“Tanto gilipollas y tan pocas balas”. “Huevos fritos con
jamón, te los comes cuando quieras pero folla siempre con condón”.
Además de pareja inestable, estrafalario detective y amante
del Rock, nuestro protagonista actuará como una especie de padre y mentor con
un chaval (Brandon Call) que lo escoge como modelo, entre otras cosas porque no
tiene un padre que cumpla esa función, único motivo que justifica semejante
elección, y que le pedirá, precisamente,
que busque a su desaparecido padre, poseedor de un anillo de “Los Picapiedra”
exacto al que el chico posee…
“Perdona. Como vuelvas a decir tacos te reviento la cabeza,
¿está claro? Ahora vete a tomar por culo por ahí”.
En su oficina conoceremos a Jazz (Lauren Holly), su
secretaria, la única mujer que Ford trata con “sensibilidad”, según él… Ya
tuvimos un primer atisbo de su presencia en la llamada a su jefe mientras
éste compartía compañía con las gemelas en su casa al despertar. No puede ser más
servicial, trabajadora y encantadora, aunque su gusto para los hombres es
cuestionable, está perdidamente enamorada de Ford, si bien trata de disimularlo
como puede en una coraza de frialdad y rencor. Su relación va en la misma onda
que la de James Bond con Moneypenny.
Su relación tendrá una escena clave donde se descubrirán
secretos de su pasado juntos. Cuando Ford ofrezca a Jazz ir a una fiesta a la
pobre chica se le iluminará la mirada, aparecerá allí con un look de chica sexy
rockera y sabremos que tuvieron un fin de semana de desenfreno juntos del que
no salió muy contenta… Con todo, se mantendrá abnegada y sufridamente
enamorada, pero el que la sigue la consigue.
Es interesante la reflexión que Ford hace de su relación con
Jazz, la quiere porque le desprecia. Tiene sentido.
“Vale, mira reina. Estás guapísima. Luego te llevo a dar una
vuelta, te meto una hamburguesa en la boca y lo pasamos guay”. “Siento haberte
hecho limpiar el lavabo y el baño pero, ¿quién hizo todo el trabajo en la
cama?”
Un contrapicado con el ventilador enmarcando a Ford en la
parte de arriba anunciará el caso en el que el protagonista vivirá su aventura.
Un afamado locutor transgresor y macarra amigo de Ford le quiere contratar para
que encuentre a su supuesta hija a cambio de 4000 dólares… La muerte de Johnny
Crunch, el amigo locutor de Ford, no tardará en llegar y será espectacular,
electrocutado sin miramientos.
“Gano el guarro con qué guarro”.
Un travelling, recurso que Harlin usa habitualmente,
retratará el escenario del crimen con claridad, y una pista, “Art Mooney”,
servirá de impulso a Ford. El momento donde el teniente nos deleita con su
single tiene una dirección algo descuidada con saltos de eje.
Se nos explica que Ford (Andrew Dice Clay) tenía relación con Johnny Crunch (Gilbert Gottfried), un
amigo de la infancia al que hace mucho que no ve ni echa de menos, no se intuye
un aprecio especial, el caso es que veremos al detective quemando recuerdos
como si se le hubiera muerto un familiar… La coherencia dramática no es el
fuerte de la cinta. Formaron un dúo en su juventud.
La música ya no es lo que era.
Un rockero auténtico. El bueno de Ford Fairlane es un
anacronismo andante, desde su look a su pose. Aficionado al Rock reivindicará
la autenticidad de la música por encima de todo, lo que sirve a la cinta para
no dejar títere con cabeza en relación a la industria musical. Hay muchos
aspectos curiosos e interesantes para los amantes de la música.
-Jimi Hendrix, del que posee una guitarra, será el referente
esencial del protagonista. Su guitarra, “una Fender Statocaster del 62,
pastillas originales, mástil de arce, encordada al revés para una bestia parda
zurda, Jimi Hendrix”, será el objeto de los amores del protagonista, casi un
personaje más, quizá por el que tenga más aprecio en toda la película, aunque
finalmente la sacrificará.
-Los pagos de los artistas, algunos famosos, serán casi
siempre en prenda para desesperación del detective, que no para de maldecir su
mala elección a la hora de elegir el campo donde ejercer su profesión, el
musical. Llega a plantearse el gremio pescador. Así las “Pussycats” le pagarán
con relojes de oro macizo, INXS hará el pago más entrañable y original, un
koala como buen grupo australiano que son; y “Alaska y dinarama” (Milli Vanilli
en la original, pero aquí se rinde tributo a lo patrio) lo harán en mallas
ciclista y trasplantes de pelo… Para forrarse…
En consonancia a esto, Ford pagará su sueldo a Jazz en morreos… al menos uno.
