El duro trabajo de peloteo del rudo Gooper y la mezquina Mae
será incesante, especialmente por parte de ella, un peloteo que tiene poco
futuro con el gran jefe de la familia. Mae tiene 5 hijos y espera el sexto, es
la antítesis, en todos los sentidos, de Maggie. El abuelo nos confirmará algo
que dijo Maggie, su preferencia por ellos antes que por su cuñada y su otro hijo. Su cara de
felicidad al ver a Taylor y su deseo de charlar con su hijo Brick son
clarificadores ejemplos que contrastan con la incomodidad y asco con que recibe
las muestras, falsas y forzadas, de afecto de Mae y sus aleccionados nietos. La
crudeza del personaje interpretado por Burl Ives es tremenda, no se anda por
las ramas y es claro y contundente, un mal humor sólo atemperado por la
dulzura de Elizabeth Taylor y sus ganas de hablar con Brick.
El abuelo Pollitt está desahuciado, pero el médico de la
familia ha mentido a todos al no verse capaz de decirle la verdad, con lo que
el gran patriarca está que se sale, rebosa vitalidad creyéndose sano, incluso
se mostrará galante e insinuante, sin cortarse un pelo, con Maggie.
“La gata sobre el tejado de zinc” es un drama
extraordinariamente intenso, por ello se incluyen pequeños elementos de humor
tanto en la puesta en escena como en los diálogos, repletos de ironía. Un
ejemplo lo tendremos en la referencia de Maggie a los hijos de Gooper y Mae,
sobre que no tienen cuello, algo que en un acierto de casting se comprueba como
¡absolutamente cierto! Cada aparición de los niños o los cuñados despierta
cierta hilaridad y a la vez frustración, ya que ciertamente dan ganas de
envenenar a esos niños y hacer que su madre sufra penurias varias. Una buena
tortura para ella sería someterla a meses de sufrimiento oyendo y viendo las
insoportables cancioncillas y coreografías, con las que aleccionó a los críos,
día y noche sin descanso. La cena de la fiesta de cumpleaños es un buen ejemplo
de todo esto.
La muleta de Newman es casi un personaje más, en cierto
sentido le sirve de protección contra las tentaciones, es simbólica, como el
alcohol. A ello se referirá el padre posteriormente, al uso de “muletas” para
seguir viviendo que necesita Newman. Sin ella se siente desprotegido,
vulnerable a la tentación de Maggie y ante su padre. El calor, Maggie en
combinación, seductora, el sudor… todo es demasiado para un Newman sin muleta.
Newman tiene un evidente resquemor hacia lo que representa su padre, hacia su
supuesta grandeza basada en el dinero, lo hará patente en contestación a la
defensa que Maggie pretende de sus intereses.
Newman no aceptará ningún gesto de cariño, es lo que le hace
vulnerable, es lo que anhela, como sabremos al final, por ello no quiere
someterse a ellos, resquebrajarían su muro, así que se mantiene firme, obtuso,
cabezota, obcecado, negándose a esas muestras tanto de Maggie como de su padre.
Esta herido, frustrado.
“¿Te das cuenta de que es la primera vez que levantas la voz
desde hace tiempo? ¿Se agrieta el muro de piedra?”
Esta firmeza se nos muestra impostada en sutiles detalles
que nos deja Brooks, las miradas deseosas a su mujer, su rapto de ira o el
amago de abrazo a Maggie cuando ella lo abraza a él. Se corregirá en pleno
movimiento y la alejará de sí mismo bruscamente, yendo a refugiarse al baño para consolar su deseo acariciando en soledad el camisón de ella. Controlando su deseo,
titubeando, resquebrajándose su resistencia.
La madre Pollitt (Judith Anderson) también será un personaje
importante, representante de la tradicional mujer sureña, sometida al marido y
entregada en vida y alma a él, consciente de que su obligación es atenderlo y
darle descendencia. Echará en cara a Maggie que aún no la haya tenido ella,
llegará a decir que la ausencia de hijos es la causa de casi todos los problemas
matrimoniales. También está en contra de la intimidad en su casa, algo que
Maggie buscaba con Brick.
“Eso es injusto”.
El apodo de gata no puede irle mejor al personaje de Taylor,
es hábil, lista, sibilina, inteligente y saca las uñas… Nos deleitará con sus mañas
para lograr que Brick escriba la tarjeta para el regalo que ella misma compró
en su nombre y en secreto para su padre. Además comprobaremos su influencia
cuando Brick aparezca con un pijama de seda, como ella le pidió poco antes.
Taylor se asemeja en ocasiones a una lady Macbeth sureña y de buenas
intenciones.
Maggie hablara de la pobreza pasada en su infancia, lo hará
sentada, en plano de inferioridad con respecto a Newman, como asumiendo su inferior
clase social. De ahí se desprende el deseo de que su marido no pierda lo que le
corresponde, le hizo falta el dinero y cierta avaricia también se apodera de
ella, pero descubriremos poco a poco que sólo en un sentido, como defensa de Brick… justo antes de que salga el nombre de Skipper. La avaricia de Taylor
poco tiene que ver con la de Gooper y Mae, su prioridad son sus sentimientos
hacia su marido, algo que deberá aprender y reconocer Newman, que en su total
desapego hacia la herencia la mezcla en la generalización de las mezquindades y
mentiras que lo rodean.
“La gata sobre el tejado de zinc” tiene una construcción
magistral, no serán pocos los detalles que desarrolle al respecto a todos los
niveles. Un ejemplo de anticipación desde el guión y la interpretación lo
tenemos en el personaje del médico, el doctor Baugh (Larry Gates),
apesadumbrado desde que bajó del avión, abrumado por la culpa de su mentira que
acabará confesando posteriormente al propio Brick. Su padre se muere.
