Este es el cuarto y último capítulo de la vida de Carlomagno
y sus antecesores. Así como en el anterior artículo hablábamos de su ascenso al
poder y el sempiterno conflicto sajón, en este relato dejamos constancia de
otras guerras importantes y de su legado. Empezamos:
CARLOMAGNO Y
RONCESVALLES (778)
A finales del siglo VIII casi toda la península estaba en
manos del Emirato de Córdoba (eso nos dicen algunos sesudos manuales que nos
dan a entender que cuando llegaron los musulmanes los habitantes de la Hispania
visigoda estaban en taparrabos). En numerosas ocasiones el control del
emir/califa cordobés no fue tan absoluto y tenía que hacer frente a numerosas
rebeldías de sus subordinados. Uno de estos actos de insumisión hizo que Carlos
pusiera sus pies en nuestro territorio. Veamos cómo se gestó todo:
Es en 777 cuando tres gobernadores de las zonas musulmanas
del norte del Ebro van a una audiencia regia a Paderborn (Carlos se encontraba
combatiendo a los sajones), donde rinden homenaje regio, cuentan sus problemas
con el emir cordobés Abderrahmàn I y proponen a Carlomagno la invasión de la
Hispania norteña. Tanto era el supuesto compromiso musulmán que Sulayman ben
al-Arabí, valí (gobernador en nombre del emir) de Barcelona, promete tropas
auxiliares bereberes que traería del Magreb para ayudar al ejército franco. A
Carlomagno, nombrado adalid del cristianismo por su apoyo al Papado, le gusta
la idea de auxiliar a los cristianos de España, que estaban bajo la dominación
infiel.
Durante la primavera de 778 se prepara una gran hueste de
varias zonas de sus ya extensos dominios. En verano de ese mismo año parten dos
grandes contingentes: uno se dirige por los Pirineos occidentales al mando del
propio rey franco y otro por la zona costera mediterránea del sur de Francia
bajo la autoridad del duque Bernardo, hombre de confianza de Carlos.
Carlos cruza la cadena montañosa y se dirige a Pamplona, que
se rinde al monarca, así como otras
villas van cayendo hasta llegar a Zaragoza, principal motivo de la campaña. Es
aquí cuando el tema se tuerce, pues no se cumplen varias condiciones: el Emir
de Zaragoza no abre las puertas de la ciudad a las tropas carolingias al estar
temeroso de un ejército musulmán enviado desde Córdoba para aplacar la rebelión
de la ciudad del Ebro, y no se produce el alzamiento de la población cristiana
de Zaragoza apoyando desde dentro de las murallas a los libertadores de su
misma religión. Con todos estos condicionantes y muchos frentes que atender en
Francia, Carlomagno decide dar marcha atrás y no perder más tiempo en Hispania.
Tomada la decisión de regresar, la vuelta se produce por el Pirineo navarro,
cuyo paso natural es Roncesvalles.
Así, un 15 de agosto del año 778, atraviesan el desfiladero
y desde una escarpada colina son observados por los vascos que atacan por
sorpresa, aprovechando su posición elevada, a la retaguardia franca después de
dejar pasar el grueso de la hueste, causando grandes daños al ejército real y
consiguiendo un gran botín. Cuando la vanguardia carolingia quiso reaccionar y
dieron la vuelta con su pesado armamento, sumando a lo estrecho del valle, los
vascones habían desaparecido debido a su gran conocimiento de la zona y la caída
de la noche. Parece que las tribus vasconas pudieron estar ayudadas por
musulmanes que no querían que este potente ejército invasor se estableciera en
su territorio. En la zona se conserva el “Silo de Carlomagno”, donde la
tradición cuenta que están enterrados los numerosos muertos francos de esa
batalla.
El parte de bajas de la emboscada fue, al menos, bastante
insigne, pues mueren personalidades de la corte como el senescal (jefe de la
nobleza) Egiardo o Anselmo, conde de palacio. Pero sin duda el muerto más
ilustre es Roldán.
¿Quién es Roldán?
Roldán, Rolando u Orlando, era prefecto (jefe) de la Marca
(más adelante explico qué es una marca) de Bretaña y uno de los Doce Pares del
Emperador. Con todos estos títulos podemos afirmar que era de los que mandaban
de verdad. Además de las distinciones era sobrino de Carlomagno, hijo de su
hermana Gisela.