-La película comienza con la muerte de un exitoso rockero en
medio del escenario, que Ford mira con ciertas reticencias por su carácter comercial,
de ídolo de masas. Es Bobby Black, líder de los Peste Negra, y que está
“interpretado” por Vince Neil, líder y vocalista de los imprescindibles Mötley
Crüe. Hace de sí mismo sin muchos problemas encima del escenario, un buen punto
de partida.
-El teniente Conrad (Ed O’ Neill) no perdona que Ford no
apostara por su grupo cuando era relaciones públicas y él cantante de un grupo,
“Disco Express”. Otro personaje ligado a la música, música que Ford desprecia
ya que entronca con el Pop más insulso y comercial… Lo cierto es que
desgraciadamente y con seguridad “Bootie time” podría pegar en las discotecas…
-Julian Grendel es el villano de la función, su primer
encuentro deja interesantes reflexiones sobre la industria musical, la búsqueda
de iconos juveniles que venden imagen y música fácil para las “carpeteras” y quinceañeras
sedientas de símbolos por los cuales babear.
“Mi madre decía que si no puedes decir nada agradable de
alguien, asegúrate de que haya salido de la habitación".
-Kyle Troy (Cody Jarrett) es el paradigma de producto de la
industria musical, creado para que las fans compren sus discos, producto del
artificio, mero negocio, espuma de champagne… Este personaje tendrá un cruel y
digno final cuando escuche con sus propios oídos lo que es de la mano de su
productor, haciendo que su llanto sea incontenible. Un buen detalle,
curiosamente.
-El bueno de Ford le dará una lección rockera en una
divertida digresión musical al bueno de Kyle Troy. Esta estupenda secuencia se
rubricará con otra donde Ford mostrará su indisimulada satisfacción con un
despreocupado travelling.
“Desgraciadamente sólo me sé esa canción”.
-Hay
numerosas menciones a grupos y músicos, Guns and Roses, Stravinsky, Wagner,
Madonna, Bruce Springsteen, Jimi Hendrix, Keith Richards, Jethro Tull, Village
People, Van Halen, Axl Rose, Sting, Jerry Lee Lewis, Debbie Gibson…
“Keith Richards se revolvería en su tumba si no fuera porque
el mamón ni siquiera está muerto”.
-Don Cleveland está interpretado por Morris Day, músico,
cantante, compositor y actor muy vinculado a Prince.
-La trama tendrá unos compactos y la industria del compact
disc como macguffin, precisamente. Pirateo, un tema nada desfasado.
-El entierro de Bobby Black retrata en clave de humor negro toda la parafernalia rockero ochentera que es extendería en los 90, de los Alice Cooper o W.A.S.P. a los Marilyn Manson… Rock, ausencia de prejuicios, estética de la truculencia y la muerte, transgresión… Así, mamadas para entrar, persecuciones entre las tumbas con Smiley, el inmortal Freddy Krueger (Robert Englund), orgías en limusinas, el cadáver del fallecido Bobby Black rodando por allí, Susú Pétalos velando a su ídolo, el “cadáver” de una voluptuosa chica resucitando tras descansar en la entrepierna de Ford… El clásico espectáculo rockero en un funeral, ya saben… Macabro humor negro.
La escena es surrealista, repleta de gags, una
interpretación del bueno de Andrew Dice Clay sencillamente demencial, por mala,
huidas escapistas, situaciones resueltas de aquella manera, como ese momento
con la ametralladora de Smiley a medio metro que no da en el blanco, pero donde
te tienes que acabar riendo sin complejos.
-Conrad: Esa es la gran diferencia entre un gran detective
como yo y un zoquete como tú.
-Ford: Tú eres un zoquete. Eso es lo que pienso sobre ti.
-Conrad: No, soy yo el que te llama zoquete, porque eso es
lo que eres.
-Ford: Tócame el paquete.
El encuentro entre Colleen Sutton (Priscilla Presley) y Ford
empieza a complicar la trama, ya que también busca a Susú Pétalos, como el
fallecido Johnny Crunch, ofreciendo 5000 dólares. Incluso el koala se excitará…
Robert Englund, el mítico Freddy Krueger, que también fue
bondadoso lagarto en “V”, interpreta a un psicópata a sueldo de Julian Grandel
que resulta en sí mismo casi una broma metalingüística. Un asesino al que no
hay forma de matar, que parece morir hasta tres veces, como el imprescindible
villano de las pesadillas Krueger. En el primer encuentro aparecerá de la nada
en el sexual barco de Johnny Crunch, con una pelea que lleva al hundimiento del mismo. No me pondré metafórico sobre las posibles referencias fálicas del barco
y su inmersión en las “húmedas aguas”.
“Faltan 10 segundos para el momento más embarazoso de tu
vida”. “Ha sido como jugar al wáter polo en un pozo negro. ¿Quién era ese
tiburón sonriente? ¿Quiere que me retire del asunto? ¿Para quién trabaja? Pero
lo más importante, tengo un banco de jurelillos nadando en mis pantalones y
nadie me cree”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario