La evolución de Kathie, el personaje femenino, es la clave
dramática de la cinta, el único personaje que verdaderamente evoluciona, la
verdadera clave de la tesis de la cinta. Esta evolución es básicamente una toma
de conciencia, de la ignorancia y frivolidad ante lo que acontece a su
alrededor a esa toma de conciencia y compromiso. Kathie es una pretendida
representante del pueblo americano, inconsciente ante lo que se gestaba en
Europa y toda la Guerra Mundial.
Los cambios de tono de la película parecen vincularse a la
propia evolución de este personaje, así de la comedia loca inicial con la
inconsciencia y frivolidad de Kathie pasado al dramatismo con la paulatina toma
de conciencia de ésta. El problema estriba en que si bien la evolución del
personaje está bien tratada, con sucesos y hechos que sirven para la misma
tratados y mostrados de forma efectiva y satisfactoria, su vinculación a los
distintos tonos de la película no funcionan porque estos resultan bruscos,
radicales, sin evolución ni elaboración, siendo desconcertantes y restando
mucha cohesión a la película y a su concepción dramática. Es decir, el gran
defecto de la película, que nos lleva de la comedia loca al dramatismo extremo
sin solución de continuidad ni aparente justificación.
En la Polonia invadida será donde la evolución del personaje
comience a avanzar más rápidamente, de igual forma que su enamoramiento por Pat
(Cary Grant). No nos cabe duda de que Kathie (Ginger Rogers) está entregadísima
al periodista, que quiere que la haga orgasmizar, pero se controla por guardar
las formas. Un ejemplo lo tenemos en ese gesto que amaga con acariciarle la
cabeza.
Ginger Rogers también tendrá sus momentos de actuación de
espaldas, como cuando Cary Grant llama al servicio de habitaciones.
Esta evolución tiene los pasos muy marcados y muy bien
definidos, vimos a la frívola e inconsciente Kathie del inicio, que pasaba de
todo lo que no tuviera que ver con el lujo y ella misma hasta conocer a Pat.
Posteriormente a la negación y a no querer saber nada empezará a escuchar con
interés y a hacer caso al periodista, lo que marca un primer paso. Su
compromiso y asunción de la realidad se constatará con su ayuda a la doncella
judía y sus hijos, mirando por primera vez por alguien que no es ella misma y
entendiendo una situación injusta. Por último vivirá esa injusticia en sus carnes y verá la
realidad junto a Pat cuando los encarcelen.
Así, pasados los primeros tres cuartos de hora, el drama se
hace con el control de la narración con más episodios alejados de la
comedia, oscuros (el asesinato del general, el bombardeo que sufre Pat, el
conflicto con la doncella judía y sus hijos…).
Otro bombardeo hará huir a los dos protagonistas por las
ruinas de Varsovia a un lugar seguro, y supuestamente secreto. Aquí tendremos
una nueva escena para mostrar los progresos de Kathie, su duro sacrificio de
desprenderse de sus adoradas joyas, lo eran todo para ella, ya comenté que al
inicio el lujo era lo más importante en su vida, para convencer a su marido de
que se encontró su cadáver enseñando algo personal de ella. Asistiremos, tras
este acto de sacrificio, a una nueva conversación de la pareja, de nuevo los dos
en un encuadre frontal y sostenido que tan solo tendrá un corte para pasar a un
plano más corto, justo cuando Kathie confiese la falsificación de su pasaporte
para ayudar a la doncella judía, para así resaltar su confianza, afinidad e
intimidad con Pat.
Momentos comprometidos e insinuaciones de comedia romántica
hasta la llegada de dos soldados, que intentarán devolver ciertos elementos de la
comedia más loca a la narración sin mucho éxito. El supuesto sitio secreto se
ve que no lo era tanto…
Estos soldados los confundirán con judíos y los arrestarán,
para dar paso a los momentos más dramáticos de la cinta, en una clara
demostración de la poca cohesión y rigor en el tono que tiene la película, que
parece vagar sin rumbo fijo sin saber a qué carta apostar. Un contraste muy
brusco para mostrar el sufrimiento de los judíos y tratar el tema de la
esterilización. Esta parte al menos deja un bello momento con el lamento del
judío ante la enamorada mirada de Cary Grant a Ginger Rogers.
Un cónsul salvador iniciará un nuevo giro en la trama, que
del drama judío pasa a la intriga con la historia del fotógrafo espía.
Pasaremos por Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Francia… En el plano de
Cary Grant en el barco que saca a la pareja de Noruega no se puede estar más
elegante, sencillamente no se puede… Es de una modernidad absoluta. Es lo que
tiene el clasicismo.
La comedia parece haber cesado casi por completo, no tenemos
atisbo de ella en esta parte central, que parece entregarse a la intriga con la
misión que el fotógrafo espía encomienda a Kathie en secreto. Thriller. Aquí
incluso tendremos momentos de nostalgia y añoranza estadounidense.
París será testigo de la consumación del amor de la pareja
protagonista, declaración y primer beso, con la Torre Eiffel de testigo, como
no podría ser de otra manera. El romanticismo insertándose en todo momento
entre los bandazos de la trama y el tono.
El tema de la mujer que debe sacrificarse acostándose con
el enemigo para desolación del protagonista es habitual en el cine donde hay
nazis por medio, de hecho Cary Grant protagonizó algunas inolvidables con este
tipo de enredo amoroso, con Hitchcock, “Encadenados” (1946) o “Con la muerte en los talones” (1959)…
Seguimos con las coincidencias en esta parte de la película,
coincidencias de comedia en una trama de thriller. El fotógrafo-espía-militar
también estará en el café donde se encuentran Pat y el barón... Al menos aquí
podremos suponer que el espía tenía controlado a Pat. Es otra negociación, otra
propuesta, como la que le vimos hacer al propio espía a Kathie o la del barón a
Pat. Patriotismo y sentimientos personales serán la baza para convencer al
periodista. La conversación será en plano frontal sostenido, los dos en
encuadre, la forma habitual mencionada que usa McCarey, salvo un salto a plano
más corto al inicio de la escena. Pat acabará aceptando la proposición de
trabajo del barón para sabotearle desde dentro… Lo del esencial código en un
crucigrama también está cogido con alfileres. Debilidades en la trama de
thriller. Las conversaciones y negociaciones sobre cómo plantear las noticias
entre Pat y el barón serán dando la espalda a la cámara, lo que implica la
falsedad y el truco que prepara nuestro protagonista.
Tras el repentino asesinato del fotógrafo espía, Gaston Le
Blanc (Albert Dekker), encaramos el último tercio de la cinta con más
artificiosas y forzadas coincidencias, como la oportuna reaparición de la
doncella judía a la que Kathie ayudó. Son excesivas las coincidencias y
convenientes reapariciones durante el metraje, especialmente las relacionadas
con la trama de thriller. Además, el maniqueísmo es excesivamente paródico, que
sería adecuado para una comedia pero que al hacerse el tono difuso resulta
chocante, forzado o inadecuado. De hecho, la trama de thriller funciona
deficientemente.
Disfraces.
La escena con el cambio de vestuario entre la doncella y
Ginger es simpática en su ejecución, a pesar de la forzada coincidencia. Es
necesario destacar una de las ideas básicas de la película, que retrata a la
perfección la época que recrea, son los disfraces y las falsas identidades, una
sociedad y una época donde nadie podía confiar en nadie, donde todos tenían
disfraces para intentar no ser descubiertos, delatados o señalados. Así McCarey
recurre a multitud de disfraces o falsas identidades para la mayor parte de sus
personajes, Pat haciéndose pasar por modisto, el espía fotógrafo, la doncella y
su pasaporte falso, el barón infiltrado nazi, Kathie haciéndose pasar por
muerta primero y disfrazándose de doncella después…
La escena final en el barco es muy brillante, con un muy
bien modulado suspense, picados sobre el mar para crear crispación y tensión y
una perfecta resolución que altera el tópico, al ser la mujer la que acaba con
el villano cuando creíamos que Cary Grant subiría a tiempo para esas lides…
Además el juego con el segundo plano en esa resolución es tremendamente eficaz
y divertido.
“El pensamiento individual puede ser muy peligroso…
especialmente para el individuo”.
Repentinamente la comedia retorna con fuerza para despedir
la película, que aunque aparece ocasionalmente durante la narración cede casi por completo
el protagonismo tras el primer tercio al drama y el thriller. Una escena final
que contiene un pequeño homenaje al mudo donde McCarey parece querer recordar
sus tiempos con los hermanos Marx, una agradable resolución que además nos
recuerda a otro de sus clásicos, “Tú y yo”, que rodó en 1939 y repetiría en
1957, en su primera parte con las escenas en el barco.
Una cinta irregular, falta de cohesión, deslavazada, bien
dirigida, muy bien interpretada, agradable pero incómodamente insatisfactoria.
Me ha encantado tu disertacion de la pélicula..
ResponderEliminarPero discrepo. Para mí es una grán ,grán película. No le quitaría nada.
Cierto es, que yo estoy enamorada de Cary Grant desde niña, y todo lo que hizo me encanta. El mejor actor de todos los tiempos.
Cary Grant es el cine, y consigue salvar hasta el argumento mas mediocre.
Solo le pongo un pero...no haber protagonizado SABRINA,Y VACACIONES EN ROMA Y ARIANNE...Qué distintas hubieran sido esas peliculas con El MARAVILLOSO CARY GRANT de protagonista.
Felicidades por tu reseña!