Mostrando entradas con la etiqueta Historia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historia. Mostrar todas las entradas

lunes, 30 de octubre de 2017

CARLOMAGNO. REY, ORDEN Y MITO IV

HISTORIA




Este es el cuarto y último capítulo de la vida de Carlomagno y sus antecesores. Así como en el anterior artículo hablábamos de su ascenso al poder y el sempiterno conflicto sajón, en este relato dejamos constancia de otras guerras importantes y de su legado. Empezamos: 

CARLOMAGNO Y RONCESVALLES (778)

A finales del siglo VIII casi toda la península estaba en manos del Emirato de Córdoba (eso nos dicen algunos sesudos manuales que nos dan a entender que cuando llegaron los musulmanes los habitantes de la Hispania visigoda estaban en taparrabos). En numerosas ocasiones el control del emir/califa cordobés no fue tan absoluto y tenía que hacer frente a numerosas rebeldías de sus subordinados. Uno de estos actos de insumisión hizo que Carlos pusiera sus pies en nuestro territorio. Veamos cómo se gestó todo:

Es en 777 cuando tres gobernadores de las zonas musulmanas del norte del Ebro van a una audiencia regia a Paderborn (Carlos se encontraba combatiendo a los sajones), donde rinden homenaje regio, cuentan sus problemas con el emir cordobés Abderrahmàn I y proponen a Carlomagno la invasión de la Hispania norteña. Tanto era el supuesto compromiso musulmán que Sulayman ben al-Arabí, valí (gobernador en nombre del emir) de Barcelona, promete tropas auxiliares bereberes que traería del Magreb para ayudar al ejército franco. A Carlomagno, nombrado adalid del cristianismo por su apoyo al Papado, le gusta la idea de auxiliar a los cristianos de España, que estaban bajo la dominación infiel.

Durante la primavera de 778 se prepara una gran hueste de varias zonas de sus ya extensos dominios. En verano de ese mismo año parten dos grandes contingentes: uno se dirige por los Pirineos occidentales al mando del propio rey franco y otro por la zona costera mediterránea del sur de Francia bajo la autoridad del duque Bernardo, hombre de confianza de Carlos.

Carlos cruza la cadena montañosa y se dirige a Pamplona, que se rinde al monarca,  así como otras villas van cayendo hasta llegar a Zaragoza, principal motivo de la campaña. Es aquí cuando el tema se tuerce, pues no se cumplen varias condiciones: el Emir de Zaragoza no abre las puertas de la ciudad a las tropas carolingias al estar temeroso de un ejército musulmán enviado desde Córdoba para aplacar la rebelión de la ciudad del Ebro, y no se produce el alzamiento de la población cristiana de Zaragoza apoyando desde dentro de las murallas a los libertadores de su misma religión. Con todos estos condicionantes y muchos frentes que atender en Francia, Carlomagno decide dar marcha atrás y no perder más tiempo en Hispania. Tomada la decisión de regresar, la vuelta se produce por el Pirineo navarro, cuyo paso natural es Roncesvalles.

Así, un 15 de agosto del año 778, atraviesan el desfiladero y desde una escarpada colina son observados por los vascos que atacan por sorpresa, aprovechando su posición elevada, a la retaguardia franca después de dejar pasar el grueso de la hueste, causando grandes daños al ejército real y consiguiendo un gran botín. Cuando la vanguardia carolingia quiso reaccionar y dieron la vuelta con su pesado armamento, sumando a lo estrecho del valle, los vascones habían desaparecido debido a su gran conocimiento de la zona y la caída de la noche. Parece que las tribus vasconas pudieron estar ayudadas por musulmanes que no querían que este potente ejército invasor se estableciera en su territorio. En la zona se conserva el “Silo de Carlomagno”, donde la tradición cuenta que están enterrados los numerosos muertos francos de esa batalla.

El parte de bajas de la emboscada fue, al menos, bastante insigne, pues mueren personalidades de la corte como el senescal (jefe de la nobleza) Egiardo o Anselmo, conde de palacio. Pero sin duda el muerto más ilustre es Roldán.

¿Quién es Roldán?

Roldán, Rolando u Orlando, era prefecto (jefe) de la Marca (más adelante explico qué es una marca) de Bretaña y uno de los Doce Pares del Emperador. Con todos estos títulos podemos afirmar que era de los que mandaban de verdad. Además de las distinciones era sobrino de Carlomagno, hijo de su hermana Gisela.

Era sobrino o hijo del emperador (nos movemos en terrenos nebulosos, recuerden) pues Carlos podría haber cometido incesto si tenemos en cuenta una inscripción en un vitral de la catedral de Chartres, que dice “Aquí el pecado mortal se convirtió en venial”. Fuera sobrino o hijo lo cierto es que Roldán murió en tierras navarras y tres siglos después este episodio serviría de base para la Chanson de Roland o Cantar de Roldán, un poema épico crucial en la cultura medieval occidental y que es el primer cantar de gesta escrito en lengua romance, donde se relata la tragedia de Roncesvalles de forma fantasiosa y lírica (repito, escrito trescientos años después).

Después del novelado desastre de Roncesvalles, Carlomagno no perdió de vista a la península ibérica y con seis victoriosas expediciones fundó dos Marcas, llamadas Hispánicas: la de Barcelona y la de Gerona, que empezarán siendo vasallas para acabar siendo casi tierra conquistada, condados satélites de los carolingios durante siglo y medio. Estas marcas crecerán e irán desde Barcelona hasta el golfo de Gascuña, convirtiendo a Navarra en protectorado franco. Esta amalgama de territorios dará origen al reino de Aragón y los distintos condados catalanes. Gracias a la Marca Hispánica, la monarquía carolingia tendrá un escudo que parará a los musulmanes, si tenían intención de saltar los Pirineos. Desde este modo, la mayoría de los ataques musulmanes ibéricos al sur de Francia se centrarán en la piratería de las costas mediterráneas.

GUERRAS ÁVARAS (787-786)

Los ávaros eran tribus eslavas organizadas en clanes, procedentes de las estepas asiáticas, que se establecieron en el valle del Danubio en el siglo VI. Es difícil determinar sus fronteras. Desde ahí atacaban a los pueblos tanto del Báltico como el Peloponeso. Tenían en vilo a toda Europa central.

