Para que un remake sea apreciable, no resulte gratuito,
aunque muchos los consideran todos gratuitos, absurdo o injustificado es
necesario que cumpla una serie de requisitos, unas reglas obligadas. Estas
reglas son en primer lugar modernizar la historia, que suele ser el mayor motivo de
justificación para emprender un remake, en general basándose en los efectos
especiales para conectar con las nuevas generaciones y que disfruten de la
historia en una textura visual con la
que estén más acostumbrados, lo que en la mayoría de ocasiones es un error
conceptual aunque sea la regla que más se aplica. La segunda regla es mantener
la esencia de la historia original, no hacer perder aquello que la hacía única,
reconocible e interesante, respetando roles de personajes y elementos básicos a
nivel conceptual y temático de la historia. La última, importantísima y quizá
la que menos se tiene en cuenta, causa de la mediocridad de la inmensa mayoría
de remakes, es la necesidad de desarrollar y sacar partido a elementos no tocados
en el original o solamente insinuados, incluso creando algunos nuevos que sean
coherentes con la esencia de la historia, lo que provoca un enriquecimiento de
la primera regla, modernizarla.
Es evidente que no hay que demonizar ni secuelas ni remakes
por mala fama que tengan, hay muchos remakes excelentes, incluso películas que
son más conocidas por su remake que por la original, pero debe exigirse un poco
de dedicación. Dicho esto y centrándonos en la cinta que nos ocupa, un remake,
cabe preguntarse si esta nueva “Robocop” cumple todas esas reglas que harían de
un remake aceptable o mínimamente apreciable. Y la respuesta es un sí rotundo.
Vivimos en la época de los remakes y las secuelas, son un
filón, pero al contrario que con las segundas el vicio del exceso no se ha
traducido en una mayor calidad de las mismas, al menos ocasional. Lo que hace
es denotar la escandalosa falta de imaginación de la industria. Ahora hay
muchas secuelas apreciables o que mejoran la original de una saga, pero los
remakes siguen pinchando en hueso en la mayor parte de las ocasiones. Satisface
encontrar uno como el de José Padilha que sí supera la media, y eso a pesar del
absurdo que resulta de hacer remakes de películas tan recientes, modernas, algo
que también parece de moda… No hablaremos del reboot de Spiderman, por ejemplo.
El caso es que al bueno de Paul Verhoeven le han cogido por banda y ya van dos
de sus películas clásicas las que han pasado por el tamiz del remake, “Desafío
total” (1990), que resultó un fracaso a todos los niveles, y esta “Robocop”, con
unos resultados completamente distintos y muy disfrutables.
“Robocop” (1987) de Paul Verhoeven se ha convertido en
cinta de culto, pero dista mucho de ser una obra maestra. Es una cinta de
ciencia ficción aceptable, interesante, irónica, que plantea sugerentes
conceptos y está bien rodada, pero también tiene muchos defectos evidentes, su
desagradable violencia explícita y gore, su exagerada y gratuita truculencia
que no aporta nada, la simpleza de la trama policiaca… Curiosamente uno de los
elementos más valorados por los fans y que han hecho de “Robocop” una cinta de
culto es precisamente esa violencia y truculencia, tomado como un rasgo
diferenciador con respecto a otras cintas del género, buena parte de su éxito
se lo debe a ello. Muchos de estos fans esperaban de uñas el remake temiéndose que esa
violencia quedara minimizada o eliminada, como así ocurre, rasgo para ellos
fundamental.
Así que tenemos un nuevo “Robocop” que renuncia a los
excesos gore y la violencia explícita del original pero se adentra con
brillantez en los aspectos conceptuales y psicológicos más importantes así como explora y desarrolla con
inteligencia otros que no se tocaban o tan solo se insinuaban en la original. Hay
mucho de la segunda parte de “Robocop” (Irvin Kershner, 1990) en este remake.
José Padilha parecía el director adecuado para este remake
una vez visto su trabajo en “Tropa de élite” (2007), una cinta muy
recomendable, y su secuela (2010), inferior pero apreciable. En este
blockbuster da de lado a la violencia explícita pero se adentra con acierto en
los elementos más psicológicos del personaje protagonista, contrastando con
acierto la dualidad robot/humano que tiene Alex Murphy, humanizándolo.
El personaje de Samuel L. Jackson salpicará la película con
peroratas acerca de la seguridad y reivindicaciones a favor de los robots como
medio para imponerla, un irónico y brillante uso de los medios de comunicación
a nivel narrativo. Esto dará para ciertas reflexiones acerca de la paz, la
libertad, la seguridad y cómo se vincula e influyen unas en otras. Lo cierto es
que la idea a la oposición es lógica, si no fuera porque los argumentos que da
el senador Dreyfuss (Zack Grenier) son muy débiles y absurdos. Dreyfuss habla de
sentimientos tras un error, esto genera remordimientos pero ese aspecto no es
reseñable cuando esto sucede, en todo caso perjudicará las labores futuras
encomendadas, el problema debería radicar en si existe posibilidad de ese error
en esas máquinas, si es posible que acabe matando a un niño, por ejemplo, no si
luego tiene remordimientos…
La manipulación mediática que se muestra en la cinta acaba contradiciendo la cacareada libertad que pretenden defender. Una contradicción típica muy socorrida y vista en la actualidad. ¿La seguridad como elemento indispensable para la libertad o forma de coartar la misma convirtiendo esa cesión de derechos en dictadura…? Por desgracia se profundiza poco en estas interesantes reflexiones.