Era sobrino o hijo del emperador (nos movemos en terrenos
nebulosos, recuerden) pues Carlos podría haber cometido incesto si tenemos en cuenta una
inscripción en un vitral de la catedral de Chartres, que dice “Aquí el pecado
mortal se convirtió en venial”. Fuera sobrino o hijo lo cierto es que Roldán
murió en tierras navarras y tres siglos después este episodio serviría de base
para la Chanson de Roland o Cantar de Roldán, un poema épico crucial en la
cultura medieval occidental y que es el primer cantar de gesta escrito en
lengua romance, donde se relata la tragedia de Roncesvalles de forma fantasiosa
y lírica (repito, escrito trescientos años después).
Después del novelado desastre de Roncesvalles, Carlomagno no
perdió de vista a la península ibérica y con seis victoriosas expediciones
fundó dos Marcas, llamadas Hispánicas: la de Barcelona y la de Gerona, que
empezarán siendo vasallas para acabar siendo casi tierra conquistada, condados
satélites de los carolingios durante siglo y medio. Estas marcas crecerán e
irán desde Barcelona hasta el golfo de Gascuña, convirtiendo a Navarra en protectorado franco. Esta amalgama de
territorios dará origen al reino de Aragón y los distintos condados catalanes.
Gracias a la Marca Hispánica, la monarquía carolingia tendrá un escudo que
parará a los musulmanes, si tenían intención de saltar los Pirineos. Desde este
modo, la mayoría de los ataques musulmanes ibéricos al sur de Francia se
centrarán en la piratería de las costas mediterráneas.
GUERRAS ÁVARAS
(787-786)
Los ávaros eran tribus eslavas organizadas en clanes,
procedentes de las estepas asiáticas, que se establecieron en el valle del
Danubio en el siglo VI. Es difícil determinar sus fronteras. Desde ahí atacaban
a los pueblos tanto del Báltico como el Peloponeso. Tenían en vilo a toda
Europa central.
El saqueo era su principal sustento, establecían
asentamientos circulares fortificados que se extendían por toda la frontera del
este carolingio. Estas fortalezas llamadas “ring” (círculo), eran de paso
obligado para ir desde Francia a Panonia (sector occidental de Hungría y parte
de Croacia, Serbia, Bosnia, Eslovenia, Austria y Eslovaquia).
Su forma de guerrear se basaba básicamente en el caballo,
tanto para lanzar lanzas y jabalinas como para acertar montados con el arco a
gran velocidad y distancia. También disponían de cierta caballería pesada,
formada por los nobles, que cubrían la frente de los caballos con hierro y
fieltro.
En las primeras campañas contras los ávaros, sobre el año
790, se producen algunos sonoros fracasos por parte del Emperador, provocados por enfermedades en el ejército y falta de alimentos y forrajes para los
animales, en definitiva, fallos en la línea de suministro.
No fue hasta 796 cuando una expedición en la actual Hungría,
comandada por Pipino, hijo de Carlomagno, y un grupo de nobles, venció a los
ávaros y encontró el ring (anillo) donde se escondía el tesoro, fruto de sus
pillajes durante dos siglos. Esta victoria permitió a Carlomagno sanear la
hacienda real (hacer la guerra nunca es gratis), y fortalecer su autoridad en
la zona. ¿De ahí lo de ser un avaro?
A modo de curiosidad: los cronistas de la época denominaban
a las tribus ávaras como hunos, al considerarlos descendientes del gran Atila,
del que aún se tenían noticias en esa zona centroeuropea.
LOS DANESES (808-810)
Las últimas guerras libradas por Carlomagno fueron contra los
daneses (810), pueblo dirigido por su rey Godofredo, que visto lo que había
pasado con sus vecinos sajones, no quiso esperar a que los francos fueran a por
él y pasó al ataque con la pretensión de que toda Germania fuera
territorio danés.
Los ciudadanos de Reric (la actual Lübeck), eran aliados de
Carlomagno, quien usaba el puerto como parte de una ruta comercial estratégica
del mar Báltico. En 808 Godofredo forzó a los abroditas a reconocerle como su soberano.
El rey Godofredo destrozó Reric, y tras matar al jefe local Drożko mandó a los
mercaderes a Hedeby, que formaba parte del Danevirke. El Danevirke era una
muralla defensiva contra los francos
establecida cerca de la actual frontera alemano-danesa, desde donde los daneses
lanzaban expediciones de saqueos sobre Frisia y la zona del rio Elba, para después ir a protegerse detrás de ella.
En el 809, después de las primeras escaramuzas, emisarios
daneses y francos establecieron negociaciones para llegar a un acuerdo y que
cesará el conflicto, pero las conversaciones fracasaron y sucedió una escalada de
violencia.
