David Strathairn interpreta, magníficamente, al secretario de estado William Seward, un personaje importante y mano derecha de Lincoln. Spielberg recurre a planos largos y sostenidos, una puesta en escena mesurada y solemne, seguridad total de narrador clásico. Un ejemplo lo vemos en la escena del matrimonio que pide por su propiedad al presidente, que se inicia con un largo plano en contrapicado incluyendo a tres personajes, Lincoln y Seward entre ellos, y desde donde veremos entrar a dicho matrimonio. En esta misma escena, y con la sutileza y economía de medios de los grandes y los clásicos para con detalles mínimos de puesta en escena resultar completamente expresivos, veremos el comportamiento intimidatorio de Seward acercándose al matrimonio pidiéndoles explicaciones, más su juego con el puro, signo de poder y superioridad. Pueblo llano, un buen muestreo, están a favor de la enmienda porque supondría el término de la guerra, es lo que mantiene Lincoln, pero no porque crean en lo que ésta dice, no por principios, si la guerra no terminase se opondrían a ella con seguridad. Lincoln aprendiendo a manejar las circunstancias, la mejor forma de vender su objetivo.
Lincoln es un gran contador de historias, contará
hipnotizadoramente varias a lo largo de la narración, en esta escena reseñada
tendremos una sobre un loro, muy divertida.
En esta escena tendremos un ejemplo de lo comentado, esa
forma en la que Spielberg mezcla la familia con la política, con la entrada del
hijo pequeño del presidente en su despacho y sus cariños con su padre, algo que
veremos varias veces. Si Spielberg lo incluye es evidente su intención,
resaltar ese vínculo y motivación en Lincoln, sus principios en política, el
fondo de la cuestión, con su propia familia y valores que les pretende inculcar.
También veremos al hijo en la siguiente escena, cuando Lincoln visite al
líder del ala conservadora de los republicanos. Su objetivo abolicionista como
ejemplo para su propio hijo. Las dos cosas de la mano.
Preston Blair (Hal Holbrook), el líder del sector más
conservador de los republicanos, es el principal obstáculo dentro del partido, con él tendrá que lidiar Lincoln para que no haya ni una
fisura dentro del mismo. Aquí se da el mismo debate, este sector del partido
da prioridad a la paz, sin negarse a la enmienda de forma radical, no la ven
necesaria y prefieren trabajar para el cese de hostilidades y así no tener que
cambiar nada. Una difícil papeleta para Lincoln que acaba viéndose en la
encrucijada de alargar una guerra que permita que la enmienda sea aprobada, que
permita un estado de cosas perenne para el futuro, un principio más elevado que
evitaría muertes e infamias en dicho futuro. Esta idea vuelve a resultar polémica,
especialmente vista hoy, pero el mantenimiento de una institución como la
esclavitud es insostenible desde cualquier punto de vista.
Spielberg retrata, una vez más con detalles sutiles de
puesta en escena y encuadre, al líder de los conservadores y su pensamiento en
ese travelling de retroceso que muestra a Blair en el interior de una carroza, resaltando
así su reclusión y poca altura de miras, encerrado en valores obsoletos.
Otro simpático detalle que hilvana política y familia, lo
cotidiano con lo profesional, lo tenemos en ese mapa oficial de guerra chamuscado por el hijo de Lincoln, ante la
sorpresa de Edwin Stanton (Bruce
McGill), secretario de guerra.
Son varios los momentos esplendorosos que nos dejará ese
genio que es Daniel Day-Lewis en forma de monólogos, uno de ellos lo tendremos
en esta misma escena, mientras se debate sobre la táctica de guerra a seguir y
encaja acusaciones de ser excesivamente entrometido, de actitudes
dictatoriales. En este monólogo demostrará ser plenamente consciente de lo que
hace, de que está en el límite de la legalidad, no la niega como haría un dictador,
por ejemplo, simplemente muestra una genialidad absoluta para manejarse en el
entramado legal y lograr un objetivo, no lo olvidemos, imprescindible. El
respeto por la dignidad humana y la abolición de la esclavitud. Un visionario. Un
político de altura descomunal que ojalá pudiéramos disfrutar en la actualidad. Un
monólogo rodado con un admirado travelling de acercamiento hacia el rostro de
Day-Lewis, deleitándose en su argumento y reflexión, con algún inserto, como
ese a su secretario de estado, Seward, que lo observa embelesado y también
admirado, para acabar en la parte final con un majestuoso primer plano. Sus
reflexiones y altura de miras, esa forma de
demostrar que cuando los demás van él ha vuelto 5 o 6 veces, es
magistral. Este monólogo se divide en dos, de hecho, con dos travellings, el
primero tangencial, por fuera de la mesa, en su digresión con la simpática
historia de la anciana que mató a su marido, que acaba al lado de Lincoln de
perfil. Spielberg cambiará su acercamiento al presidente en la segunda parte
del monólogo, esta vez se acercará lentamente de frente hasta su primer plano
mencionado. Magistral planificación de dirección. Lincoln es un orador de
primera, un embaucador, un narrador nato. De alguna manera Spielberg se
identifica plenamente con él, es otro narrador nato.
