Michel Gondry es uno de los directores más interesantes del
panorama actual a pesar de ser bastante minoritario, al menos por el momento.
Su mayor éxito fue “Olvídate de mí” de 2004, que contó con Jim Carrey en una de
sus mejores interpretaciones.
En “Rebobine, por favor” Gondry nos cuenta la historia de
dos amigos aficionados al cine. Uno de ellos (Mos Def), se queda encargado del
videoclub que dirige el señor Fletcher (Danny Glover), que va a cumplir con una
tradición. El otro (Jack Black), Jerry, al intentar sabotear una planta
eléctrica queda magnetizado, lo que provocará el borrado de todas las películas
del videoclub. Ambos se las tendrán que ingeniar para sustituirlas.
Brillantísima declaración de amor al cine, una película repleta
de imaginación, disparatada, hilarante, divertida, surrealista… es todo y más.
Es amor al cine por el cine, por encima de la calidad de las películas, del
éxito de las mismas, un respeto por todas y cada una de ellas. Es ahí donde
tiene sentido la referencia a Fats Waller, un ídolo del lugar gracias a una
mentira o una ficción, una ficción que no deja de ser importante e influyente
para todos y que acaba originando ese documental imaginario que no es sino una
expresión artística. Fletcher le explica a Mike que se inventó la historia como
un cuento para dormir y para hacer su vida más agradable…como el arte…como las
películas. Las versiones amateur de todas esas películas que se homenajean en
“Rebobine, por favor”, son consideradas por Gondry obras de arte,
independientemente de su calidad, de ahí la desolación que produce ver su
destrucción.
También es socorrido que se elija a ese músico y no a otro en la película, no al más conocido pero sí con talento.
Son muchos los temas que se tratan en esta maravillosa cinta
de metacine, como el conflicto entre tradición y modernidad, entre esos VHS y
los más modernos DVD. Es espléndida la escena donde Danny Glover va a un
videoclub moderno para ver su funcionamiento y coger ideas para aplicarlas al
suyo y anota una serie de puntos que observa, entre ellos el de “no hacen
falta conocimientos específicos”, cuando al preguntar por “Cumbres tormentosas”
el dependiente no sabe de que le habla. “Cumbres tormentosas” que sería
“Cumbres borrascosas” por otra parte. Ese amor por lo tradicional, por el
oficio de cineasta, por el amor al cine en sí mismo, es transmitido con un
sentido del humor increíble, personal y auténtico.
Uno de los temas más importantes del cine de Michel Gondry,
el continuo cuestionamiento de la realidad, la inexistencia de la misma con
historias donde la imaginación, los sueños, los recuerdos o la ficción son tan
“reales” como la vida misma, tienen total influencia y trascendencia, es más, son
básicas en la vida y definen a la persona, vuelve a ser en “Rebobine, por
favor” de vital importancia, el tema clave de la película. Así tenemos un
documental que involucra, cambia e influye en la vida de todo un barrio, que es
imaginario, inventado, falso; tenemos el mundo del cine, de la ficción, como el
eje central de las vidas de los personajes; tenemos la creación de “suecadas”
de películas míticas de la historia del cine; tenemos el relato inventado por
Fletcher que cuenta a Mike, que es el desencadenante del documental que rueda
el barrio, para hacer su vida más feliz…
Los momentos de los rodajes de esas películas “suecadas” son
de lo mejor de la cinta, realmente impagables y brillantes y un tributo, un
elogio, una apología de la imaginación, del arte, de la ficción, del cine. “Los
cazafantasmas” (Ivan Reitman, 1984), “Hora punta 2” (Brett Ratner, 2001), “Robocop” (Paul Verhoeven, 1987), “El rey león” (Rob Minkoff, Roger Allers, 1994), "Paseando a Miss
Daisy” (Bruce Beresford, 1989), “Cuando éramos reyes” (Leon Gast, 1996), “2001: Una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968), “King Kong” (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933) ,
“Carrie” (Brian De Palma, 1976), “Men in black” (Barry Sonnenfeld, 1997) e infinidad de títulos más son homenajeados en esta
película que rebosa originalidad.
El tema de la inexistencia de la realidad, de la
intervención de la imaginación, los recuerdos, los sueños, como parte esencial
de la vida y de la persona, han sido temas tratados por Gondry más veces, como
he mencionado, es un tema clásico del autor. Así en “¡Olvídate de mí!”, tenemos
el mundo de los recuerdos como columna vertebral de la narración, en “La ciencia del sueño” (2006) es el mundo de los sueños el que tiene esa función, y en
esta “Rebobine, por favor” es el mundo de la imaginación y la ficción. Lo
falso, lo inventado, lo imaginado, todo es real y a través del arte
increíblemente verdadero.
Los personajes son realmente entrañables y es muy complicado
no cogerles cariño, ese simplón ayudante del dueño del videoclub que es Mike,
el alocado Jerry, el paciente señor Fletcher y la encantadora Alma (Melonie Diaz), así como
lo son las relaciones entre ellos.
Ese conflicto entre tradición y necesidad de modernidad, de
tradición crepuscular que tiende a desaparecer por lo práctico, está
perfectamente tratado en la cinta, que acaba de una forma emotiva, profunda y
como una declaración de amor al cine en estado puro, el cine que no es más que imagen
proyectada en una pantalla, sea una televisión enana o una sábana larga.
Los diálogos y las interpretaciones son sobresalientes,
están repletas de detalles y réplicas brillantísimas, comentarios lúcidos y
graciosísimos que si te dejas llevar entusiasmarán.
El cine de Gondry es imaginación e imprevisibilidad, así al
comienzo nada hace sospechar que irá derivando en lo que se convertirá
finalmente la película, unos amigos fans del cine que se pasan la vida en un
videoclub, uno se queda encargado de él y al otro se le ocurre sabotear una
central eléctrica… Sin pies ni cabeza. Pues de alguna forma todo va cobrando
sentido y perfecta coherencia con lo que se cuenta y con el tono en que se
cuenta, una mezcla de lo entrañable, lo surrealista, la nostalgia, la
emotividad, el amor al cine… Y un profundo romanticismo.
Recuerda a lo que hace sentir “Ed Wood” (1994) de Tim Burton, una
película sobre una pasión, sobre el amor incondicional a algo. Cuando una
película en apariencia tan alocada y surrealista logra conmover y emocionar al
final es que algo funciona a la perfección y gente como Gondry tiene en esa
idea su estilo, precisamente. Personajes sin prepotencia alguna, llenos de
humildad, sin ínfulas, que en ocasiones cuentan historias emotivas, como el
señor Fletcher, ingenuos y con ese toque naif no disimulado que le sienta tan
bien a la película.
La puesta en escena es soberbia y muy personal, Gondry
siempre la dota de una naturalidad y frescura cotidiana que hace todo más
creíble y entrañable, hay errores, pequeños golpes con el decorado,
equivocaciones al hablar, frases a medio terminar, improvisaciones, divagaciones,
todo con un aspecto casual que dota al conjunto de una indudable
personalidad.
En cuanto a las interpretaciones, todos sin excepción están
estupendos, desde Danny Glover a Jack Black, pasando por un extraordinario Mos
Def (el mejor). Melonie Diaz está sumamente dulce en su papel de
aspirante a actriz y todos los papeles menores, donde podemos ver a Mia Farrow
o Sigourney Weaver, que hace un pequeño cameo al final de la película, son
geniales y dan una gran riqueza la cinta.
Parece divertida!!!
ResponderEliminar"Suecadas"? Ay sensei…mi no comprenda!!!
Besos!!!
Tendrás que verla para entenderlo jajaja. Besos
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