Peter Weir es uno de los mejores directores actuales, un
autor en toda regla, y “La costa de los mosquitos” una de sus películas más
injustamente tratadas y valoradas.
Weir siempre ha compaginado a la perfección el elemento
comercial con la profundidad de autor, sus películas han sido éxitos y todas
ellas tenían un trasfondo verdaderamente profundo, de autor absoluto. “La costa
de los mosquitos” no iba a ser menos, pero por alguna razón ni la crítica ni el
público respondió ante ella como se merecía. No es la mejor de su filmografía,
cosa difícil ya que tiene varias obras maestras, pero es una estupenda cinta.
Quizá el incómodo y antipático papel de Harrison Ford influyera en que el
público no aceptara del todo la película, un Harrison Ford que está espléndido
por otro lado.
Como mayor defecto puede acusarse a la cinta de cierta
pretenciosidad, pero nada importante para una película que tiene muchísimas
lecturas y puntos de análisis, algo común al cine de Weir.
Un brillantísimo inventor (Harrison Ford), se rebela contra
la sociedad de consumo, la sociedad moderna, el sistema que predomina en
Estados Unidos. Se siente harto y cansado de todo ello, le repele y repulsa,
por lo que decide irse con su familia a “La costa de los mosquitos” en busca de
un lugar alejado de todo eso, una sociedad pura con la que empezar una nueva
vida desde cero y en contacto directo con la naturaleza.
Lo que en un principio parece buena idea, algo así como unas
vacaciones, vivir sin preocupaciones, se va tornando en una pesadilla cuando
Allie empieza a transformarse, a enloquecer. Esa depuración del entorno, ir
hacia la jungla lejos de la civilización, no significa necesariamente una
depuración de la naturaleza humana, que en el personaje de Ford encontrará toda
su contradicción, capaz de lo más brillante y lo más horrendo. Es la naturaleza
humana. El propio ser humano es el que está capacitado para arreglar las cosas y
es el propio ser humano el que las estropea.
Se ha entendido erróneamente la película como una defensa de
la vida en sociedad, que esa renuncia a su sociedad acaba con el individuo
(Ford), pero esto no es correcto entre otras cosas porque el personaje de Ford
es integrante de una “mini sociedad”, que es su familia, y funda otra en la
jungla con los indígenas. Es el individuo, cuando se torna totalitario, cuando
impone las ideas a los demás por la fuerza, el que crea el problema. Es, por tanto,
“La costa de los mosquitos” una defensa de la libertad, de la vida en sociedad
o en soledad pero en total libertad. Esto por otra parte es perfectamente
coherente con el discurso habitual de Weir, totalmente liberal.
Son elementos comunes en las películas de Peter Weir la
defensa del individuo, la defensa de la libertad, el contraste del individuo
con la sociedad, a menudo una sociedad que pretende eliminar la individualidad,
castradora, alienante, una sociedad donde el individuo no se siente cómodo por
esas razones, o a donde no pertenece. La naturaleza, su importancia y el
contraste con la civilización. La falsedad, las mentiras, los engaños o las
apariencias. Muchos de estos temas son perfectamente discernibles en “La costa
de los mosquitos”.
La historia está contada bajo el punto de vista del hijo
mayor de Allie, interpretado por River Phoenix, y que se mantiene de forma muy
rigurosa.
Son muchos los temas que se pueden analizar de la película,
empezando por la delgada línea que separa la genialidad de la locura. Allie
tiene un discurso transgresor, anti sistema y en uso de su libertad decide
irse, empezar de cero. Pero Allie se va transformando, adquiere poder y se va,
de alguna forma, corrompiendo, no admite libertad, no acepta que en el uso de
la libertad que él tuvo para decidir empezar de cero otra gente le lleve la
contraria. Su transformación empieza a ser patente en el viaje por la selva con
el hielo para mostrárselo a otras tribus de la jungla, donde ridiculiza a su
hijo y se muestra intolerante. Sus mensajes se van haciendo cada vez más
mesiánicos. Weir se muestra respetuoso con su individualidad, lo muestra como
alguien brillante, con carisma, divertido, pero no muestra la misma afinidad
con su intolerancia y creciente totalitarismo.
