Hay películas eternas, pero no hay películas más eternas que
las que te marcan en la infancia o la juventud. Yo vi muchas películas en mi
infancia, muchas obras maestras seguro, pero mi primer recuerdo cinéfilo de
nivel es “Arsénico por compasión” (1944), esa obra de arte del humor negro que
dirigió Frank Capra, que por alguna circunstancia me marcó. Luego seguí viendo
muchas excepcionales películas, pero otra de las que me marcaron
significativamente fue “Con la muerte en los talones”.
Pasados los años y después de haberla visto tal número de
veces que es imposible recordar, me sigue apasionando en la misma medida, me
siguen haciendo gracia sus diálogos y alucinando la inteligencia y brillantez
de la trama, del guión, de la dirección y de las actuaciones… Y no sólo eso, es
que cada vez que la ponen me quedo viéndola y en el futuro me seguirá pasando
lo mismo con completa seguridad, porque es, posiblemente, la película más
entretenida de la historia.
“Con la muerte en los talones” resulta apasionante cuando
eres niño, cuando eres adolescente, cuando te haces adulto y al final de tus
días. Es una de esas películas universales en todos los sentidos, para “todos
los públicos”, en el más amplio sentido del término. Cuando eres niño es la
sublimación de la aventura, del suspense, del héroe, del cine de espías, del
ingenio y la inteligencia, pero cuando vas creciendo, y sin perder ni un ápice
de la pasión que todo eso transmite, se va abriendo ante nuestros ojos el
universo inabarcable, soterrado, complejo, de un maestro infinito, de uno de
los más grandes cineastas de todos los tiempos, uno de los cinco mejores
directores de la historia y, posiblemente, el mejor realizador.
Para Hitchcock “Con la muerte en los talones” resume toda su
filmografía americana, de igual modo que el antecedente de ella, “39
escalones” (1935), un serial extraordinario que sienta las bases de la que nos ocupa,
resumiría su filmografía británica… Siempre siguiendo la opinión de Hitchcock,
eso sí, sugerida por Truffaut.
Esta es una de esas películas que despierta vocaciones, no
ya sólo cinéfilas sino heroicas. Todos queremos ser Cary Grant y convertirnos
en un salvador de bellísimas damas en apuros, salir de cualquier problema con
una solvencia insultante y terminar con los malos sin que parezca que nos
cuesta, sin sudar y con un traje que nos siente tan bien que nos den ganas de
besarnos a nosotros mismos al mirarnos al espejo. Cary Grant está tan cómodo
con el traje, se mueve con tanta agilidad y ligereza con él, como el resto de
los mortales con el chándal, y si se ensucia ligeramente al revolcarse por el
suelo, da igual, le sigue sentando tan bien que todos querríamos ese mismo
traje con sus manchas de polvo… aunque la percha no sea la misma. Se dice que
Cary Grant no usó nunca una servilleta porque las manchas evitaban profanar su
ropa, desviando su trayectoria según caían para evitarlo.
La modernidad de Cary Grant, gracias a su estilo clásico,
sigue dejando anonadado. Es sencillamente eterno y gran culpable de la actualidad
y permanencia de la película. Icono de moda.
Ver por primera vez “Con la muerte en los talones” es una de
las mejores experiencias cinéfilas que se pueden tener, y poder disfrutarla
tantas veces como queramos sin que nos canse jamás es el deleite supremo del
cinéfilo y la demostración de la categoría de obra de arte que tiene esta
película.
No es raro que tras ver “Con la muere en los talones” mis
pasos se dirigieran raudos a películas de James Bond o Indiana Jones, seriales
apasionantes que tienen en esta obra maestra que protagoniza Cary Grant su
principal referente. Acción, intriga, suspense, situaciones ilógicas que van
iluminándose, escapadas repletas de ingenio, humor… Lo tiene todo. Una película
que sigue tan actual y adictiva como el primer día.
