Bajo la producción de J. J. Abrams (Perdidos, Star Trek XI),
“Monstrroso” es un mainstream en estado puro de apariencia indie, o una cinta
de apariencia indie con medios de superproducción, lo que es una apuesta
arriesgada y loable, distinta a este tipo de superproducciones de catástrofes y
monstruos, pero sólo desde el punto de vista estético, es decir, engaña al ojo,
pero no al cerebro. Distinción estética para contar lo mismo.
Un monstruo gigante aparece repentinamente en la ciudad de
Nueva York, asistiremos a semejante acontecimiento desde el punto de vista
subjetivo de la videocámara que portan unos amigos que ven interrumpida su
fiesta de despedida a otro amigo por culpa este incómodo invitado.
Esta intención de querer dar una nueva perspectiva al género
de catástrofes y criaturas monstruosas, hacerlo más realista, es elogiable
desde todo punto, como he comentado, el problema radica en que dicha propuesta se
queda en lo visual, sin nada más que echarse a la boca, una cuestión estética
que pretende asemejarse a un testimonio periodístico en primera persona, como
vemos tantos en la actualidad, de la mano de gente anónima que se enfrenta al
hecho excepcional.
Esta idea de apariencia realista, concepción indie, pero
medios de superproducción, de un mainstream en toda regla, presenta además
problemas tanto en sus resultados y resoluciones como a nivel filosófico, de
concepción.
El mayor problema de la propuesta estética, ese permanente
uso del punto de vista subjetivo en formato “video casero” que pretende
provocar mayor impacto y reproducir el hecho de forma más realista, es, de forma
evidente, que resulta mareante, una cámara en mano que no para de moverse,
hacer panorámicas radicales, encuadres poco definidos, saltar… que llega a
cargar hasta la nausea. Es una concepción periodística, es como lo veríamos en
un telediario producto de la inmediatez, de la grabación en el mismo “campo de
batalla”, desde móviles o cámaras digitales, pero que estirado casi hora y
media, aunque sea una cinta corta, satura al más pintado…
Además de esta evidente incomodidad visual, todo lo que
vemos resulta artificioso. La idea de estar siempre pegado al móvil o la cámara
digital puede ser buena, pero que en las situaciones más extremas ni uno de los
“operadores amateurs” las suelten ni para salir a la carrera desesperadamente no
se la cree nadie. En el momento que viéramos un monstruo de esos cerca todos
sabemos dónde iba la cámara a parar, y en la mayoría de casos, una vez empieza lo
bueno, la buscaríamos un lugar adecuado para tener las manos libres y estar más
cómodos, pero se ve que a estos chicos se la pegaron con Super Glue y la
mantienen permanentemente encendida y enfocando… Muy artificioso, muy forzado…
Estas ideas contrapuestas, look indie en un mainstream,
aspecto de realismo que cae en la más absurda artificiosidad, es lo que acaba
provocando que la película no sea satisfactoria finalmente, que haga zozobrar
la propuesta desde su misma concepción filosófica.
La idea de video casero recuperado de una tragedia casi nos
remite a la versión “Godzilla” de “El proyecto de la bruja de Blair” (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999). Escenas
cotidianas de pareja, bromas intrascendentes, un conflicto de pareja… y la
misma cámara en manos de distintos personajes para hacerlo aún más forzado en
la presentación, justificado porque el dueño de la cámara quiere
un recuerdo de no se sabe muy bien qué para su despedida... Si te pones a
grabar, podrías grabar algo más interesante…
El protagonista se va a Japón, así el guiño a Godzilla queda
más simpático. La puesta en escena deja buenos detalles de aparente
naturalidad, el chico que lleva la ex novia del protagonista desconcertado
buscándola con las copas en la mano, apariciones fugaces de otros personajes
ante la cámara sólo con la intención de que vayamos teniéndolos presentes…
Pasado el cuarto de hora empezará la aventura, un posible
terremoto, explosiones, caos, carreras, encierros claustrofóbicos, destrozos
que adelantan el 11-S, La Estatua de la Libertad perdiendo la
cabeza en plena fiesta, la fugaz aparición del monstruo, más terrorífico
porque apenas lo vemos, en un buen detalle…
Otro de los problemas de la cinta es que aunque el impacto
del suceso pueda ser eficaz en cierta medida, nuestra indiferencia por los
personajes es total. Los 15 minutos donde se pretende hacernos cómplices de
ellos, de sus motivaciones, su futuro y sus anhelos, no resultan efectivos, son
meros muebles y el espectador nunca se implica emocionalmente con ellos, nos da
igual lo que les ocurra, lo único que interesa es ver al monstruo y cómo
terminarán con él, si es que lo hacen…
Una huida y un objetivo para crear suspense y generar algún
tipo de interés dramático, que nuestro protagonista, Rob (Michael Stahl-David),
llegue hasta su ex novia, Beth (Odette Annable), que se fue enfadada de su
fiesta de despedida.
