jueves, 5 de junio de 2014

Crítica: JACK RYAN: OPERACIÓN SOMBRA (2014) -Última Parte-

KENNETH BRANAGH












Objetos, manos y planos escindidos.

-Uno de los grandes elementos del guión, que sirven para darle cohesión y rigor, es el gran manejo de los objetos y de la puesta en escena con carácter anticipatorio, como cebos. Así tendremos la mencionada escena de la moto del amigo de Ryan, aparentemente intranscendente y con la única justificación que mostrar las dotes de observación e inteligencia del protagonista, pero que en el clímax final será un elemento funcional importante, al usarse esa moto en una persecución in extremis.




-Otro ejemplo lo tenemos con la pistola de Ryan y la llegada de Cathy a Moscú. Branagh colocará un plano de una pistola, aislado de todo entorno, para acto seguido desarrollar la escena y dar sentido a ese plano, la llegada de Ryan a casa, su encuentro con su mujer y la explicación con el desvelamiento de los secretos del protagonista.






-Otro ejemplo más, la bombilla que misteriosamente Branagh quita de un flexo, una acción sin aparente sentido que poco después entenderemos plenamente cuando use esa bombilla como forma de presión a Ryan con su mujer…


-Un anillo de compromiso será otro objeto-cebo, en un principio sólo tendrá carácter romántico pero luego descubriremos que es un localizador.

-El agente ruso encargado de cometer el atentado en Estados Unidos nos parecerá un agente más, pero finalmente descubriremos que es hijo del villano, lo que da un aire especialmente trágico al personaje de Branagh en su fracaso total.



En cuanto a los planos cortos, escindidos, es una planificación que ya le vimos a Branagh es su estupendo remake de “La huella” (2007), una cinta injustamente tratada. Planos de gestos, de objetos aislados… que cobran sentido con el contexto, con las líneas de diálogo o que exponen sentimientos o emociones de los personajes. En concreto los planos cortos de manos serán usados en varias ocasiones por Branagh para mostrar el estado anímico de los personajes, por ejemplo las temblorosas de Ryan al hablar con Harper, que escenifica su estado alterado, histérico, a la vez que define al personaje con conceptos antes mencionados (inexperiencia, desconcierto, inseguridad…). Un ejemplo de manos, los dedos entrelazados en el camino a la cena con Cherevin y el juego con el anillo de compromiso.




Branagh es un villano cristiano que se encomienda a una venganza patriótica, le veremos conjurarse para ello e incluso convertirse en mártir de alguna forma. La religión se vincula al entramado ruso, en una iglesia un comando recibirá una contraseña en un sermón. “El libro de las Lamentaciones”.







En el primer encuentro entre Ryan (Chris Pine) y Viktor Cherevin (Kenneth Branagh), veremos la imagen de nuestro protagonista distorsionada por varios reflejos y cristales, escenificando su mascarada ante el villano. La imagen sobre la que se hace hincapié en la empresa de Cherevin es un mosaico laberíntico, como el entramado de empresas que el ruso tiene montado para conseguir su plan de hundir la economía americana. La escena en este encuentro está planificada de forma muy geométrica, ángulos rectos, planos frontales, sin angulaciones, ya coja a los personajes de cara o de perfil. El retrato de un duelo. Esta batalla dialéctica es de una tensa cordialidad cuando no de un enfrentamiento encubierto. Son notables varios momentos, el rostro de Branagh cuando Pine dice “he sobrevivido”, que es escalofriante encajando la ironía del protagonista, y el gran plano de perfil de Branagh enmarcado en el gran cuadro de Napoleón en guerra antes de dar la mano a su invitado y que veamos brevemente el tatuaje de su muñeca.







Kenneth Branagh está pletórico tanto como director como en su faceta de actor. Se nota que se lo pasó en grande. Un papel contenido y en el que logra transmitir absolutamente todo con las miradas, con algunos ejemplos sublimes, como la mencionada ante una réplica de Ryan o la que le lanza a Cathy al sospechar que le han engañado, repleta de dureza. Interpreta a Viktor Cherevin, un villano muy inteligente que va anticipándose a casi todo, el momento de la bombilla mencionado con anterioridad es buen ejemplo. De hecho será él el que informe a Ryan de la llegada de su pareja. También verá el peligro que encierra Ryan para sus planes en ese primer y breve contacto. Le quedan tres meses de vida, está terminal y es un seductor, como demuestra con Knightley y como se verbaliza en la cinta.



