domingo, 8 de junio de 2014

Crítica: ROBOCOP (2014) -Parte 1/2-

JOSÉ PADILHA













Para que un remake sea apreciable, no resulte gratuito, aunque muchos los consideran todos gratuitos, absurdo o injustificado es necesario que cumpla una serie de requisitos, unas reglas obligadas. Estas reglas son en primer lugar modernizar la historia, que suele ser el mayor motivo de justificación para emprender un remake, en general basándose en los efectos especiales para conectar con las nuevas generaciones y que disfruten de la historia en una textura visual con la que estén más acostumbrados, lo que en la mayoría de ocasiones es un error conceptual aunque sea la regla que más se aplica. La segunda regla es mantener la esencia de la historia original, no hacer perder aquello que la hacía única, reconocible e interesante, respetando roles de personajes y elementos básicos a nivel conceptual y temático de la historia. La última, importantísima y quizá la que menos se tiene en cuenta, causa de la mediocridad de la inmensa mayoría de remakes, es la necesidad de desarrollar y sacar partido a elementos no tocados en el original o solamente insinuados, incluso creando algunos nuevos que sean coherentes con la esencia de la historia, lo que provoca un enriquecimiento de la primera regla, modernizarla.


Es evidente que no hay que demonizar ni secuelas ni remakes por mala fama que tengan, hay muchos remakes excelentes, incluso películas que son más conocidas por su remake que por la original, pero debe exigirse un poco de dedicación. Dicho esto y centrándonos en la cinta que nos ocupa, un remake, cabe preguntarse si esta nueva “Robocop” cumple todas esas reglas que harían de un remake aceptable o mínimamente apreciable. Y la respuesta es un sí rotundo.

Vivimos en la época de los remakes y las secuelas, son un filón, pero al contrario que con las segundas el vicio del exceso no se ha traducido en una mayor calidad de las mismas, al menos ocasional. Lo que hace es denotar la escandalosa falta de imaginación de la industria. Ahora hay muchas secuelas apreciables o que mejoran la original de una saga, pero los remakes siguen pinchando en hueso en la mayor parte de las ocasiones. Satisface encontrar uno como el de José Padilha que sí supera la media, y eso a pesar del absurdo que resulta de hacer remakes de películas tan recientes, modernas, algo que también parece de moda… No hablaremos del reboot de Spiderman, por ejemplo. El caso es que al bueno de Paul Verhoeven le han cogido por banda y ya van dos de sus películas clásicas las que han pasado por el tamiz del remake, “Desafío total” (1990), que resultó un fracaso a todos los niveles, y esta “Robocop”, con unos resultados completamente distintos y muy disfrutables.

Robocop” (1987) de Paul Verhoeven se ha convertido en cinta de culto, pero dista mucho de ser una obra maestra. Es una cinta de ciencia ficción aceptable, interesante, irónica, que plantea sugerentes conceptos y está bien rodada, pero también tiene muchos defectos evidentes, su desagradable violencia explícita y gore, su exagerada y gratuita truculencia que no aporta nada, la simpleza de la trama policiaca… Curiosamente uno de los elementos más valorados por los fans y que han hecho de “Robocop” una cinta de culto es precisamente esa violencia y truculencia, tomado como un rasgo diferenciador con respecto a otras cintas del género, buena parte de su éxito se lo debe a ello. Muchos de estos fans esperaban de uñas el remake temiéndose que esa violencia quedara minimizada o eliminada, como así ocurre, rasgo para ellos fundamental.

Así que tenemos un nuevo “Robocop” que renuncia a los excesos gore y la violencia explícita del original pero se adentra con brillantez en los aspectos conceptuales y psicológicos más importantes así como explora y desarrolla con inteligencia otros que no se tocaban o tan solo se insinuaban en la original. Hay mucho de la segunda parte de “Robocop” (Irvin Kershner, 1990) en este remake.

José Padilha parecía el director adecuado para este remake una vez visto su trabajo en “Tropa de élite” (2007), una cinta muy recomendable, y su secuela (2010), inferior pero apreciable. En este blockbuster da de lado a la violencia explícita pero se adentra con acierto en los elementos más psicológicos del personaje protagonista, contrastando con acierto la dualidad robot/humano que tiene Alex Murphy, humanizándolo.

El personaje de Samuel L. Jackson salpicará la película con peroratas acerca de la seguridad y reivindicaciones a favor de los robots como medio para imponerla, un irónico y brillante uso de los medios de comunicación a nivel narrativo. Esto dará para ciertas reflexiones acerca de la paz, la libertad, la seguridad y cómo se vincula e influyen unas en otras. Lo cierto es que la idea a la oposición es lógica, si no fuera porque los argumentos que da el senador Dreyfuss (Zack Grenier) son muy débiles y absurdos. Dreyfuss habla de sentimientos tras un error, esto genera remordimientos pero ese aspecto no es reseñable cuando esto sucede, en todo caso perjudicará las labores futuras encomendadas, el problema debería radicar en si existe posibilidad de ese error en esas máquinas, si es posible que acabe matando a un niño, por ejemplo, no si luego tiene remordimientos…







La manipulación mediática que se muestra en la cinta acaba contradiciendo la cacareada libertad que pretenden defender. Una contradicción típica muy socorrida y vista en la actualidad. ¿La seguridad como elemento indispensable para la libertad o forma de coartar la misma convirtiendo esa cesión de derechos en dictadura…? Por desgracia se profundiza poco en estas interesantes reflexiones.

