Estamos ante un ejemplo perfecto de lo que es una película
de culto, un fracaso de taquilla y de crítica que poco a poco y a través del
boca-oreja se va convirtiendo en un éxito generalizado, una película a
recomendar y que hay que ver, como así ocurrió en no pocos países. Una película
mala pero que triunfa porque está llena de ingenio y carisma.
“Las aventuras de Ford Fairlane” es mala, muy mala,
cinematográficamente nula, pero es una película mala consciente de serlo, y
apuesta con autenticidad por hacértelo pasar bien si aceptas sus reglas y
condiciones, si te entregas a su oferta, su parodia del cine negro, su
transgresión y, sobre todo, si te entregas a su protagonista… Si haces eso, el
visionado de esta comedia desfasada y sin sentido que se ríe de las
convenciones del cine negro te hará pasar hora y media de diversión sin
prejuicios, con un añadido especial si la ves en versión doblada, el hilarante,
tronchante e imprescindible doblaje que Pablo Carbonell hace del detective
rockanrolero. Además en el look físico, con esas hombreras anchas, nuestro
protagonista tiene un toque a Loquillo.
Una película que va a frase memorable por minuto. Si no
estás dispuesto a cumplir con estas premisas o tienes la piel muy fina no te
molestes en sumarte a las aventuras con Ford Fairlane (Andrew Dice Clay).
Ni la dirección, ni el guión, ni las interpretaciones pasan
el corte, todo muy discreto, aunque veamos a Renny Harlin como responsable del
asunto, director de “La jungla de cristal 2” (1990) y otras cintas de acción, que es
un competente artesano y llegó a beneficiarse a Geena Davis, pero el encanto
del conjunto, su desenfadado y trasgresor sentido del humor y sus míticas
frases la convierten en un referente del cine malo/bueno.
Parodiando constantes del cine negro.
“Las aventuras de Ford Fairlane” basan su éxito en la idea
de parodiar las convenciones del cine negro clásico desde el thriller moderno.
Así la trama, desarrollo y caracteres seguirán los paródicos pasos del cine
negro clásico de detective privado que se ve metido en un caso cada vez más
complejo, con un personaje principal especialmente carismático y todas las
constantes y tópicos habituales del género que iré mencionado, pero desde una
estética típica del thriller de los 80 y los 90.
- Lo primero que se destacará en este viaje retro y paródico será al personaje protagonista. Nuestro Bogart/Mitchum, Spade/Marlowe, anacrónico y rockanrolero tendrá una presentación espectacular para dotarle de todo el carisma posible sin regatear en recursos… Lo primero que veremos será su Ford Fairlane, marcando tono y personalidad; sus llaves; su pitillera en la solapa, porque evidentemente nuestro detective fuma y tendrá su propio ritual con su mechero, que tiene a buen recaudo en su particular cinturón, y su manera de encenderlos; su tic con la boca; su cazadora; su imposible tupé; su look rockero anticuado; ligón; mujeriego; su fálica pistola eréctil...
- Como todo detective duro que se precie tendrá una buena retahíla de salidas en forma de frases lapidarias. El tema de los diálogos y las frases divertidas es una de las claves del éxito de la cinta, ya sea en versión original o en la adaptación doblada que resulta aún más hilarante si cabe. Son tal la cantidad de frases gloriosas que se han hecho míticas que abruma.
“Me llaman Ford Fairlane, el detective rockanrolero. Tengo
derecho a entrar en los clubs, en los mejores camerinos y en las mejores
chicas”.
“… y mi entrada fue increíble ble…”
- Habrá varios casos aparentemente sin conexión pero que acaban confluyendo en uno solo, al estilo Chandler. Así el amigo locutor de Ford le hablará de un asunto familiar, que encuentre a su hija, Susu Pétalos (Maddie Corman); lo mismo le pedirá la sofisticada Colleen Sutton (Priscilla Presley); el chaval amigo de Ford ofrecerá 100 dólares para que encuentre a su padre y el productor Julian Grendel (Wayne Newton) le hablará de un asunto de desfalco en su empresa… Todos estos encargos confluyen en el mismo caso.
- Como el clásico detective de los Hammett y Chandler, Ford vivirá casi al día, con muchos apuros económicos y cogiendo el primer caso que le surge para salir como puede del paso...
- Un personaje nada extraño en los relatos negros, el policía mal encarado y pesado que no para de echar la bronca y recriminar a nuestro detective. Aquí estará interpretado por Ed O’ Neill y tendrá ínfulas musicales…
-Ford: Tócame las bolas.
- El uso de la voz over, recurso habitual en el cine negro, será constante y plenamente paródico, uno de los recursos más divertidos y a los que se les saca mejor partido en la película como parodia del cine negro.
