lunes, 29 de abril de 2013

Crítica: LA COSTA DE LOS MOSQUITOS (1986)

PETER WEIR











Peter Weir es uno de los mejores directores actuales, un autor en toda regla, y “La costa de los mosquitos” una de sus películas más injustamente tratadas y valoradas.

Weir siempre ha compaginado a la perfección el elemento comercial con la profundidad de autor, sus películas han sido éxitos y todas ellas tenían un trasfondo verdaderamente profundo, de autor absoluto. “La costa de los mosquitos” no iba a ser menos, pero por alguna razón ni la crítica ni el público respondió ante ella como se merecía. No es la mejor de su filmografía, cosa difícil ya que tiene varias obras maestras, pero es una estupenda cinta. Quizá el incómodo y antipático papel de Harrison Ford influyera en que el público no aceptara del todo la película, un Harrison Ford que está espléndido por otro lado.




Como mayor defecto puede acusarse a la cinta de cierta pretenciosidad, pero nada importante para una película que tiene muchísimas lecturas y puntos de análisis, algo común al cine de Weir.

Un brillantísimo inventor (Harrison Ford), se rebela contra la sociedad de consumo, la sociedad moderna, el sistema que predomina en Estados Unidos. Se siente harto y cansado de todo ello, le repele y repulsa, por lo que decide irse con su familia a “La costa de los mosquitos” en busca de un lugar alejado de todo eso, una sociedad pura con la que empezar una nueva vida desde cero y en contacto directo con la naturaleza.



Lo que en un principio parece buena idea, algo así como unas vacaciones, vivir sin preocupaciones, se va tornando en una pesadilla cuando Allie empieza a transformarse, a enloquecer. Esa depuración del entorno, ir hacia la jungla lejos de la civilización, no significa necesariamente una depuración de la naturaleza humana, que en el personaje de Ford encontrará toda su contradicción, capaz de lo más brillante y lo más horrendo. Es la naturaleza humana. El propio ser humano es el que está capacitado para arreglar las cosas y es el propio ser humano el que las estropea.



Se ha entendido erróneamente la película como una defensa de la vida en sociedad, que esa renuncia a su sociedad acaba con el individuo (Ford), pero esto no es correcto entre otras cosas porque el personaje de Ford es integrante de una “mini sociedad”, que es su familia, y funda otra en la jungla con los indígenas. Es el individuo, cuando se torna totalitario, cuando impone las ideas a los demás por la fuerza, el que crea el problema. Es, por tanto, “La costa de los mosquitos” una defensa de la libertad, de la vida en sociedad o en soledad pero en total libertad. Esto por otra parte es perfectamente coherente con el discurso habitual de Weir, totalmente liberal.

Son elementos comunes en las películas de Peter Weir la defensa del individuo, la defensa de la libertad, el contraste del individuo con la sociedad, a menudo una sociedad que pretende eliminar la individualidad, castradora, alienante, una sociedad donde el individuo no se siente cómodo por esas razones, o a donde no pertenece. La naturaleza, su importancia y el contraste con la civilización. La falsedad, las mentiras, los engaños o las apariencias. Muchos de estos temas son perfectamente discernibles en “La costa de los mosquitos”.




La historia está contada bajo el punto de vista del hijo mayor de Allie, interpretado por River Phoenix, y que se mantiene de forma muy rigurosa.

Son muchos los temas que se pueden analizar de la película, empezando por la delgada línea que separa la genialidad de la locura. Allie tiene un discurso transgresor, anti sistema y en uso de su libertad decide irse, empezar de cero. Pero Allie se va transformando, adquiere poder y se va, de alguna forma, corrompiendo, no admite libertad, no acepta que en el uso de la libertad que él tuvo para decidir empezar de cero otra gente le lleve la contraria. Su transformación empieza a ser patente en el viaje por la selva con el hielo para mostrárselo a otras tribus de la jungla, donde ridiculiza a su hijo y se muestra intolerante. Sus mensajes se van haciendo cada vez más mesiánicos. Weir se muestra respetuoso con su individualidad, lo muestra como alguien brillante, con carisma, divertido, pero no muestra la misma afinidad con su intolerancia y creciente totalitarismo.