La confusa escena del puente, de grandes efectos especiales
y donde vemos la cola del monstruo, es buen ejemplo del artificio, sólo oímos a
una de las chicas gritar “Jasoooon” constantemente, por encima de la
muchedumbre y de forma cansina, mientras se derrumba el puente y nuestro guía
no suelta la cámara ni aunque le vaya, literalmente, la vida en ello…
Gracias a los noticiarios se amplía en cierta medida la
mitología de la película, con esos pequeños monstruitos de gran movilidad que
parecen salir del gigantesco monstruo y que irán cobrando protagonismo. Por
ejemplo en las escenas en el metro, donde volverán a aparecer para acabar con
alguno de los miembros del grupo protagonista y descubrirnos algo de su
funcionamiento. Estas escenas en el metro son de gran poderío visual, con ese
juego de luces intermitentes, oscuridad, tenebrismo y claustrofobia, un
suspense creciente con las ratas y los ruidos hasta el ataque de los
bicharracos, sin que se minimice el estilo visual, caótico y confuso. Magnífico
el plano en el que pasamos a visión nocturna para descubrir a los monstruitos
en el techo.
Por supuesto, nuestros protagonistas terminarán involucrados
en los momentos más complicados, desde la mencionada destrucción de un puente a
ver cara a cara al monstruo mientras el ejército lo bombardea con tanques con
ellos en medio, pasando por el hospital de campaña… De nuevo el artificio
camuflado de naturalidad.
Cuenta atrás para huir y misión de rescate en un edificio
semiderruido que permite momentos de menos frenesí visual dentro del continuo
balanceo de la cámara en mano. Una vez todos juntos sólo quedará huir en
helicóptero de Manhattan antes de que lo destruyan.
Los impactos sobre el monstruo, casi moribundo, y su
repentina resurrección para destrozar el helicóptero en el que se iban tres de
nuestros protagonistas, uno de ellos el de la cámara, es el punto álgido de la
película, aunque de nuevo profundamente artificial. Tras el accidente del
helicóptero lo primero que harán nuestros protagonista será, efectivamente,
coger esa cámara a prueba de bombas, para seguir grabando… El monstruo, además
de brincar para cazar el helicóptero de los protagonistas, como si de algo
personal entre él y ellos se tratara, aparecerá tras el accidente para
observarlos, como si fueran su causa o misión última, algo que resulta un poco
absurdo, aunque a nivel dramático tenga más impacto, claro… Eso sí, se comerá
al portador de la cámara, casi entero, pero dejará el aparato para que la
parejita de enamorados pueda seguir grabando.
La puesta en escena, los decorados, rodados en planos
secuencias inestables, y los efectos especiales y de sonido, son muy notables,
un trabajo y look de primera para una apariencia indie.
En el final, bajo un puente que no tardará en ser destruido, la
parejita de enamorados quedará sepultada bajo unos escombros en romántica
conclusión…
A pesar de todos estos problemas, hay que reconocer grandes
virtudes en la cinta, su apuesta por no hacer exhibición gratuita de efectos especiales, muy buenos y adecuados
por otra parte, además de lograr una gran tensión y momentos de magnífico suspense,
sobre todo porque decide insinuar más que mostrar. Puntos muy a su favor en una
cinta que no deja de respetar las convenciones del género ni renuncia a la
espectacularidad en ningún momento.
He mencionado alguna referencia, desde la evidente
“Godzilla” o cualquier título análogo a este, hasta “El proyecto de la bruja de
Blair”, pero debo añadir que en esta película está el germen de “Chronicle”
(Josh Tank, 2012), que apuesta por la misma idea, coger un género, en su caso
el de superhéroes, y dotarlo de realismo y una estética indie, con la omnipresente
cámara en mano.
Pros y contras en una cinta que tiene su punto reivindicable
aunque no termine de convencer en absoluto. Es muy corta, no llega a la hora y
media, lo que se agradece. Es poderosa en muchos momentos, aunque podría dar
para más cosas, pero necesitaría un grado mayor de complejidad y depuración
para hacerla creíble de verdad. Es exactamente lo mismo de siempre en el fondo,
con una coartada estética que acaba por resultar irremediablemente
contradictoria, como subterfugio para hacerla pasar por algo que en realidad no
es, algo original. Entretenida.
Atentos al último plano de la cinta, clave para entender de donde sale el monstruo.
Atentos al último plano de la cinta, clave para entender de donde sale el monstruo.
En el puente la chica se pone a jugar ese petardo pretencioso camuflado de juego que se llama "Black rain" o algo por el estilo. No grita "Jasooooon" cansinamente, sino que presiona X constantemente mientras ese "juego" le resulta peor que el monstruo.
ResponderEliminarCortaron la escena del entierro del dueño de la cámara.
- Hermanos, hemos venido a despedirnos de un compañero, un amigo, más que un amigo. Pudimos conocer su dedicación en los peores momentos del monstruo. Incluso entonces hizo todo para seguir su trabajo. Por eso podemos estar seguros de que el Señor lo recompensará. Sin duda, nos estará grabando desde el otro mundo. El cortocircuito de la batería la hizo inutilizable, pero nos quedan los vídeos grabados con ella.
Y echan la tierra sobre el féretro que contiene los restos del móvil, mientras todos lloran. Mientras tanto y sin testigos, un camión de los de volquete lanza el cuerpo del dueño en una fosa sin nadie presente.
Jajaja sí, es descacharrante lo del tío con la cámara, pero claro, si no la peli se va a tomar por saco, su concepción. Estaba condenada desde ese punto...
EliminarEl juego no lo conozco, pero te creo jajaja