Roger O. Thornhill/George Kaplan/Cary Grant es el primer
James Bond, el serial de acción puro y duro elevado al máximo exponente, con un
héroe que no es agente especial ni espía, pero da igual, de extrema elegancia,
ingenio, inteligencia, recursos ilimitados… Un personaje tipo que luego
veríamos en otros seriales, sagas, trilogías y demás, cambiando entornos por
otros más exóticos, añadiendo medios y efectos especiales etc. Ahí llegan el
mencionado Bond, Indiana Jones, Ethan Hunt de “Misión Imposible”, Jason Bourne
de la saga Bourne… Hitchcock se anticipó a todo, conocía al público mejor que
ellos mismos, hizo Bond antes que los Bond, el serial de acción y suspense. Maestro
del serial, como lo era Fritz Lang, uno de sus referentes ineludibles.
Estamos ante el mejor thriller de todos los tiempos, el
referente, imitado hasta la saciedad, que sublima un estilo que el propio
Hitchcock frecuentó apasionadamente con anterioridad, pero que jamás se elevó
tan alto.
Además, “Con la muerte en los talones” es una película
tremendamente técnica, donde cada plano está justificado y puesto con una
intención expresiva muy definida, lo que es un deleite para el análisis
cinematográfico.
“Con la muerte en los
talones” triunfa por encima de otras del mismo corte por su impecable equilibrio,
es fácil que esa mezcla de acción, suspense y comedia, quede desproporcionada
con un exceso en alguno de sus ingredientes, que resulte excesivamente paródica
por sus elementos de comedia, que esos elementos de humor sólo sean apuntes dentro
de una trama de thriller… “Con la muerte en los talones” es un thriller
completo, una de suspense completa y tiene el punto justo de comedia para que
sea también uno de los ingredientes más destacados, sin que se merme o se
desluzca ningún otro. Esto, por supuesto, sin contar con el universo soterrado
e infinito de Hitchcock, que es el principal rasgo diferencial de calidad con
respecto al resto de cintas denominadas “hitchcockianas”.
No puedo decir cuál es la mejor película de Hitchcock, es
imposible con el número de obras maestras y títulos indiscutibles que tiene a
lo largo de su filmografía, por lo que elijas la que elijas como tu favorita
acertarás siempre. Tampoco puedo decir que “Con la muerte en los talones” sea
la mejor, pero sí una obra maestra incontestable, la más entretenida y a la que
personalmente quizá tenga más cariño, aunque no la más compleja y sugerente. Lo
que es indiscutible es que cualquier cinéfilo que ame el cine clásico sabe que
“Con la muerte en los talones” es de esas películas que se ven al borde del
sillón, inclinado hacia delante o incluso de pie en muchas ocasiones, porque es
lo que pide el cuerpo…
Un thriller nodriza que lleva en su vientre todos los
seriales que han sido y serán, una de las películas más absorbentes, subyugantes,
divertidas, entretenidas y apasionantes que ha dado el Séptimo Arte, puro cine,
poderío visual y talento narrativo llevado al cénit, jamás superado.
Todo esto sería difícil sin la participación del más
elegante, sofisticado, canalla, atractivo y embaucador de los héroes, el héroe
universal, eterno, perfecto, Cary Grant. La quintaesencia del héroe, modelo
absoluto de tantos que vinieron luego y al que incluso los actuales antihéroes
rinden tributo de una u otra forma.
“Con la muerte en los
talones” fue un tremendo éxito de taquilla, como muchas del maestro Hitchcock,
aunque su inmensidad pasó inadvertida, como también buena parte de la obra del genio, e infravalorada. Como el tiempo pone a casi todo en su sitio, ahora
podemos decir que “Con la muerte en los talones” es un monumento al cine, una
de las grandes obras maestras del Séptimo Arte que ha influido en géneros
enteros, en sagas y en la misma esencia del thriller. Una de esas películas que
puedes recomendar a cualquiera sin temor a equivocarte. Puro cine.
Alfred Hitchcock nos hace bailar un rock frenético,
trepidante, sin descanso, siendo completamente personal y fiel a sus
postulados, sus temas predilectos, su estilo visual y sus obsesiones temáticas.
Detrás de un espectáculo de entretenimiento de primer nivel hay un universo
único y profundo, complejo, de una trascendencia indiscutible y de
reminiscencias kafkianas. Ese universo inabarcable es el que vamos a intentar
desentrañar en cierta medida analizando todas las claves, secretos y obsesiones
temáticas, estilísticas y conceptuales del gran maestro.
El infinito y soterrado universo hitchcockiano.
