El director que lanzó al estrellato al inmortal Cary Grant,
que como todos ustedes saben es uno de los mejores actores de la historia si no
el mejor, vuelve a trabajar con él para regalarnos una irregular comedia
dramática. Cuando ves que uno de los más grandes actores se une a uno de los
más grandes directores que ha dado el cine, Leo McCarey, y que además en esa
misma película se cuenta con la presencia de una actriz excepcional como es
Ginger Roger, piensas que nada puede salir mal, que te vas a encontrar con una
gran joya… Este es quizá el mayor motivo de la decepción que produce esta
cinta.
“Hubo una luna de miel” no es una mala película, pero entre
que las expectativas son altas y que el resultado tiene excesivos defectos la
conclusión no puede ser precisamente entusiasta.
La alianza entre el gran Leo McCarey y el genio Cary Grant
ha dado algunos de los momentos y títulos más indiscutibles del Séptimo Arte.
La mencionada película en la que McCarey contó con Grant para lanzarle a la
fama fue “La pícara puritana” (1937), una screwball comedy modélica, perfecta e
indiscutible, de las que formaron las claves del género, un perfecto título
para alcanzar el estrellato y la primera colaboración del dúo director/actor.
Esta que nos ocupa, “Hubo una luna de miel”, es la segunda y más floja de las
tres que realizaron juntos. La última es la indiscutible “Tú y yo” (1957), otra
obra maestra que llegó 15 años después de su anterior colaboración… De nuevo
tenemos que lamentarnos de que estos dos grandes genios no trabajaran más veces
juntos y no nos regalaran más obras de arte.
Es por esto que la decepción que provoca esta película es
amarga, una película donde el talento salía por todos lados pero que queda en tierra
de nadie. Una cinta indecisa sobre el tono que quiere tomar, titubeante, poco
definida y cohesionada, que va de la comedia loca al drama intenso… Aún así son
numerosas las virtudes que la decoran.
La película comienza, en tono distendido, con un
planteamiento que parece acercarla al cine negro o de intriga, una historia
sobre un barón nazi camuflado al que se quiere desenmascarar, para lo que se
contará con la ayuda del periodista que interpreta Cary Grant. Esto se mezcla
con otra arista de la trama más frívola, la futura boda de Kathie O’Hara,
interpretada por Ginger Roger, una antigua miss, precisamente con el barón
sospechoso de ser un infiltrado nazi. Estamos en Viena, en 1938, y un vals de
Strauss nos acompañará durante todo el metraje.
El teléfono será el objeto indispensable usado por McCarey para sentar las bases de la historia y los personajes en este inicio. Así veremos hablar sin solución de continuidad por el mismo a Kathie (Ginger Rogers), su madre, la doncella, Patrick O’Toole (Cary Grant), el barón Franz Von Luber (Walter Slezak)… Así descubriremos que la futura baronesa antes era una humilde miss, que presenta orgullo de clase, que nuestro periodista actuará como un detective de cine negro en su investigación y que el barón efectivamente oculta cosas… De la misma forma se inicia el enredo de comedia con la subtrama del modisto por el que se hará pasar Cary Grant para comenzar su investigación. Los caracteres de este trío protagonista también quedan muy definidos. Ella es simpática y con ínfulas debido a su futro matrimonio, superficial y frívola, el periodista es pícaro y listo, los dos nos caerán bien enseguida, mientras que el barón resulta prepotente y desagradable. Todo definido con maniquea precisión. Es el personaje de ella el que parece tener que madurar, en tierra de nadie, corazón bondadoso pero instalada en la ignorancia y en una lujosa fatuidad.
