He comentado los paralelismos que tiene esta cinta
conceptualmente, e incluso en el tono y muchos elementos de su desarrollo, con
la joya de Michel Gondry “¡Olvídate de mí!” (2004). Así la causa de la
depresión, tristeza, hastío vital, y apatía de Theodore tendrá su raíz en un
desengaño amoroso, la separación de su mujer, alargando la firma del divorcio
en un claro signo de su necesidad de aferrarse a su recuerdo, de no soltar un
lastre que le perjudica… Será el problema a superar, para lo que tendrá la
inestimable ayuda de Samantha. Necesita pasar página, asumir el hecho. Theodore
sufre un letargo sentimental que afecta a su vida, enclaustrándole, encerrándole.
Jonze mostrará flashes de su relación, recuerdos felices y dolorosos, en sus
momentos de soledad o cuando se encuentre con ella. De esta forma el director
deja pincelas que explican a qué se agarra Theodore.
En alguno de esos flashes lo veremos sin bigote. Aparecen
generalmente cuando se menciona a su mujer.
La relación de Theodore con Samantha es realmente
maravillosa, íntima, exquisita, sincera… Jonze logra hacer creíble esa relación
con los mínimos elementos, logra que la sientas y entiendas lo que ellos, el
hombre y la máquina, sienten. En este sentido el guión es una verdadera joya,
tocando todos los aspectos de esa relación, las fases de su desarrollo y
evolución, los matices, miedos e inseguridades que surgen, jugando con ecos y
paralelismos de forma magistral.
-Con respecto a los paralelismos tendremos muchos, un primer
ejemplo lo encontramos en esa solitaria noche donde Theodore en su cama juguetea
en un chat virtual para saciar lascivos apetitos. Sin pantallas, comunicación
directa, a distancia y con nicks… La escena concluye de forma divertida y
tendrá un marcado contraste en el primer encuentro amoroso de la pareja
protagonista, Theodore y Samantha, en una de las escenas más bellas y
arriesgadas en mucho tiempo, de lo mejor de este excelente año de gran cine y
que analizaré más adelante. De frío y surrealista sexo cibernético a una
relación en perfecta comunión entre mente, cuerpo, deseo e intimidad. Una de
las escenas íntimas más hermosas del cine moderno.
-La complicidad es inmediata, la increíble eficacia e
inteligencia de ese Sistema Operativo recién nacido, así como el sentido del
humor que desprenden los diálogos entre ambos, sobre todo de Samantha, nos
hacen sentir a nosotros como a Theodore, como en casa. Compenetración perfecta.
- En un primer momento Samantha actuará de “secretaria”,
velando por el bien de Theodore y gestionándole documentos. En ese aspecto de
secretaría va englobado la labor de celestina. Aún no está enamorada, por ello
le incitará para que salga con una chica, interpretada por Olivia Wilde. Aquí
vemos como Samantha es parte esencial en la evolución de Theodore, la que lo
hará salir de su apatía y tristeza, de su cascarón. Ella descubre la separación
de su mujer.
-Todas las escenas entre Theodore (Joaquin Phoenix) y
Samantha (Scarlett Johnasson), son increíbles, denotan una complicidad, una
intimidad y una compenetración totales. Nos dejan momentos de encanto, comedia y
romanticismo absolutamente inolvidables.
-La evolución de esta relación pasará por todas las fases,
un conocimiento mutuo profundo, no es un flechazo, primero será una amistad que
irá haciéndose más íntima, como vemos en la primera conversación en la cama
entre ambos, sobre los sentimientos de Theodore con respecto a su mujer.
-La escena donde vemos jugando a Theodore, siguiendo las
instrucciones de Samantha, por la calle, como si fueran una pareja, como niños,
desarrolla esa amistad. El momento donde deciden jugar a inventar
personalidades y relaciones en la gente que ven remite de nuevo a la tesis
esencial de la cinta, el conflicto realidad/ficción. Inventan personajes,
situaciones, realidades, relaciones, como de alguna forma hace él en su
trabajo, como en el arte, como en el cine, como en la vida misma. Aquí será
donde Samantha mencione por primera vez su anhelo de un cuerpo, de forma
sencilla, como un pensamiento vergonzoso y poco importante… pero explicita el
desarrollo que va produciéndose en esa máquina o conciencia artificial con
sentimientos tan reales y profundos como cualquier persona.
Se complementan mutuamente, ella llena su déficit afectivo y
él logra desarrollar emociones en ella, hasta querer un cuerpo para compartir
las experiencias con él de forma plena… un paseo real, sentir lo físico.