El saqueo era su principal sustento, establecían asentamientos circulares fortificados que se extendían por toda la frontera del este carolingio. Estas fortalezas llamadas “ring” (círculo), eran de paso obligado para ir desde Francia a Panonia (sector occidental de Hungría y parte de Croacia, Serbia, Bosnia, Eslovenia, Austria y Eslovaquia).

Su forma de guerrear se basaba básicamente en el caballo, tanto para lanzar lanzas y jabalinas como para acertar montados con el arco a gran velocidad y distancia. También disponían de cierta caballería pesada, formada por los nobles, que cubrían la frente de los caballos con hierro y fieltro.

En las primeras campañas contras los ávaros, sobre el año 790, se producen algunos sonoros fracasos por parte del Emperador, provocados por enfermedades en el ejército y falta de alimentos y forrajes para los animales, en definitiva, fallos en la línea de suministro.

No fue hasta 796 cuando una expedición en la actual Hungría, comandada por Pipino, hijo de Carlomagno, y un grupo de nobles, venció a los ávaros y encontró el ring (anillo) donde se escondía el tesoro, fruto de sus pillajes durante dos siglos. Esta victoria permitió a Carlomagno sanear la hacienda real (hacer la guerra nunca es gratis), y fortalecer su autoridad en la zona. ¿De ahí lo de ser un avaro?

A modo de curiosidad: los cronistas de la época denominaban a las tribus ávaras como hunos, al considerarlos descendientes del gran Atila, del que aún se tenían noticias en esa zona centroeuropea.

LOS DANESES (808-810)

Las últimas guerras libradas por Carlomagno fueron contra los daneses (810), pueblo dirigido por su rey Godofredo, que visto lo que había pasado con sus vecinos sajones, no quiso esperar a que los francos fueran a por él y pasó al ataque con la pretensión de que toda Germania fuera territorio danés.

Los ciudadanos de Reric (la actual Lübeck), eran aliados de Carlomagno, quien usaba el puerto como parte de una ruta comercial estratégica del mar Báltico. En 808 Godofredo forzó a los abroditas a reconocerle como su soberano. El rey Godofredo destrozó Reric, y tras matar al jefe local Drożko mandó a los mercaderes a Hedeby, que formaba parte del Danevirke. El Danevirke era una muralla defensiva contra los francos establecida cerca de la actual frontera alemano-danesa, desde donde los daneses lanzaban expediciones de saqueos sobre Frisia y la zona del rio Elba, para después ir a protegerse detrás de ella.

En el 809, después de las primeras escaramuzas, emisarios daneses y francos establecieron negociaciones para llegar a un acuerdo y que cesará el conflicto,  pero las conversaciones fracasaron y sucedió una escalada de violencia.

Un año después, Godofredo armó una expedición vikinga para saquear la costa frisona, obligó a comerciantes y campesinos a pagar protección y reclamó parte de Frisia como territorio danés (recordemos que Frisia ya era una provincia franca). Dónde no llegaba la espada llegaba el dinero, por eso Carlomagno, para contrarrestar este ataque, comenzó a negociar con los jefes vikingos para que protegieran grandes partes de la costa de los ataques de Godofredo. Se supone que esos jefes estaban bajo el control danés, pero dicho control no debía ser muy severo (lógico al ser vikingos), pues ese mismo verano Godofredo fue asesinado por uno de sus hombres de confianza. Muerto el rey cesó el conflicto en esa parte del Imperio.

Con estas batallas damos por concluida la etapa guerrera de nuestro protagonista. Pasemos a su legado.

Marcas

Me he referido varias veces a la creación de una “Marca”.

Marca: zona de escudo o protección rodeada de fortificaciones en los límites de sus dominios bajo el mando de un Jefe de la Marca o Marqués.

Estas zonas protegían a los territorios francos de los ataques de los enemigos y convirtieron en inexpugnables a muchas de las comarcas limítrofes.

Se crearon varias Marcas, siendo estas las principales: Contra los eslavos cerca del Danubio, la Marca del Friuli, en el noroeste de Italia; la de Bohemia, en el extremo oriental del Imperio; otra contra los ávaros en la actual Austria; la Marca lombarda en el norte de Italia; la de Turingia en el centro de Alemania; otra en Britania, en la actual Normandía francesa y, por último, contra los daneses, la Dane Mark o Marca Roja, que se ubicaba en el río Eider y que desde del siglo IX es frontera entre daneses y alemanes. Además, por supuesto, de la mencionada Marca Hispánica.

Otras organizaciones territoriales y otras instituciones:

Los condados: Desde el punto de vista imperial un condado era la división territorial más pequeña, estaba bajo la supervisión de un Conde, designado directamente por el Rey, que tenía funciones de jefe militar de la zona, presidir los juicios, cobrar los impuestos y gestionar los gastos.

Los ducados: Unión de varios condados dirigidos por un Dux o Duque, controlaban la gestión de los condes y daban cuentas al Rey de ello. También se podía otorgar este título a dignatarios extranjeros que se uniesen al Imperio.

Los Missi-Dominici: Eran enviados reales para controlar la gestión de condes y marqueses.

Los condes y marqueses en recompensa por su trabajo recibían territorios para ser administrados por ellos directamente. Este hecho chocaba con la pretensión de Carlomagno de tener una organización administrativa y territorial centralizada, de ahí la creación de los Missi-Dominici. En cierta manera esta centralización existía mientras la figura del Emperador fuera fuerte. Con el tiempo, este entramado de condes, marqueses y duques fueron ganado poder en sus respectivos territorios, al mismo tiempo que lo perdía el Rey. Nos adentrábamos de cabeza a la época feudal.

AQUISGRÁN

Al derrotar a los ávaros (796) Carlomagno decide establecer definitivamente en Aquisgrán (Aachen en alemán, Aix la Chapelle en francés, Aquisgranum en latín, cuyo significado puede ser aguas placenteras, al ser una zona de aguas termales) la “capital” del reino. Este lugar estaba cerca de Sajonia y en este año se encontraba en pleno apogeo de la guerra contra los sajones. Al valor estratégico de la zona hay que sumar que era un sitio preferido por el monarca, donde llevaba años pasando periodos vacacionales.

