Crítica: CREMATORIO

SERIE TV

               

    

                     

En España nací y en España crecí. Crecí visionando series televisivas de toda índole y de toda procedencia. Primero series infantiles como Campeones y Bola de Dragón. Más tarde y algo más crecidito Salvados por la Campana. Todas series foráneas. Las series nacionales nunca llamaron mucho mi atención. En mi adolescencia recuerdo haber visto las más famosas como Farmacia de Guardia, Médico de Familia y Al Salir de Clase pero no por un gran interés sino por pasar el tiempo entretenido con algo, algo establecido, algo seguro, algo que sabías que todas las semanas se emitiría y a una hora precisa. Y es que, la televisión de este País no se ha caracterizado precisamente por cuidar las series extranjeras que emite y así si uno quería ver Expediente X, Urgencias o la divertidísima Juzgado de Guardia tenía que trasnochar o estar atento al TP para ver su nuevo horario, eso suponiendo que no volvieran a repetir los mismos capítulos. De la misma forma, la calidad de las series patrias nunca ha sido muy alta y la originalidad ha sido casi nula. 

Buenos ejemplos, más o menos actuales, pueden ser la recientemente cancelada “La Fuga” (un burdo intento de imitar Prison Break), “Física o Química” con un argumento de lo más rebuscado, todos se lían con todos y a la vez intentan drogarse como los alumnos de “Skins” y “Hospital Central”, una copia sosegada de Urgencias. Por no hablar de “El Barco”, concebida como un mero instrumento para que los actores luzcan sus cuerpos, sin ningún sentido ni rigor físico. Lo más destacable de la producción propia pueden ser las comedias como Aida o La que se avecina, divertidas aunque muy repetitivas y utilizadas como arma política.

Así, Crematorio es una serie atípica, rara para ser de producción española, más concretamente producida por Canal Plus. Desde el comienzo se nota una mayor calidad y la intención de narrar una historia interesante sin caer en los errores más habituales de las series televisivas filmadas en nuestro País. Uno de los mayores aciertos es su corta duración, ocho capítulos, los justos para el relato. La tónica general suele ser alargar el argumento principal con historias secundarias para sacar más beneficio en detrimento de la calidad (que ya de por si es baja).

En un crematorio comienza la serie y en un crematorio termina. El ciclo de la vida, “polvo somos y en polvo nos convertiremos”. La primera frase de la canción “Cruzando el Paraíso” de Loquillo, utilizada como cabecera, dice “Nada permanece, todo se desvanece” y el título del último capítulo  “No dejamos nada” ahondan más en la idea de la muerte como final del ciclo, una muerte que está muy presente durante sus ocho capítulos. Un ejemplo de esto es que tanto en el capítulo inicial como en el final presenciamos un funeral.

El epicentro de la función es Rubén Bertomeu, un mafioso constructor de la zona de Misent, interpretado por un magistral Pepe Sancho que está enorme en todas las facetas de su personaje. La serie en si es una descripción y biografía del personaje de Bertomeu y de cómo el constructor influye en la vida de los que le rodean. Los guionistas utilizan flashbacks no sólo para que el espectador conozca como Bertomeu ha alcanzado la posición que posee en el momento del arranque de la serie sino que en ellos es donde se realiza una mayor descripción del personaje.

Nos encontramos con una persona ambiciosa hasta el extremo. Una persona que hasta el final quiere seguir construyendo. Una frase de su hija en el último capítulo lo deja patente, “Mi padre nunca ha sabido parar”. Otra característica importante es que se cree superior a todos los demás y nunca se pone al nivel de alguien que él cree inferior. Esto se ve reflejado en el flashback del yate cuando el recientemente nombrado Concejal de Urbanismo intenta que Rubén encienda su puro y Bertomeu le lanza el siguiente comentario: “El puro es algo muy personal, cada uno se enciende el suyo”. No perdona la deslealtad como observamos en un flashback en el que uno de sus títeres le pide más dinero y le amenaza con publicar unas conversaciones incriminándole. Necesita controlarlo todo, no tiene amigos, sólo tiene subordinados y si alguien se revela o le da un mínimo problema lo desecha y coloca a otro. No aguanta estar encerrado sin información, eso se puede extraer del ataque al corazón que sufre cuando es encarcelado y del intento de sobornar al enfermero del hospital para conseguir un teléfono móvil. Por otro lado, es un hombre justo y generoso con quienes le ayudan o se mantienen leales ya que recompensa al enfermero por la ayuda que le ofrece y ayuda a Hofman para que huya antes de ser detenido. Una frase de su novia Mónica puede describirnos muy bien al personaje. “Rubén es como un general, todos le obedecen y le tienen miedo pero en la cama se tiene que proteger de mi”. La primera parte se puede observar muy bien si nos fijamos en los dos funerales que comenté anteriormente. En el primer capítulo se vela al hermano de Rubén y está lleno de gente mientras que en el último capítulo, a su velatorio no acude ni su propia madre. La segunda parte también es cierta ya que a pesar de ser un hombre que desprecia a las personas que cometen un error, Rubén perdona la torpeza de Mónica cuando paga la fianza.