Hay muchas películas denominadas hitchcockianas, muchos
imitadores de su estilo, muchos títulos similares que intentan calcar el
funcionamiento y los resortes utilizados para el thriller por el maestro, pero
ninguno se le acerca porque sólo rascan en la superficie. Lo que marca la
diferencia entre Hitchcock y el resto, no sólo sus imitadores, es su infinito e
inabarcable universo soterrado, oculto, riquísimo, lleno de fetichismo,
oscuridad, lascivia, turbiedad… Fascinante. Su mirada sucia, desviada, perversa,
oblicua, donde siempre hay dos o tres lecturas más de las que el espectador
cree descubrir. Hitchcock era un autor de pies a cabeza con un universo
conceptual y visual reconocible por cualquiera, con tal cantidad de constantes
y detalles que por muchos libros que se escriban quedarán cortos porque lo más
grande del maestro inglés es su misterio, un genio insondable del que siempre
pensaremos que se nos escapa algo de ese mundo escondido entre imágenes
irrepetibles y suspense perfectamente calculado. Un universo tan rico y
perturbador, tan misterioso, que sólo se podía digerir a través de sus películas,
sus mecanismos de suspense…
Casi nadie se percató de la sexualidad, la perversión, el
morbo, el lado oscuro, el perturbador subconsciente, el límite con la monstruosidad
en la que se movían sus personajes y cómo jugaba con ellos Hitchcock, haciendo
cómplices a los espectadores sin que se dieran cuenta… Sólo se quedaban con “el
suspense”… Hitchcock era tan absolutamente genial que los académicos no lo
entendieron, tuvo que ser reivindicado por los franceses y Cahiers du Cinema.
De cineasta de puro entretenimiento a autor de referencia en un pispás.
Existen universos enteros en algunas miradas y gestos de
personajes de Alfred Hitchcock. Un mundo inescrutable que nos podemos
entretener y divertir en observar y analizar, en interpretar, pero que
solamente conoce a ciencia cierta el propio director. Personajes turbios,
llenos de perversiones, fetichismos, desviaciones, obsesiones que nunca
entenderemos del todo al verlas, ni por qué aparecen, ni con qué intención y
cuál es el verdadero contenido de las mismas verdaderamente. Una gozada tras
otra para todo cinéfilo las que nos deja Sir Alfred en cada mirada y en cada
plano.
-Este juego con el punto de vista se vertebra en la mirada
de los personajes, aspecto que, como he comentado, es clave para Hitchcock. Un
personaje que mira hacia algo, que veremos a continuación, para terminar el
ciclo viendo a ese mismo personaje reaccionar. El maestro llevó esto, columna
vertebral de su estilo, a la depuración más absoluta con esa obra maestra
indescriptible que es “La ventana indiscreta” (1954), ejemplo de puro cine para
estudiar en todas las academias y paradigma de punto de vista subjetivo.
-Una mirada morbosa, escrutadora y lasciva, que oculta el
deseo a duras penas, excitada, incontenible, que lleva al crimen cuando no se
sacia, como en “Psicosis” (1960), como la de cualquier espectador ante su cine.
-El absurdo, lo gratuito, como motor vital, iniciador,
vertebra las narraciones hitchcockianas. Un absurdo hermanado con el azar, el
destino, la coincidencia… que obliga a sus personajes a reivindicarse,
defenderse, vivir una aventura. El absurdo no sólo es iniciador, es
catalizador, así como causa y fin en sí mismo, estando en la base de muchas
escenas, por ejemplo la célebre de la avioneta en la cinta que nos ocupa.
-Los elementos surrealistas ("Recuerda", 1945) también están presentes en
Hitchcock, pero muy filtrados en una trama en apariencia coherente.
-El sexo, el deseo, el crimen y la violencia son parte
esencial del cine de Hitchcock, savia para sus tramas, puro alimento para el
cine del maestro. La sexualidad vista desde todos los puntos de vista, en
muchos casos de forma perturbadora, voyerismo (“Psicosis”, 1960), necrofilia
(“Vértigo”, 1958), homosexualidad (“La soga”, 1948), lesbianismo (“Rebeca”, 1940), frigidez (“Marnie,
la ladrona”, 1964), obsesión, sexo furtivo (“Psicosis”)…
-Las imágenes de Hitchcock, de hecho, supuran sexo, tienen
más sexualidad y provocación que todos los desnudos y escenas de sexo explícito
de un Bigas Lunas cualquiera, por ejemplo.