El tema de la sociedad castradora está presente también en “La costa de los mosquitos”. Allie siente que no pertenece a su sociedad, a su país, no le gusta y por eso se va, y su familia le sigue con agrado, no le cuesta mucho convencerles, incluso lo ven como algo positivo. Tanto hijos como mujer le admiran. Allie siente, por tanto, que está limitado, que ese entorno va contra sus principios y lo que él considera mejor, se siente castrado, con lo que creará en la jungla hondureña una sociedad utópica. Todo parece ir bien, hasta que las cosas se complican como es normal. Allie es un personaje sumamente contradictorio, crea tecnología y se basa en ella para progresar y a la vez rehúye de la sociedad de consumo hacia una estilo de vida natural. Weir vuelve a crear sociedades cerradas, en este caso dos, la familiar, que acaba siendo asfixiante por obra de Allie, y la utópica que se contrapone a la sociedad americana de la que huye Allie con su familia. Weir siempre defiende la individualidad, pero aquí es esa misma característica la que acaba con todo, y es que Weir es perfectamente coherente aunque pueda no parecerlo, ya que lo que defiende, como dije, es la libertad, y esa personalidad de Allie obsesiva y totalitaria trata de identificarse con la sociedad que crea. Absolutismo. La sociedad debe hacer lo que diga y seguirle a donde vaya, si no lo hacen están contra él. Como en todas las películas de Weir el entorno nunca define la personalidad, puede tener algo que ver e influir en determinados momentos, pero la personalidad no la define ni la sociedad ni el entorno, es propia. Por ello sus hijos se rebelan, por eso en “El club de los poetas muertos” (1989) o en “El show de Truman” (1998) entre otras muchas, pasa lo mismo. Un discurso totalmente liberal.





Toda la evolución de los personajes es muy meritoria, por ejemplo veremos cómo la fascinación del hijo mayor se va tornando en miedo y en esa ambivalencia de sentimientos.


El tema de la naturaleza siempre es muy importante en las películas de Peter Weir, muchas veces como contraste con la civilización y con la idea del peligro que se corre de olvidar lo básico, la esencia de las cosas, de dónde venimos. La naturaleza como una forma de conectar con uno mismo, donde se es o se encuentra el verdadero yo. La naturaleza no sólo se entiende en sí misma sino como vínculo o parte del individuo. En ella siempre se produce una liberación y un afianzamiento de la personalidad.

El personaje del misionero no es agradable en absoluto tampoco, pero se le respeta la vida ya que de alguna forma no obliga ni impone nada a nadie. Allie entrará en confrontación con él, como no podía ser de otra forma. Allie tiene toques nietzscheanos o del Raskolnikov de Dostoievski en “Crimen y castigo”.  


El tema de la falsedad o las mentiras no es tan marcado en esta cinta de Weir como en otras, pero sí es cierto que la mentira que Allie cuenta a su hijos sobre la destrucción de Estados Unidos en un holocausto nuclear es la gota que colma el vaso en su familia, especialmente en su hijo mayor, que dice que nunca perdonaría esa mentira.



La modernidad que introduce Allie en la tribu acaba en desastre, su creación “casi mágica” de crear hielo a partir de fuego, así como muchas de sus lapidarias frases mesiánicas, le van acercando a considerarse a sí mismo una especie de deidad. El contraste no acaba bien. Fracasa.



La dirección de Peter Weir es, una vez más, perfecta, clásica, sumamente elegante. La maravillosa fotografía, los paisajes de Belice y el rol inhabitual de Harrison Ford son otros alicientes de esta película. El resto del reparto está muy correcto aunque Helen Mirren tiene poco papel. Weir retrata a la perfección la inadaptación de Allie a su entorno, tanto el dependiente de la tienda como el agricultor que le tiene contratado no le tragan. El posterior deterioro de la personalidad y aislamiento de Allie también está perfectamente mostrado por Weir, como siempre. La tormenta y el viaje por el rio sin destino aparente son grandes momentos y ejemplos de todo esto. Los momentos en el rio, cuando Allie se sumerge a rescatar una hélice, son brillantísimos, así como la escena donde Allie mata a los 3 intrusos con su máquina de hacer hielo, sin palabras y un suspense perfectamente creado. Las escenas dentro de la jungla son ejemplares también. Imágenes potentes y fascinantes, por momentos hipnóticas. La lluvia y la jungla son filmadas con una belleza espectacular.




