Richard Brooks es uno de los más infravalorados directores
de Hollywood, un maestro absoluto que es bastante desconocido por el gran
público, y eso aunque tenga una filmografía repleta de títulos maravillosos y
un buen puñado de obras de arte auténticas. Es una de mis debilidades
porque me ha hecho disfrutar siempre,
incluso con títulos poco conocidos. Disfruté con él cuando mi ignorancia
cinéfila era mucho mayor y le cogí la matrícula.
Títulos como “La gata sobre el tejado de zinc” (1958), “El
fuego y la palabra” (1960) o “Dulce pájaro de juventud” (1962), son obras
conocidas por la mayoría, aunque no recuerden al director, pero otras más
desconocidas como los western “La ultima caza” (1956) o “Muerde la bala”
(1975), por el que tengo especial debilidad, son cintas realmente
inconmensurables. Ni falta hace mencionar su adaptación al libro de Truman
Capote “A sangre fría” (1967), otra genialidad.
“El cuarto poder” es uno de sus primeros trabajos, un
magistral acercamiento al mundo del periodismo, profesión que ha dado un buen
número de obras maestras al cine. “The Day” está a punto de ser vendido, ante
esta desoladora situación su director, Ed Hutcheson (Humphrey Bogart), decide
echar el resto y siendo fiel a sí mismo y al riguroso y escrupuloso amor por
el periodismo puro que defiende, intentará sacar a la luz todos los chanchullos
de un importante jefe de la mafia, Tomas Rienzi (Martin Gabel).
Uno no puede dejar de embobarse por el mimo con el que los
cineastas clásicos mostraban a los trabajadores en su entorno y a dicho entorno, acaban logrando siempre que quieras ser periodista, policía, minero o
marinero según trate la película. Aquí disfrutaremos del funcionamiento de la
redacción de ese periódico, “The Day”, que está a punto de ser vendido y
cerrado, y en especial del trabajo idealista y honesto de su director, que
interpreta el descomunal Humphrey Bogart, uno de los más grandes.
“No somos detectives ni tampoco filántropos”.
Esta frase que mantiene Bogart tendrá que rectificarla al
final de la película, un buen periodista tiene un poco de filántropo y un mucho
de detective.
La dirección clásica de Brooks es deslumbrante, y sorprende
especialmente tratándose de un primerizo en estas lides, si bien es cierto que su
faceta de guionista ya había dado joyas como “Cayo Largo” (1948), por ejemplo.
El impulso del más grande, de Cary Grant, llevó a Brooks a la dirección con la
película “Crisis” (1950), protagonizada, precisamente, por Grant.
Aquí veremos su talento y dominio el lenguaje
cinematográfico en un buen número de ocasiones, por ejemplo en ese plano
solitario de la mujer del dueño fallecido del periódico, que nos indica que no
está del todo de acuerdo con esa venta que su familia está a punto de acometer
con su apoyo incluido. Una estupenda Ethel Barrymore a la que se sitúa sola a
uno de los lados de una gran mesa. El dinero y los negocios acabando
con el periódico, a lo que Bogart sólo puede contrastar su idealismo y su
trabajo.
-Frank (Ed Begley): Era un gran periodista.
-Hutcheson (Bogart): Pero no era un buen padre.
La película tiene un ritmo trepidante, no llega a la ahora y
media de metraje y pasa de todo a la vez que se desarrollan con increíble
talento trama y personajes.
El periodismo de verdad se ve amenazado por el sensacionalista, periódicos que se basan en las noticias de sucesos, los horóscopos y el amarillismo, un periodismo más superficial pero de mayor éxito, un periodismo del que se aleja como de la peste “The Day”. La escena del “velatorio” al periódico moribundo es estupenda y muy original, allí tendremos ocasión de ver a Bogart con gabardina, sombrero, un piano, un whisky y una depresión… es decir, algo que justificaría por sí solo cualquier película. Pocas cosas hay mejores que eso en el cine. Es puro carisma. Nuestro deprimido periodista recibirá la visita de un ilusionado novato recién salido de la facultad que busca trabajo, un joven idealista. Bogart le pondrá los pies en el suelo…relativamente. Se siente identificado y aunque él no puede darle trabajo por el cierre de su periódico le animará a insistir en ello. Al final Brooks no se olvidará de este personaje cuando todo se solucione.