Un año después, Godofredo armó una expedición vikinga para
saquear la costa frisona, obligó a comerciantes y campesinos a pagar protección
y reclamó parte de Frisia como territorio danés (recordemos que Frisia ya era
una provincia franca). Dónde no llegaba la espada llegaba el dinero, por eso
Carlomagno, para contrarrestar este ataque, comenzó a negociar con los jefes
vikingos para que protegieran grandes partes de la costa de los ataques de
Godofredo. Se supone que esos jefes estaban bajo el control danés, pero dicho
control no debía ser muy severo (lógico al ser vikingos), pues ese mismo verano
Godofredo fue asesinado por uno de sus hombres de confianza. Muerto el rey cesó
el conflicto en esa parte del Imperio.
Con estas batallas damos por concluida la etapa guerrera de
nuestro protagonista. Pasemos a su legado.
Marcas
Me he referido varias veces a la creación de una “Marca”.
Marca: zona de escudo o protección rodeada de
fortificaciones en los límites de sus dominios bajo el mando de un Jefe de la
Marca o Marqués.
Estas zonas protegían a los territorios francos de los
ataques de los enemigos y convirtieron en inexpugnables a muchas de las
comarcas limítrofes.
Se crearon varias Marcas, siendo estas las principales: Contra los
eslavos cerca del Danubio, la Marca del Friuli, en el noroeste de Italia; la
de Bohemia, en el extremo oriental del Imperio; otra contra los ávaros en la
actual Austria; la Marca lombarda en el norte de Italia; la de Turingia en el
centro de Alemania; otra en Britania, en la actual Normandía francesa y, por
último, contra los daneses, la Dane Mark o Marca Roja, que se ubicaba en el río
Eider y que desde del siglo IX es frontera entre daneses y alemanes. Además,
por supuesto, de la mencionada Marca Hispánica.
Otras organizaciones territoriales y otras instituciones:
Los condados: Desde el punto de vista imperial un condado
era la división territorial más pequeña, estaba bajo la supervisión de un
Conde, designado directamente por el Rey, que tenía funciones de jefe militar
de la zona, presidir los juicios, cobrar los impuestos y gestionar los gastos.
Los ducados: Unión de varios condados dirigidos por un Dux o
Duque, controlaban la gestión de los condes y daban cuentas al Rey de ello.
También se podía otorgar este título a dignatarios extranjeros que se uniesen
al Imperio.
Los Missi-Dominici: Eran enviados reales para controlar la
gestión de condes y marqueses.
Los condes y marqueses en recompensa por su trabajo recibían
territorios para ser administrados por ellos directamente. Este hecho chocaba
con la pretensión de Carlomagno de tener una organización administrativa y
territorial centralizada, de ahí la creación de los Missi-Dominici. En cierta manera
esta centralización existía mientras la figura del Emperador fuera fuerte. Con
el tiempo, este entramado de condes, marqueses y duques fueron ganado poder en
sus respectivos territorios, al mismo tiempo que lo perdía el Rey. Nos
adentrábamos de cabeza a la época feudal.
AQUISGRÁN
Al derrotar a los ávaros (796) Carlomagno decide establecer
definitivamente en Aquisgrán (Aachen en alemán, Aix la Chapelle en francés,
Aquisgranum en latín, cuyo significado puede ser aguas placenteras, al ser una
zona de aguas termales) la “capital” del reino. Este lugar estaba cerca de
Sajonia y en este año se encontraba en pleno apogeo de la guerra contra los
sajones. Al valor estratégico de la zona hay que sumar que era un sitio
preferido por el monarca, donde llevaba años pasando periodos vacacionales.
No es difícil ver que Carlomagno tenía la pretensión de
hacer en Aquisgrán su Constantinopla, es decir, hacer una “Segunda Roma” donde
se solidificara una nueva época en el mundo, tanto terrenal como espiritual,
que es lo que hizo el emperador Constantino en el siglo IV en la antigua ciudad
griega de Bizancio. Para ello crearía una red de edificios civiles y
eclesiásticos, de los cuales carecía el antiguo reino franco, dignos del
imperio que había forjado.
Como ejemplo podemos citar a la Basílica de Santa María de
Aquisgrán, de estilo italo-bizantino, pues está inspirada en la Catedral de San
Vital de Rávena (ciudad italiana capital de Bizancio en esa zona). Fue diseñada
por el obispo Eudes de Metz. Los maestros albañiles y la mano de obra más
cualificada se trajeron de Rávena para copiar el estilo italiano. Su
construcción fue del 790 al 797.
