domingo, 12 de octubre de 2014

Crítica: A TRAVÉS DE LA NOCHE (1941) -Última Parte-

VINCENT SHERMAN













Con el primer enfrentamiento entre Ebbing y “El Guantes” tendremos otro artificio, la poca discreción del villano en sacar la pistola, una puesta en escena algo artificial. Todo esto es necesario para seguir exponiendo el extraño y aparentemente arbitrario comportamiento de Leda, la chica rubia (Kaaren Verne), que sorprenderá a “El Guantes” por detrás, para acto seguido mentir por él para protegerlo.

Estamos ante un folletín paródico, donde no paran de suceder cosas y los protagonistas deben salir de apuros en casi cada escena, pero siempre con el toque cómico presente.





En el ecuador de la película las respuestas empiezan a caer, el padre de la chica está preso y ella chantajeada, de ahí su comprensible comportamiento. Así también sabremos el significado del misterioso gesto de la mano extendida de Joe, se trata de 5ª columnistas nazis, algo que estando Conrad Veidt en el reparto estaba claro.

  
  




Bogart seguirá descubriendo datos, en este caso los planes de Ebbing, y Sherman hará un bueno uso de las sombras para crear suspense y jugar con la violencia en off. He mencionado cierta torpeza en la puesta en escena en las secuencias de acción, irregulares, con momentos buenos y otros no tanto. Tendremos más momentos así, por ejemplo cuando Bogart encañona a Veidt, su disparo no parece alertar a nadie y la planificación para que el villano pueda alertar a los suyos, con el golpe con la puerta a nuestro héroe, resulta artificiosa y torpe desde la puesta en escena. En cambio, la huida del edificio con el juego de la manguera sí resulta divertida y acertada, aunque los villanos tarden una eternidad en abrir la puerta. Folletín a pleno rendimiento. No se puede decir lo mismo de la siguiente secuencia en este desenfreno de acción, ya que si bien la persecución en coche es correcta, una vez los villanos han cogido a nuestros protagonistas, ¿por qué no los matan? ¿Por qué no usan las pistolas con las que han estado disparando a sus ruedas? ¿Por qué, demonios, por qué?

Las escenas de acción no pretenden ser cómicas, al menos eso parece, pero sí resultan torpes en muchas ocasiones.








El Guantes” y Leda firmarán su alianza una vez nuestro héroe confiesa a la chica la verdad sobre su padre, no está preso está muerto.

Así la película se descubre como una historia sobre las infiltraciones nazis en América, en los Estados Unidos, una película que parece visionaria, ya que Estados Unidos no se sumaría a la Guerra hasta el año siguiente… o quizá el director tenía información privilegiada.




Una escena íntima desarrollará la relación entre “El Guantes” y Leda, mientras esperan que llegue la policía. Allí Sherman usará los espejos como recurso expresivo, dos, el primero para Bogart y el segundo que incluirá a la pareja, sincerándose.








 
  



Mencioné anteriormente que Ebbing (Conrad Veidt) no hace nunca caso a la “Madame" (Judith Anderson), esto llega a su clímax cuando de forma absurda los nazis, con él al mando, deciden aparentemente mantener el lugar de la reunión sabiendo que Bogart lo sabe, por mucho que esté detenido, de igual forma que lo sabe Leda. Anderson advertirá de esta circunstancia, que la chica lo sabe todo, del riesgo absurdo que es, de lo conveniente que sería cambiar el lugar de la cita. Esto sólo tendría sentido si se quisiera que los buenos lograran impedir los maquiavélicos planes de los nazis, por lo que o bien estamos ante un guión artificioso, incoherente y poco elaborado o es parte de la farsa y la ironía metalingüística de la que hace gala la película, bromeando con las convenciones y las típicas decisiones absurdas de los villanos, idea que cobra fuerza por el aviso de la propia Anderson, es decir, el guión es consciente de este detalle y se menciona, simplemente se obvia. Esta última idea resulta especialmente brillante si la interpretamos así, y no parece ir muy desencaminada por el tono del film. Con todo, finalmente sí cambiarán el lugar del encuentro y, dentro del artificio, está bien construida la forma en la que Bogart y los suyos descubren el nuevo emplazamiento.

Bogart con la muerte en los talones.

-Llegado este punto asistimos a una estupenda escena que además hará activar nuestro más agudo sentido cinéfilo, una escena donde Bogart pretende desenmascarar a los villanos llevando a la policía al lugar donde lo tuvieron retenido, la casa de antigüedades que sirve de tapadera nazi. Cuando lleguen el lugar estará oportunamente tuneado, no hay nada de lo que habíamos visto, en un recurso siempre divertido y efectivo en el thriller.






-Es ahí cuando el sentido cinéfilo mencionado se activa intensamente, ya que esto nos recuerda a “Con la muerte en los talones” (Alfred Hitchcock, 1959), cuando Cary Grant lleva a la policía a la supuesta casa de James Mason. No es el único elemento que encontramos en las dos películas, ya que tenemos un falso culpable, como lo era Cary Grant. De hecho la forma de hacerlo es similar, descubrirán a Grant/Bogart a los pies de un cadáver, a uno le harán una foto y otro perderá su guante.



-Tenemos una escena en una subasta que nos recuerda a la que Cary Grant usa para escaparse dejándose coger por la policía, esto último no lo hará Bogart en esta secuencia, pero sí poco después, precisamente.









-La decidida apuesta por el folletín y los elementos de comedia y la relación del protagonista con su madre recuerdan nuevamente a la cinta de Hitchcock.

-Del mismo modo la chica protagonista, rubia, está inicialmente ligada al villano para luego volverse del lado del héroe, exactamente igual que en la cinta de Hitchcock.