Estados Unidos se muestra como una excepción a la regla,
renunciando a la protección robótica de la que ya gozan el resto de países y
que ha posibilitado un radical descenso de la delincuencia. Aquí Padilha exhibe
efectos especiales y muestra robots de todo tipo, semejantes a Robocop, los grandes de dos
patas también conocidos por los fans de la saga y hasta voladores… En esta
escena inicial vemos como estos robots protegen a unos periodistas de un ataque
terrorista… periodistas algo manipuladores a los que el espectador puede
llegar a querer que les retiren dicha protección…
La falta de conciencia de los robots es la base de la
oposición americana a ese sistema de seguridad, ejemplificado en la Ley
Dreyfuss. Esta escena inicial con el repelido ataque terrorista es una buena
escena de acción.
Padilha usa travellings sofisticados, elegantes, en muchas
ocasiones. La presentación del protagonista será con uno, siguiéndole,
encuadrándole de espaldas. En su presentación se nos mostrará como un hombre
absolutamente íntegro y honesto, despreciando a los corruptos y manifestando
sus sospechas a su jefa sobre traiciones internas de la policía en un asunto de
armas.
Otro detalle estilístico, panorámicas que siguen a
personajes, centralizando y focalizando su importancia en una escena, como esa
reunión en grupo donde la cámara sigue los movimientos de Michael Keaton
mientras ordena cosas y debaten.
No solo se muestra notable Padilha en las escenas de acción,
en los momentos más minimalistas demuestra gran pulso y seguridad con encuadres
sobrios y movimientos de cámara adecuados y nada gratuitos.
Acción de videojuego.
Muchas de las escenas de acción están planificadas como si de videojuegos en primera persona de los que tanto proliferan en la actualidad, con muchos tiroteos desde el punto de vista del personaje que se identifica con el jugador, se tratara. Algunas de estas escenas de acción están magníficamente rodadas, aunque hay cierta irregularidad en el nivel de este tipo de secuencias. La más destacada la tenemos en el primer tiroteo en el que se ve inmerso Murphy con su compañero en un restaurante, con un juego del plano subjetivo y el punto de vista excepcional, planos sostenidos, travellings de seguimiento, que permiten ver la acción en todo su esplendor y cada suceso con un sabor especial. Padilha sitúa la cámara a la espalda de los personajes para que vemos su punto de vista, lo que ellos ven, exactamente como en los citados videojuegos de misiones con tiroteos en plano subjetivo, del estilo de "Call of Duty", por ejemplo. Esto se extiende a otras escenas de acción, aunque no resultan tan acertadas como en esta. Este talento para rodar tiroteos ya lo observamos en “Tropa de élite”, por lo que no sorprende, se ve que su experiencia en aquellas películas le sirvió bastante al director brasileño.
En esta escena queda bien marcado el contraste con
la eficacia con la que se repelió el ataque terrorista de la escena inicial,
aunque allí murieron inocentes también… Una grúa se elevará en un plano cenital
ante el cuerpo herido del compañero de Murphy, recurso que Padilha usará
también al final de la cinta con el propio Robocop.
Otra escena aceptable y típica de videojuego es el ataque de
Robocop a Vallon (Patrick Garrow), el mafioso que le intentó asesinar junto a
sus compañeros corruptos. Una escena que juega con la iluminación y los
mencionados planos subjetivos. Aquí volveremos a sospechar de un topo
interno más allá de los conocidos corruptos… Su jefa, interpretada por Marianne
Jean-Baptiste. Una escena donde los villanos son conocedores de las debilidades
de nuestro protagonista.
En el clímax también habrá muchos planos subjetivos en el
tiroteo con los drones, con lo que la planificación de videojuego vuelve a la
cabeza.
Michael Keaton interpreta a Raymond Sellars, el dueño de la
compañía que crea los segurísimos robots, un hombre culto como demuestra su
gusto artístico, los cuadros de su despacho y el conocimiento musical, con su
mención al segundo movimiento del “Concierto de Aranjuez”. Su ambición le hará
replantearse las cosas, crear un robot con conciencia, un hombre dentro de la
máquina, algo que será posible con el atentado a Murphy.
Gary Oldman interpreta al doctor Dennett Norton, un
personaje que se maneja en los grises pero finalmente positivo y redimido. En
un determinado momento dudará, será débil y jugará a dos bandas, usando también
a Murphy a cambio de financiación. Finalmente rectificará.
Uno de los travellings de Padilha vertebrará la negociación
de estos dos personajes, Sellars y Norton, buscando el punto de vista del
doctor y encuadrando un robot al fondo en el acuerdo.
Bien pinta lo que cuentas de momento. Lo de las cámaras en primera persona es un punto delicado, suelen fallar ahí muchas películas, que me sacan de ahí, haciendo la cámara evidente y rompiéndome la inmersión.
ResponderEliminarMañana leeré la segunda parte.
Si la ves ya me contarás!
EliminarSí, tienes razón, tiene que estar muy bien hecho, y a ser posible combinarla con otro tipo de planificación más objetivo para que funcione. En esta tenemos de todo, la primera me gusta mucho, el resto flojean.
:))