- Como en todo relato negro habrá una mujer fatal, esa es Priscilla Presley, la ex de Elvis, que en una trama musical es un rostro más que apreciable. Pasará por millonaria, otro clásico del relato negro, y en su primer encuentro con Ford dejará algunas de las frases más divertidas. Los millonarios suelen ser imprescindibles en las novelas negras clásicas.
“Odio a los ricos”.
-Colleen: Cuando tenía 11 años sorprendí a mi padre con el pony que me había regalado por mi cumpleaños. ¿Le excita?
-Ford: No lo sé, no conozco a su padre.
“¡Venga, abajo Decker! ¡Margaret Thatcher en bolas! Ya está".
(En la original no se cita a Thacher sino a Roseanne Barr). En la original no se habla de Decker, por Black and Decker, pero sí de los taladros Stanley.
- La sordidez, el sexo, la perversión, también tendrán su momento en la película, algo bastante común en el relato negro, por citar un clásico: “El sueño eterno” de Chandler adaptado por Howard Hawks en 1946. Aquí el sexo aparece, aparte de por el incontenible deseo del protagonista, por las relaciones que mantenían furtivamente Johnny Crunch y Colleen Sutton. Su barco tendrá el sutil nombre de “Mighty Penis” (pene poderoso) y estará lleno de penes de goma y muñecas hinchables. Allí Ford encontrará un video con las perversiones del locutor y la millonaria.
- Se parodian incluso las frases típicas de este tipo de películas, sobre todo en los clímax, estilo “No juegues conmigo, Fair”.
- Hay un sensacional homenaje a “Al rojo vivo” (Raoul Walsh, 1949) en el clímax de la película, con Ford y Susú en lo alto de la azotea, un homenaje que se pierde en el doblaje desgraciadamente. La sincronización en el gesto de ambos personajes es excepcional y Ford grita, “Top of the world, Ma”, pero el doblaje lo sustituye por algo indefinido…
La influencia estética del thriller de los 80 y 90 lo
observamos en los neones de las discotecas que frecuenta Fairlane y, sobre todo,
en las luces filtradas del exterior que hace visible el polvo y el humo del
interior, más en penumbra, clásico recurso de los hermanos Scott (Ridley y
Tony), por ejemplo.
Nuestro protagonista es un chulo mastodóntico, un machista
redomado, un mujeriego sin escrúpulos, un cínico orgulloso, un desastre
viviente… Su comportamiento y conversaciones con las chicas son tan irritantes
para ellas como divertidas en general, siempre que se sea un poquito flexible.
-Fairlane: Otra cliente
satisfecha.
-Fairlane: ¡Ah sí, las gemelas! Pero no sois idénticas ¿eh?
Apunta mi número, 5556321.
-Gemela: ¡Eh! Un momento, 555 no es un número real, sólo lo
utilizan en las películas.
“Hay que depilarse antes de salir de casa con un vestido
así… Y no me refiero a las piernas…”. “¡Oh sí!”. Justo al arrancar el coche y
pasar junto a dos chicas ligeras de ropa… “Toma una magdalena, ridículo”.
Ford es tremendamente egocéntrico, lo denota su look y la
necesidad constante de sentirse superior, sobre todo a las mujeres. Le resulta
imprescindible hacerse notar e incluso en las discusiones, como un niño
pequeño, tendrá que decir la última palabra para quedarse satisfecho, como en
sus surrealistas conversaciones con el detective Conrad (Ed O’ Neill).
Un ejemplo perfecto de ese egocentrismo y necesidad de
hacerse notar lo tenemos en cómo resuelve el caso del “fanático pelirrojo”, a puñetazos,
deslizando al desdichado pervertido por la barra del bar y disparando a una
bola de esas brillantes de discoteca para que le aplaste la cabeza… Un Clint
Eastwood de la vida, como él mismo verbaliza. Todo muy sutil.
Qué grata sorpresa encontrarme el análisis de esta cinta en el Blog.. la de risas que me he echado con los colegas viéndola y la de frases que aún seguimos utilizando entre nosotros como vocabulario "habitual".
ResponderEliminarPor decir algo más "técnico", me encanta el plano aéreo que va abriendose poco a poco desde la puerta por la que aparecen Ford y la Susu Pétalos hasta verse por completo la azotea y el edificio de Capitol Records, un edificio clásico en el cine.
Jajajajaja yo lo de increíble ble lo digo muuuy a menudo!
EliminarGran plano, es cuando se da el homenaje a AL ROJO VIVO que cito, cierto!
Bolsonxx: Peliculon Mr sambo. Ese - cuanto tonto y que pocas balas todavía vigente.
ResponderEliminarLa echaron cuando iba al cole y en la universidad la retome con unos amigos y no veas que risas nos echábamos.
Esa historia me suena, Bolsonxx. Me da que muchos vivimos lo mismo jajaja. Me alegra que la disfrutaras.
EliminarUn saludo!