Estados Unidos se muestra como una excepción a la regla, renunciando a la protección robótica de la que ya gozan el resto de países y que ha posibilitado un radical descenso de la delincuencia. Aquí Padilha exhibe efectos especiales y muestra robots de todo tipo, semejantes a Robocop, los grandes de dos patas también conocidos por los fans de la saga y hasta voladores… En esta escena inicial vemos como estos robots protegen a unos periodistas de un ataque terrorista… periodistas algo manipuladores a los que el espectador puede llegar a querer que les retiren dicha protección…


La falta de conciencia de los robots es la base de la oposición americana a ese sistema de seguridad, ejemplificado en la Ley Dreyfuss. Esta escena inicial con el repelido ataque terrorista es una buena escena de acción.

Padilha usa travellings sofisticados, elegantes, en muchas ocasiones. La presentación del protagonista será con uno, siguiéndole, encuadrándole de espaldas. En su presentación se nos mostrará como un hombre absolutamente íntegro y honesto, despreciando a los corruptos y manifestando sus sospechas a su jefa sobre traiciones internas de la policía en un asunto de armas.




Hay muchos más recursos, no sólo buenos movimientos de cámara. Padilha también jugará con los encuadres para darles significación y fuerza, como ese plano que se abre mientras el doctor da el diagnóstico de Murphy para encuadrar a su mujer que escucha, dando sentido completo a la escena y mayor impacto dramático. Otro ejemplo, tras la alianza entre Robocop y su recuperado amigo, tendremos ese mismo movimiento de cámara, un encuadre que se abre para que veamos, en esta ocasión, al propio Robocop.




Otro detalle estilístico, panorámicas que siguen a personajes, centralizando y focalizando su importancia en una escena, como esa reunión en grupo donde la cámara sigue los movimientos de Michael Keaton mientras ordena cosas y debaten.



No solo se muestra notable Padilha en las escenas de acción, en los momentos más minimalistas demuestra gran pulso y seguridad con encuadres sobrios y movimientos de cámara adecuados y nada gratuitos.







Acción de videojuego.


Muchas de las escenas de acción están planificadas como si de videojuegos en primera persona de los que tanto proliferan en la actualidad, con muchos tiroteos desde el punto de vista del personaje que se identifica con el jugador, se tratara. Algunas de estas escenas de acción están magníficamente rodadas, aunque hay cierta irregularidad en el nivel de este tipo de secuencias. La más destacada la tenemos en el primer tiroteo en el que se ve inmerso Murphy con su compañero en un restaurante, con un juego del plano subjetivo y el punto de vista excepcional, planos sostenidos, travellings de seguimiento, que permiten ver la acción en todo su esplendor y cada suceso con un sabor especial. Padilha sitúa la cámara a la espalda de los personajes para que vemos su punto de vista, lo que ellos ven, exactamente como en los citados videojuegos de misiones con tiroteos en plano subjetivo, del estilo de "Call of Duty", por ejemplo. Esto se extiende a otras escenas de acción, aunque no resultan tan acertadas como en esta. Este talento para rodar tiroteos ya lo observamos en “Tropa de élite”, por lo que no sorprende, se ve que su experiencia en aquellas películas le sirvió bastante al director brasileño.







En esta escena queda bien marcado el contraste con la eficacia con la que se repelió el ataque terrorista de la escena inicial, aunque allí murieron inocentes también… Una grúa se elevará en un plano cenital ante el cuerpo herido del compañero de Murphy, recurso que Padilha usará también al final de la cinta con el propio Robocop.




Otra escena aceptable y típica de videojuego es el ataque de Robocop a Vallon (Patrick Garrow), el mafioso que le intentó asesinar junto a sus compañeros corruptos. Una escena que juega con la iluminación y los mencionados planos subjetivos. Aquí volveremos a sospechar de un topo interno más allá de los conocidos corruptos… Su jefa, interpretada por Marianne Jean-Baptiste. Una escena donde los villanos son conocedores de las debilidades de nuestro protagonista.


En el clímax también habrá muchos planos subjetivos en el tiroteo con los drones, con lo que la planificación de videojuego vuelve a la cabeza.

Michael Keaton interpreta a Raymond Sellars, el dueño de la compañía que crea los segurísimos robots, un hombre culto como demuestra su gusto artístico, los cuadros de su despacho y el conocimiento musical, con su mención al segundo movimiento del “Concierto de Aranjuez”. Su ambición le hará replantearse las cosas, crear un robot con conciencia, un hombre dentro de la máquina, algo que será posible con el atentado a Murphy.



Gary Oldman interpreta al doctor Dennett Norton, un personaje que se maneja en los grises pero finalmente positivo y redimido. En un determinado momento dudará, será débil y jugará a dos bandas, usando también a Murphy a cambio de financiación. Finalmente rectificará.

Uno de los travellings de Padilha vertebrará la negociación de estos dos personajes, Sellars y Norton, buscando el punto de vista del doctor y encuadrando un robot al fondo en el acuerdo.



 




2 comentarios:

  1. Bien pinta lo que cuentas de momento. Lo de las cámaras en primera persona es un punto delicado, suelen fallar ahí muchas películas, que me sacan de ahí, haciendo la cámara evidente y rompiéndome la inmersión.

    Mañana leeré la segunda parte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si la ves ya me contarás!

      Sí, tienes razón, tiene que estar muy bien hecho, y a ser posible combinarla con otro tipo de planificación más objetivo para que funcione. En esta tenemos de todo, la primera me gusta mucho, el resto flojean.

      :))

      Eliminar