-El mejor ejemplo de lo dicho lo tenemos con los besos. Los
besos de Hitchcock son posiblemente los besos más fascinantes, perturbadores,
mágicos y sublimes de la historia del cine. No son simples besos, son algo más,
son especiales, con significaciones que desbordan. Incluso su forma de rodarlos
es increíble, distintos, espectaculares, íntimos, con toda una gama de recursos
inagotable. El interminable beso de “Encadenados” (1946), haciendo explícito en
imágenes el título de la película; el travelling circular sobre el beso de
James Stewart y Kim Novak en “Vértigo” (1958), el mismo que podemos disfrutar
en “Con la muerte en los talones” (1959) de Cary Grant y Eva Marie Saint de pie
girando pegados a la pared del compartimiento…
-Los personajes hitchcockianos siempre van hacia delante,
son decididos y hacen actos que van contra las convenciones o lo que se
considera normal, incluso aunque parezcan obligados por las circunstancias en
ocasiones. Atrevidos, lanzados… (Tippi Hedern en “Los pájaros”, Cary Grant en
“Con la muerte en los talones”, Ingrid Bergman en “Encadenados”, James Stewart
y Grace Kelly en “La ventana indiscreta”…) y hasta el infinito. Son personajes
que buscan o se encuentran una aventura, por reticentes que parezcan, aventura
que les llevará a una madurez (“Con la muerte en los talones”, “Encadenados”) o
redención (“Vértigo”)… Esta aventura puede ir bien encaminada (“Con la muerte
en los talones”) o mal (“La soga”, “Frenesí”…).
-Los hombres suelen ser obsesivos u obstinados.
-La mujer es pieza clave en el cine de Hitchcock,
personifica el objeto de la obsesión, de la perversión, de la fatalidad, del
fetichismo (“Vertigo”, “Frenesí”, “El enemigo de las rubias”, “Atormentada”,
“Rebeca”, “Psicosis”…).
-Esta obsesión que se vincula a las mujeres es
metalingüística, ya que Hitchcock, como todo el mundo sabe, amaba a las rubias,
y si estaban bien dotadas pues mejor. Rubias y con un punto, o dos, de frialdad
(Grace Kelly, su paradigma y con la que se enfadó muchísimo y no le perdonó
jamás que dejara el cine; Tippi Hedren, a la que le hizo la vida imposible, Kim
Novak, Doris Day, Eva Marie Saint, Ingrid Bergman, Janet Leigh, Vera Miles…).
Si no eran rubias ya las haría teñirse nuestro amado director, como a Joan
Fontaine.
-Del mismo modo, las mujeres, habitualmente rubias, como
digo, son el vehículo para la madurez del personaje. La atracción del hombre
hacia la mujer hitchcockiana es irrefrenable, casi idealizada, venerada (“La
ventana indiscreta”, “Vértigo”, “Con la muerte en los talones”…). Ella es el
contrapeso y el contrapunto para la otra mujer hitchcockiana por antonomasia,
las madres. Las rubias de Hitchcock alejan a los hombres de sus madres, de su
inmadurez e infantilismo, viviendo una aventura, en todos los sentidos, juntos.
Les cortan el cordón umbilical por el que están unidos a sus madres al iniciarse la película, ellas son las que
luchan contra las madres de Hitchcock y su influencia en sus hijos, son sus grandes
rivales. Sustituyen a la madre.
-La mujer no suele ser motivadora de la acción para los
personajes hitchcockianos (hay excepciones como en “Vértigo”), pero sí acaban
necesitando su comprensión y apoyo para seguir en su obsesiva aventura (“La
ventana indiscreta”, “El hombre que sabía demasiado”, “Con la muerte en los
talones”…).