Es un hombre rencoroso al que apenas le importan su madre y su hermano, dos personas que se opusieron a sus primeros planes. Un hombre decidido que no duda en traficar con droga para conseguir el dinero que su familia le niega para poder empezar a edificar y que a la vez sobreprotege a su hija y a su nieta, sus puntos débiles junto con su novia Mónica.

Con respecto a los demás personajes destacar a Silvia Bertomeu, interpretada por una más que correcta Alicia Borrachero, es la hija de Rubén. Una mujer que lucha por su hija, muy apegada a su abuela y su tío y eso le lleva a ser una de las pocas personas que se enfrenta a Rubén viendo el poco interés que despierta en el constructor su madre y su hermano. Y a Mónica, a la que da vida Juana Acosta, la actual novia de Rubén. Una mujer inocente e insegura que no es respetada por los demás. Está muy enamorada de Rubén, es la persona que más sufre por él.

Crematorio parece el llamado “efecto mariposa”. El accidente del transporte de los cuerpos sin cremar hacia el picadero dispara el proceso y van cayendo las piezas implicadas en la trama una a una hasta el desenlace final. Todos excepto Traian, el ruso se mantiene alejado, ata todos los cabos sueltos, se asegura de que Bertomeu no le delate secuestrando a la nieta de éste último y de que Collado deje de ser un problema. No tiene ningún escrúpulo ni teme a nadie. No tiene puntos débiles. Es un personaje vital para la trama. Es el verdadero jefe, el que de verdad tiene el control de todo aunque permita que Rubén crea que le maneja.

Las relaciones amorosas son muy diversas e importantes en la trama. El amor imposible de Collado con la prostituta rusa aumenta la distancia entre Bertomeu y Collado, hecho clave para el avance del desmoronamiento de tinglado mafioso. El amor fiel de la mujer de Collado hacia su marido que vuelve con él aún sabiendo toda la verdad. El amor infiel de Silvia con el fotógrafo. El amor loco por el fotógrafo que se vuelve en contra de la nieta de Rubén. Sobre todos destaca el amor que siente Mónica hacia Rubén, mucho mayor que el de Rubén por Mónica, que también contribuye a la caída de la trama inmobiliaria al ser un amor puro, no sujeto a la razón. Y finalmente el amor eterno, amor que derrota a Rubén, amor que profesa un hombre hacia su mujer fallecida, hombre que sólo tiene una cosa que perder y se resiste a ello, el hogar donde compartió su vida con su mujer, hogar donde se encuentran todos los recuerdos de esa feliz vida, terreno que se interpone entre Rubén y su obsesión por seguir construyendo.

Crematorio es bastante mejorable, considero que en el guión se podría haber aumentado la carga de crítica social. Sólo la siguiente frase espetada por la amiga de Mónica es remarcable: “La cárcel con dinero esperando es menos cárcel”. No creo que sea necesaria la historia entre el fotógrafo y la nieta de Rubén, está fuera de lugar, no aporta nada y te recuerda a los fallos más comunes de las series patrias. Les falta tensión y dureza a algunas escenas, sobre todo en las que no aparece Rubén. Y, ¿Quién llama a la ambulancia cuando Rubén es herido? No queda del todo claro.

Un oasis en la ficción española, Crematorio debe de ser el punto de partida para próximas producciones.