Crítica: E.T. EL EXTRATERRESTRE (1982) -Parte 1/3-

STEVEN SPIELBERG

Esta crítica es bastante especial, por lo que tiene de personal, por lo que me identifico con el mensaje y por el cariño y admiración que le tengo a esta obra maestra absoluta. Un retrato perfecto sobre la infancia que no tiene parangón.

A Steven Spielberg se le llamaba el niño grande de Hollywood, especialmente por esta película, por su capacidad para conectar, identificar e identificarse con la infancia y la juventud, gracias a su maestría clásica, adaptada a los nuevos tiempos, para el cine de entretenimiento.

“E.T.” ha sido la película más taquillera de la historia durante mucho tiempo, una auténtica revolución, un fenómeno social impresionante que no dejó indiferente a absolutamente nadie. La gran mayoría de los que vieron la película salieron emocionados o llorando desconsolados. Los chavales más pequeños no podían resistir la emoción y cuando E.T se iba en su nave daban rienda suelta a sus sentimientos, manifestándolos de las formas más diversas, conozco ejemplos de gente que de pequeña se metía bajo la cama cuando “E.T.” acababa, casi como una protesta. Este hecho siempre me ha parecido que significaba la identificación, la comprensión subconsciente o inconsciente del verdadero significado de la película por parte de los más jóvenes, de los niños. De alguna forma captan lo que “E.T.” pretende transmitir, más que cualquier adulto. Los muchos adultos que reaccionaron igual, aunque aplicando una perspectiva más intelectual, y viendo en la despedida el desgarro de dos amigos que se separan, de alguna forma también intuyen ese mensaje que alberga “E.T.”  en su interior, que hace que esa despedida no sea una más, que la emoción que produce sea radicalmente más intensa e íntima. Todos los que se emocionaron así estoy convencido de que comprendieron, aunque fuera inconscientemente, a E.T.

“E.T.” es muchas cosas, puede verse como una película de ciencia ficción que desarrolla una amistad entre seres distintos, un drama intenso centrado en niños o ver referencias religiosas, una analogía de la venida de Cristo en la trama de la cinta. Todas son ciertas y válidas, y desde todos esos puntos de vista la película es magistral. Pero el verdadero sentido de “E.T.” es otro.

E.T como el símbolo de la infancia, de la inocencia.

Volviendo a las anteriores visiones, más convencionales, tenemos la relación de amistad de un niño, o niños, con un extraterrestre enmarcada en una historia de ciencia ficción. Desde ese punto de vista Spielberg también resulta absolutamente novedoso en su acercamiento, volviendo del revés todo lo visto antes y los acercamientos que el cine había hecho hacia los extraterrestres. E.T no es un ser amenazador que mata humanos, no hay batallas galácticas y guerras para deleitar con efectos especiales, no hay un extraterrestre de buenas intenciones que busca transmitir un mensaje contra el peligro nuclear, la Guerra Fría o cosas por el estilo (“La humanidad en peligro” de Gordon Douglas, 1954, “La guerra de los mundos” de Byron Haskin de 1953, “Ultimátum a la Tierra” de Robert Wise de 1951…). Es un drama y una relación pura entre dos seres sin interpretaciones sociales o políticas. Lo que lo hace más efectivo a nivel emotivo como es lógico.

El desarrollo del drama es magistral, narrado de forma perfecta al modo clásico con un uso de los efectos especiales ejemplar y una evolución de personajes, drama e historia dignas de un maestro. Sí, Spielberg, aunque a algunos intenten desmentirlo, es un narrador descomunal.

La interpretación religiosa es evidente, E.T. viene del cielo, transmite un mensaje a los que le rodean, muere, resucita y vuelve al cielo. Una bonita analogía.

Todo ello y más es “E.T.” Pero el verdadero sentido de “E.T.”, como digo, es otro.

Spielberg planifica toda la dirección y puesta en escena en función de su discurso, de la idea última que es "E.T.", lo que da como resultado una obra maestra deslumbrante, cohesionada y perfecta. Una película que esconde de forma sutil su verdadero sentido, que cuando personalmente descubrí lloré como un bebé. Menos mal que estaba solo.

E.T representa la infancia, la inocencia. La cámara de Spielberg siempre se mueva a la altura de los niños, siempre estaremos dentro del universo de la infancia, de los niños, los adultos son algo ajeno, generalmente figuras de autoridad, amenazantes. Nunca veremos un rostro de un adulto durante la película. No veremos ninguna cara con una salvedad. La de la madre. Ella es la única a la que se permite cierto acceso a ese mundo infantil. Nunca lo compartirá y comprenderá de forma absoluta pero es el personaje vínculo entre los dos mundos, el adulto y el infantil. Cuando ella descubra a E.T, es decir, entre, invada, pervierta la intimidad infantil, los rostros de los adultos se harán presentes ya. La escena en cuestión está rodada como si de una violación se tratara, con esos científicos entrando por la fuerza en la casa de la familia, una trasgresión agresiva, una perversión del mundo infantil, de la infancia por parte del mundo adulto sin miramientos ni concesiones, brusca, radical, desagradable. Si los niños al final de la cinta lloran por intuición subconsciente los adultos lo hacen porque recuerdan. E.T es el niño que todos llevamos dentro.

