En la casa tendremos la primera escena de suspense con uso
de sombras incluido, un supuesto espía que merodea por el exterior y que hará
sacar las armas a los policías, pero será una falsa alarma al descubrirse que
es el cartero.
La investigación y el guión siguen su atractivo e
interesante curso, con un gran ritmo, aunque es necesario indicar que la
película carece de una atmósfera especial, la que tienen los clásicos, sobre
todo en esa fusión de fondo y forma tan marcada en el género negro. Aquí todo
es muy neutro y convencional, pero no disminuye el interés de la narración.
Una dirección falsa, una falsa empresa de productos
químicos, será el lugar donde encontrarán el taxi asesino, en la calle
Castillejos, como descubrieron en el anuncio que el difunto recortó de “La
Vanguardia”. Allí encontrarán al taxista (Casimiro Hurtado) herido y serán
espiados por alguien con unos llamativos zapatos… Ese hombre de los zapatos es,
con casi toda seguridad, el que pasó de largo detrás de nuestros detectives al
verlos intentar entrar en el recinto donde dejaron abandonado el taxi.
Los relojes tendrán gran presencia en la narración, marcan
los progresos y el tiempo de la historia en la que se resuelve la
investigación. Planos de ellos finalizarán varias escenas, a las 4, a las 12…
Salvador gusta de terminar muchas escenas con objetos, no sólo relojes, lo
veremos con teléfonos o grabadoras también, por ejemplo.
La única pista es un apartado de correos que encontraron en
las notas del difunto, el 1001. La vigilancia llevará al conocimiento de un
nuevo personaje, Carmen (Elena Espejo), además de para describir un poco más la
ciudad. Un gran recurso para presentar al personaje. Elena Espejo tiene un
toque a Scarlett Johansson.
Se muestra a la perfección el camino de la investigación y
el de la carta por correros hasta llegar al cartero involucrado en el caso, uno
de la banda, que esperaba el sobre enviado por la chica, pero que la policía
sustituyó oportunamente. Una descripción francamente bien expuesta, cristalina
y tremendamente clarificadora, en una narración de ritmo impecable.
El agente Velasco (Manuel de Juan) usará la tecnología de la época para
espiar al cartero sospechoso, con micrófonos poco disimulados por su dimensión
en la habitación donde éste se hospeda. Es fascinante la escena, sin palabras,
aunque le sobra la música ligera, en la que Velasco pone el micrófono y planea
y plantea toda la situación para hacer las escuchas. De nuevo ese mimo y
detalle casi documental, esa exposición precisa y clara.
La escena de la cerveza, cuando el cartero descubre que no
hay dinero en el sobre que ha cogido en la central, es simpática.
La voluptuosa Elena Espejo, que interpreta a Carmen, se
encontrará con el cartero en su casa. Miguel (Conrado San Martín) lo siguió hasta allí y tendrá una
conversación con la muchacha ante un espejo, dudando de la veracidad de las
afirmaciones de ella.
La escena del banco es uno de los puntos fuertes de la
película, una magnífica escena muy clásica, hemos visto muchas de este tipo, y
maravillosamente rodada. Juegos de miradas, suaves zooms, panorámicas, manejo
de los puntos de vista con picados y contrapicados marcando la tensión...
Relojes, confusión, supuesto error… todo lleno de coherencia y realismo. El
juego con los interrogatorios en el banco es excelente, el disimulo de los
detenidos, el truco del taxista, sobre todo teniendo en cuenta el giro final de
la película. Nada hace sospechar que puedan mentir.
El posterior interrogatorio al cartero detenido, de bigote,
será enmarcado por una ventana enrejada, símbolo perfecto para su situación.
Esto se acentuará aún más con el subrayado del travelling de acercamiento en
contrapicado a su rostro al oír la conversación que los agentes grabaron en su
habitación. Estas revelaciones le obligarán a confesar, un flashback en el que
se entrará a través de sus nerviosas manos, que no terminan de entrelazarse.
Al regreso del flashback tendremos otra de las famosas panorámicas que adornan
la obra, del techo a los personajes.