No es difícil ver que Carlomagno tenía la pretensión de hacer en Aquisgrán su Constantinopla, es decir, hacer una “Segunda Roma” donde se solidificara una nueva época en el mundo, tanto terrenal como espiritual, que es lo que hizo el emperador Constantino en el siglo IV en la antigua ciudad griega de Bizancio. Para ello crearía una red de edificios civiles y eclesiásticos, de los cuales carecía el antiguo reino franco, dignos del imperio que había forjado.

Como ejemplo podemos citar a la Basílica de Santa María de Aquisgrán, de estilo italo-bizantino, pues está inspirada en la Catedral de San Vital de Rávena (ciudad italiana capital de Bizancio en esa zona). Fue diseñada por el obispo Eudes de Metz. Los maestros albañiles y la mano de obra más cualificada se trajeron de Rávena para copiar el estilo italiano. Su construcción fue del 790 al 797.

Otra edificación propia carolingia es la planta de Westwerk (obra del oeste). Es una construcción de planta cuadrada, organizada en dos pisos y que se levantaba en el extremo occidental de muchos templos carolingios. Era un símbolo imperial que podía servir de residencia regia o de fortaleza en caso de ataque.

En época carolingia parece que se crea el tipo de iglesia que tenemos hoy y que sería utilizado en toda la Edad Media; las capillas tal y como las conocemos; la colocación de imágenes sagradas copiada por el arte románico; las criptas, utilizadas para guardar reliquias (siguiendo un orden jerárquico religioso) y lugar de enterramiento para grandes nobles cristianos evitando así profanaciones.

NOS DEJA EL EMPERADOR (814)

Nadie es eterno, aunque sea Emperador y devoto cristiano.

En 810, Carlos contaba con 68 años, que es una edad avanzadísima para la época. A raíz de unas fiebres le diagnostican gota (enfermedad típica de soberano) y empieza a cojear de un pie, hecho llamativo, pues el Emperador siempre gozó de una excelente salud. Los médicos le recetan verduras hervidas y él les hace caso un tiempo (parece que Carlos tenía buen saque o era de buen yantar), pero después vuelve a comer carne, pidiéndole los galenos que al menos la cueza para que el ácido láctico le afecte menos. Era la primera vez que se veía al Emperador en estado grave.

Todas estas dolencias se agravaron el 21 de enero de 814. Después de un baño sufrió grandes fiebres que le postraron en cama y derivaron en una pleuresía (inflamación del revestimiento de los pulmones que ocasiona dolor torácico al tomar una respiración o toser). En siete días murió. El 28 de enero de 814 murió el rey nominal de los lombardos, rey de los francos e Imperator Augustus durante trece años, un mes y cuatro días.

Recibió cristiana sepultura bajo el altar de la basílica de Aquisgrán. En su sarcófago, que aún se conserva, aparece el rapto de Proserpina, la diosa de la mitología romana que representa la vida, la muerte y la resurrección. Contiene la siguiente inscripción: “Aquí yace el cuerpo de Carlos, grande y devoto emperador, que ensanchó con nobleza el Reino de los francos”. Dentro colocaron una Biblia, su manto regio, las insignias imperiales y varias joyas de oro.

Testamento y sucesión

Se había realizado un testamento que no nombraba sucesor del título de Emperador, pero sí (una vez más) repartía el territorio entre los tres hijos varones de Carlos, quedando:

Casi toda la actual Francia para Luis “el Piadoso” o Ludovico Pío.

Frisia, Sajonia y Hesse (territorios de los Países Bajos y Alemania) para Carlos "el Joven".

Pipino recibía Lombardía, los restantes territorios transalpinos más Baviera.

Desgraciadamente para nuestro Imperator y afortunadamente para su imperio a Carlos solo le sobrevivió Ludovico Pío. Rápidamente se convocó una asamblea general en Aquisgrán y, por aclamación, los nobles del Imperio decidieron que Luis “el Piadoso” siguiera el legado de su padre (acto más formal que otra cosa pues nadie osaba contradecir al hijo del gran Emperador).

A la muerte del Emperador sus dominios se extendían desde el Ebro en España y el Tìber en Italia como límite sur, hasta los mares del Norte y Báltico en el norte, y desde las costas atlánticas francesas al oeste, hasta el Río Elba, los montes de Bohemia y el curso medio del Danubio por el este. En términos actuales estaríamos hablando de los países de Francia, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania, Eslovaquia, Chequia y partes de España, Italia y Hungría, con una extensión de más de 1.500 kilómetros cuadrados (tres veces la extensión de España).

En definitiva, este ha sido mi humilde homenaje a una figura esencial en la historia europea. Muchos consideran a Carlomagno el padre de Europa. Un germano que intentó restaurar parte de Roma y, paradójicamente, llevo Roma más allá del Rin, puso las bases de la Edad Media occidental y dio luz a un período algo convulso.

Espero que hayan disfrutado de la lectura una centésima parte de lo que yo he disfrutado en su elaboración.


Un carolingio saludo.


Por LLEVADOR DE BOTIJOS



Lee aquí las anteriores entradas sobre Carlomagno.




lunes, 23 de octubre de 2017

CARLOMAGNO. REY, ORDEN Y MITO III

HISTORIA












Inicios del Rey y conflictos contras los sajones

“No hay mal que cien años dure”

Tras dos artículos tratando los precedentes, el origen de los francos, su llegada a Francia y los antecedentes familiares del emperador, al fin llegamos al protagonista. Vamos al lío.

El bueno de Carlos llega a este valle de lágrimas un mes de abril del año 742, en Aquisgrán, Lieja o Baviera… No, no es que tuviese desde recién nacido el don de la ubicuidad, simplemente no está claro cuál fue el lugar concreto que lo vio nacer. La más plausible actualmente lo situaría en la actual ciudad belga.

Era hijo ilegítimo hasta que en 749 Pipino "el Breve" “regularizó” la situación a los ojos de Dios casándose con Bertrada de Laon. Esta ilegitimidad le costó muchas bromas a Carlos desde pequeño por parte de la alta nobleza franca.

Carlos contaba con doce años de edad cuando su padre es ungido nuevo monarca el 28 de julio de 754, en la basílica de Saint Denis, por el Arzobispo Bonifacio en nombre del Papa Esteban II, otorgándole los títulos de Rey de los Francos y Patricius Romanorum. Esta gracia llegaba hasta los hijos de Pipino, por lo que su estirpe pasa a ser la única capaz de aspirar al trono, ya que hasta entonces la monarquía se elegía en el consejo de nobles franco (como mandaba la tradición tribal germana).