Es turno para otro de los personajes imprescindibles de la
película, Thaddeus Stevens (Tommy Lee Jones), una cámara flotante, con planos
largos y sostenidos mostrará su punto de vista, en ligero contrapicado, él representa
el ala más radical del partido republicano a favor de la abolición. Un
personaje extraordinario, de firmes principios pero poca sutileza política.
Resulta fascinante este estudio sobre las interioridades de
la política y las distintas sensibilidades dentro de un partido. Es una
película similar a una partida de ajedrez, película de despachos, intriga
política, conversaciones y negociaciones donde Lincoln va moviendo sus piezas
con maestría.
Ese movimiento de piezas pasa por comprar congresistas
demócratas, el soborno, retorciendo las cosas al máximo para que sea legal,
“trabajo patrocinado”. Se contratará al grupo de un divertido y brillante James
Spader para la misión.
El congreso, las escenas y discursos del congreso son siempre
interesantes, allí se nos presentará a otros personajes, los demócratas,
Fernando Wood (Lee Pace) o George Pendleton (Peter McRobbie), los dubitativos, George
Yeaman (Michael Stuhlbarg)… siempre a través de los ojos de otros, de su mirada,
como la de la mujer de Lincoln, Mary Todd, o los encargados de los sobornos.
Todo rodado con la habitual sobriedad y brillantez. Dedicará un travelling con
panorámica a Tommy Lee Jones resaltando su pausada dignidad al comienzo del
debate, aunque luego saltará como corresponde a su visceralidad y rudeza. La
ley natural, lo natural, que todos los hombres somos iguales, será el argumento
de Stevens (Tommy Lee Jones), en oposición a la inhumana mirada de los demócratas
que ven en la diferencia racial un argumento divino para mantener la
institución de la esclavitud.
En el retrato personal de Lincoln su hijo Robert (Joseph
Gordon-Levitt) será importante. Su conflicto con él por su interés en alistarse
le creará problemas familiares y contradicciones internas que también deberá
solucionar.
La intención del ala conservadora de acabar la guerra
pronto, evitando así que se haga necesaria la aprobación de la enmienda, logrará
un acuerdo con los rebeldes, lo que supone un problema para los verdaderos
propósitos de Lincoln, abolir la esclavitud no por acabar la guerra, sino porque
es lo justo, algo en lo que cree firmemente. Deberá dilatar en el tiempo todo
esto, manejar las situaciones hasta el día de la votación. Este será el gran
conflicto con parte de su propio partido, la posibilidad de un acuerdo con los
rebeldes para terminar la guerra.
Robert, su hijo mayor, también interrumpirá los asuntos
políticos de su padre, aunque en esta ocasión el padre priorizará la importante
conversación que mantiene con Preston Blair (Hal Holbrook).
Spader sigue con sus asuntos de soborno, se le encuadrará
tras una carroza y en una lúgubre habitación junto a su equipo en ligero
contrapicado, todo como clandestino.
Es una cinta de fascinantes matices en las relaciones de los
personajes, su forma de tratarse y hablarse.
Un gran detalle de puesta en escena lo tenemos en ese
momento donde vemos a Spader intentar captar a uno de los congresistas para la
causa abolicionista, una estampa de caza perfectamente acorde con el propósito
de nuestro personaje, caza congresistas. Todo avanza pero es costoso, faltan 13
votos teniendo en cuenta los convencidos y las abstenciones.
El entramado de relaciones, engaños, sutilezas legales,
pequeñas ocultaciones, intrigas, negociaciones y tácticas en las que se ve
envuelto Lincoln para sacar adelante la decimotercera enmienda es tremendo.