-La escena del viaje en metro y el día de playa comienza a
desarrollar la relación amorosa. Una canción, un reflejo. Jonze es un cineasta
muy minimalista, encuentra belleza en lo cotidiano, lo nimio, las pequeñas
cosas, aquí también lo veremos. Complicidad, bromas, Theodore haciendo sentir
cosas nuevas a Samantha, su Sistema Operativo, llevándola a la playa, haciéndola reír, mirando el horizonte, “capturando el momento”, pero no en un sentido
fáustico sino romántico. Theodore empieza a recorrer el camino que lo alejará del
pasado que lo atenaza, comenzará a reflexionar y a abrirse analizando su anterior
relación, sus defectos, los miedos, los temores, las inseguridades… siempre con
reflexiones y diálogos extraordinarios.
“Aún tengo conversaciones con ella en mi mente, repasando
viejos argumentos o defendiéndome de algo que dijo sobre mí”. Todos hemos
sentido y hecho cosas así…
“El pasado es sólo una historia que nos contamos a nosotros
mismos”.
Una relación francamente entrañable, bella, que deja
momentos preciosos, como cuando Samantha confiesa que gusta de ver dormir a
Theodore.
-Vimos como Samantha comenta que tiene ciertos celos de Amy,
nada importante, pero si mostrará inseguridad ante el encuentro de Theodore con
su mujer para el asunto del divorcio, inseguridad siempre vinculada a su falta
de cuerpo. Una inseguridad universal, vinculada a lo que nos falta o creemos
que nos falta.
“… y ella tiene un cuerpo...”.
-Las dudas comenzarán tras la reunión de Theodore con su
mujer. Primero será él el que se cuestione la relación, luego los problemas
vendrán con Samantha. La mujer de Theodore pondrá un punto de vista realista, lo
que acomplejará al manipulable Theodore, que comienza a mostrarse distraído, a
alejarse de Samantha, a contemplar la posibilidad de dejar esa relación, de
ceder a la normalidad. Samantha intentará, por su parte, poner remedio a su
complejo contratando una modelo como sustituta sexual, ella pone el cuerpo y
Samantha la conciencia. Esto acabará desembocando en una breve ruptura.
-La relación se sume así en la soledad, la confusión, la
desorientación… donde los dos se cuestionan a sí mismos, lo que quieren y lo que
son, reflexionando sobre la conveniencia o no de su relación… Sobre todo
Theodore. La normalidad es algo excluyente, por eso hay que respetarla, pero rechazar su imposición. Todos somos diferentes y nos enfrentamos a la vida de forma diferente, lo importante es sentir... de la forma que sea.
-La escena donde Theodore cuenta sus problemas a Amy es de
una belleza arrebatada. El momento donde la ve sonreír y disfrutar mientras
habla con su Sistema Operativo, es decir, sentir de verdad, sentimientos
auténticos, sinceros, verdaderos… será lo que cambié a nuestro protagonista, lo
que le decida a volver con Samantha, dejar complejos a un lado, entender la
autenticidad de sus emociones al verlas retratadas en el rostro de su amiga, a
la que conoce tan bien. Otro momento de intimidad donde Amy es clave para
reconducir su relación.
-La reconciliación entre Theodore y Samantha es el retrato de
su victoria frente a los miedos y complejos, frente a las convenciones que
amenazaban alejarles, aceptando sus diferencias y su circunstancia. Una nueva
fase de su crecimiento.
-El conflicto definitivo se inicia, precisamente, con la
aceptación de la diferencia. Esto quedará simbolizado con el hielo que vemos en
la cabaña donde Theodore y Samantha pasan una noche. Símbolo del estatismo de
él en comparación al ritmo acelerado que Samantha ha empezado a tener,
relacionándose con miles de personas a la vez, dejando a Theodore con un
sentimiento de pérdida al no saberse exclusivo. El hielo y la nieve actúan a
modo de presagio de lo que va a ocurrir, de la congelación de la relación.
También la cafetera funciona como metáfora de la inquietud creciente en
Theodore por el comportamiento y actitud de Samantha, muy sutiles pero que
suponen un cambio en ella, prefiriendo hablar con otros Sistemas Operativo que
con él. Un comportamiento extraño que se ve confirmado en las extrañas
declaraciones amorosas repentinas de Samantha.
-La exclusividad del amor es una de las reflexiones que
suscita la cinta. Cuando Theodore se angustia pensado que Samantha ha
desaparecido conocerá la verdad, el por qué del cambio de Samantha, a qué se ha
producido. Su crecimiento es muchísimo más acelerado que el de él, así como sus
inquietudes, producto de su mayor capacidad, por lo que se ha diversificado de
forma exponencial, hablando con otras 8316 personas en el mismo momento que lo hace
con él. Y lo que es peor, enamorada de 641.
Sentimos el amor de forma exclusivista, necesitamos
sentirnos únicos, especiales para esa persona, no sólo serlo, sino sentirnos.
Por ello es duro aceptar para Theodore esa realidad, aunque los sentimientos de
Samantha no mermen lo más mínimo. La exclusividad nos hace especiales, lo
contrario nos genera inseguridad, nos hace sentir mediocres, vulgares, uno más,
aunque con Samantha no sea así, es un sentimiento humano, es un elemento que
marca diferencias. Theodore no comparte una intimidad exclusiva con Samantha
aunque su relación siga siendo íntima.