En el flashback se sigue el rigor del punto de vista policial
comentado. Una lámpara ocultará sistemáticamente el rostro del jefe de la
organización, algo obligado ya que los agentes no lo han visto, por tanto lo
que vemos es el relato contado por el detenido pero bajo el prisma visual de
los agentes. Lo mismo ocurrirá con el flashback recreando la historia que
cuenta el taxista, no se verá el rostro del asesino porque los policías, que
conocen lo mismo que nosotros, no lo han visto aún. La recreación de lo que
cuentan los testigos filtrado por el punto de vista policial. La historia nos
desvelará los momentos previos al asesinato de Rafael Quintana, que fue al
despacho de los estafadores en busca de su dinero y que hubiera acabado muerto
allí mismo si el propio cartero no hubiera intervenido evitando el asesinato a
manos de su jefe. El cartero es un adicto, las drogas como tema de la película,
en lo que es una interesante transgresión. Una cinta española de la época que
toca el tema del consumo y tráfico de drogas sin ningún tipo de problemas.
Localizarán el lugar donde se oculta la banda a través de la
agenda del cartero, lugar donde piensan encontrarán al jefe de la organización,
Julián. Aquí tendremos una de las grandes sorpresas del film con la aparición
del taxista que intentó inculpar a Miguel y que descubrimos golpeado en el taxi
abandonado.
La cinta cobra una gran intensidad en esta parte final
adquiriendo además mucha mayor sofisticación estética, avanzando y creando la
atmósfera adecuada para un intenso clímax. La tensión aumenta, la estética se
hace tenebrista, sombras, suspense, sugerentes panorámicas y movimientos de
cámara, sorpresas, tensión… y todo siendo la película completamente diurna. Un
tercio final francamente sabroso y sugerente. Del descubrimiento del taxista pasaremos
al descubrimiento de un pasadizo secreto dentro de la casa. El momento donde
vemos aparecer los zapatos del buscado Julián parándose en la ventanilla del
sótano donde antes estuvieron los agentes rodeados de sombras es un detalle y
un momento magnífico. Unos zapatos que personifican un mal abstracto.
El interrogatorio al taxista (Casimiro Hurtado) nos lleva a
un nuevo flashback que nos mostrará cómo se gestó el asesinato, pero donde el
rostro del asesino seguirá oculto, como corresponde a la idea de punto de vista
policial ya reseñada. Un taxista al que nuestros protagonistas quitarán su
cinismo de un plumazo. Habla de una lealtad extrema entre el cartero y Julián
(Eugenio Testa), son hermanos.
La siniestra entrada de Julián en la casa, presentado por
sus zapatos, que vimos merodear poco antes por el lugar, cambiará
momentáneamente el punto de vista, por lo que veremos a los agentes
interrogando al taxista desde su posición. El cuadro que deja ver la escena al
oculto Julián será clave por ser una de las torpezas del asesino que permitirá
su captura. Es decir, además de cambiar el punto de vista este plano tiene la
intención de darnos el dato a nosotros antes que a los agentes.
El cuadro contiene una foto, se le encuadrará antes del
asesinato para que lo veamos bien. La torpeza del asesino, que tiene más de truco de guión
que de otra cosa, será no llevarse la foto entera, o el cuadro sin más, ya que en
la parte que deja los agentes descubrirán dónde se realizó dicha foto,
encauzando su búsqueda. Unos agentes que tardan en descubrir el cuadro y en
entender la mirada agonizante del taxista, todo sea dicho. También es justo
reconocer que el asesino será previsor y comprará el negativo al fotógrafo.
De alguna forma esto indica o parece pretender indicar, que
cualquiera de nosotros podría haber descubierto el crimen por la facilidad y
precisión con la que se deduce todo, sin genialidades sacadas de la manga por
parte de los agentes, permitiendo que el espectador incluso vaya un poco por
delante.
Toda esta tensión termina con el asesinato del taxista a
manos del misterioso hombre de los zapatos, aunque no hará nada con los
policías, que estaban igualmente a tiro… Esas cosas. Lo matará justo en el
momento en el que iba a descubrir su identidad.
Tendremos otros zapatos, también peculiares, los del
policía, que dan paseos de un lado a otro como le vimos hacer al inicio de la
película manifestando su inquietud. Un pequeño eco que es buen ejemplo del
cuidado guión y puesta en escena que tiene la cinta.
