a
aniquilarnos en “Mars Attacks!” (1996), la muerte que viene a ajustar cuentas
en “Sleepy Hollow” (1999), astronautas que descubren un nuevo mundo comandado
por simios, “El planeta de los simios” (2001), personas supuestamente normales
que se convierten en seres excepcionales, era obligado que Burton se sumergiera
en el mundo de los superhéroes, como ocurre en sus dos películas sobre el
hombre murciélago, “Batman" (1989) y “Batman vuelve” (1992)... Mundos asombrosos
que parece imposible existan en el mundo real como en “Charlie y la fábrica de
chocolate” (2005); personajes del pasado que vuelven para cumplir venganza como
en “Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet” o la reciente
“Sombras tenebrosas” (2012)… es decir, todas y cada una de sus obras.
Con “Pinocho”, que estrenará en 2014, y su largo
“Frankenweenie” de este año, tenemos nuevos ejemplos de lo mencionado, un mundo
o elemento fantástico confrontado con lo supuestamente real, lo extraordinario
con lo cotidiano…
Las familias, sus conflictos, sus problemas, sus virtudes, ya sean disfuncionales o reales, son otros de los elementos más característicos del cine de Burton, unas veces su mirada es cínica o irónica y en otras entrañable ("Bitelchús", "Eduardo Manostijeras", "Ed Wood", "Big Fish", "Charlie y la fábrica de chocolate", "Sombras tenebrosas"...). Los retratos sobre la clase media americana tampoco se libran de la ironía del director ("Eduardo Manostijeras", "Mars Atack!"...)
Las familias, sus conflictos, sus problemas, sus virtudes, ya sean disfuncionales o reales, son otros de los elementos más característicos del cine de Burton, unas veces su mirada es cínica o irónica y en otras entrañable ("Bitelchús", "Eduardo Manostijeras", "Ed Wood", "Big Fish", "Charlie y la fábrica de chocolate", "Sombras tenebrosas"...). Los retratos sobre la clase media americana tampoco se libran de la ironía del director ("Eduardo Manostijeras", "Mars Atack!"...)
Centrándonos en “Big Fish” nos complaceremos desde el mismo
inicio cuando nos damos cuenta de que Burton nos va a contar otro cuento, un
cuento sobre un contador de cuentos, es decir una historia ideal para que
Burton nos deleite, y así lo hará. Los elementos característicos de Burton
alcanzarán su clímax con los relatos de Bloom, así el humor, que salpicará toda
la película, y el romanticismo tendrán especial relevancia en dichos momentos, la estética también
se explotará en ellos, mientras que los momentos más emotivos se dejarán para
la supuesta realidad y la historia del hijo de Bloom, Will, interpretado por Billy
Crudup, aunque alcanzará su punto álgido en el final, cuando realidad y ficción
se fusionen.
Ya en el inicio tendremos el sello Burton bien presente, un
plano acuático donde veremos un gran número de cebos que intentan pescar un
escurridizo animal, una idea que servirá para describir algunas de las
características de nuestro protagonista, y en uno de ellos veremos cómo se
refleja una calavera, uno de esos detalles que le encantan a Burton, justo
cuando mencione al espíritu de un ladrón personificado en el pez en cuestión.
Así comienza “Big Fish”, con un contador de historias contando una fantástica
a su hijo... o a quien encarte.
Este inicio, donde los relatos y las historias forjan desde
la infancia, nos recuerda a cintas como “La princesa prometida” (Rob Reiner,
1987), y ese abuelo que acude a hacer más llevadera la enfermedad de su nieto
leyéndole la maravillosa historia del pirata Roberts.
Burton no espera un segundo en introducirnos en su mundo
particular, el de los cuentos, la fantasía, la ficción, la creatividad, los
contadores de historias, como lo que es él y todo cineasta, en realidad. Del
mismo modo no tarda en plantear el conflicto familiar, un hijo que se siente alejado
de su padre, al que ve como un egocéntrico que siempre quiere protagonizarlo
todo con sus falsas historias y al que siente que no conoce porque no puede
creer nada de lo que dice. Su padre sólo le muestra su existencia de forma
fabulada, ocultándole los hechos verdaderos que el chico, Will (Billy Crudup),
quiere saber. Tres años sin hablarse que acaban cuando el padre enferma
gravemente.
“Éramos como desconocidos que se conocen muy bien”.
De esta forma Burton ya ha planteado el principal conflicto
y el que más le ha interesado siempre, la imposibilidad de distinguir entre lo
fantástico y lo real, entre los hechos que ocurrieron y la ficción, entre el
hombre y el mito. Esto lo mostrará maravillosamente de forma visual en el plano
donde vemos al padre, Ed Bloom (Albert Finney- Ewan McGregor), pescando dentro
del río y una sutil panorámica vertical se centrará en su reflejo en el agua y su imagen de veterano se transformará en su imagen de joven.
Una bella elipsis. Las elipsis serán un recurso que salpicará el relato, todas
ellas muy bellas.
Dedicada a Obabakoa, un gran romántico, y a Nora, una fantasía muy real.
Creo que parte de la razón d que sus personajes sean los marginales tiene (en gran parte, quizá no es una única explicación) origen en su propia autobiografía: Sufre Asperger, un transtorno de la personalidad muy complejo, en la órbita del autismo.
ResponderEliminarIncomprensión, seres construídos a retales, carentes d algo q nunca pueden alcanzar del todo, dificultad en vivir la vida convencional…
En fin, en cualquier caso, hay cintas genialesy rollos refritos.
Ed Wood y Big Fish, junto con la queme fascinó, Eduardo Manostijeras, son mis favoritas por sensibles sin ser sensibleras, con un toque acidulado, contenidas.
Hay otras q desbarran y saturan los ojos. O simplemente son más de lo mismo.
Han estrenado Frankenwinnie y m han propuesto ir a verla. Esos muñecos hechos a golpe de costurones siempre me han llegado hondo.
Gracias sensei. Espero las dos siguientes partes.
Un beso
Pues estoy totalmente de acuerdo, de hecho lo afirmaría. Burton ha debido vivir y sentir en sus carnes esa inadaptación y la expresa, como comento en el artículo, con conocimiento de causa, se nota.
ResponderEliminarMuchas gracias por el apote Reinísima. Un beso
Gracias por la disección, muy bien desmenuzada, si señor :-)
ResponderEliminarEste Tim es atrapante, emocionante y hasta feriante (lleva tus sentimientos de aquí para allá y siempre logra ilusionarte)
Un beso
Muchas gracias Miércoles, muy buena comparativa con lo de feriante jejeje, así es.
ResponderEliminarUn beso.
Big fish! mi película favorita al fin en Cinemelodic muajajajajaja
ResponderEliminarMuchisisimas gracias por la crítica, por dedicármela y deseando estoy de leer las siguientes partes.
No puede ser más correcto tu análisis, Tim Burton se centra mucho en los temas familiares, todo gira alrededor de la familia, es muy característico de él, aparte de su puesta en escena claro.
Vi que le pusiste al final un 5 jijijiji
PD: La referencia a LA PRINCESA PROMETIDA me parece totalmente gratuita jajajajaja
Muacks y gracias de nuevo! :D
Norita. Jajajajajaja. No podía faltar. Tengo presión por complacerte bien, pero soy un talentoso comentarista.
ResponderEliminarSé que te ha dolido lo de la PRINCESA PROMETIDA, pero era esencial para entederlo todo jajaja.
Sí, he sido débil y he optado por las sensaciones y sentimientos antes que por la cabeza.
Hola!!!
ResponderEliminarMe encanta esta peli...
Yo tb escribí una entrada de ella, aunque es un pelín larga XD
Si te animas algún día a leerla:
http://thekadencia.blogspot.com.es/2014/08/big-fish-la-realidad-es-subjetiva.html
Un saludo
Gracias por pasarte, Lau. Es larga, pero no tanto como la mía, creo. Esta es la primera de tres partes jajaja.Un saludo.
EliminarPara mí, una de las películas más bellas y potentes de Tim Burton. Que pena que últimamente esté tan en horas bajas. Gran crítica para una gran película
ResponderEliminarAsí es, Joan, pero al menos siempre nos quedarán estas joyas. Un saludo.
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