-Sus diferencias les hacen crecer a ritmos distintos y avanzar por caminos distintos… Algo que Theodore mencionó como problema en una relación
si no se gestiona bien.
-La escena de la despedida es una maravilla de intimidad y poesía,
ese primer plano de Phoenix tumbado en la cama al que se acerca la cámara, ese
polvo inconexo y simbólico que flota en el aire, esa sensual voz de Scarlett Johnasson… El polvo simboliza la falta de conexión entre ellos por sus diferencias en ese momento. Es de una tristeza,
belleza, intimidad, autenticidad y emoción excepcionales. Un amor eterno que se hace imposible en la diferencia, en
el crecimiento a distinto ritmo. La ilimitada inteligencia de ella a la que no
se puede seguir el ritmo. En esta escena el simbolismo de la nieve tendrá un
eco para confirmar el comentado sentido.
“Si alguna vez llegas allí, ven a buscarme. Nada nos
separaría jamás.”
-La sonrisa de Theodore es la de la aceptación y compresión
absoluta. Sella un vínculo eterno con Samantha, irrompible, aunque por caminos
separados. Una sonrisa que inicia el último paso en su madurez sentimental, el
que le lleva a Amy para darlo junto a ella.
La carta que le manda a su esposa cierra el círculo. Ya no
es una carta para otros, ni intenta simular los sentimientos de otras personas,
son sus sentimientos, su vida, su ex mujer. Está listo para soltar lastre, para
escribir una carta con sus propios sentimientos, para entregarse a lo que venga
con una sonrisa y junto a su amiga Amy. Ha descubierto que no lo había vivido
ni sentido todo, que la vida es una sorpresa que premia a los que no pierden su
niño interior.
La magia.
En “Her” hay magia, una magia que se hace especialmente
patente en las escenas de intimidad de la pareja, Theodore solo en su
habitación, en su cama, acompañado por esa conciencia de la que se va
enamorando. En esos momentos la intimidad que la película, el director y sus
actores logran transmitir es absolutamente increíble. Además los diálogos son
de una belleza y profundidad conmovedora y desbordante.
-La primera de las conversaciones íntimas en la penumbra de
la habitación, con Theodore desperezándose, tratará del recuerdo de su mujer,
los sentimientos que tiene en ese momento con respecto a ella y la situación
tras separarse. Allí Theodore se sincerará con su confidente Samantha… Descuidó
a su mujer pero la sigue queriendo, reflexionará sobre el sufrimiento, el
dolor, que produce no ver tus sentimientos comprendidos por el otro…
Joaquin Phoenix está espléndido en toda la película, pero
este momento en especial, al ver como se le humedecen los ojos en primer e
íntimo plano recordando estas cosas es, nuevamente, mágico, la magia y
autenticidad del cine. Cuando Samantha lo vea así afectado lo reactivará con
bromas, en un conocimiento perfecto de su sensibilidad, en una demostración de
cariño de una amiga que se va convirtiendo en esencial. Los dos se van
convirtiendo en esenciales para el otro, ya que Theodore actúa, quizá sin
saberlo, en maestro emocional y vital de Samantha.
“Sigo esperándola porque me importa”.
-Tras la cita con Olivia Wilde, Samantha y Theodore volverán
a habla en la intimidad de su habitación, allí dejarán reflexiones, frases y
diálogos que son perfecto ejemplo de la belleza y brillantez antes mencionada.
“Sabes, a veces creo que ya he sentido todo lo que voy a
sentir jamás, y que de aquí en adelante nunca voy a sentir algo nuevo. Sólo
versiones más pequeñas de lo que ya he sentido”.
Dije q no lloraría. Rectifico.
ResponderEliminarMaravilloso análisis. Delicado y poético, cálido e íntimo (casi parece q me lo contaras a mí) como esta peli.
Gracias sensei.
Un abrazo. (Cuidao q estoy mocosa del lloro.)
Me alegra que la hayas sentido así porque así me sentí escribiéndola. Es una película profunda que despierta sentimientos. Honda.
EliminarUn abrazo, llora con tranquilidad :))
Sabes cuando te cuentan algo susurrandote al oído? Asi he sentido tu crítica..
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, ya casi había olvidado como escribías, disculpa el "abandono"
Estoy deseando verla y ,seguro de que cuando eso suceda, me vendrán frases tuyas a la mente :)
Esperando las dos partes que quedan :)
Gracias!
Me alegra que así fuera Luna. Eso que comentas es muy cierto, la película se siente así y cuando la escribía era ese el tono que sentía, el del susurro. Has puesto un comentario precioso.
EliminarUn beso. Ahora llegan!
Gracias a ti.