Teniendo todo esto en cuenta su Secretario de Estado y mano derecha, Seward, se
decepcionará al enterarse del acuerdo al que había llegado Lincoln con Blair,
sobre su viaje a Richmond para invitar a Jeff Davis a la paz, una cesión que no
estaba en los planes, aunque su presiente lo tiene todo pensado. Esto lo
mostrará Spielberg con uno de sus característicos travellings de acercamiento
en ligero contrapicado al rostro del personaje.
11 de enero. Virginia.
Ahí tendrá lugar la negociación, el encuentro. El senador R. M. T. Hunter,
congresista de los Estados Confederados de América; el juez John A. Campbell,
asistente del secretario de guerra de los Estados Confederados de América;
Alexander Stephens, Vicepresidente de los Estados Confederados de América…
Asistiremos a una brillante conversación entre Lincoln y su
secretario de estado, analizando los pros y las contras de la decisión del
presidente. Es un buen ejemplo de esos matices mencionados en sus relaciones,
la admiración, el dolor por la ocultación, los pequeños sacrificios provocados
por las obligaciones…
Volverá a citar a Shakespeare, Macbeth en esta ocasión.
“Si podéis observar en las semillas del tiempo y decir qué
grano florecerá y cual no, entonces decídmelo…”
12 de enero.
Lincoln se las sabe todas, como dije lo tiene todo planeado,
quedó bien con su colega de partido pero se las ingeniará para retrasar la
llegada de los confederados a la firma del acuerdo pretendido. Veremos como lo
hace en un plano, de la oscuridad de la carreta que transporta a la pequeña
comisión confederada a la luminosidad del exterior, un barco que los llevará de
paseo…
Otro detalle cotidiano de la tierna relación de Lincoln con
su hijo pequeño lo tenemos en la devolución de las fotos de esclavos que le
había quitado su madre. Una bonita estampa familiar limpiando sus botas.
El recuerdo del hijo perdido desarrolla el lado humano y
personal del personaje, un tren, un retrato, el recuerdo de Mary Todd… el
matrimonio recordando, doloroso, su pérdida. Dolor contenido y la sombra de
Lincoln, que aparece en varias ocasiones como símbolo de su magnitud, su futura
muerte y conversión en mito, casi abstracto. Un político y un ser
humano excepcionales, así como excepcional es el retrato que Spielberg hace de
él.
Spielberg es un virtuoso de las transiciones entre escenas,
un ejemplo lo tenemos en esa que nos muestra el desolado rostro de Mary Todd
(Sally Field) en esta escena mencionada, al sonriente que muestra en la siguiente sin
solución de continuidad, de la dolorosa intimidad a la sonriente apariencia de
los momentos en sociedad. Es una pequeña fiesta.
tremenda película
ResponderEliminarayer comentaste al principio un poco de política con mucho acierto
aquí los socialistas siempre demonizan al partido republicano estadounidense cuando ese partido es el que hizo muchas de las cosas que ellos defienden como abolir la esclavitud.
Obama es lo más parecido al PP español (el PP de Aznar, no al actual), y los republicanos son todavía más de derechas en este momento.
los dos partidos son de derechas,de ahí el odio que siembra la izquierda contra USA.
todo es blanco o negro para algunos que luego van defendiendo la pluralidad y toda esa basura
espero las dos próximas entregas que el final de la película me pareció muy emocionante
Lo has clavado amigo Chu4che, matizar que abolir la esclavitud lo defiende cualquiera, la cosa es que como bien dices y sabes desde cierto sector les gusta dar clases de moral y adjudicarse ciertos valores, que tiene narices... Sobre todo viendo de donde vienen las cosas. Así intentan crear el maniqueismo, nosotros buenísimos los otros malísimos. Es igual que lo que está pasando con Madrid y Barcelona, la misma táctica, táctica política... para fanáticos.
EliminarLo comparto completamente, la parte final de una contención tremenda además, es realmente emotiva.
si,el final es muy emocionante pero a la vez Steven sabe contener la emoción para que no se le vaya de las manos y pierda credibilidad.