Durante su adolescencia, Carlos siguió formándose como guerrero, tanto en el manejo de las armas como en la equitación, para la que demostró grandes dotes, como se constataría en la expedición para castigar a los levantiscos de Aquitania (sur de Francia) en los años 761 y 762, expedición que marcaría el espíritu guerrero de nuestro protagonista.

Durante esta etapa de la vida de Carlos, su madre Bertrada se empeñaba en que su retoño cogiera la piedad, la fe y la caridad cristiana aprendiendo la Biblia y otros textos religiosos. Es decir, ella fue la encargada de intentar cultivar el alma de Carlos, pero su labor, en esa época, no dio los frutos deseados, hasta el punto de que su poca preparación cultural le granjeó burlas entre los enemigos de su padre, que le llamaban “Palurdo”.

Se puede deducir que Pipino no veía en Carlos a un sucesor digno, por lo que hizo de él un buen soldado y guerrero, demostrando unas grandes condiciones con la lanza, la espada y la daga, que manejaba con mucha destreza.

ASCENSIÓN AL TRONO FRANCO (768)

Pipino "el Breve" deja este valle de lágrimas el 24 de septiembre de 768 en Saint-Denis, repartiendo el reino, para no perder la costumbre, entre sus dos hijos: Carlos I (el futuro Carlomagno) y Carlomán. La Asamblea General de los Francos, una especie de consejo tribal, reminiscencia del pasado germano, los proclama reyes con la condición de repartirse equitativamente el reino. En un principio los dos aceptan, pero los nobles que apoyan a Carlomán quieren romper el acuerdo para quedarse con la mayor parte de la herencia y el territorio. La predecible guerra civil se queda en nada al fallecer Carlomán en diciembre de 771.

La estirpe elegida era la de Pipino, pero al morir un vástago de éste surgió cierta confusión sobre cómo debía manejarse y dividirse la parte de Carlomán… y en medio de esta confusión Carlomagno se movió con astucia y rapidez: sus dos sobrinos sufren una repentina llamada para la vida contemplativa, así Pipino y Siagrio (hijos de Carlomán) cogen los hábitos, y su madre, la reina Gesberga, es declarada persona non grata. De esta manera el bueno de Carlos quedó como único y legítimo sucesor, contando además con el apoyo del Papa Esteban III. Los nobles tuvieron que aceptar el nombramiento (no les quedaba otra) y en 772 Carlos es elegido Rey de los Francos.

En el 770, dos años antes de esto, Carlos es casado con Desiderata, hija de Desiderio o Didier, Rey de los Lombardos, porque era conveniente llevarse bien con los vecinos, y los enlaces matrimoniales eran la mejor forma de lograrlo. El Papa Esteban III se opuso a este enlace, temiendo una alianza entre francos y lombardos, habida cuenta de que el Papado estaba en guerra casi constante con estos últimos. Por fortuna no tuvo que temer por mucho tiempo, ya que Carlos repudió a Desiderata un año después. Hago este inciso al tener importancia más adelante. De este enlace nacerá el primer hijo varón de Carlos, de nombre Pipino (sigue la originalidad de los nombres), y de apodo “el Jorobado” al nacer con ese problema físico.

CARLOS EL GUERRERO

Aquí empieza la frenética actividad guerrera del Emperador (todavía Rey) que pasaré a describir por campañas contra distintos pueblos o reinos. Algunas de ellas, como es lógico, se solapan en el tiempo. Comenzamos:

REY DE LOS LOMBARDOS (774)

En ese año 772 se produce un cambio en el trono de San Pedro: a Esteban III le sucede Adriano I. El nuevo papa pide socorro a Carlos ante los ataques de Desiderio, Rey de Lombardía. El enconamiento de Desiderio, o Didier, con el Papado tenía dos principales focos: la expansión de Lombardía del norte de Italia (la ocupación lombarda daría nombre a la región) hacía el centro-sur de la península itálica, chocando con los territorios papales; el otro problema era que el anterior Papa (Esteban III) se había negado a ungir o reconocer como sagrada a la estirpe de Desiderio, como sí se había hecho anteriormente con los sucesores de Pipino “el Breve”.

Todos estos antecedentes producen una cascada de acontecimientos: Didier (Desiderio), al recibir la negativa papal, se pone a fumar en pipa y decide invadir los territorios romanos, lo que obliga al Papa a pedir ayuda a Carlomagno, que en 773 planta sus huestes en territorio lombardo.

Durante una guerra de sitio y asedio van cayendo las principales villas lombardas, hasta que en el 774 Didier, que se encontraba encastillado en Pavía, se rinde sin condiciones a Carlomagno. El Papa pudo respirar tranquilo, su protector le había echado un buen cable...

Desde ese año, Carlomagno será Rey de los Lombardos también, lo que lleva consigo ser amo de casi toda la actual Italia. Es la primera vez que un rey germánico acepta el título de un territorio conquistado. Su hijo Pipino “El Jorobado”, de cuatro años, será gobernante, en nombre de su padre, en los nuevos territorios. Tras esta guerra, Lombardía y el ducado de Benevento (terreno controlado por los lombardos sito en el centro-sur de Italia) pasan a control caloringio, de esta forma en la península itálica sólo quedaban fuera del control franco las posesiones sureñas bizantinas.

GUERRA CONTRA LOS SAJONES (772-804)

La guerra de conquista y evangelización de los sajones es la contienda icónica de Carlomagno, conflicto que se extiende durante treinta años con idas y venidas que paso a detallar:

Los sajones eran un pueblo germánico situado entre el río Elba y el Mar del Norte, y desde siempre dieron muchos problemas fronterizos a los francos. Los sajones estaban compuestos por las tribus westfalianas, ubicadas al oeste; ostfalianas, al este; angrianas, en el centro, y nordalbingianas y wihmodianas, situadas a orillas del río Elba inferior. Eran paganos y consideraban a la Iglesia y su doctrina como un elemento de penetración franca (tenían toda la razón). A pesar de firmar tratados de paz con Carlomagno no cumplían su palabra y seguían saqueando tierras carolingias, lo que supuso el inicio de una guerra definitiva.

A rasgos generales podemos decir que las campañas contra los sajones se prolongaron desde el 772 hasta el 804. En el 786, Carlos domina ya casi toda la Sajonia, y entre el 798 y el año 804 logra someter a los lugareños de Nordalbingia y Wihmode. En su transcurso, diez mil sajones fueron deportados por considerar que practicaban cultos maléficos y se oponían a la religión católica, mientras que los restantes serían acogidos en la fe cristiana y forzados a guardar fidelidad al rey franco bajo juramento, con el fin de formar un solo pueblo. A partir de aquí, puede considerarse resuelto el problema sajón para el Imperio Franco. Entonces las fronteras orientales del reino franco llegaban hasta la desembocadura del río Elba.

Pero entremos concienzudamente en este gran conflicto. En total son dieciocho grandes campañas con alguna derrota significativa de los carolingios. Lo dividimos en tres partes:

Periodo inicial (772-780)

En el 772 las regiones renanas eran devastadas por bandas de sajones lanzados al pillaje. La guerra comenzó en el 773 con la invasión franca del territorio sajón, venciendo las tropas de Carlos en la batalla de Paderborn (Westfalia) y obligando a los habitantes de Angria (actual Baja Sajonia) a que cortaran y entregaran un irminsul (un pilar o tótem de madera sagrado) que se encontraba cerca de Paderborn. Imaginen la humillación que supuso para los westfalios entregar su figura sagrada, la que los conectaba con sus dioses, equivalente a entregar un Cristo a los enemigos de la fe cristiana.

La campaña de Carlomagno llegó hasta el río Weser, destruyendo a su paso varias fortalezas sajonas. Tras la negociación con la nobleza enemiga, obtuvo un raquítico tratado de paz y rehenes para centrarse en la guerra contra los lombardos del Norte de Italia…

Los sajones fueron distribuidos en cuatro grupos, de acuerdo a sus regiones de pertenencia: Westfalia, que lindaba por el oeste con Austrasia y, más allá, Estfalia. En medio de estos dos reinos se encontraba el de Angria, y al norte de los anteriores Nordalbingia (al norte del Elba), en la base de la península de Jutlandia.

Durante la ausencia de Carlomagno, los campesinos sajones, encabezados por Widukind o Viduquindo, cuyo nombre parecía significar “Niño del Bosque” (aparece en escena el gran caudillo sajón), aprovecharon para atacar las tierras francas de la región del Rin, abriendo de nuevo la contienda.

En el 775 Carlomagno atravesó Westfalia y conquistó el fuerte de Sigiburg. Después, cruzó Angria, donde nuevamente derrotó a los sajones. Por último, en Estfalia, venció a un destacamento sajón y convirtió a su líder, Hessi, al cristianismo (suponemos que su conversión sería únicamente de palabra). En su camino de vuelta por Westfalia, estableció campamentos en Sigiburg y Eresburg, que hasta entonces habían sido importantes bastiones sajones. Toda Sajonia se hallaba bajo su dominio, a excepción de Nordalbingia.

Regresó a Italia para someter a los duques de Fruily y Spoleto, y una vez subyugados,  Carlomagno tuvo que regresar rápidamente Sajonia en 776, dado que una revuelta había destruido su fortaleza en Eresburg. De nuevo los sajones fueron aplastados, pero su líder más importante, el duque Widukind, consiguió escapar a Dinamarca protegido por el rey Godofredo, familiar de la esposa del caudillo sajón, donde ya había establecido contacto con vikingos suecos.

En 777 Carlomagno construyó un nuevo campamento en Karlsdat, y llamó a una dieta (asamblea) nacional en Paderborn para completar la integración de Sajonia al reino franco. Siguiendo fielmente su política religiosa, hizo bautizar a un considerable número de sajones.

La Dieta (Asamblea) de Paderborn impone el catolicismo a toda la estirpe sajona y Carlos envía misioneros. Pero los sajones se sublevarán una vez más, porque hay que reconocerles tenacidad, y asesinarán a los predicadores del Evangelio, obligando a renegar de la fe a los que se habían convertido. Vencidos nuevamente por Carlomagno, que tampoco se cansaba de vencerles, hace degollar en Verdún a más de cuatro mil guerreros prisioneros. Algunos de los consejeros eclesiásticos del emperador, como Alcuino y Paulino de Aquilea, criticaron aquella postura tan tajante y cruel. Se aprecia ya que lo que procuró su madre con las enseñanzas del evangelio en la infancia de Carlomagno caló hondo en él.

En el verano de 779, invadió nuevamente Sajonia y reconquistó Estfalia, Angria y Westfalia (perdidas en la rebelión del año anterior). En una dieta realizada cerca de Lippe, dividió el territorio en distintas misiones y asistió en persona a varios bautismos en masa. A continuación regresó a Italia y, por primera vez, no hubo una revuelta inmediata sajona. En 780 Carlomagno decretó la pena de muerte para aquellos sajones que no se bautizaran, no celebraran las fiestas cristianas e incineraran a sus muertos. Entre 780 y 782, Sajonia vivió un período de paz.

Periodo intermedio (782-785)

Carlomagno volvió a Sajonia nuevamente en 782. Estableció un código de leyes por las que los restos de religión pagana quedaban prácticamente eliminados. Una vez más la religión daba la ciudadanía. Además designó varios condes, tanto sajones como francos, lo que volvió a crear problemas, ya que nombrar jerarcas francos en territorio sajón fue tomado como una afrenta a los oriundos, lo que volvió a encender la chispa de la rebelión.

En otoño de ese mismo año, Widukind regresa para liderar una nueva revuelta, la cual se tradujo en varios ataques contra la Iglesia. Los sajones invadieron el territorio de los chatti, tribu germánica que ya había sido convertida al cristianismo por San Bonifacio y que pertenecía al Imperio de Carlomagno. Widukind aniquiló a la caballería de élite en Süntelgebirge, mientras Carlomagno se encontraba luchando contra los sorbios (pueblo eslavo ubicado entre las actuales Alemania y Polonia).

