El director de "Casablanca" (1942), Michael Curtiz, es uno de
los directores más reputados y respetados del Hollywood clásico, un artesano
capaz de tratar cualquier género y hacerlo con absoluta solvencia, así como
cualquier tema, sin ningún tipo de problema.
Curtiz representa a la perfección el talento, en todos los
sentidos, que había en Hollywood en la época dorada, un talento visual y
narrativo francamente asombroso. Curtiz brilló en casi todos los géneros, nos
dejó auténticas obras maestras para el recuerdo, aunque donde mejor se movía
parecía ser en el cine de aventuras o de acción. A Curtiz le gustaba el cine,
hacer cine, y su pasión y pulso narrativo lo demuestra, incluso en sus
películas más discretas.
Cineasta que mamó del expresionismo, usó a la perfección ese
aprendizaje en la mayoría de sus cintas, rara es la vez que Curtiz se resiste a
jugar con las sombras, y lo hizo en todos los géneros, western, ciencia
ficción, cine negro… Además venía del mudo, con lo que eso supone, y hace
entender más su poderío y talento visual. Obras maestras como la mencionada
“Casablanca”; dramas como “20.000 años en Sing Sing” (1932); cintas de
aventuras, que es donde mejor se movía, que son auténticos referentes
indispensables del género como “El capitán Blood” (1935), “Robin de los
bosques” (1938), “El halcón del mar” (1940), “El lobo del mar” (1941); obras de
arte del cine negro como “Ángeles con caras sucias” (1938), “Alma en suplicio”
(1945), “Flamingo road” (1949); westerns como “Dodge, ciudad sin ley” (1939) o
“Los comancheros” (1961), su último film; películas tan peculiares y cuestionables
ideológicamente como “Camino de Santa Fe” (1940); comedias como la simpática “No somos ángeles” (1955)…
La cinta que nos ocupa es una desconocida película que
mezcla elementos de cine negro, en su primera parte, y de ciencia ficción, a
lo largo de la segunda, fundiendo ambos al final.
Una película de ritmo y diálogos asombrosamente trepidantes,
frenéticos, donde se cuenta todo a velocidad de vértigo, donde se va al grano en todo momento y donde se nos cuenta la historia en poco más de una hora. El talento
narrativo de los clásicos, en este caso de Michael Curtiz.
“The Walking dead”, la serie, está muy de moda en la
actualidad, pero Curtiz ya trató el tema de los muertos que vuelven a la vida
poniéndole el mismo título a su trabajo. No busquen comparar porque no tienen
nada que ver, esta cinta no tiene los zombies que acostumbramos a ver, está
mucho más cercana a “Frankenstein” que a cualquier otra cosa, de hecho la
protagoniza el gran Boris Karloff, que hace un estupendo trabajo.
La cinta se inicia con un juicio, todos dan por absuelto al
acusado por tener como abogado a un conocido mafioso y además ser él mismo
miembro de la organización. Todos suponen que el juez cederá a las presiones,
incluso de su propia mujer, que teme por su vida y le aconseja que absuelva,
que no se complique la vida, como es lógico. Contra todo pronóstico el juez se
mantendrá honesto, no se dejará achantar ni hará caso de las amenazas de muerte
contra su persona, condenando a dicho acusado.
He mencionado el ritmo aceleradísimo de la cinta, Curtiz
usará todos los recursos disponibles para lograr ese extraordinario ritmo,
diálogos a todo tren, un montaje muy ágil y continuos movimientos de cámara,
travellings incluidos.
El aspecto visual y los recursos técnicos y de puesta en
escena son excelentes, un ejemplo lo tenemos en la siguiente secuencia, donde
los mafiosos reunidos juegan al billar. Desde un plano corto de la mesa de
juego, Curtiz irá abriendo el plano mediante un travelling de retroceso y
pequeños cortes hasta uno general, hasta en tres ocasiones se detendrá para
hacer evolucionar la escena, mientras el escenario y el encuadre se hacen cada vez
más amplios, mostrando toda la habitación con la mesa de juego al fondo. Un
encuadre perfecto, lleno de texturas y dimensiones, con tres capas utilizadas
para diálogos en dicho retroceso. Gran juego con la profundidad de foco y de
campo.
Boris Karloff hace un extraordinario trabajo interpretando a
John Ellman, un hombre recién salido de la cárcel y que está absolutamente
perdido. Por eso será utilizado de mala manera por los mafiosos. Karloff se
muestra notable en ese contraste que hace en su interpretación de un hombre
desvalido que se convierte en determinados momentos en alguien firme y
decidido, despiadado. Sus juegos de miradas lo dicen todo. Grandes matices.