Cuando se es niño todo es posible, la magia existe, la fantasía, las hadas, los Reyes Magos, universos personales con reglas que sólo son nuestras, que sólo los niños comparten y comprenden, porque seamos honestos ¿quién no se ha inventado mundos  fantásticos, donde somos invencibles, invisibles, donde recreábamos historias con muñecos que sólo tenían sentido para nosotros y que se nos aparecían como reales, verdaderas? ¿Quién no ha dormido con esos muñecos o los ha considerado casi como amigos, que nos daban paz o tranquilidad, o los necesitábamos para dormir? En el mundo de los niños, en el mundo infantil, todo es posible.

Un niño tiene la capacidad para fascinarse con casi todo, ver sus caras en una Cabalgata de Reyes, cuando ven una película o espectáculo que les gusta, o simplemente pasa algo inaudito ante sus ojos inocentes, hace que al mirarles percibamos la magia, nos la trasmiten. Es lo que no debemos perder, esa capacidad para fascinarnos, sorprendernos. Eso “E.T.” lo capta a la perfección. Por eso es una obra maestra.

Así siguiendo con lo comentado antes, “E.T.” se centra en el mundo infantil, dejando fuera siempre al mundo adulto (esa cámara mencionada que siempre está a la altura de los chavales), nunca vemos la cara de ninguno, es una entidad sin rostro, no se lo vemos ni al maestro, ni al policía, ni a los investigadores que buscan extraterrestres… la cara de ninguno salvo la excepción de la madre (Dee Wallace), como comenté. Ella es el vínculo.

A los adultos no se les ve las caras porque no se les permite el acceso en ese mundo, no lo comprenden y por tanto no lo pueden compartir, no entienden la magia, que todo sea posible. Por eso a E.T sólo lo pueden ver los niños, E.T es la infancia, su misma esencia.

La madre como vínculo.

¿Por qué a la madre sí se le permite ver a E.T? Como dije antes, ella es el vínculo entre el mundo infantil y el adulto, los niños siempre recurren a ella para compartir sus fantasías buscando comprensión y compartir su universo, se le permite acceso, pero ¡ojo!, sólo hasta cierto punto. Cuando los niños hacen participe a la madre de la visión de E.T, ella no comprende, no entiende, al fin y al cabo ella es un adulto. Es precisamente en ese momento, no podía ser otro, cuando el mundo adulto en bloque invade el infantil, en la escena antes mencionada.

Por todo ello, las referencias a Peter Pan, en la preciosa escena donde la madre lee ese libro a su hija ante la ensimismada mirada de E.T, ensimismada porque le fascina el relato, como no puede ser de otra forma, no son gratuitas, en ellas se hace una apología de la infancia y se manifiesta una profunda comprensión de la misma, en ese instante E.T muestra su esencia, él mismo es la infancia, creer en él es igual que dar palmas si se creen en las hadas, como se dice en el fragmento concreto que la madre lee a su hija. En ese momento E.T hará uno de sus milagros y curará la herida de Elliot. Casi una referencia al regalo de la vida del creador a su creación, recreado en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, aquí se da el regalo de la inocencia y el mantenimiento de la pureza que Elliot (Henry Thomas) ya no perderá jamás. Es evidente la consideración de niño grande de Spielberg, como se puede comprobar, y que la influencia de Peter Pan en él ha sido grandísima, por ello acabará dirigiendo “Hook”, la historia de Peter Pan, una consecuencia lógica.

La mencionada consciencia de E.T de ser la misma infancia, la inocencia, el niño que llevamos dentro en la escena del propio E.T y la curación de Elliot se hace aún más evidente con el vínculo que se produce entre niño y extraterrestre, sobre todo desde ese momento. Como un pacto de sangre. Ahí se produce la identificación plena, Elliot siente a través de E.T, porque éste es la infancia. La identificación de la infancia y el niño. Con el tiempo E.T empieza a morir de forma lógica porque la infancia es temporal, acaba, muere… Pero lo mágico de la película es que mantiene que es temporal sólo si nosotros queremos. E.T muere si muere el niño que todos llevamos dentro, un niño que tendemos a olvidar, apartar o matar, se pierde en definitiva. Por eso muere. Muere pero hay una diferencia, que Elliot cree en él lo ha visto y lo ha sentido, E.T en Elliot no morirá jamás, siempre conservará ese niño interior. Por eso resucita. Por eso y porque la infancia aunque muera en unos nacerá en otros siempre, en cada niño que se alumbre. De ahí la frase que E.T le dice a Elliot, “ESTARÉ AQUÍ MISMO”, es decir siempre conservará el niño en su interior, nunca perderá el mundo infantil del todo, no lo podrá olvidar. El olvido, que es el planteamiento inicial en “Hook” (1991), cuando Peter no recuerda quién era por sus obligaciones adultas.

Las obligaciones adultas, cuando ese mundo adulto invade el infantil, E.T. muere, es irremediable, nos olvidamos de fascinarnos, de ser un poco niños, ese algo tan maravilloso que vemos en nuestros hijos o niños pequeños se nos olvida a nosotros. E.T. da el mensaje de que eso no tiene por qué morir, por ello se le permite ver la despedida a Peter Coyote y a la madre. Él buscó a E.T. toda su vida, lleva al niño dentro. Por eso E.T. no muere en esa lacrimógena escena final, porque todos los que llorábamos decíamos de alguna forma que no podía morir, ¿cómo iba a hacerlo si estábamos allí sentados creyendo en él?

Dedicada a Rikku, para la que espero sea igual de especial.


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