Vuelta a las andadas. El emperador debe rearmar un gran ejército para vencer en las batalla de Lippspringe. No se andaba con “chiquitas” Carlomagno, buscando ejemplarizar, por lo que ordenó en Verden (Baja Sajonia), la decapitación de 4.500 sajones que habían sido capturados practicando su paganismo nativo después de haberse convertido al cristianismo, lo que no era más que la consecuencia de esas conversiones forzadas que los sajones sólo formalizaban. Este hecho es conocido como la Masacre de Verden, pero Widukind consiguió escapar nuevamente hacia Dinamarca.

Poco después, Carlomagno vuelve a derrotar a los sajones en la batalla de Delmont (783)  y, finalmente, consiguió someter a los frisones, aliados de los sajones, en la batalla del río Hase, incendiando una gran parte de su flota. Estos dos años fueron los más sangrientos de la guerra y significaron el traslado forzado de unos 30.000 sajones a otras regiones del Imperio (para desarraigar a un pueblo, práctica muy común a lo largo de la Historia), cifra monstruosa para la época.

Me gustaría destacar el ardor guerrero de las mujeres sajonas, llegando incluso en algunas batallas a lanzarse con los pechos desnudos al combate; una de ellas era Fastrada, hija de un conde sajón, que en 784 se convertiría en la cuarta esposa del emperador Carlomagno.

Gradualmente, las huestes francas se iban imponiendo y en la primavera de 785 será cuando el gran guerrero Widukind  se rinda oficialmente, aceptando su bautismo. Este hecho motivó una larga tregua y durante los siguientes siete años hubo paz en Sajonia, aunque con alguna revuelta esporádica… Pero no sería el final del conflicto.

Periodo final del 792 al 804

En 792 los westfalianos (pueblos sajones del oeste) se levantaron contra sus señores por el reclutamiento forzoso para las guerras contra los ávaros (pueblo eslavo establecido en el Danubio). Los habitantes de Eastfalia (sajones del este) y Nordalbingia (sajones al norte del Elba) se les unieron al año siguiente. Carlomagno, que estaba luchando contra los ávaros, tuvo que regresar a poner paz en el 793, y un año después había sofocado la rebelión.

Dos años más tarde se produjo una revuelta en Angria, aunque fue aplacada rápidamente gracias a la presencia combinada de eslavos, tropas de élite francas y de sajones cristianos, hecho muy importante a destacar, pues nos muestra cómo iba calando la conquista carolingia.

La última rebelión se produjo en 804, en esta ocasión fue la tribu de los nordalbingios, la más indómita de todas, la que se levantó en armas. Esta vez Carlomagno no se anduvo con chiquitas: deportó a 10.000 familias a Neustria y cedió sus territorios al leal rey de los abroditas (tribus eslavas occidentales en los actuales estados de Mecklemburgo y Holstein en el norte de Alemania). Este último escarmiento supuso la dominación del indómito pueblo sajón.

En esta conquista que acabamos de relatar, y que duró tres décadas, se utilizaron dos grandes armas: la espada y el evangelio. Iban unidas, una sometía y la otra civilizaba (desde el punto de vista franco). La religión te otorgaba la ciudadanía, una forma de vida y un pensamiento totalmente distinto al que conocían los sajones, que estaban cerca de las creencias germanas que había combatido Roma ocho siglos antes. Evidentemente  la conversión no se produjo de un día para otro e iría calando poco a poco.

Dejamos la vida del Emperador en este megaconflicto, me tendrán que aguantar otro articulillo donde hablaremos de Roncesvalles, los ávaros, Aquisgrán…

Un saludo y espero que hayan disfrutado de la lectura.



Por LLEVADOR DE BOTIJOS



Lee aquí las anteriores entradas sobre Carlomagno.



lunes, 25 de septiembre de 2017

CARLOMAGNO. REY, ORDEN Y MITO I (Antes de Carlomagno)

HISTORIA








“En viejos relatos nos cuentan muchas maravillas de héroes... Ahora, aquí, leeréis los empeños de hombres valientes”.

Con esta cita de los Nibelungos comienza Harold Lamb su ensayo novelado sobre Carlomagno.

De cómo Carlos, hijo de Pipino el Breve, pasó a ser llamado en latín Carolus Magnus; en alemán, Karl der Grosse; y Charlemagne, en francés e inglés, irán las siguientes líneas.

¿Qué puedo decir de este rey germano?

En el plano militar: que lucha contra ávaros y lombardos, sufre el mítico episodio de Roncesvalles y combate a hierro, sangre y fuego contra los sajones, todo esto en más de cuarenta expediciones armadas durante toda su prolífica vida.

En el plano político-administrativo: que instaura más de 300 condados, “las Marcas” y los duques que las defendían, así como los “missi dominici” (enviados directos del rey), que surcaban el reino y vigilaban la buena aplicación de la ley. Se puede considerar que este sistema será el germen del sistema feudal. Entre las divisiones territoriales cabe reseñar “las Marcas”, una de ellas, la Marca Hispánica, está ahora muy de moda.

En el plano religioso (que convendría unir con el educativo): crea un concepto de iglesia plenamente medieval, utilizando la religión como carta de ciudadanía para formar parte del Imperio carolingio.

En el plano urbanístico seré breve: Aquisgrán.

Azarosa vida la de nuestro héroe, pero todo tiene un origen. Veamos como empieza todo:

LOS FRANCOS ANTES DE CARLOS

BÁRBAROS

Es curiosa la naturaleza de la palabra “bárbaro”, que se considera sinónimo de “salvaje”, “bruto” o “tosco”, aunque su significado primero era “extranjero”, en el sentido de “los que balbucean”, hacían “bar bar” (por la forma de hablar), o de “los que no conocen el griego”… Vamos, que si no eras griego eras un mojón con piernas.

Esta consideración se extendió a los romanos, que llamaban bárbaros a los germanos, descritos así por el senador, cónsul y gobernador romano Cornelio Tácito en su libro sobre Germania:

“Todos los asuntos públicos y privados los tratan armados. Pero nadie usa las armas antes de que el pueblo lo juzgue apto […]. Abandonar el escudo, una vez ganado, es la mayor deshonra, y quien cometió este ignominioso acto no puede acudir a las ceremonias ni a las asambleas”.