-Si sumamos sutilezas como las alturas para escenas violentas y el final de la cinta de Hitchcock, podemos concluir que el maestro vio esta película sin ninguna duda y cogió más de una idea... y de dos. De la misma manera la idea de mezclar intriga, thriller y comedia nos remite a "Con la muerte en los talones", aunque aquí la comedia no sea muy sofisticada.







Rebeca” (1940), con la presencia de Judith Anderson, o “El hombre que sabía demasiado” (1934/1956), con el agonizante que da información al protagonista, son otras películas de Hitchcock que vienen a la cabeza, aunque de forma más ligera.




Tras estos momentos de acción, que es constante en la película, con tiroteos, peleas y escapadas continuas, es turno para la distensión y momentos de humor, especialmente con Barney (Frank McHugh), su matrimonio no consumado y su falta de experiencia… Además descubrimos que todos los amigos de Bogart siguen vivos...



Las bandas de delincuentes se unirán, prescindiendo de la inútil policía, para resolver el problema y amenaza nazi, al estilo de “M, el vampiro de Düsseldorf” (Fritz Lang, 1931). Eso sí, que la banda rival deje irse a Bogart y sus amigos con los argumentos que dan, fundados básicamente en la nada, resulta poco creíble, pero ya se sabe en esta cinta...

 

Como todo buen folletín que se precie, no pararán de ocurrir cosas. Ahora la chica es secuestrada, ya que al soltarla de la cárcel los villanos se anticiparán a Bogart y los suyos. El ritmo es trepidante, constante, con un coche siguiendo a otro que parece desaparecer misteriosamente. Lo cierto es que hay un derroche de imaginación continuo para generar nuevas, complicadas e inverosímiles situaciones. Un nuevo ascensor cobrará protagonismo cuando “El Guantes” y Sunshine (William Demarest) sustituyan a dos nazis para adentrarse en la reunión secreta, otra vez en un sótano, con la fortuna de que las tarjetas identificadoras no tienen foto… Descubren el nuevo emplazamiento de la reunión siguiendo al coche que secuestró a Leda, la chica rubia (Kaaren Verne), aunque nadie entiende por qué los villanos no la matan, ya no tienen poder sobre ella una vez saben que ésta ha descubierto que su padre fue asesinado.




La escena de la reunión es realmente hilarante, y francamente divertida, llena de suspense y comedia con momentos sublimes, como cuando dicen el nombre del alemán al que suplanta Bogart sin que éste se dé cuenta si quiera. El bueno de Bogart no tiene ni idea de a quién se pueden referir, ni de lo que le hablan, pero con dos narices se lucirá en un discurso lleno de digresiones sin un ápice de acento alemán. Lo extraño e inverosímil, que siempre debe aparecer, es que Pepi (Peter Lorre) descubrirá a “El Guantes” en plena actuación, pero incomprensiblemente no lo delatará en ese mismo momento.





Los elementos expresionistas también están presentes en la cinta, ya se comentó el uso de alguna sombra y lo bien fotografiada que está toda la película. Tendremos un nuevo ejemplo con la sombra de Veidt y Leda ante Anderson, mientras él la interroga. Como curiosidad comentar que la bofetada que propina Veidt a Anderson es comedida y bastante falsa. Toda esta situación se hace insostenible, como es lógico, y se resolverá con violencia cuando los amigos de Bogart y la banda rival lleguen al rescate. Mafiosos y negociantes contra nazis. Pelea de vodevil.




Sherman hará un gran travelling con panorámicas en la llegada de los refuerzos a los protagonistas. Es la unidad nacional.



En el clímax las muertes se sucederán, como es normal, e incluso tendremos alguna redención. Pepi (Peter Lorre) morirá a manos de Ebbing (Conrad Veidt), cayendo por las escaleras, por supuesto. Madame, el personaje que interpreta Judith Anderson, ve la realidad de las cosas a tiempo, decepcionada, y se redime desvelando el paradero de su jefe, aunque resulta algo cuestionable que renuncie así a sus principios.

Igualmente cuestionable y extraño resulta que todo el plan de Veidt y su reclutamiento de nazis queden, en el clímax, reducido a él. Tanta parafernalia para algo que podía hacer solito… resulta poco creíble, evidentemente. Tampoco entenderemos por qué no mata a Bogart, especialmente tras todo lo ocurrido y sus constantes e inoportunas apariciones. Es un nazi muy blando y civilizado…

Es simpática la maqueta de la lancha para el momento del clímax final con explosión incluida. Eso sí, sin evitar la torpeza de este desastroso nazi para que nuestro protagonista evite la tragedia, convirtiéndose, merecidamente, en héroe nacional.



Humphrey Bogart no realiza su mejor papel, ni mucho menos, pero sin duda lo debió pasar en grande y está eficaz como de costumbre, en un tono más ligero y humorístico, pero sin perder su cinismo, ironía y dureza. Tendrá un final feliz junto a su deseada rubia y su madre, que pondrá una simpática rúbrica. Esa madre que fue la iniciadora de todo, pero que desapareció casi por completo de la narración.



Hay cierto toque a cintas como “Sabotaje” (Alfred Hitchcock, 1942), en la trama, o a “Las fronteras del crimen” (John Farrow, 1951), con ese tono de comedia dentro del género negro. Una cinta que se inserta en ese grupo de títulos antinazis y la infiltración de estos que rodaron algunos exiliados europeos como Lang, Curtiz, Preminger



A través de la noche” es descacharrante, inverosímil, con muchas incoherencias y alguna laguna, pero tiene un ritmo increíble, trepidante, y es tremendamente divertida y entretenida, se bebe de un sorbo con auténtico deleite y placer.

Una cinta que mezcla muy acertadamente estética y atmósfera de cine negro con irrupciones de comedia alocada. Pasarás un rato agradable.




 



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