El clímax tendrá lugar en un frontón y en las Atracciones
Apolo. Para ello se usará de cebo voluntario a la chica, Carmen (Elena Espejo),
que es jugadora. Ahí es nada. Aquí descubriremos el rostro del asesino por fin,
al mismo tiempo que Miguel, el agente. Primero veremos la asustada reacción de
Carmen, los zapatos asesinos, resaltados con un travelling de acercamiento, su
nuca, también resaltada de la misma manera, y por fin su rostro, en lo que
supondrá la otra gran sorpresa del film, al descubrir que es el cliente del
banco al que interrogaron, pidieron su firma, detuvieron y luego soltaron por
considerarle inocente. Esta sorpresa replantea la escena del banco
completamente, para satisfacción del espectador.
Así comenzará una extraordinaria persecución, de nuevo muy
estética y visual, como clímax final, que recordará a esa joya dirigida por
Orson Welles que es “La dama de Shanghái” (1947), con escena de espejos y
disparos incluida. Intensidad, escenarios siniestros y tenebrosos, atracciones
en un parque del terror… Todo acorde con el tono de la escena y el momento. Una
secuencia excelente. Un romántico final feliz pone la rúbrica.
Los mayores defectos, aparte de algún truco de guión, están en la
falta de definición de todos los personajes, arquetípicos o directamente sin
dibujar siquiera. Gran dirección, magnífico guión de Julio Coll y Antonio
Isasi-Isasmendi, este último montador y guionista de la cinta, un clásico de
nuestro cine (director, guionista, productor…), y unas interpretaciones
ajustadas aunque irregulares.
Con todo este tercio final y un clímax tan excelso la
película se eleva a gran altura, lo que sumado a su claridad expositiva y
narración de ritmo perfecto ya destacados, confirman a esta desconocida cinta
de nuestro cine en una pequeña joya por descubrir que los más cinéfilos no
deberían dejar pasar por alto. Una película difícil de encontrar, de la que
casi no hay buenas copias, lo que es una desgracia para un título que debería
ser referente de nuestro cine, pero que si conseguís ver apreciaréis
enormemente.
Y las teles venga a repetir las mismas películas o conciertos de Raphael y Manolo Escobar, como si no hubiera más cine español. A ver si encuentro cómo verla.
ResponderEliminar¿Qué te ha hecho Elena Espejo para compararla con Scarlett "Hinchazones" Johanson? Bueno, veo por qué te la recuerda; es la que Johanson podría ser si nunca hubiera intentado suicidarse con aquella pistola de aire comprimido en la boca. Espejo = bastante potable. Johanson = ¡Puágsch!
Merece la pena! Muy cierto, además sufrieron para lograr una copia potable, que tiene narices... Llegarán más pelis españolas que están bien.
EliminarJajajajajajajaja, está potente la Espejo!!!
Pues me ha gustado mucho!!
ResponderEliminarMe resulta especialmente atractivo el q se incluyan detalles de la ciudad. Castillejos es una calle q conozco muy bien.
Eh!! Planos picados!!! Los protas en la zona alta!! Porque son los buenos?
Miradas y detalles buenísimos!! Gracias por el apoyo gráfico al texto, especialmente interesante al proporcionarnos el fotograma exacto q nos presenta ese detalke q resaltas. No me canso de decirlo. Me es utilísimo.
Detalles, sombras…
Una gran peli, q aunq no sea paradigmática en el género, sí creo q lo es en nuestro cine, del q muchos deberían aprender.
Gran trabajo, sensei. Bravo!!
Bss.
Muchas gracias, Reina. Merece mucho la pena y Barcelona sale muy bonita, es una peli muy luminosa aunque sera negra. Ese plano que citas puede entenderse así, en términos de bondad, pero es más funcional que otra cosa.
EliminarPues se agradece, porque el trabajo de edición, sobre todo con el tema de fotos, es para chinos!! Jajajaja
Besos, espero que la puedas ver!
La pelicula de Elena Espejo "El pasado amenaza" no he logrado encontrarla. La rodaron en Reus, mi ciudad
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