Un viaje te
lo puedes tomar de distintas maneras, y los hay por motivos diferentes.
Los de
trabajo se hacen con un objetivo concreto, se consigue, con más o menos
dificultades, y regresas a casa con pocas experiencias que contar que no sean
laborales.
Los de
familia, a unos les parecerá un viaje por obligación, a otros una aventura y a
otros un auténtico incordio.
Los que se
inician por una urgencia familiar, casi siempre terminan en drama y esos mejor
ni recordarlos.
Pero los de
placer, esos son una experiencia, por lo general, buena y merecedora
de recordar en casi todos los casos. Por la compañía, por lo estético del
viaje, por las fotografías, por la cultura, por la historia, por conocer gente
de diversos países, por mil cosas... Y yo a cada ciudad o país lo comparo con
las distintas formas de hacer el amor.
Así, París,
es como tener sexo leeeeento, suave y sin prisas. De ese sexo que te hace tener
miles de sensaciones diferentes, caricias interminables, besos profundos que te
sacuden el alma, movimientos lentos que te hacen perder la razón... Es sensual,
tierno y pausado.
Zurich, es
el sexo lujoso, en una habitación increíble, con fresas, champán, caviar y
Bourbon, se acaricia desde la base del cuello hasta donde se pierde la espalda
con sutileza, casi con reverencia, se dan besos como alas de mariposa y el
champán corre por tu piel como un río dorado, siendo absorbida por una ávida
boca...
Bruselas, es
el sexo de una noche, aburrida al principio y excitante al final. El juego de
miradas y el nudo en el estómago, el acercamiento silencioso y el
descubrimiento de algo genial después, pero que no repites y sólo se queda en
eso, un recuerdo agradable al que no pones nombre ni apellido.
Verona, es
el sexo romántico por excelencia, no en vano es el hogar de Romeo y Julieta. Es
el sexo que haces con la persona que amas, el de las caricias como descargas
eléctricas, del que no tienes nunca suficiente, de movimientos posesivos e
intensos. Del que dejas escapar un "Te Quiero" entre gemido y gemido.
Irlanda, es
el sexo debajo de un edredón en invierno o sobre una manta en esas enormes
praderas verdes que tiene en verano. Es el divertido, el alegre, el de las
fantasías hechas realidad. Caricias y besos desenfadados, sonrisas y hasta
carcajadas… El sexo de movimientos ligeros y de brillo en los ojos infinitos.
Roma, es el
sexo maduro, ese sexo en el que ya conoces tanto a la otra persona que es todo
intimidad, complicidad y tranquilidad. No tienes que demostrar nada, sólo
disfrutas y haces disfrutar. Es el sexo que tiene una historia forjada con los
años de conocimiento mutuo.
Los Alpes
Austríacos, el Tirol, es el sexo salvaje, el de movimientos fuertes y
profundos, los besos que dejan marca, el dolor y el placer unidos, el de un
millón de explosiones en segundos, siempre queriendo más y más. Es todo exceso,
todos los sentidos hiperactivados.
Los Países
Bálticos, son sexo enriquecedor, con el que aprendes algo nuevo cada vez. El
que te sorprende por su calidez a pesar del frío exterior. Es sexo sobre
alfombra delante de una chimenea, sensual, erótico y apasionado. Cubierto de
reflejos de llamas y de calor en tu piel, haciéndola más sensible y receptora de
sensaciones.
Polonia, es
sexo triste, de despedida, ese sexo que quieres grabar en tu mente segundo a
segundo para poder revivir después de una separación. Es en el que se mezclan
pena, placer y decisiones tomadas. En el que una caricia la sientes hasta el
fondo de tu alma y que parece durar eternamente. Besos profundos y conexiones
de almas.
Venecia, es
el sexo urgente, el que no quieres esperar a sentir todo lo que la otra persona
tiene que ofrecerte. El sexo rápido, el preludio de una sesión interminable de
sexo más tranquilo, o no, que dura toda una noche y tu cuerpo y tu mente
quedan saciados.
Nueva York,
es el sexo de Grey, es descubrimiento sin preludio alguno, es sexo de
experiencias sexuales, que no sabes si te gustan o te repelen, no sabes separar
un sentimiento del otro. Es vivir un mundo nuevo de placer, al límite, sexo que
sale directamente de la fuente del dolor hasta convertirse en placer
apabullante.
Escocia, es
la magia, es sexo de otros tiempos, increíbles, oscuros, irreales, es disfrutar
como nunca de todo lo que ocurre en tu cuerpo. Es ser consciente de las sombras
que te rodean y de las estrellas que te arropan, mientras tu cuerpo se alinea
con el de la otra persona, voraz y ansioso.
Berlín, es
el sexo transgresor, innovador, diferente y original, con alguien con un pasado
muy oscuro, pero renovado por dentro y por fuera. Es como hacerlo con varias
personas a la vez, sientes todo al unísono, volviéndote loco de deseo y
queriendo aprender más, siempre más. Es el sexo que quieres repetir a toda
costa.
Podría
seguir con muchos más lugares, pero esto es una muestra suficiente para haceros
pensar en ello cuando visitéis algunas de estas ciudades o países. Claro, tú
lo puedes percibir de manera diferente, y eso es bueno. O puedes darme la razón,
la intención no es otra que el que hagas este ejercicio cuando viajes, la
imaginación es infinita y poderosa.
Paz, amor y
sexo, eso es lo que necesitamos de verdad, y dependiendo del momento, no en
este orden necesariamente…
Y como dice
una queridísima amiga mía, ¡hay que “poner una chincheta” en todo lugar que
visitas!
@PILISINMAS
muy buena reseña de los sexos de las ciudades ja... lástima que uno no pueda acordar o no porque no conoce nada ja.... salu2....
ResponderEliminarNunca es tarde para empezar a conocer!! Gracias! Me alegra que te haya gustado
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