miércoles, 12 de junio de 2013

Crítica: LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC (1958) -Parte 2/4-

RICHARD BROOKS











El duro trabajo de peloteo del rudo Gooper y la mezquina Mae será incesante, especialmente por parte de ella, un peloteo que tiene poco futuro con el gran jefe de la familia. Mae tiene 5 hijos y espera el sexto, es la antítesis, en todos los sentidos, de Maggie. El abuelo nos confirmará algo que dijo Maggie, su preferencia por ellos antes que por su cuñada y su otro hijo. Su cara de felicidad al ver a Taylor y su deseo de charlar con su hijo Brick son clarificadores ejemplos que contrastan con la incomodidad y asco con que recibe las muestras, falsas y forzadas, de afecto de Mae y sus aleccionados nietos. La crudeza del personaje interpretado por Burl Ives es tremenda, no se anda por las ramas y es claro y contundente, un mal humor sólo atemperado por la dulzura de Elizabeth Taylor y sus ganas de hablar con Brick.




El abuelo Pollitt está desahuciado, pero el médico de la familia ha mentido a todos al no verse capaz de decirle la verdad, con lo que el gran patriarca está que se sale, rebosa vitalidad creyéndose sano, incluso se mostrará galante e insinuante, sin cortarse un pelo, con Maggie.



La gata sobre el tejado de zinc” es un drama extraordinariamente intenso, por ello se incluyen pequeños elementos de humor tanto en la puesta en escena como en los diálogos, repletos de ironía. Un ejemplo lo tendremos en la referencia de Maggie a los hijos de Gooper y Mae, sobre que no tienen cuello, algo que en un acierto de casting se comprueba como ¡absolutamente cierto! Cada aparición de los niños o los cuñados despierta cierta hilaridad y a la vez frustración, ya que ciertamente dan ganas de envenenar a esos niños y hacer que su madre sufra penurias varias. Una buena tortura para ella sería someterla a meses de sufrimiento oyendo y viendo las insoportables cancioncillas y coreografías, con las que aleccionó a los críos, día y noche sin descanso. La cena de la fiesta de cumpleaños es un buen ejemplo de todo esto.




La muleta de Newman es casi un personaje más, en cierto sentido le sirve de protección contra las tentaciones, es simbólica, como el alcohol. A ello se referirá el padre posteriormente, al uso de “muletas” para seguir viviendo que necesita Newman. Sin ella se siente desprotegido, vulnerable a la tentación de Maggie y ante su padre. El calor, Maggie en combinación, seductora, el sudor… todo es demasiado para un Newman sin muleta. Newman tiene un evidente resquemor hacia lo que representa su padre, hacia su supuesta grandeza basada en el dinero, lo hará patente en contestación a la defensa que Maggie pretende de sus intereses.


Yo no estoy viviendo contigo, ocupamos los dos la misma jaula y nada más”.

Newman no aceptará ningún gesto de cariño, es lo que le hace vulnerable, es lo que anhela, como sabremos al final, por ello no quiere someterse a ellos, resquebrajarían su muro, así que se mantiene firme, obtuso, cabezota, obcecado, negándose a esas muestras tanto de Maggie como de su padre. Esta herido, frustrado.


“¿Te das cuenta de que es la primera vez que levantas la voz desde hace tiempo? ¿Se agrieta el muro de piedra?”

Esta firmeza se nos muestra impostada en sutiles detalles que nos deja Brooks, las miradas deseosas a su mujer, su rapto de ira o el amago de abrazo a Maggie cuando ella lo abraza a él. Se corregirá en pleno movimiento y la alejará de sí mismo bruscamente, yendo a refugiarse al baño para consolar su deseo acariciando en soledad el camisón de ella. Controlando su deseo, titubeando, resquebrajándose su resistencia.

La madre Pollitt (Judith Anderson) también será un personaje importante, representante de la tradicional mujer sureña, sometida al marido y entregada en vida y alma a él, consciente de que su obligación es atenderlo y darle descendencia. Echará en cara a Maggie que aún no la haya tenido ella, llegará a decir que la ausencia de hijos es la causa de casi todos los problemas matrimoniales. También está en contra de la intimidad en su casa, algo que Maggie buscaba con Brick.


Tú no tienes hijos y Brick se emborracha”.

Eso es injusto”.


El apodo de gata no puede irle mejor al personaje de Taylor, es hábil, lista, sibilina, inteligente y saca las uñas… Nos deleitará con sus mañas para lograr que Brick escriba la tarjeta para el regalo que ella misma compró en su nombre y en secreto para su padre. Además comprobaremos su influencia cuando Brick aparezca con un pijama de seda, como ella le pidió poco antes. Taylor se asemeja en ocasiones a una lady Macbeth sureña y de buenas intenciones.

Maggie hablara de la pobreza pasada en su infancia, lo hará sentada, en plano de inferioridad con respecto a Newman, como asumiendo su inferior clase social. De ahí se desprende el deseo de que su marido no pierda lo que le corresponde, le hizo falta el dinero y cierta avaricia también se apodera de ella, pero descubriremos poco a poco que sólo en un sentido, como defensa de Brick… justo antes de que salga el nombre de Skipper. La avaricia de Taylor poco tiene que ver con la de Gooper y Mae, su prioridad son sus sentimientos hacia su marido, algo que deberá aprender y reconocer Newman, que en su total desapego hacia la herencia la mezcla en la generalización de las mezquindades y mentiras que lo rodean.


La gata sobre el tejado de zinc” tiene una construcción magistral, no serán pocos los detalles que desarrolle al respecto a todos los niveles. Un ejemplo de anticipación desde el guión y la interpretación lo tenemos en el personaje del médico, el doctor Baugh (Larry Gates), apesadumbrado desde que bajó del avión, abrumado por la culpa de su mentira que acabará confesando posteriormente al propio Brick. Su padre se muere.