-Las mujeres sufrientes, torturadas psicológicamente,
perturbadas incluso, sumidas en la duda, la sospecha… son habituales en el cine
de Hitchcock. Ahí tenemos “Atormentada" (1949), “Sospecha” (1941), “Marnie, la
ladrona” (1964)…
-Las madres hitchcockianas merecen capítulo especial. Controladoras, obsesivas, perturbadoras, dominantes… la relación con sus hijos
pasa del desprecio absoluto (“Marnie, la ladrona”) o vertebrarse en la
turbiedad más extraña (“Psicosis”), al mimo excesivo hacia sus criaturas, que
viven infantilizadas (la madre de Claude Rains en “Encadenados” es terrorífica).
Hay madres inquietantes y siempre interesantes en la gran mayoría de películas
de Hitchcock. En “Con la muerte en los talones” tenemos un ejemplo perfecto de
madre hitchcockiana, pero en su vertiente más ligera.
-Una escisión o variación de la madre obsesiva lo tenemos
con las amas de llaves, que no sé qué tipo de morbo especial producían en
Hitchcock. Hay dos especialmente llamativas, la de “Rebeca” (1940) y su poco
disimulada atracción lésbica por la difunta, y la de “Atormentada” (1949), otra
maquiavélica sirvienta que hará la vida imposible a Ingrid Bergman.
-Los vestuarios en Hitchcock no son nada baladís y están
encaminados a la seducción o el hipnotismo del hombre por parte de las mujeres.
-La idea, estructura y planteamiento del falso culpable o la
confusión de identidad es una de las más conocidas del cine de Hitchcock, su
elemento temático más referenciado y famoso, el que casi todo el mundo menciona
al referirse al maestro. Un elemento que ya vimos en Fritz Lang y que Hitchcock
recoge, como tantas otras cosas aunque le costara reconocerlo. En “Con la
muerte en los talones” hay un falso acusado, Cary Grant, al que se confunde con
un agente secreto. No es una culpabilidad estricta, pero si se le confunde en
la “acusación” y la identidad. Será posteriormente, en el edificio de las
Naciones Unidas, cuando nuestro protagonista se convierta en falso culpable
puro y duro. “Frenesí” (1972), “Falso culpable” (1956), “Atrapa a un ladrón”
(1955), “Yo confieso” (1953), “Recuerda” (1945), “Sospecha” (1941), “Sabotaje”
(1942), “39 escalones” (1935), “Inocencia y juventud” (1937)… son algunas de
las múltiples películas hitchcockianas con la idea del falso culpable en su
historia.
- Los entornos asfixiantes y opresivos para los personajes
son usados en muchas ocasiones por Hitchcock, un tipo de película que al
director le gustaba realizar ocasionalmente, de espíritu teatral pero dotándolas
de todo su poder cinematográfico. Ahí tenemos “Náufragos” (1944), “Crimen
perfecto” (1954) o “La Soga” (1948), que se suceden en un escenario único y
opresivo. Algunos de estos entornos y escenarios incluso adquieren una presencia
esencial, convirtiéndose en un personaje más, podríamos citar “Rebeca” (1940) o
“Psicosis” (1960) por añadir más ejemplos.
-Los individuos hitchcockianos viven ajenos a los entornos
amenazantes que les rodean, no les molestan, hasta que el azar, el error, el
destino o la confusión, un fallo en el sistema, en el orden del caos, los une.
Desde ese momento ese entorno, una asociación criminal, espías, una casa, unos
pájaros… se convierte en el principal enemigo del individuo, al que perseguirá
hasta la extenuación.
-Los cuchillos o instrumentos análogos dedicados a apuñalar,
suelen ser muy del gusto de Hitchcock. Muchos de ellos como símbolo fálico de
poder o manifestación de un complejo. ¿Cómo olvidar “Psicosis” o “Crimen
perfecto”? En “Con la muerte en los
talones” tendremos un lanzador de cuchillos, que mata a Townsend en las Naciones
Unidas, nada menos… El estrangulamiento (“Frenesí”) y el envenenamiento
(“Encadenados”, “Sospecha”, “Atormentada”…), también son formas de asesinato
muy frecuentes en el cine del maestro.
-La normalidad perturbada es uno de los planteamientos
predilectos del director. Los personajes viven en completa tranquilidad, con
vidas rutinarias incluso, hasta que algo o alguien viene a romper esa dinámica
(“Los pájaros”, “La sombra de una duda”…).