Indeciso y suplicante, buscando un trabajo como músico
desesperadamente, se presentará en la casa donde se reúnen los mafiosos. Estos
mafiosos tienen un plan bien pensado. Ante los palos que están recibiendo de
ese juez sin tacha deciden acabar con él, la idea será captar a un recién salido
de la cárcel, Ellman, para ofrecerle un trabajo de vigilante y poder colgarle
el crimen del juez que piensan cometer. Una cabeza de turco. Además el líder de
ellos se encargaría de su defensa para no dejar cabos sueltos y que lo condenen
rápidamente a la silla eléctrica. A esto se añade que Ellman fue condenado por
el mismo juez al que debe vigilar y que los mafiosos pretenden asesinar.
Pronto Curtiz nos presenta a los otros protagonistas de la
historia, un trío de científicos, una pareja que pretende casarse y su
profesor. Un choque fortuito de la pareja cuando se dirigía a casa los hará
testigos de la trampa a la que Ellman es sometido. En cualquier caso Ellman no
tarda en ser acusado y los indicios y pruebas deciden al juez, injustamente, a
condenarlo. El móvil será la venganza. Condenado.
La trama hasta ese momento está muy bien hilvanada. Curtiz
recurrirá al calendario al que se le caen las hojas como imagen para mostrar el
paso del tiempo. Aquí comienzan las debilidades, quizá también por esa falta de
presupuesto y corta duración de la película, pero la indecisión de la pareja por
su cobardía, fueron amenazados, entre contar lo que vieron y evitar la muerte
de Ellman y callarse, no está bien desarrollada. No acabamos de entender
por qué esperan hasta cuando ya resulta imposible salvarlo… Truco de guión.
La escena donde vemos el pase de Ellman hacia la silla
eléctrica sirve a Curtiz para regodearse en esa estética expresionista que tan
bien dominaba. Ellman en su celda, del que sólo vemos la silueta de su sombra
como presagio de su muerte, las sombras de los barrotes que se extienden por
toda la escena, los planos inclinadísimos, oblicuos, mientras seguimos el
pesaroso y fatal paseo de nuestro protagonista… Una atmósfera pesadillesca ante
un hecho horrible perfectamente tratada por Curtiz. Ellman además pedirá un
músico para que toque en su camino hacia la muerte. Este músico será mostrado
en picado apareciendo intermitentemente bajo las aspas de un ventilador. Otra
imagen de muerte, los últimos momentos de una vida. Un réquiem que tendrá de
coro los ánimos del resto de presos ante lo que va a sufrir, injustamente,
Ellman.
El abogado mafioso, Nolan, interpretado por Ricardo Cortez,
sólo tendrá que dejar pasar un poco el tiempo para que el indulto no llegue a la hora. Toda esta parte resulta algo artificiosa.
Como es de suponer el indulto no llegará a tiempo y Ellman
será ejecutado, pero conociendo su inocencia el médico, profesor de la pareja
protagonista (Edmund Gwenn), querrá el cadáver para probar un experimento
revolucionario. Devolverle la vida. Aquí la trama negra torna en trama de
ciencia ficción.
El universo de los científicos es mostrado por Curtiz con
sencillez, montones de cubetas y material científico inundan los encuadres.
Picados, contrapicados y encuadres muy marcados y llamativos que expresan
visualmente el acontecimiento que hará girar la trama. La resurrección.
Un zombie frankensteiniano. Ellman irá progresando poco a
poco, recordando algunas cosas y hablando cada vez con mayor fluidez, todo bajo
la supervisión y ayuda de nuestro trío de médicos. La música que toca Nancy
(Margueritte Churchuill) hará reaccionar a Ellman, que recordará su talento
musical. En ese momento entrará Nolan, al que Ellman verá a través de un
espejo, la forma que tiene Curtiz de mostrar la mirada perturbada del
protagonista. Ellman en su renacimiento parece haber adquirido algún tipo de
poder paranormal, reconoce a la perfección quiénes son sus amigos y sus
enemigos. Identifica a Nolan como uno de éstos últimos.
Curtiz introduce una escena donde la parejita de enamorados
tiene un conflicto, por la poca atención que recibe Jimmy (Warren Hull) de
Nancy. Esto desarrolla brevemente sus relaciones, aunque aporta más bien poco,
quizá no hubiera hecho falta haberla introducido debido a la escasez de medios,
resulta ingenuo y falto de desarrollo.
El doctor, sospechando que los poderes paranormales de
Ellman pueden llevar a la resolución del caso, plantea una farsa al estilo
Hamlet, donde Ellman actuará antes los mafiosos que lo llevaron a su
muerte. Allí Curtiz recurrirá a sus
juegos expresionistas de iluminación, resaltando el rostro y la mirada de
Karloff al reconocer a los mafiosos reunidos mientras toca el piano para
todos. Este juego de luces ya lo vimos en alguna escena anterior, por ejemplo
cuando vuelve a tocar el piano al revivir. Toda esta tensión se subraya con
travellings de acercamiento a cada uno de los mafiosos, que nos muestran su crispación e incomodidad ante las penetrantes miradas de Ellman.