En la furgoneta donde Harper (Kevin Costner) espera a Ryan a la salida de su encuentro con Cherevin vemos a un secundario que parece un formal y jovenzuelo Liam Neeson.

La escena donde Ryan se sincera con Cathy será con un travelling, ya resaltado, que termina en primer plano de la inquieta mujer. Un pequeño y excelente plano secuencia. La veremos reflejada en un espejo, momento para la sinceridad. Es divertida la reacción de ella cuando su novio le cuenta la verdad, aliviada porque no se trata de una infidelidad.




Soy de la CIA”.

La veremos tras un cristal mientras se ofrece a colaborar en la misión contra Cherevin, forma visual de mostrar su disposición para prestarse a un engaño. Lástima que toda esta relación amorosa y su conflicto resulten tan débiles, sin nada que echarse a la boca… Le falta una vuelta de tuerca. Branagh incluirá un flashback aquí para mostrarnos las buenas y honestas intenciones de Ryan, en el que le vemos pedir matrimonio a Cathy para así no tener que engañarla con respecto a su trabajo.





Toda la escena de la cena es excelsa. Un suspense sofisticado, elegante y maravillosamente rodado, donde Branagh vuelve a demostrar que los resortes del thriller moderno no tienen secretos para él, manejado todos los elementos a disposición con maestría, ya sea en estas escenas de suspense o en las de acción pura. Un suspense que va creciendo, aumentando, de forma exponencial. Puramente hitchcockiano.




Suspense, tensión, encuadres perfectos, la rubia vigilante, el protagonista evitando ser visto, la huida in extremis, los nervios por ser descubierto, la cena de Branagh y Knightley cada vez más arriesgada, la sutil aparición de la furgoneta de los malos en el lugar donde se ocultan nuestros protagonistas en el travelling sobre el coche de Cathy, su secuestro… Excepcional escena de suspense.




La escena de la bombilla con un Branagh morboso, lascivo y amenazante es una de las mejores de la cinta, quizá el mejor momento de la misma. En los momentos más sádicos usará planos extremadamente cortos sobre el rostro de los dos, él y Keira, acentuando las sensaciones. Es fascinante como modula sus textos Kenneth Branagh, incluso Keira Knightley parece ensimismada escuchándole y viendo su actuación. Un actor de primer nivel.

Es evidente que hay elementos necesariamente gratuitos, algo inverosímiles u oportunamente puestos, pero también lo es que se trabajan bien desde el guión gestándolos con cebos y menciones previas, por lo que no parecen sacados de la manga ni mucho menos. Un ejemplo, el infiltrado que mencionan que está trabajando para Cherevin y que permitirá el acceso a Ryan.

El suspense se estira brillantemente en la persecución con la escena de la bombilla, pero de nuevo los villanos hablan demasiado en la resolución, que resulta algo forzada. Es absurdo que no se lleven a Branagh una vez lo tienen a mano, la excusa de la llegada de la policía se antoja débil.




Se inicia una cuenta atrás para el clímax, entramos en la última parte, 18 horas para que lancen el ataque económico junto a un ataque terrorista contra Estados Unidos. Aquí todo se vuelve frenético, las explicaciones son menos, los descubrimientos son excesivamente lúcidos o no del todo bien explicados, pero en general se resuelven las situaciones con solvencia. El ritmo es trepidante, un pulso narrativo excepcional. Estas claves se van resolviendo en la acelerada escena de la investigación informática liderada por Ryan, con un montaje muy ágil.