Los germanos eran pueblos seminómadas y tenían una organización social constituida por clanes y tribus, conformadas por muchos grupos, entre los que hay que destacar los germanos del norte, ubicados en las costas del Mar del Norte (sajones y anglos); los germanos orientales, asentados al este del río Elba (godos, divididos en visigodos y ostrogodos; vándalos, burgundios y suevos) y los germanos occidentales, situados al oeste del río Elba, donde se destacaban los francos (pueblo más prospero y duradero), alamanes y longobardos o lombardos, (nombrados así por las largas barbas utilizadas por sus hombres).

Su organización era patriarcal, sobre la base de dos pilares vitales: la familia y el antepasado común como un elemento de cohesión. Estos grupos estaban asentados en poblados que practicaban la ganadería, la pesca, la caza y una rudimentaria agricultura, en los tiempos de paz; y el saqueo en épocas beligerantes. Como procedían del norte europeo, la escasez de alimentos y las bajas temperaturas los incitaban a grandes desplazamientos territoriales y al traslado sobre caballos.

Según apuntan los textos germanos primitivos, en la sociedad existían las castas o estamentos, donde los guerreros tenían un puesto privilegiado por ser la estirpe de los reyes, e integraban una asamblea que intervenía en las decisiones políticas. También estaban los hombres libres, que se dedicaban a la artesanía, el comercio, las labores agrícolas y el pastoreo. Al final de esa escala social se ubicaban los prisioneros de guerra, que eran utilizados como sirvientes (más parecidos a los siervos de la posterior etapa feudal que al esclavo romano).

La sociedad germana poseía un gobierno basado en el Consejo, conocido como el Thing, integrado por sacerdotes y jefes militares, que se reunía en clanes para tomar las decisiones y juzgar los delitos.

CAMBIA LA ECONOMÍA OCCIDENTAL

Debido a la inseguridad en las fronteras romanas se paraliza el comercio y el flujo monetario, teniendo como consecuencia la ruralización de la economía, lo que hizo más importante si cabe a la agricultura.

La necesidad de asentar en las fronteras una población militar para fines de defensa, terminó formando una población de colonos, que poseía ciertos privilegios y muchas obligaciones. La propia decadencia del Imperio romano pone en manos de estos terratenientes mayores facultades administrativas y transforma a sus propiedades en la nueva unidad económica y política, “precursora del señorío medieval”, en pleno siglo IV. En la cúspide de esa cadena social teocéntrica destacaba, también, la nobleza eclesiástica, que era muy poderosa.

El Imperio Romano permitió la subsistencia de los latifundios galos, que prontamente se adaptaron a la organización del pueblo vencedor. La villa gala de la época imperial, con su reserva adherida al propietario, y sus grandes grupos de colonos eran el soporte del régimen de explotación. Este sistema permanece con esa estructura primitiva durante el período de las invasiones germánicas, es conservado por la Francia merovingia y la Iglesia lo introduce más allá del Rhin, a medida que va conquistando esas tierras.

LOS FRANCOS DE LA GALIA (MEROVINGIOS)

Con el derrumbe del Imperio Romano, la provincia de la Galia quedaba dividida en varios reinos. Los francos, ubicados al Norte, eran uno de los pueblos más poderosos. Estos francos eran tribus germanas procedentes de Frisia que entraron a formar parte del Imperio Romano en su última etapa, en calidad de foederati. Ocupaban la actual Francia, más la región de Franconia, en Alemania, y la zona de Bélgica (divisiones geopolíticas actuales de esas naciones y de parte de su identidad cultural).

El término “Galia” empezaba a quedar en desuso; los francos llamaron Neustria (tierra nueva) a los últimos territorios conquistados, mientras que sus posiciones originales eran Austrasia (la tierra del este). A su vez, en Neustria, cabe distinguir la parte del norte, propiamente franca, de la zona sur, la que había sido visigoda, donde las costumbres romanas estaban más arraigadas y que conservó el nombre romano de Aquitania.

El reino franco adoptó la fe católica tradicional y se convirtió en defensor extremo del cristianismo; tenían por costumbre repartir las propiedades entre los hijos supervivientes y entendían sus dominios como una propiedad privada de grandes dimensiones.

En la Francia pre Carlos hay dos dinastías: los primeros, los Merovingios (dinastía que duró tres siglos y fue fundada por Meroveo o Merovée, quien nace hacia el año 390, es proclamado rey en el 448 y muere en el 458) y, posteriormente, los Carolingios, en el siglo VIII, donde estarán los orígenes genealógicos de Carlomagno y del reino que iba a hacer florecer el sistema feudal, característico de la Alta Edad Media.

La palabra “franco” proviene del término “libre”, no aplicable a las mujeres ni a los esclavos, que pertenecían a los hombres de mayor jerarquía.

Sobre el mundo de los francos y los recuerdos de esa civilización, apunta el prestigioso historiador Harold Lamb en su biografía de Carlomagno:

“Su nombre tal vez significara originariamente los Libres o los Feroces. Sus recuerdos como pueblo evocaban una vida difícil entre las brumas de la costa del Báltico. Su legendario rey, Meroveo -hijo del Mar- había sido un jefe tribal que gobernaba por propio deseo y por consentimiento de los clanes, después de haber sido alzado sobre los escudos de los guerreros. Criados en los bosques, abriéndose paso a machetazos en batallas o cultivos desde los eriales del Báltico hacia tierras más benignas y fértiles, habían avanzado lentamente hasta las regiones próximas al Rhin”.

En sus orígenes, los francos se dividían en dos grandes grupos, con nombres derivados de ríos: los salios (del Yssel, en Holanda) y los ripuarios (“habitantes de las orillas del Rhin”, en latín). Neustria y el norte de Austrasia estaban dominadas por los francos salios, los cuales adoptaron la lengua latina, al igual que los burgundios. En cambio, los alamanes y los francos ripuarios conservaron su lengua germánica, pero ya en tiempos de Carlomagno estaban demasiado mezclados para diferenciarlos.

Son pueblos descendientes de Meroveo, mítico jefe militar franco, que da nombre a la dinastía. Su primer monarca, más real, fue Clodoveo I (466-511). Hay historiadores que dudan de la existencia de Meroveo, era algo muy habitual en el mundo antiguo iniciar tu saga con un ser mítico de poderes extraordinarios, como bien hacían griegos y romanos. 