La farsa parece surtir efecto y los mafiosos, cada vez más
nerviosos, contratarán de nuevo al asesino que mató al juez.
A partir de ahora la película gira hacía una espiral de
venganza y muerte. El asesino, Trigger, no tardará en encontrarse
con Ellman, justo en el momento en el que es contratado de hecho. Esta escena es
tremendamente brillante, sólo por ver como apaga la lámpara Karloff al
acercarse a su víctima merece la pena, el resto son sombras y sonido, puro expresionismo
llevado al terror. La escena se iniciará con otro espejo que nos mostrará a
Karloff y su víctima.
La sombra de Karloff va acariciando todas las paredes del
decorado, parece un ser omnipresente. Uno a uno irán cayendo, Blackstone,
atropellado por un tren, veremos a Ellman a través de un cristal; el tercero,
Merrit, en medio de una tormenta y donde las puertas se abren o cierran, los
guardaespaldas huyen, las luces se apagan y las sombras adquieren todo el
protagonismo. Por supuesto Ellman aparecerá en escena a través de otro espejo,
terrorífico momento, sólo visible al iluminarse la estancia por un relámpago.
Los poderes mentales se hacen cada vez más evidentes y desde
la puesta en escena. Como he comentado, Curtiz recurrirá a espejos o cristales
para mostrar ese lado oscuro que surge en Ellman poco antes de sus crímenes en
busca de venganza.
El final no renuncia a cierta poética truculenta, con Ellman
vagando por cementerios, buscando el lugar que le corresponde, perdido. En el
clímax tendremos al doctor Beaumount (Edmund Gwenn) con la intención de operar
a Ellman y a Nolan buscándole también para acabar definitivamente con él. Un
cementerio será el lugar donde coincidan la mayoría de los personajes para la
resolución.
Por supuesto los fenómenos climatológicos serán simbólicos,
adecuados a la tensión y sentir de los protagonistas, ya vimos el uso de la
tormenta en la muerte de uno de los mafiosos y de igual forma se usará en el
clímax final. Más lluvia y más tormenta.
Ellman seguirá demostrando sus poderes, detectará desde la
distancia como se acercan sus asesinos. En el duelo final los mafiosos acabarán
con Ellman, que parece buscar con agrado el descanso eterno, aunque los
mafiosos no se irán de rositas y morirán todos en su huida en un accidente.
…dejar los muertos al creador. Es un Dios muy celoso”.
“Los muertos andan” es una cinta tan entretenida como manida
e intrascendente, pero se ve de un tirón sin problemas. Es víctima de sus
limitaciones en todos los sentidos, especialmente debidas al bajo presupuesto.
Por ello todo parece quedarse a medio camino y sin elaboración, ni en la trama
negra, más acertada, ni en la de ciencia ficción, más débil. Con todo el
planteamiento es muy interesante, con un desarrollo inicial acertado, y donde subyace
una evidente crítica al sistema judicial y contra la pena de muerte, aunque sin
desarrollo tampoco. Todo acaba resultando una sencilla y simple historia de
venganza.
Hizo Karloff otro tipo de pelis q no fueran de teror?
ResponderEliminarEsa cara diempre será Frankenstein. Para mi y para todos. Cualquier dibujo animado o serie cómica tiene esos rasgos…
Gracias Sambo! No conocía esta cinta!!!
Alguna otra cosa hizo, pero en aquella época el encasillamiento era habitual. Su Frankenstein es el Frankenstein, un icono asombroso y de los años 30... Casi nada el trabajo de maquillaje.
EliminarUn beso.
Otra muy cuidada crítica, MrSambo, de otro clásico del cine. Apasionado por el género "zombie", reconozco que se me quedó corta cuando la vi por primera vez, hace ya algunos años... aunque salía de ver a Romero y las expectativas no estaban bien fundadas.
ResponderEliminarEl trabajo de Karloff, como en tantas y tantas obras, es excepcional, al igual que el tratamiento de la iluminación. Puro expresionismo, como bien dices.
No recuerdo demasiado la música, pero si no me falla la memoria estaba dirigida por Bernhard Kaun, ¿no?
Excelente película de la Warner, aunque me confieso más fan de la Universal...
... y de tus críticas, por supuesto.
Un saludo, genio.
Muchas gracias Herep, un honor siempre. Me alegra que la conozcas, una rareza que no es de las más famosas. He mirado lo de la música y aciertas de pleno, Kaun. Karloff era un magnífico actor, ciertamente.
EliminarQue sepas que en esta casa se te sigue, no sólo un servidor jaja. Un abrazo crack.