Tristemente fallecido hace escasos meses, el 5 de octubre de
2015, el magnífico Henning Mankell siempre ha sido una especie de visionario
que parecía advertir determinados cambios y acontecimientos sociales con sus
novelas.
En “Huesos en el jardín” viajamos al pasado para resolver
una intriga de unos refugiados en la 2ª Guerra Mundial”, un tema, precisamente,
de plena actualidad, en la que cronológicamente sería la penúltima entrega de
la serie Wallander.
Lo cotidiano es uno de los ingredientes indispensables en
las novelas de la saga Wallander, el rasgo diferencial que lo aleja de otros
detectives de su estilo. La mezcla de una intriga y la vida cotidiana del
detective, un hombre normal, que envejece, que enferma, que sufre en sus carnes
el paso del tiempo, la decepción y el aburrimiento de la rutina… Un detective
que evoluciona mental y físicamente, como cualquiera de nosotros, como llegó a
explicar el propio Mankell para dar sentido a su tremendo éxito.
En esta novela volvemos a encontrarnos con su hija, Linda,
que fue la protagonista de “Antes de que hiele”. Por lo visto, Mankell no
quiso escribir más relatos con Linda como protagonista tras el suicidio de la
actriz Johanna Sällström, que la encarnó en una serie, aunque él mismo manifestó
que no renunciaba por completo a un nuevo caso donde ella llevara las riendas.
Así, lo cotidiano aparece con la vida conjunta de padre e
hija, una relación tan fría y complicada como amorosa de dos personas difíciles
y parecidas, algo crípticas y poco dadas a expresiones afectuosas. Una relación
difícil, algo problemática, pero que llevan bien porque se entienden a la
perfección, reconociendo en esas dificultades las de sus propios caracteres.
El detective crepuscular, con barriguita, cansado, hastiado y decepcionado, con ganas de una pequeña casita en el campo con un
perro, viendo día a día un mundo que no le gusta y cada vez le es más ajeno
junto a su hija, es lo que da sabor al relato. El detective humano y real, de
carne y hueso, con el que cualquiera se puede identificar y que cualquiera
podría conocer. Que cambia y evoluciona.
Kurt Wallander es un personaje maravilloso, arisco,
desagradable, humano, real, del que vemos su declive y envejecimiento, sus
fisuras, sus anhelos, su sensibilidad, sus principios y sus contrastes. Un
hombre consciente de sus sueños rotos, que le llevan a la decepción y hastío,
aunque también a una secreta intención de poner remedio, de matizarlos, dentro
de su taciturno carácter.
Hay en Wallander algo de los héroes crepusculares fordianos
en una sociedad que le sobrepasa, que le ha adelantado y dejado atrás, que no
comprende ni tiene claro que quiera comprender. Un personaje que iría en
paralelo al de películas del estilo de “Los valientes andan solos” (David
Miller, 1962).
“Huesos en el jardín” parece seguir la senda de otra
conocida saga de novelas negras nórdicas, las del “Departamento Q”, de Jussi
Adler-Olsen, donde los detectives encargados regresan al pasado para cerrar
casos sin resolver, como ocurre aquí.
En este sentido, la novela, como el propio personaje,
reflexiona sobre el paso del tiempo como un eco que trae esas ventiscas que
asolan Escania.
Mankell utiliza las historias de Wallander para recrear la
evolución de Suecia y la misma Europa, un retrato social que suele ser
intrínseco a la buena novela negra. Y es que el crimen siempre es atractivo y
la mejor forma de sacar a la luz las miserias de las sociedades modernas y sus
lados oscuros.
Así, los entornos fríos, gélidos e incómodos, donde Mankell
juega con los fenómenos climatológicos a la perfección creando magníficas
atmósferas, se integran plenamente con los relatos. Aquí el viento, la
lluvia, la amenaza de nieve, siempre están presentes.
No es raro que en los relatos de Mankell aparezcan parejas
de asesinados como aspecto narrativo, en ocasiones dando el pistoletazo de
salida a la narración, una idea con la que el autor juega de forma acertada.
No piensen que van a encontrar la mejor novela de Mankell,
en absoluto, no lo es ni de lejos, pero conserva los atractivos de la historia
de su personaje principal y el talento del escritor. Una novela corta y entretenida
que se lee fácil, aunque no está entre las destacadas de la saga Wallander ni
de la obra de Mankell.
No he leído ésta, aunq sí otras. Me gusta el personaje, me sorprendió tanto como lo hizo en su día Marco Didio Falco de Lindsay Davies o Petra Delicado de Gimenez Barlett, o Bevilacqua de Lorenzo Silva. Y es q no todos los polis o investigadores de pro tienen q ser americanos!! (A los griegos no les he leído!)
ResponderEliminarMe gustó la adaptación d nuestro ídolo común Keneth Branagh.
Y estoy de acuerdo con tu análisis del personaje. No sabía lo de la actriz (tb vi esa adaptación!)!!
Gracias por traer este libro y bss
Estupendos referentes, Reina! No he visto la adaptación, curiosamente, pero tendré que hacerlo jaja.
EliminarGracias a ti. Besos.