Me encanta la escena en la que Bogart busca refugio en casa
de su mujer, Nora Hutcheson (Kim Hunter), una escena muy simpática, cercana a
la alta comedia con un borrachín Bogart. Brooks retrata a la perfección cómo
está esa relación, un Bogart enamorado y una mujer escéptica con sus múltiples
promesas que está intentando reiniciar su vida sin él… pero también sigue
enamorada. En esta escena podemos destacar ese plano, tras el beso etílico de
Bogart a su mujer, donde Brooks encuadra a una tentada e inquieta Nora con el
dormitorio y su cama al fondo. Soberbio y sutil. Ella es fotógrafa y trabajó en
el periódico de su marido. Las fotos del nuevo chico de la mujer parecen estar
en todos los lugares de la casa.
“No me gusta, luego buscaré la razón”.
Una fantástica escena matrimonial desde el comienzo a su espléndida rúbrica
final.
Todo cambiará con la paliza a uno de los empleados de
Bogart, un reportero que buscaba más claves para denunciar a un importante
mafioso. Esto incentivará e impulsará definitivamente a Bogart y a su vocación
periodística, será su motivación. Empezamos a ver que la labor detectivesca y
de investigación está íntimamente relacionada con el periodismo. Bogart incluso
donará dinero a la familia del periodista de su propia cuenta y conseguirá el
mejor doctor posible.
En otra maravillosa secuencia Brooks manejará los contrastes
de forma maestra. Mientras Bogart moviliza a todo el periódico para ponerse
manos a la obra sobre el asunto del mafioso Rienzi, un asunto de verdadera
altura periodística, se salpican pequeños flashes de sus trabajadores hablando del caso de la
mujer ahogada que Bogart deshechó a páginas interiores por considerarlo
amarillista. De esta forma el director contrasta las dos tendencias que
acabarán uniéndose al final. No hay noticia pequeña, la cuestión es la
profundidad con la que la trates y la importancia real que tenga.
-Hutcheson: Estás despedido.
-Reportero: Un momento…
-Hutcheson: Págale y échale de aquí.
-Reportero: ¿Por qué se excita? Todos estamos despedidos.
-Hutcheson: Ese es tu error.
-Reportero: He trabajado aquí 4 años.
-Hutcheson: Ese fue mi error.
El periódico a pleno rendimiento contra el mafioso Rienzi.
El periodismo puro, bajo el mando de Bogart, para salvar el periódico.
El resto de periódicos consideran anticuadas las formas de
“The Day”, la modernidad está en el amarillismo, el morbo y el impacto. Aún así,
cuando el rigor debe imponerse incluso los periódicos más dados a ese
amarillismo verán en “The Day” un referente, una visión muy idílica, desde
luego.
El periodismo impreso tiene su salvación en la investigación
y la opinión, ya que actualmente hay otros medios mucho más inmediatos para
conocer la actualidad. Desde la investigación y la opinión el periodismo de
papel debe mantenerse. Un buen trabajo periodístico creará tendencia, otros
seguirán esa investigación, como hace el amarillista "Standart" en la película… y
todo ello redundará en beneficio de la gente, de la verdad. Es por esto, por la
difusión que tiene, que el periodismo es el 4º poder. También por el prestigio que les dé el rigor de sus
informaciones, pero esto hay que ganárselo.
La trama matrimonial me resulta encantadora, tendremos otra
escena al respecto en un restaurante con momentos muy simpáticos y otros más
dramáticos. Una preciosa escena con una gran conversación y sobresalientes
diálogos. De igual forma la narración se sigue salpicando con el caso de la
mujer ahogada, comienza a dar claves para el caso de Rienzi, las dos historias
se entrelazan, como se preveía.
“Siga llamándola señora Hutcheson”.
Inteligentemente Brooks, para reducir esa previsibilidad de
que las dos historias, la de Rienzi y la de la mujer ahogada, se vayan a unir,
usa el chismorreo como coartada, manejándolo como contraste para que el
espectador dude si acabarán uniéndose definitivamente o se quedará en una
reflexión sobre las dos vías hacia las que enfocar el periodismo.