El tema de la sociedad castradora está presente también en
“La costa de los mosquitos”. Allie siente que no pertenece a su sociedad, a su
país, no le gusta y por eso se va, y su familia le sigue con agrado, no le
cuesta mucho convencerles, incluso lo ven como algo positivo. Tanto hijos como
mujer le admiran. Allie siente, por tanto, que está limitado, que ese entorno va
contra sus principios y lo que él considera mejor, se siente castrado, con lo
que creará en la jungla hondureña una sociedad utópica. Todo parece ir bien,
hasta que las cosas se complican como es normal. Allie es un personaje
sumamente contradictorio, crea tecnología y se basa en ella para progresar y a
la vez rehúye de la sociedad de consumo hacia una estilo de vida natural. Weir
vuelve a crear sociedades cerradas, en este caso dos, la familiar, que acaba
siendo asfixiante por obra de Allie, y la utópica que se contrapone a la
sociedad americana de la que huye Allie con su familia. Weir siempre defiende la
individualidad, pero aquí es esa misma característica la que acaba con todo, y
es que Weir es perfectamente coherente aunque pueda no parecerlo, ya que lo que
defiende, como dije, es la libertad, y esa personalidad de Allie obsesiva y
totalitaria trata de identificarse con la sociedad que crea. Absolutismo. La
sociedad debe hacer lo que diga y seguirle a donde vaya, si no lo hacen están contra
él. Como en todas las películas de Weir el entorno nunca define la personalidad,
puede tener algo que ver e influir en determinados momentos, pero la
personalidad no la define ni la sociedad ni el entorno, es propia. Por ello sus
hijos se rebelan, por eso en “El club de los poetas muertos” (1989) o en “El show de
Truman” (1998) entre otras muchas, pasa lo mismo. Un discurso totalmente liberal.
Toda la evolución de los personajes es muy meritoria, por
ejemplo veremos cómo la fascinación del hijo mayor se va tornando en miedo y en esa
ambivalencia de sentimientos.
El tema de la naturaleza siempre es muy importante en las
películas de Peter Weir, muchas veces como contraste con la civilización y con
la idea del peligro que se corre de olvidar lo básico, la esencia de las cosas,
de dónde venimos. La naturaleza como una forma de conectar con uno mismo, donde
se es o se encuentra el verdadero yo. La naturaleza no sólo se entiende en sí
misma sino como vínculo o parte del individuo. En ella siempre se produce una
liberación y un afianzamiento de la personalidad.
El personaje del misionero no es agradable en absoluto tampoco,
pero se le respeta la vida ya que de alguna forma no obliga ni impone nada a nadie.
Allie entrará en confrontación con él, como no podía ser de otra forma. Allie
tiene toques nietzscheanos o del Raskolnikov de Dostoievski en “Crimen y
castigo”.
El tema de la falsedad o las mentiras no es tan marcado en
esta cinta de Weir como en otras, pero sí es cierto que la mentira que Allie
cuenta a su hijos sobre la destrucción de Estados Unidos en un holocausto
nuclear es la gota que colma el vaso en su familia, especialmente en su hijo
mayor, que dice que nunca perdonaría esa mentira.
La modernidad que introduce Allie en la tribu acaba en
desastre, su creación “casi mágica” de crear hielo a partir de fuego, así como
muchas de sus lapidarias frases mesiánicas, le van acercando a considerarse a sí
mismo una especie de deidad. El contraste no acaba bien. Fracasa.
La dirección de Peter Weir es, una vez más, perfecta, clásica,
sumamente elegante. La maravillosa fotografía, los paisajes de Belice y el rol
inhabitual de Harrison Ford son otros alicientes de esta película. El resto del
reparto está muy correcto aunque Helen Mirren tiene poco papel. Weir retrata a
la perfección la inadaptación de Allie a su entorno, tanto el dependiente de la
tienda como el agricultor que le tiene contratado no le tragan. El posterior
deterioro de la personalidad y aislamiento de Allie también está perfectamente
mostrado por Weir, como siempre. La tormenta y el viaje por el rio sin destino
aparente son grandes momentos y ejemplos de todo esto. Los momentos en el rio,
cuando Allie se sumerge a rescatar una hélice, son brillantísimos, así como la
escena donde Allie mata a los 3 intrusos con su máquina de hacer hielo, sin
palabras y un suspense perfectamente creado. Las escenas dentro de la jungla
son ejemplares también. Imágenes potentes y fascinantes, por momentos
hipnóticas. La lluvia y la jungla son filmadas con una belleza espectacular.