La crueldad de algunos diálogos y momentos, una crueldad
desnuda, es significativa, ya vimos algunas salidas de tono del patriarca de la
familia y sus contestaciones a su mujer y nietos. Tendremos otro de estos
ejemplos en la contestación de una de las repelentes niñas cuellicortas a
Maggie.
“Tienes envidia porque no puedes tener niños. Lo ha dicho
mamá”.
En este sentido las palabras de Newman a Taylor no se quedan
atrás, duras y contundentes, rehecho con su muleta. Veremos varios picados
desde la habitación de Newman, que mira al jardín de abajo, marcando la
distancia que separa a ese deteriorado personaje de su familia. Un Brick
acorralado suplicará a los de abajo que suban, algo que tardarán mucho en hacer
en un evidente recurso teatral, aliviado por la llegada de una de las niñas de
Gooper y Mae, como he comentado.
El manejo del espacio escénico en la cinta y por Brooks es
excepcional y lo iré desarrollando en distintos puntos y momentos. Uno de los
elementos del decorado que serán clave son las escaleras. Decorados que son
simbólicos y están perfectamente integrados y fusionados con la progresión de
personajes y trama, detalles de extraordinario talento.
Llegamos a uno de los primeros momentos bisagra de la
narración, el primer encuentro entre padre e hijo, punto de inflexión narrativo
y que marcará el inicio del resquebrajamiento de Brick y la maduración de
todos. El padre confesará sus verdaderos sentimientos, la falta de amor hacia
su esposa, a la que hará un desplante cuando ésta hable de su primer beso y el
nacimiento de Gooper… Este desplante nos recordará a los que Brick hizo
anteriormente a Maggie… todo lo malo se pega. La conversación entre ambos
tendrá muchos momentos donde también estarán espalda contra espalda, aún no es
momento de liberarse de todos los pesos y complejos cara a cara, se marca así
desde la puesta en escena el muro que aún los separa.
El abuelo Pollitt no podrá ocultar sus gestos de desprecio y
asco ante las falsas atenciones por su cumpleaños, también mostrará su
completa indiferencia hacia Mae. Un escena en la habitación de Brick,
multitudinaria y donde Mae no tendrá escrúpulos en enfrentarse con Maggie para
intentar ridiculizarla. Mae y Gooper, sobre todo la primera, siempre aparecerán
deambulando, espiando, husmeando, como perros de presa, parásitos anhelantes de
secretos que puedan favorecerles. Rastreadores de muerte y dinero.
El manejo del espacio escénico con contenido y significación
es una de las genialidades de la película. Trataré el tema en profundidad un poco
más adelante, pero valga como ejemplo el momento en esta secuencia en el que el
jefe de los Pollitt se reivindica y da a valer ante su mujer, entusiasmado con
su buena salud, hablando de proyectos futuros y haciendo reproches desagradables. En ese momento
veremos a la veterana pareja al fondo y a Newman y Taylor fuera, en primer
plano en la terraza, conocedores del verdadero estado de salud del viejo, separándose así la verdad del engaño desde la puesta en escena. La
escena concluirá una vez el abuelo se desahogue con esas rudas y duras
palabras, que vuelven a escenificar un paralelismo con las que Newman le dedicó
a Taylor, con un plano discreto, lejano, encuadrado desde el marco de la puerta
hacia el que la resignada mujer se acercará con la tarta de celebración en un
escalofriante contraste. La soledad en la que queda el abuelo es condenatoria,
del mismo modo que Brooks se solidariza con la mujer al atraerla hacia cámara.
La mujer, interpretada por Judith Anderson, mantendrá una
dignidad y respeto por su marido total y absoluta en todo momento.
El gesto que hará Newman de limpiarse el beso de su mujer no
pasará desapercibido para su padre, que elogiará su belleza física por encima
de la de Mae. Todos los comentarios del padre suelen ser increíblemente
superficiales al principio. Será aquí donde Newman confirme lo comentado con anterioridad,
que no aguanta la avaricia de su mujer y su cuñada, que aparecerá espiando y
husmeando por fuera como de costumbre, y todo lo que envuelve la falsedad y
peloteo reinante para intentar satisfacer al padre y así mendigar favores y
dólares. Esto tiene un poco de hipocresía por parte de Newman, ya que la
verdadera razón de su desprecio a Taylor es otra, como iremos sabiendo. Por
fortuna el padre descubrirá a Mae y hablará con su contundencia habitual…
“La mujer de Gooper es una magnífica coneja, no me negarás
que es fecunda, ya tiene cinco gazapos y lo que vendrá”.
Dedicada a María y a Rosa, estimadas cinéfilas de gran gusto.
Cómo nos gusta "La gata...", Mr.Sambo.Ahora a esperar la tercera parte.
ResponderEliminarUn abrazo,
Patricia
Nos gusta Patricia, nos gusta jaja. Un abrazo
EliminarLas dos partes del tirón. Un poco out estos días. Sabes cto me gusta Tennessee y cto me gusta tu manera d explicarnos detalles, d analizar. Aportan mucho a lo poco q podamos conocer o haber visto.
ResponderEliminarY los protas. Nunca más Liz estuvi TAN PERFECTA como aquí. En cuerpo y alma. Y lo mismo para Paul.
Y la glosa d la obra de T. Williams. Muy muy buena, adás d la peli en sí.
Gracias sensei. De lo poco placentero q vivo estas jornadas…
Mil besos!!!
Muchas gracias Reina, satisface enormemente que sea así, aunque desearía que hubiera más cosas placenteras. Creo que mañana te gustará, muchos detalles clave. Sí, m egustó poner algo de Tennessee... Lo de Paul es insultante jajaja
EliminarUn besazo.