Otra edificación propia carolingia es la planta de Westwerk
(obra del oeste). Es una construcción de planta cuadrada, organizada en dos
pisos y que se levantaba en el extremo occidental de muchos templos
carolingios. Era un símbolo imperial que podía servir de residencia regia o de
fortaleza en caso de ataque.
En época carolingia parece que se crea el tipo de iglesia
que tenemos hoy y que sería utilizado en toda la Edad Media; las capillas tal y
como las conocemos; la colocación de imágenes sagradas copiada por el arte
románico; las criptas, utilizadas para guardar reliquias (siguiendo un orden
jerárquico religioso) y lugar de enterramiento para grandes nobles cristianos
evitando así profanaciones.
NOS DEJA EL EMPERADOR
(814)
Nadie es eterno, aunque sea Emperador y devoto cristiano.
En 810, Carlos contaba con 68 años, que es una edad
avanzadísima para la época. A raíz de unas fiebres le diagnostican gota
(enfermedad típica de soberano) y empieza a cojear de un pie, hecho llamativo,
pues el Emperador siempre gozó de una excelente salud. Los médicos le recetan
verduras hervidas y él les hace caso un tiempo (parece que Carlos tenía buen saque
o era de buen yantar), pero después vuelve a comer carne, pidiéndole los
galenos que al menos la cueza para que el ácido láctico le afecte menos. Era la
primera vez que se veía al Emperador en estado grave.
Todas estas dolencias se agravaron el 21 de enero de 814.
Después de un baño sufrió grandes fiebres que le postraron en cama y derivaron
en una pleuresía (inflamación del revestimiento de los pulmones que ocasiona
dolor torácico al tomar una respiración o toser). En siete días murió. El 28 de
enero de 814 murió el rey nominal de los lombardos, rey de los francos e
Imperator Augustus durante trece años, un mes y cuatro días.
Recibió cristiana sepultura bajo el altar de la basílica de
Aquisgrán. En su sarcófago, que aún se conserva, aparece el rapto de
Proserpina, la diosa de la mitología romana que representa la vida, la muerte y
la resurrección. Contiene la siguiente inscripción: “Aquí yace el cuerpo de
Carlos, grande y devoto emperador, que ensanchó con nobleza el Reino de los
francos”. Dentro colocaron una Biblia, su manto regio, las insignias imperiales
y varias joyas de oro.
Testamento y sucesión
Se había realizado un testamento que no nombraba sucesor del
título de Emperador, pero sí (una vez más) repartía el territorio entre los
tres hijos varones de Carlos, quedando:
Casi toda la actual Francia para Luis “el Piadoso” o
Ludovico Pío.
Frisia, Sajonia y Hesse (territorios de los Países Bajos y
Alemania) para Carlos "el Joven".
Pipino recibía Lombardía, los restantes territorios
transalpinos más Baviera.
Desgraciadamente para nuestro Imperator y afortunadamente
para su imperio a Carlos solo le sobrevivió Ludovico Pío. Rápidamente se
convocó una asamblea general en Aquisgrán y, por aclamación, los nobles del
Imperio decidieron que Luis “el Piadoso” siguiera el legado de su padre (acto
más formal que otra cosa pues nadie osaba contradecir al hijo del gran
Emperador).
A la muerte del Emperador sus dominios se extendían desde el
Ebro en España y el Tìber en Italia como límite sur, hasta los mares del Norte
y Báltico en el norte, y desde las costas atlánticas francesas al oeste, hasta
el Río Elba, los montes de Bohemia y el curso medio del Danubio por el este. En
términos actuales estaríamos hablando de los países de Francia, Bélgica,
Holanda, Suiza, Alemania, Eslovaquia, Chequia y partes de España, Italia y
Hungría, con una extensión de más de 1.500 kilómetros cuadrados (tres veces la
extensión de España).
En definitiva, este ha sido mi humilde homenaje a una figura
esencial en la historia europea. Muchos consideran a Carlomagno el padre de
Europa. Un germano que intentó restaurar parte de Roma y, paradójicamente,
llevo Roma más allá del Rin, puso las bases de la Edad Media occidental y dio
luz a un período algo convulso.
Espero que hayan disfrutado de la lectura una centésima
parte de lo que yo he disfrutado en su elaboración.
Un carolingio saludo.
Por LLEVADOR DE BOTIJOS
Muy ameno y didáctico.
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