-El juego con los objetos, generalmente pequeños (llaves,
colgantes, cuchillos, joyas…), son muy del gusto de Hitchcock, piezas con valor
narrativo y de suspense.
-Hitchcock siempre tiene al público presente, para
manipularle, sabe ponerse en su lugar para asustarle, generarle emociones, ir
siempre delante para lograr sorprenderle.
-Cary Grant y James Stewart son los héroes hitchcockianos
por excelencia. Uno el idealizado, el puro héroe, el otro, el hombre de la
calle reconvertido, cotidiano. Uno busca, mira, persigue, James Stewart; el
otro es perseguido, le observan, le buscan o sospechan de él, Cary Grant.
-Las cintas de Hitchcock son profundamente psicológicas,
entroncando con ese universo viciado y perturbado que esconden sus tramas (“Recuerda”,
“Marnie, la ladrona”…). En muchas esto sale a la luz explícitamente, personajes
traumatizados, obsesivos, perturbados, psicópatas…El color rojo es esencial en el mundo de Hitchcock.
-Existe en los personajes una necesaria dualidad, la de
buscador y perseguido, la de inocente considerado culpable, la del que tiene
que fingir otras identidades para subsistir…
-Los trenes son uno de los elementos predilectos de
Hitchcock. En ellos resolverá películas (“El número 17”, “La sombra de una
duda”…), escenificará el paso a la madurez (“Con la muerte en los talones”) o
desarrollará toda la trama (“Alarma en el expreso”, 1938), sin contar las muchas
escenas donde aparecen (“Extraños en un tren”, 1951)…
-Los vasos son uno de esos objetos que en manos de Hitchcock
adquieren un morbo especial, no hay más que recordar los siniestros ascensos
por unas escaleras con uno de Cary Grant (“Sospecha”) o Claude Rains
(“Encadenados”) con intenciones, cuanto menos, poco claras. En ”Encadenados”,
de hecho, habrá varios vasos y tazas envenenadores. También vemos vasos asesinos
en “Con la muerte en los talones”, cuando se pretende emborrachar a Cary Grant
para tirarlo por un barranco en un coche, o en “Atormentada”, con el ama de
llaves dándoselo a Ingrid Bergman, por ejemplo.
-Las escaleras siempre denotan tensión, amenaza, crispación
o muerte. Un elemento del decorado muy usado por Hitchcock. La mortal escalera
para el detective que busca a Marion Crane en “Psicosis”, las socorridas de “El
número 17” ((1932) o “Atormentada” (1949), las siniestras de “Encadenados” (1946) y “Sospecha” (1941)… Aquí,
en “Con la muerte en los talones”, tenemos alguna significativa, como en casa
de Vandamm.
-El matrimonio no es algo que entusiasme a Hitchcock. Su
cine está repleto de infidelidades, engaños, mentiras, desconfianzas… en sus
relaciones de pareja. Las reticencias al compromiso de James Stewart en “La
ventana indiscreta”, la relación en “Vértigo” con James Stewart pensando que
Kim Novak es la mujer de su amigo, la infidelidad de Grace Kelly en “Crimen
perfecto” (1954) y el intento de asesinato de su marido… son algunos de los ejemplos
que demuestran esa mirada desconfiada hacia las relaciones de pareja del
maestro Hitchcock. “Con la muerte en los talones” es una de las visiones más
positivas hacia el matrimonio, acaba con la pareja casada, aunque el
protagonista lleva dos divorcios en su cuenta. "Matrimonio original" (1941) es un título sobre el tema que también lo ve positivamente, no en balde es una comedia.
-La mentira es la columna vertebral del thriller
hitchcockiano, mentiras, apariencias, engaños… La cinta que nos ocupa es una sublimación
de todo esto.
-El giro imprevisto de guión es otra característica habitual
del cine de Hitchcock. Pueden aparecer en cualquier momento de la trama y no
expresamente en los finales, salvo excepciones como “Pánico en la escena”
(1950) o “Psicosis” (1960), algo de radical influencia en el cine moderno, el
final imprevisto o con giro argumental. De hecho, “Con la muerte en los
talones” está repleta de giros y sorpresas argumentales, pero ninguno situado
al final de la cinta, y “Vértigo” (1958) tiene, acertadamente, su gran sorpresa
en la parte central del metraje, aunque alguno cuestione tal decisión.