La película, una vez planteada a grandes rasgos la intriga,
se define claramente como una comedia romántica con toques de screwball. Cary
Grant se hará pasar por el modisto que espera Kathie para que le haga el traje
de boda. Con ese enredo McCarey disfruta enormemente, encontrándose muy a gusto
con los gags, no en balde es un maestro de la comedia. Las afeminadas poses de
Grant para simular que es un modisto, su falso acento francés y su torpeza en
tales labores incitan a la sonrisa. Es divertido ver como Grant juguetea con
las confusiones sexuales con la que le cayó con el tema de su bisexualidad. El
vínculo amoroso entre Ginger Rogers y Cary Grant lo tendremos en el primer
contacto visual, donde el director hará planos cada vez más cercanos a ambos
actores para fijarse en su fascinada mirada.
La escena resulta muy sensual, con esas seductoras medidas,
tremendamente ineptas también, que Pat toma a Kathie. Cary Grant está realmente
bien en la escena, como de costumbre, y Ginger Rogers también clava su papel en
esa frívola inconsciencia en la que vive su personaje, muy acorde con su ex
condición de miss.
Una vez se descubra la falsa identidad de Pat tendremos un
magistral ejemplo de qué es lo que marca la diferencia entre Cary Grant y el
resto de actores. Su reacción al aparecer el verdadero modisto, resolviendo el
enredo, la tranquilidad y elegancia con la que maneja la situación y se
desenvuelve en la misma, como si no pasara nada, sólo está al alcance de él.
A partir de este
momento el enredo de comedia se hace algo forzado para desarrollar la relación
entre los dos protagonistas. Se fuerza el enredo y el suspense cómico sin
motivo ni coherencia. No se entiende por qué Kathie oculta al periodista, más
estando ofendida por el engaño como debería. La situación se resolvería contando
a su marido la verdad sin más, pero no se acaba de entender por qué no lo hace.
Se podría argumentar que Pat le fascinó de tal manera que la enamoró en ese
mismo instante, pero seguiría resultando poco creíble y complica las cosas de
forma absurda. Diciendo la verdad el único perjudicado sería Pat, un
desconocido, y la cosa no tendría más consecuencias que la expulsión del
periodista de las habitaciones del futuro matrimonio…
Tampoco se entiende la reacción de ella, sus apuros, por
tener a Pat en su dormitorio cuando poco antes lo metió para hablar a solas, de
hecho se ve que Pat se extraña al encontrarse allí, en un portentoso y sutil
gesto de Cary Grant, que como siempre está sencillamente magistral.
“Soy totalmente consciente de la manía americana por la
respetabilidad. Compartimentos separados”.
La preciosa, pícara y simpática sonrisa de Cary Grant
inundará todas estas escenas aliviando los posibles defectos de coherencia.
Cary Grant es posiblemente el actor que mejor actúa de espaldas, son multitud
de películas en las que da una exhibición en este sentido, “Arsénico por
compasión” (Frank Capra, 1944), sin ir más lejos. Aquí también deja notables ejemplos de este
recurso. Luego, cuando este primoroso actor se daba la vuelta, llegaba el clímax, por
supuesto. Su pícaro y juguetón juego gestual y corporal, a la vez seductor y
coqueto, siempre elegante, es marca registrada del mejor actor de la historia.
Cary Grant.
Con el desfile de Hitler por las calles de Viena se comienza
a insinuar el drama que está por llegar dentro del tono cómico que se mantiene. De hecho tendremos un gag simpático en el balcón, con Grant escondiéndose del
barón y sus amigos mientras contemplan cómo pasan las tropas. El gag de la foto y
los besos con la doncella Elsa (Ferike Boros) es aún mejor. También resulta divertido
ver las veces que es capaz de brindar por el Führer el bueno del barón.
Pasamos a Checoslovaquia, la boda entre el barón y la
baronesa, Kathie, y el atentado contra el barón… Todo resuelto con un montaje
ágil de minimalistas planos. Camino a Polonia tendremos otros grandes momentos
de humor. Ante una posible noche de pasión del matrimonio en un tren, el bueno
de Cary Grant aparecerá para husmear otro poco, la sonrisilla complacida y
lasciva, en la intimidad, de Ginger Rogers al verle fuera del tren indica ya el
vínculo y la complicidad que ha nacido en esa pareja. En esta fase tenemos
algunos de los mejores momentos de la cinta, donde la maestría de McCarey en la
puesta en escena, su toque personal, sobresale brillantemente, por ejemplo con
detalles como cuando Ginger Roger abre la puerta de su compartimiento por
segunda vez para ver si está Cary Grant en la ventana… que efectivamente está.
Otro ejemplo, la mirada de Kathie (Ginger Rogers) a su anillo de bodas tras
marcharse Grant de su compartimiento y su cara de aburrimiento al hacerlo… No
hace falta decir más. Pat y Kathie coincidiendo siempre en los lugares íntimos
de ella, sus dormitorios, incluso en un tren.
El sonido de un saxo, que anunció Pat a Kathie antes de
marcharse del compartimiento, para evitar el polvo marital es el remate
perfecto al gag.
Los encuentros entre Pat y Kathie no paran de sucederse,
ahora todos seguidos, el siguiente en un hotel de Varsovia. Desde luego queda
clara ya una cosa, que Kathie muy esquiva con Pat no es. Esta nueva reunión
dará para otro gag de humor que además desarrolla la relación de ambos, como es
lógico. La broma del vodka será en off sobre el rostro del camarero. Vodka con
Brandy como refresco.
En las conversaciones apreciamos un rasgo de estilo de
McCarey en esta película, siempre suele rodarlas en un plano frontal muy
sostenido, incluyendo a los dos personajes conversadores en el encuadre. Esto
es importante para crear el vínculo de la pareja protagonista, Pat y Kathie,
Cary Grant y Ginger Rogers, pero no solamente con ella, ya que vimos la
misma planificación cuando Kathie habla con su marido, el barón, tanto al
inicio como en el tren, por ejemplo.
En esta conversación en el hotel, borrachos perdidos, llama
la atención el excesivo acercamiento de Pat a Kathie, invadiendo su espacio
vital constantemente, aunque aceptado por ella. Con todo, en estos planos
sostenidos, McCarey no deja fuera al entorno, como demuestra en una ligera
panorámica durante la escena. En esta etílica conversación saldrán nombres como
Shakespeare, Schopenhauer e Irving Berlin, mientras Pat desvela los secretos de
su marido a Kathie. Aquí comienza la progresión de Kathie hacia su toma de
conciencia, a cambiar también, por tanto, el tono de la película.
El asesinato al general polaco es bastante sangriento y
violento, aunque no muy bien rodado, una falta de medios evidente.
Pues q quieres q te diga, será floja, pero Cary lo salva todo. Lo dices en varias zonas del texto. Su elegancia, su capacidad de seducción, esa pícara sonrisa, comerse la pantalla hasta de espaldas, SIEMPRE merecerá la pena!!!
ResponderEliminarNo conocía la peli, así q gracias por traerla!!
Bss, Sambo/Cary/Sensei!!
Es que me encanta, lo era todo y sin esfuerzo. En todos los géneros, aunque la comedia fuera el que le daba la fama.
ResponderEliminarUn placer, no es mala peli, sólo tiene defectos...
Besos.
Iba a decirte que a mí Cary Grant no me gusta nada; pero según he empezado a escribir elaborando mis razones estoy convenciéndome de que más bien lo contrario. Así que lo dejo pendiente de revisar sus comedias.
ResponderEliminarDebes saber que soy fan incondicional de tus reflexiones, elaboraciones, desarrollos mentales y rectificaciones. Eres una jodida mente abierta. Por eso te admiro.
EliminarEspero a que las revieses y me cuentes.
Lo haré si me acuerdo. De momento tengo Stalag 17 en el PC esperando. Obra maestra que sólo he visto una vez en tele, en "¡Qué grande es el cine!". Injusto. Me parece una de las grandes... quiero decir de las más grandísimas de Wilder. Sólo por detrás de "Uno, dos, tres" y "Perdición".
EliminarPero en esa no está Cary Grant eh! El prota es William Holden jejeje
EliminarEs que ese hombre tiene tantas pelis grandes...