La religión tiene su importancia también, Allie acaba siendo
casi una especie de profeta y se enfrenta con el misionero, que de alguna
manera va más de cara. El miedo a las consecuencias causa que muchos de los
lugareños se vayan con el misionero. Tanto el misionero como Allie tienen
ciertas similitudes, son vengativos, orgullosos y prepotentes. Usan el miedo
como medio para sus fines, uno con un apocalíptico futuro en América, el otro
por las consecuencias de los actos que puedan ofender a Dios. La imagen que
pretende vender de América, Allie, es aterradora. En cualquier caso Weir no
entra o toma partido con respecto a lo religioso, como mucho cuestiona el uso que se
dé de ello. Una vez más se centra en el individuo (el misionero), no en la
religión. Allie, cuando el reverendo llega a su poblado, Jerónimo, deja
libertad para que el que quiera se vaya con el párroco, pero lo cierto es que
muchos no se van, aunque les gustaría, por miedo a Allie, o a no poder volver, o a no se sabe qué. No se van aunque no les guste el tratamiento que éste tiene con
el reverendo. Son pues muchas las similitudes entre ambos personajes, aunque es
Allie el que inicia la confrontación. No debe olvidarse que la ciencia que
Allie muestra a los lugareños es interpretada como magia, es decir, le pueden
considerar un Dios, y él se siente cada vez más así, un Dios tecnológico.
Ese miedo a Allie se va insinuando en distintos momentos,
como ese lugar de libertad que se crean los chicos del poblado, donde simulan
las cosas que echan de menos y su forma de organizarse, como sociedad de
consumo. Ante un comentario de uno de los hermanos sobre revelar al padre lo
que hacen, el hermano mayor, Charlie, se apresura a decirles que no, que ese
lugar debe ser sólo de ellos.
La muerte de la utopía vuelve loco a Allie que no acaba de
aceptar su fracaso, producido, entre otras cosas, por el desconocimiento de la
naturaleza humana. La destrucción de su invento mata algo en él, el expresivo
primer plano de Harrison Ford, en un grito ahogado y con unos ojos rojos
producto del reflejo de la explosión, insinúa ya su futuro viaje a la locura.
Con todo Allie tiene razón en muchas cosas o tiene un punto
de vista aceptable. Si bien es cierto que define de traidores a sus hijos en un
momento dado, también lo es que su propósito es abandonarle, aun con el
desconocimiento de lo que le ha ocurrido a su padre; deja libertad para
abandonarle aunque se contradice, pero su familia no lo hace, por cobardía,
necesidad o el motivo que sea, lo que de alguna forma da jerarquía moral en
ciertos aspectos a Allie.
Una película muchísimo mejor de lo que se ha dicho, muy
injustamente tratada y que pasa por ser uno de los títulos interesantes de la
pobre década de los 80.
“La costa de los mosquitos” está basada en la novela de Paul
Theroux.
Dedicada a Joaquín. Un placer, amigo.
Me encantó la peli!!
ResponderEliminarRecuerdo perfectamente lo chocante del idealizado Harrison-HanSolo en ese papel ambivalente: la progresión de líder carismático a tirano temido.
Estoy contigo en q no es un canto a la sociedad, sino a los peligros del talento: creerse TheOneAndOnly. Lo q empieza con una fotografía luminosa pasa a oscurecerse (los exteriores ya no son El lago azul, sino Objetivo Biemania, para entendernos).
Es un ejemplo d cómo hasta el afecto más visceral y natural (la familia) puede trocarse en algo político, con sis luchas, mezquindades y mentiras.
Gran labor de H. Ford, creo q poco reconocida, por salirse de sus roles de héroe (solo me acuerdo de Lo que la verdad esconde, con la Pfeiffer, q he visto más d una vez y me encanta).
La primera vez q supe de una d mis actrices favoritas, H. Mirren, q aquí (como dices) no tiene mucha cancha, y muy requetebien R Phoenix. Qué gran actor se perdió, Sambo!!!
Creo q es una peli q penaliza por sus paisajes, porque sin tan idílicos q parecen de peli de sobremesa d domingo, y hay mucho fondo en la historia.
Sí, coincidimos. Quizá Weir mereció un juicio más positivo sobre esta peli q me encantaría volver a ver.
Un besazo, sensei!!!
Sí, creo que la gente creía que vería una de aventuras exóticas o algo así y se encontró con un drama con contenido... La familia puede ser la última salvación o el peor de los infiernos jeje.
EliminarFord está aquí magnífico y Phoenix tenía gran talento, lástima. LO QUE LA VERDAD ESCONDE me entretuvo mucho, otra que también lapidaron, en este caso por sus muchos homenajes.
Weir es uno de los grandes.
Es el eterno problema del fanatismo que raya en la locura. Me gustó la enseñanza. Cuando alguien se desv8a, debe ser encarrilado o abandonado de inmediato. NO EXISTE EL HAKUNA MATATA en la realidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por el aporte y la participación :)
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