Hitchcock era extremadamente inteligente y sabía que abusar del final sorpresa
lo hacía previsible y además le hacía perder fuerza a la película para un
segundo visionado.
-Si justamente elogiados son los besos hitchcockianos no deben serlo menos los viajes en coches o automóviles, la forma que tiene el maestro de rodarlos no tiene paragón y cualquier cinéfilo tendrá esas escenas en coches como inolvidables. ¿Cómo olvidar los seguimientos a Kim Novak por las calles de San Francisco junto a James Stewart dentro de su coche en “Vértigo”? ¿Y el tenso paseo en coche de Janet Leight tras robar el dinero camino del Motel Bates en “Psicosis”? ¿Qué me decís de la persecución al autobús donde van Paul Newman y Julie Andrews en “Cortina Rasgada”? ¿Cómo olvidar el final de “Sospecha”? ¿Y el tranquilo paseo junto a sus periquitos de Tippi Hedren para ver a Rod Taylor en “Los pájaros”? Los románticos viajes de “Atrapa a un ladrón” o su uso en “Encadenados”… En “Con la muerte en los talones” tenemos otro momento excelso con Cary Grant conduciendo borracho para huir de la muerte.
-Los travellings subjetivos y frontales sobre un personaje
que se acerca a algo que sabe peligroso y que a la vez no puede evitar
(“Encadenados” y el descenso por la escalera; “Con la muerte en los talones” y
el paseo de Eva Marie Saint hacia el avión…), son muy habituales, así como el
travelling subjetivo de acercamiento hacia una casa, que el maestro cuida como
si de un personaje más se tratara (“Atormentada”, “Psicosis”, “Rebeca”, “Con la
muerte en los talones”...).
-El magistral uso de las panorámicas para crear suspense
incluyendo nuevos elementos en el encuadre según avanza el movimiento, es un
rasgo imprescindible de su estilo.
-El plano secuencia, con o sin movimientos de cámara,
también es un rasgo estilístico clásico de Hitchcock, incluso rodó películas
donde era la columna vertebral de la planificación, “La soga”, “Atormentada”…
-Los planos que se centran en un objeto, en ese juego
magistral de macguffins que tanto le gustaba, para dotarlo de importancia
vital, como preparación de una escena, por ejemplo encuadrando el maletín que
porta algún personaje para posteriormente explicar su importancia y mostrar la
lucha que por él mantendrán los antagonistas, es un rasgo de estilo clásico de Hitchcock.
-Las pantallas divididas con elementos de la escena, la
escisión del encuadre, el uso del montaje para generar el suspense, tienen en
Hitchcock a su principal maestro y referente. Hitchcock siempre era partidario
que provocar emociones y sensaciones con su cámara, usando planos cortos de
objetos, miradas... Por ello no le gustaban los actores del método, prefería
actores espontáneos, sencillos, que no dieran problemas con preguntas sobre la
psicología del personaje, algo que no le interesaba, y que entendieran que la
emoción y el suspense lo ponía él con su cámara.
-Esto también es utilizado mediante el encuadre, donde
Hitchcock sitúa un elemento clave en primer plano mientras mantiene en segundo
a los personajes para generar suspense, un elemento que posiblemente oculte
algo, como el baúl en “La soga” (1948), por ejemplo.
-Hitchcock fue un visionario, un innovador, director bisagra
del clásico al moderno. Su manera de encuadrar, de manejar el montaje, de
estirar los tiempos, de filtrar un universo repleto de matices entre sus
historias, su capacidad para inventar resortes dramáticos y elementos de
eficacia en el thriller, por ejemplo el famoso macguffin al que puso nombre,
son algunas de las claves que lo distinguen como uno de los 5 más grandes
directores cinematográficos de todos los tiempos, que elevó el lenguaje del
cine a cotas nunca antes exploradas.
Dedicada a todos los fans de la película, que son legión, y de Hitchcock, que son más aún.
Muy esperada la serie de artículos (gran comienzo) sobre esta grandísima película, mi favorita de Hitchcock.
ResponderEliminarPole... ;-)
Espero que te satisfagan todos, mi admirado Eddie. Una de mi pelis de infancia, de mis referencias!!