ResponderEliminaresta película sólo podía filmarla Spielberg, un director que ha dirigido varios proyectos sobre el racismo y la esclavitud. Sólo él otorgaría esa grandiosidad a la figura de Lincoln como es el discurso final. Un homenaje del director a un personaje histórico tan admirado
Concuerdo Chu4che, además Stevens tiene su propio pequeño homenaje en su última y bella escena.
EliminarHaced el favor de no pre-spoilear, gansos!!
ResponderEliminarJajaja!!
Estoy contigo Sambo en q nos hace mucha falta alguien con sentido del deber, honor, perspicaz, hábil, con altura moral y que sepa defender las causas justas.
Y no sé si los demócratas y los republicanos son dos facciones de la "derecha" o si son liberales o neocon. Y francamente, queridos me importa un bledo.
(No, no m importa un bledo; lo q pasa es q me preocupa sobremanera el cenagal en que se ha convertido nuestra política)
Qué personaje de altura de nuestro país (estado o llámese como se llame ahora este reino de taifas llamado -aún- España) estadista, me refiero, merecería una Opus Magna así?
Alguien sin fisuras.
Se os ocurre? A mí no. Quizá por falta de memoria, de cultura histórica suficiente o porque en esta época nuestra es todo tan turbio que mancha el tecuerdo…
En fin…
Gracias Sensei!! Un besito!
(Y a ti otro chu4che!!)
Jajajajaja estás destroyer Reina, sí los dos partidos son de derechas bajo los parámetros europeos, allí se ofenden, como se ofendió Obama, cuando los llaman socialistas y esas cosas. Liberales ya es otra cosa, hay muchas visiones distintas dentro de cada partido, allí se deben a los votantes de su zona, por eso no hay tanta dependencia de las órdenes de partido, entre otras cosas.
EliminarDe aquí mejor no hablemos jajaja. Eso sí, nos gusta mucho dar consejos.
Filípica aparte, y situación geopolítica americana aparte, es una pena que no nos tomemos las cosas de nuestro país con la seriedad y cariño con las que lo hacen los ueseis boys.
ResponderEliminarNo dudo del merecimiento de Lincoln. Pero me fascina la facilidad que tienen para sacar un peliculón de fragmentos de su historia.
Me fascina y lo envidio.
Que tenemos tres mil años de historia, demonios!!
Porqué no hay una peli de Trafalgar? Porque tenemos Agustina de Aragón y tal, pero joer!! Será que desde Viriato no hay material bueno en estos lares!!!
Vale, han hecho el Timbaler del Bruc…mas mala q un dolor…
Q pena, no?
Totalmente de acuerdo. ¡Es que de este tema hemos hablado mucho!. Es una vergüenza que con la historia y la importancia de la misma que tenemos no sepamos mostrarlo, ni nos sintamos orgullosos, porque preferimos ir de guays hablando de chorradas y bañándonos en rencores absurdos. Un patético complejo.
EliminarLos americanos, que tiene cosas malas como todos, son admirables en ese, y otros muchos, sentido. Algo de lo que podríamos aprender. Por supuesto dentro de lo admirable está este presidente al que Spielberg retrata aquí.
Si los americanos tuveran nuestra historia... ¡Lechs! han creado un género cinematográfico de su historia, brevísima, eso lo dice todo. El western. Algo sin parangón.
La tengo que ver, sin duda. He entrado en filmaffinity y me he dado cuenta que es algo más valorada por críticos que por usuarios. Supongo que tendrá que ver con el ritmo lento que comenta MrSambo.
ResponderEliminarVoy a hacer un comentario off topic. Por cuestión del tema he entrado a ver la crítica que hiciste de la película "La conspiración" de Robert Redford, y te quejas de que se pasa por alto la cuestión de que en el sur eran esclavistas. Es evidente que los bandos en conflicto no tenían la misma legitimidad. Pero aún así, me parece que la crítica a juicios paralelos y la indefensión que generan, es muy válida. Aparte que me gustó el no mojarse en si era o no era culpable, simplemente se trataba de la duda razonable y pruebas circunstanciales. A mí sí me gustó, aunque como bien dices en tu crítica, no apasiona.
Keyser, creo que sí, quizá el ritmo y el ser de interiores la hacen muy poco comercial, es normal. Con respecto a LA CONSPIRACIÓN, es una cinta que no me disgustó, pero noté cierto tono partidista que me incomodó, el resto de aspectos que comentas, como los juicios paralelos y la indefensión, están bien mostrados. Es una película interesante.
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