La crueldad de algunos diálogos y momentos, una crueldad desnuda, es significativa, ya vimos algunas salidas de tono del patriarca de la familia y sus contestaciones a su mujer y nietos. Tendremos otro de estos ejemplos en la contestación de una de las repelentes niñas cuellicortas a Maggie.

Tienes envidia porque no puedes tener niños. Lo ha dicho mamá”.





En este sentido las palabras de Newman a Taylor no se quedan atrás, duras y contundentes, rehecho con su muleta. Veremos varios picados desde la habitación de Newman, que mira al jardín de abajo, marcando la distancia que separa a ese deteriorado personaje de su familia. Un Brick acorralado suplicará a los de abajo que suban, algo que tardarán mucho en hacer en un evidente recurso teatral, aliviado por la llegada de una de las niñas de Gooper y Mae, como he comentado.



Madurando.

El manejo del espacio escénico en la cinta y por Brooks es excepcional y lo iré desarrollando en distintos puntos y momentos. Uno de los elementos del decorado que serán clave son las escaleras. Decorados que son simbólicos y están perfectamente integrados y fusionados con la progresión de personajes y trama, detalles de extraordinario talento.



Llegamos a uno de los primeros momentos bisagra de la narración, el primer encuentro entre padre e hijo, punto de inflexión narrativo y que marcará el inicio del resquebrajamiento de Brick y la maduración de todos. El padre confesará sus verdaderos sentimientos, la falta de amor hacia su esposa, a la que hará un desplante cuando ésta hable de su primer beso y el nacimiento de Gooper… Este desplante nos recordará a los que Brick hizo anteriormente a Maggie… todo lo malo se pega. La conversación entre ambos tendrá muchos momentos donde también estarán espalda contra espalda, aún no es momento de liberarse de todos los pesos y complejos cara a cara, se marca así desde la puesta en escena el muro que aún los separa.



El abuelo Pollitt no podrá ocultar sus gestos de desprecio y asco ante las falsas atenciones por su cumpleaños, también mostrará su completa indiferencia hacia Mae. Un escena en la habitación de Brick, multitudinaria y donde Mae no tendrá escrúpulos en enfrentarse con Maggie para intentar ridiculizarla. Mae y Gooper, sobre todo la primera, siempre aparecerán deambulando, espiando, husmeando, como perros de presa, parásitos anhelantes de secretos que puedan favorecerles. Rastreadores de muerte y dinero.


El manejo del espacio escénico con contenido y significación es una de las genialidades de la película. Trataré el tema en profundidad un poco más adelante, pero valga como ejemplo el momento en esta secuencia en el que el jefe de los Pollitt se reivindica y da a valer ante su mujer, entusiasmado con su buena salud, hablando de proyectos futuros y haciendo reproches desagradables. En ese momento veremos a la veterana pareja al fondo y a Newman y Taylor fuera, en primer plano en la terraza, conocedores del verdadero estado de salud del viejo, separándose así la verdad del engaño desde la puesta en escena. La escena concluirá una vez el abuelo se desahogue con esas rudas y duras palabras, que vuelven a escenificar un paralelismo con las que Newman le dedicó a Taylor, con un plano discreto, lejano, encuadrado desde el marco de la puerta hacia el que la resignada mujer se acercará con la tarta de celebración en un escalofriante contraste. La soledad en la que queda el abuelo es condenatoria, del mismo modo que Brooks se solidariza con la mujer al atraerla hacia cámara.


“…incluso quería tu odio y tu dureza”.

La mujer, interpretada por Judith Anderson, mantendrá una dignidad y respeto por su marido total y absoluta en todo momento.

El gesto que hará Newman de limpiarse el beso de su mujer no pasará desapercibido para su padre, que elogiará su belleza física por encima de la de Mae. Todos los comentarios del padre suelen ser increíblemente superficiales al principio. Será aquí donde Newman confirme lo comentado con anterioridad, que no aguanta la avaricia de su mujer y su cuñada, que aparecerá espiando y husmeando por fuera como de costumbre, y todo lo que envuelve la falsedad y peloteo reinante para intentar satisfacer al padre y así mendigar favores y dólares. Esto tiene un poco de hipocresía por parte de Newman, ya que la verdadera razón de su desprecio a Taylor es otra, como iremos sabiendo. Por fortuna el padre descubrirá a Mae y hablará con su contundencia habitual…



La mujer de Gooper es una magnífica coneja, no me negarás que es fecunda, ya tiene cinco gazapos y lo que vendrá”.

 

Dedicada a María y a Rosa, estimadas cinéfilas de gran gusto.

4 comentarios:

  1. Cómo nos gusta "La gata...", Mr.Sambo.Ahora a esperar la tercera parte.
    Un abrazo,
    Patricia

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  2. Las dos partes del tirón. Un poco out estos días. Sabes cto me gusta Tennessee y cto me gusta tu manera d explicarnos detalles, d analizar. Aportan mucho a lo poco q podamos conocer o haber visto.
    Y los protas. Nunca más Liz estuvi TAN PERFECTA como aquí. En cuerpo y alma. Y lo mismo para Paul.

    Y la glosa d la obra de T. Williams. Muy muy buena, adás d la peli en sí.

    Gracias sensei. De lo poco placentero q vivo estas jornadas…

    Mil besos!!!

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    1. Muchas gracias Reina, satisface enormemente que sea así, aunque desearía que hubiera más cosas placenteras. Creo que mañana te gustará, muchos detalles clave. Sí, m egustó poner algo de Tennessee... Lo de Paul es insultante jajaja

      Un besazo.

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