La religión tiene su importancia también, Allie acaba siendo casi una especie de profeta y se enfrenta con el misionero, que de alguna manera va más de cara. El miedo a las consecuencias causa que muchos de los lugareños se vayan con el misionero. Tanto el misionero como Allie tienen ciertas similitudes, son vengativos, orgullosos y prepotentes. Usan el miedo como medio para sus fines, uno con un apocalíptico futuro en América, el otro por las consecuencias de los actos que puedan ofender a Dios. La imagen que pretende vender de América, Allie, es aterradora. En cualquier caso Weir no entra o toma partido con respecto a lo religioso, como mucho cuestiona el uso que se dé de ello. Una vez más se centra en el individuo (el misionero), no en la religión. Allie, cuando el reverendo llega a su poblado, Jerónimo, deja libertad para que el que quiera se vaya con el párroco, pero lo cierto es que muchos no se van, aunque les gustaría, por miedo a Allie, o a no poder volver, o a no se sabe qué. No se van aunque no les guste el tratamiento que éste tiene con el reverendo. Son pues muchas las similitudes entre ambos personajes, aunque es Allie el que inicia la confrontación. No debe olvidarse que la ciencia que Allie muestra a los lugareños es interpretada como magia, es decir, le pueden considerar un Dios, y él se siente cada vez más así, un Dios tecnológico.



Ese miedo a Allie se va insinuando en distintos momentos, como ese lugar de libertad que se crean los chicos del poblado, donde simulan las cosas que echan de menos y su forma de organizarse, como sociedad de consumo. Ante un comentario de uno de los hermanos sobre revelar al padre lo que hacen, el hermano mayor, Charlie, se apresura a decirles que no, que ese lugar debe ser sólo de ellos.





La muerte de la utopía vuelve loco a Allie que no acaba de aceptar su fracaso, producido, entre otras cosas, por el desconocimiento de la naturaleza humana. La destrucción de su invento mata algo en él, el expresivo primer plano de Harrison Ford, en un grito ahogado y con unos ojos rojos producto del reflejo de la explosión, insinúa ya su futuro viaje a la locura.


Con todo Allie tiene razón en muchas cosas o tiene un punto de vista aceptable. Si bien es cierto que define de traidores a sus hijos en un momento dado, también lo es que su propósito es abandonarle, aun con el desconocimiento de lo que le ha ocurrido a su padre; deja libertad para abandonarle aunque se contradice, pero su familia no lo hace, por cobardía, necesidad o el motivo que sea, lo que de alguna forma da jerarquía moral en ciertos aspectos a Allie


Una película muchísimo mejor de lo que se ha dicho, muy injustamente tratada y que pasa por ser uno de los títulos interesantes de la pobre década de los 80.

La costa de los mosquitos” está basada en la novela de Paul Theroux.




 


Dedicada a Joaquín. Un placer, amigo.

4 comentarios:

  1. Me encantó la peli!!
    Recuerdo perfectamente lo chocante del idealizado Harrison-HanSolo en ese papel ambivalente: la progresión de líder carismático a tirano temido.
    Estoy contigo en q no es un canto a la sociedad, sino a los peligros del talento: creerse TheOneAndOnly. Lo q empieza con una fotografía luminosa pasa a oscurecerse (los exteriores ya no son El lago azul, sino Objetivo Biemania, para entendernos).
    Es un ejemplo d cómo hasta el afecto más visceral y natural (la familia) puede trocarse en algo político, con sis luchas, mezquindades y mentiras.
    Gran labor de H. Ford, creo q poco reconocida, por salirse de sus roles de héroe (solo me acuerdo de Lo que la verdad esconde, con la Pfeiffer, q he visto más d una vez y me encanta).
    La primera vez q supe de una d mis actrices favoritas, H. Mirren, q aquí (como dices) no tiene mucha cancha, y muy requetebien R Phoenix. Qué gran actor se perdió, Sambo!!!

    Creo q es una peli q penaliza por sus paisajes, porque sin tan idílicos q parecen de peli de sobremesa d domingo, y hay mucho fondo en la historia.

    Sí, coincidimos. Quizá Weir mereció un juicio más positivo sobre esta peli q me encantaría volver a ver.

    Un besazo, sensei!!!

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    1. Sí, creo que la gente creía que vería una de aventuras exóticas o algo así y se encontró con un drama con contenido... La familia puede ser la última salvación o el peor de los infiernos jeje.

      Ford está aquí magnífico y Phoenix tenía gran talento, lástima. LO QUE LA VERDAD ESCONDE me entretuvo mucho, otra que también lapidaron, en este caso por sus muchos homenajes.

      Weir es uno de los grandes.

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  2. Es el eterno problema del fanatismo que raya en la locura. Me gustó la enseñanza. Cuando alguien se desv8a, debe ser encarrilado o abandonado de inmediato. NO EXISTE EL HAKUNA MATATA en la realidad.

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