Moviéndonos en esta fantasía sobre el origen la Dinastía Merovingia, algunos estudiosos plantean que proceden de las tribus de los sicambros (apodo con que nombraban a los francos), situados en territorios germánicos y que pronto comenzaron a denominarse francos, cuando se desplazaron hacia la zona norte de la actual Francia. El vacío de poder de Roma, provocado por la invasión de los hunos, fue aprovechado por los sicambros para asentarse en Francia y Bélgica, concretamente en los grandes bosques de las Ardenas (Ardennes, en Bélgica, Luxemburgo y una parte de Francia) y Lorena, creando el reino de Austrasia.

El libro del cronista galo-romano Gregorio de Tours, “Historia Francorum” (Historia de los francos), que es del 594, cuenta que los Merovingios eran reyes con grandes melenas, que creían que su poder residía en el pelo y no querían cortárselo.

Su cultura se caracterizaba por el desarrollo de un arte propio, con el empleo de la piedra y el ladrillo en construcciones muy sencillas. Se distinguieron más por el desarrollo de la orfebrería y la pintura mural sobre frescos y miniaturas, aunque hoy se conservan pocos ejemplos.

CLODOVEO I (481-511) Y SUCESORES

Bajo el rey Clodoveo I, fundador de la Dinastía Merovingia, hijo de Childerico I (458-481) y la reina Basina de Turingia, el poder del reino franco crece, estableciéndose la capital en la región de Soisson.

En el año 486, Clodoveo destituyó a Siagrio, último gobernador romano de la Galia, y somete a los alamanes, que habitaban las tierras orientales, en la batalla de Tolviac (496).



La leyenda dice que pudo derrotar a su enemigo gracias a la invocación a Dios que hizo su esposa, ferviente cristiana. Influido por su mujer, la princesa burgundia Clotilde (que después sería Santa Clotilde), Clodoveo adopta la fe de Cristo mediante su bautismo en el día de Navidad del año 496, junto su hermana y tres mil principales guerreros en la catedral de Reims.

Esta conversión le consigue una alianza con el Papado, ganándose a los pobladores galorromanos, que lo ayudarán a derrotar a los visigodos en Aquitania (batalla de Vouillé, 507) y a los francos ripuarios, teniendo el camino libre para convertirse en el líder germano de la Galia en el año 509, cuando unificó a los francos, convirtiéndose en el gobernante muy poderoso de Europa Occidental.

Clodoveo unió a los francos salios, del norte del Rhin, con los francos ripuarios, del bajo Rhin, y a los alamanes. Su territorio abarcaba entonces la mayor parte de la actual Francia y el suroeste de Alemania.

Clodoveo convirtió a París en la capital del reino franco. Expulsó a los visigodos de tierras galas, fundó la Iglesia Católica de las Galias y contó con el reconocimiento del emperador bizantino, que lo hizo delegado en Occidente.

Falleció el 27 de noviembre de 511, y según una costumbre salia, repartió el reino entre sus cuatro hijos (Childeberto, Clodomiro, Clotario y Teodorico), quedando seccionados sus dominios en Austrasia, Neustria, Burgundia (actual Francia, el norte de Italia y casi toda Suiza) y Aquitania. Fue enterrado en la iglesia de Santa Genoveva, que mandó construir. Allí permaneció hasta la Revolución Francesa, cuando profanaron sus restos.

En la repartición de la herencia, Childeberto obtuvo Neustria y fijó su capital en París; Clodomiro gobernó la zona del Loira medio, con capital en Orleáns; a Clotario le tocaron las zonas del Escalda (río que atraviesa Francia, Belgica y muere en el Mar del Norte) y del Mosa,  estableciendo su capital en Soissons; Teodorico administró Austrasia, desde Reims.

Ahora llegamos a un clásico de los germanos: la partición del reino para que los vástagos (en este caso son cuatro) luchen entre sí, se disputaron los territorios, dilapiden el patrimonio de su padre, debiliten el reino y no puedan conservar la unidad que Clodoveo había dado al reino franco…

SUCESORES DE CLODOVEO

Clotario, hijo menor de Clodoveo, era Rey de Neustria (511-561), Rey de Orleans (532-561), Rey de Borgoña, compartido con su hermano Childeberto (534-558), y monarca de Austrasia y de París, se propone volver a unificar el reino de su padre con numerosas campañas militares. Así consigue su objetivo en el año 558, pero a su muerte estos reinos volvieron a separarse.

Clotario II (584-629), reunificó el reino franco derramando mucha sangre. Las fronteras de sus dominios se extenderían desde los Pirineos hasta Frisia y desde el océano Atlántico hasta Baviera, Hesse y la Franconia. A su muerte deja en el trono a su hijo Dagoberto I.

Dagoberto I (603-639), sería el último gran monarca merovingio. Construyó  monasterios y fortaleció el poder regio. En 632 Borgoña y Aquitania están bajo su control, es el rey merovingio más poderoso y respetado en todo el Occidente.

APARECEN LOS MAYORDOMOS

A finales del siglo VII, el reino franco estaba en pleno ocaso por las guerras civiles y las luchas de poder. Su extensión era Galia, parte de Renania, Alemania, Turingia y miraban hacía Frisia, Sajonia y Baviera.

De alguna forma, esto fue desembocando en cierta dejación y delegación por parte de los monarcas en otras figuras. Por ejemplo, el rey Dagoberto II (652 - 679), que apenas gobernaba pues había delegado esas sus funciones al mayordomo de palacio, quien estaba secundado ya por la nobleza (se viene la época feudal).

¿En qué consistía el cargo de Mayordomo de Palacio?

La palabra deriva de “major domus” o cabeza de la casa, una especie de alto cargo, valido o primer ministro. Estos funcionarios son los encargados de dirigir realmente el ejercicio y la burocracia de palacio. Con el tiempo irán creando una corte paralela, siendo de facto los verdaderos dirigentes del reino, quedando el monarca como una figura decorativa y suntuaria. Entonces el reino Franco tenía tres partes: Austrasia, Neustria y Borgoña, al frente de las cuales estaba un rey fainéant o rey holgazán.


Este poder paralelo (recuerden: nunca se debe tener un Estado dentro de un Estado) acabará dando un golpe de efecto y tendrá el poder real y el nominativo. Este hecho se personificará en Carlos Martel y Pipino, pero eso da para otra historia…



Por LLEVADOR DE BOTIJOS


Lee aquí las anteriores entradas sobre Carlomagno.