EliminarUn abrazo jejeje
Un grandísimo honor el poder leerte esta enorme lección de cine de tu 1a parte. Era difícil que te superases porque habías dejado el listón extraordinariamente alto en otras ocasiones pero, aún hoy, a mi has logrado sorprenderme. Que magnífica descripción de tu adorado Cary y que geniales referencias a mi añorado e incomparable James. Puedes estar tremendamente orgulloso de tu trabajo y tu esfuerzo, porque el resultado, al menos de esta 1a parte introductoria es sensacional. Eternamente agradecida por poder disfrutar de tu sabiduría. Feliz día. Un beso fuerte
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sara, me ruborizas. La verdad es que ha sido un esfuerzo grande, Hitchcock no es fácil y lo hice sin apenas referencias. No puedo negar que estoy muy satisfecho con el resultado y me alegra sobremanera que también lo hayas apreciado.
EliminarUn beso.
Desde que anunciaste su elaboración, ha sido muy esperada.
ResponderEliminarMe encanta esta peli. Me encanta tu blog. Y estoy muy contenta de poder leer esta serie de posts con los q tus fans y los fans de Hitch y el GRAN Cary nos deleitaremos estos días.
Excelente 1ª.
Enhorabuena por tu trabajo y muchas gracias como siempre.
Bss
Gracias a ti siempre Reina, me alegra que te haya gustado la entrada, la verdad es que sí que tiene trabajo, pero ya está hecho, al menos lo escrito jaja.
EliminarUn beso.
Nos puede gustar el cine, nos puede gustar Hitchcock, pero esta película no es una más en la historia del cine. Esta es LA PELÍCULA, con mayúsculas. Hitch tenía muchas virtudes y algún que otro defectillo, pero en esta película se nota que disfrutó, que lo dió todo. Es una mezcla de todas sus obsesiones, sus manías y quería que lo supiéramos. Todo el mundo ha visto esta película, no me creo que nadie diga que no la ha visto, quizás los más jóvenes. La 1ª vez que la vi, fué en un cine de barrio, de esos con los asientos de madera, en compañia de mi abuela. Nos bajábamos con la merienda y pasábamos la tarde, cinco pesetas por dos películas, era cine de re-estreno, como se decía en aquella época. A mí me dejó marcado, es la primera película que recuerdo, no quería que se acabase nunca. Como dice @MrSambo92, es la película más entretenida de la historia y así siempre la recordaré. Todos queremos ser Cary Grant. (continuará...)
ResponderEliminarQué bello recuerdo, una primera vez con Cary Grant y tu abuela!!! Inolvidable. Tuviste una abuela estupenda y con buen gusto jeje.
EliminarEs curioso que nos pase a tantos, que cuando vimos esta película siendo niños nos marcó especialmente, son esos pequeños detalles que definen cuando una película es especial, tiene esa magia casi intangible que aunque se intente repetir en otros momentos jamás se alcanza.
Muchísimas gracias por el aporte y el recuerdo, Anónimo.
Es sumamente difícil comentar algo original o nuevo tras lo expuesto de manera magistral. Además, tienes la virtud de explicar las claves del cine de Hitchcock de forma didáctica, clara y fácil de comprender, lo que supone un disfrute y gozo tremendo su lectura. Decir también que es una de mis películas favoritas y que considero imposible que haya alguien a quien no le guste semejante obra maestra. Mi más sincera felicitación por tu análisis insuperable. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarMe enorgullece que te lo parezca José, y más que lo digas de forma tan efusiva. Es una de las pelis de mi infancia, hay verdadera devoción por ella porque hoy me sigue haciendo disfrutar como el primer día, por lo que comparto tu sentimiento. Haberlo transmitido de forma efectiva es un orgullo.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, son las que merecen que valga la pena. Un abrazo fuerte.
Un excelente trabajo, MrSambo. Iré viendo las restantes entradas. Impulsa a mejorar los trabajos propios el máximo posible; lo que dé de sí la propia capacidad. Te invito a que visites mi blog, "Un Hollywood muy personal".
ResponderEliminarMuchas gracias, Euge. He ido a su blog y es una gozada también. Lo disfrutaré. Un saludo.
Eliminar