La vida personal y profesional volverá a mezclarse, al tiempo
que la historia del triángulo amoroso se desarrolla, en la escena del encuentro
entre Bogart y el nuevo novio de su mujer.
La buena de Ethel Barrymore nos sigue dejando grandes
momentos y frases antológicas.
“Os alegrará saber que la estupidez no es hereditaria, la
adquiristeis por vuestra cuenta”.
Hay mucha nostalgia en la película en esa mirada hacia los
nuevos tiempos superficiales y cínicos. Será la mujer del dueño del periódico
la que rectifique en contraste con sus hijas que no miran más allá del dinero. Se considerará que el estilo de periodismo auténtico de “The Day” es anticuado,
y todo lo que tiene que ver con las nuevas generaciones manifiestan un cinismo
y falta de lealtad evidente. Brooks defiende los valores de toda la vida que parecen conservar sólo
las generaciones más “anticuadas”. En una conversación entre Ethel Barrymore y
Humphrey Bogart tendremos un buen diálogo en este sentido.
-Barrymore: Más flexibles. Las chicas de hoy tienen
empaque, pero son… quebradizas, se rompen fácilmente. No aguantan los golpes.
-Bogart: Mucho descaro y poco coraje.
Los diálogos son magistrales, uno de los puntos fuertes de
la cinta. He ido dejado pequeñas joyas, aquí va otra.
Rienzi: Quisiera que usted fuese amigo mío.
Hutcheson: Ya tengo un amigo.
Otra más.
“Una prensa libre, lo mismo que una vida libre, es siempre
arriesgada”.
La muerte del hermano de la mujer ahogada (Joe De Santis),
resulta tremendamente simbólica al caer sobre las rotativas del periódico. Ese
sótano donde están las rotativas es el lugar donde se gesta todo, donde se
desvela todo, donde se inicia todo.
El juicio donde se dilucidará el futuro de “The Day” nos
dejará, como mandan los cánones en las películas de juicios, un discurso
apologético, en este caso sobre la prensa libre como una de las principales
vías contra desmanes, abusos e injusticias. Un discurso que resulta algo
forzado en la manera de presentarlo, pero es una manera habitual de expresar los postulados de muchas
películas. Los juicios. La libertad de prensa y la competencia como pilares vertebradores de una sana democracia.
Bogart está pletórico en todas las escenas, incluida la de
su discurso, pero tras él nos dejará uno de esos momentos que lo hacen tan
grande. Hablará por teléfono para dar las noticias sobre el veredicto y una sutilísima
sonrisa nos dirá absolutamente todo lo que le han comentado desde el otro lado
del hilo telefónico. La clase magistral de Bogart. Su tempo, su socarronería,
su ironía, esas frases lapidarias, esa forma de lanzarlas a la cara, esos gestos displicentes… ¡qué talento!
Otro ejemplo lo tendremos en otro sutil gesto, el de orgullo
ante las palabras de la madre de la mujer ahogada que da la clave para la
resolución del caso al bueno de Bogart. Una recompensa al buen trabajo.
La cinta tiene algunos defectos, aparte del forzado
discurso, que es uno menor, hubiera sido preferible que el novio de la mujer de
Bogart no hubiera aparecido en escena, hubiera dotado de más fuerza a la
historia y su presencia en una escena suelta queda coja. Nora y Hutcheson se
reunirán felizmente, como no podía ser de otra forma.
En la parte final, el momento con los dos matones vigilando a Bogart
resulta confuso y da cierta sensación que algo inconcluso. Aparecen, miran por
allí no se sabe muy bien qué, y como aparece un policía en ese momento no
volvemos a saber de ellos. Un atentado frustrado, vamos.
“El cuarto poder” es una reivindicación al periodismo
verdadero, un periodismo que parece casi muerto o agonizante, el periodismo
imprescindible en una sana democracia, con una mirada esperanzada en su pervivencia.
Si os gusta el cine negro, las tramas de periodismo y un
Bogart haciendo de Bogart en plenitud, no lo penséis dos veces, disfrutaréis.
Grande Boggey…
ResponderEliminarQué tremendamente actual y digna de ser tenida en mente para la reflexión por parte de los periidistas actuales…
Ains…
Gracias Sambo!!
Bss!
Te va a gusta Reina, si la consigues ya verás. Muy actual, muy buena.
EliminarBesos