El clímax es excelente, trepidante, acelerado, enérgico y muy bien rodado. Movilización policial intentando descubrir la furgoneta del terrorista, la persecución con moto… En la pelea entre el hijo de Cherevin y Ryan el villano no tendrá arma oportunamente, tampoco el bueno…





Lo cierto es que la escena final con la furgoneta a toda velocidad y los dos personajes peleando es un cierre de acción muy afortunado. La muerte casi ritual de Branagh, entregándose al sacrificio, un villano trágico, es otro acierto más. Una entrega que se inicia con un plano en su despacho encuadrándole de espaldas frente al cuadro de Napoleón, su nuca, asumiendo la derrota con dignidad.






Branagh ya demostró su talento para rodar escenas de acción, no ya en “Thor” (2011), repleta de efectos digitales, sino en su descomunal obra maestra, una de las grandes películas de las últimas décadas, “Hamlet” (1996). Es evidente que la cinta va a recordar a otras sagas como “Misión imposible” o la trilogía de Bourne, de hecho el estilo de dirección en las peleas puede recordar al de la saga protagonizada por Matt Damon, pero tiene vigor y suficiente personalidad por sí misma. El gusto por el thriller y el suspense, por el policiaco y el cine negro, ya lo demostró Branagh también en cintas como "Morir todavía" (1991), por ejemplo.



Los aspectos técnicos son brillantes, a la ya elogiada labor de dirección de Branagh es necesario sumar la excelsa labor, como siempre, de Patrick Doyle, uno de los mejores compositores actuales y fiel colaborador del realizador. Los actores están muy acertados, un Kevin Costner lleno de carisma y saber hacer, un Chris Pine que se confirma como talento emergente, hace un magnífico trabajo, y un Kenneth Branagh que está por encima de todos, encarnando con maestría y completa sencillez y naturalidad a un gran villano. Se lo ha pasado bien Branagh tanto en su faceta de actor como en la de director. En el debe Keira Knightley, que se nos aparece estropeada y bastante feucha, además su interpretación es la más sosa. Todo lo relacionado con ella parece forzado.



En resumen, un thriller muy entretenido, sofisticado y elegante, sin elementos originales, convencional, con un gran pulso narrativo, talento visual, brillante dirección y buenas interpretaciones. Ideal para pasar un buen rato.






 



4 comentarios:

  1. Estupendo análisis!!!
    Desde luego, una peli a ver sí o sí.
    Branagh es uno de mis favoritos. Como actor, por supuesto, y como director. Muy muy bueno.
    Clásicismo de formación que no le ha encorsetado las maneras, ni apolillado la manera de plantear escenas o dirigir actores.
    Y Chris Pine me deslumbró en Star Trek como Kirk. Ojalá module bien su carrera. Nos puede dar muchos buenos ratos. Desde luego, estar en esta peli es buena señal.
    Y lo de Keira…a quién le puede gustar un palo de escoba inexpresivo. La pobre es todo mandíbula desde sus andanzas como Elizabeth Swan en la saga piratil…
    Lo dicho, me gusta mucho como nos entregas los análisis. Bien diseccionados para que apreciemos las cintas (o las despreciemos, q vaya tela cdo te pones sarcástico-corrosivo como la última, Pompeya!!).
    Un gran trabajo que disfruto especialmente esta vez.
    Besoss!!!

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    1. Estupendo comentario, Reina. Me alegra coincidir con Branagh, uno de los grandes talentos actuales, a la altura de cualquiera, lástima que esté tan desaprovechado. Lo has descrito a la perfección, es lo contrario que le pasó a Laurence Olivier, acartonado a más no poder.

      También concuerdo con Chris Pine, tiene mucha expresividad y una mirada con la que es capaz de jugar muy bien, aquí Branagh le saca partido. Knightley es una decepción...

      Sé que te gustan esos especialmente, estilo POMPEYA jajajaja

      Muchísimas gracias, Reina. Un beso.

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  2. Buena peli, master. Y gran análisis, como de costumbre.

    Muy entretenida y muy buena trama.

    Muy bien todos los actores masculinos, Branagh, Costner y Pine. Lo peor, lo de siempre, la Knightkey esta, siempre con la misma jeta, jode todas las pelis en las que sale.

    Un saludo.

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    1. Muchas gracias, querido amigo Taillon. Me alegra concordar en todo, lo de Keira se ve a la legua, una diferencia que resulta ridícula casi...

      Un saludo, crack.

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