La cara de Pat al ver, al día siguiente, a Tiffany para que le dé
la carta a su mujer indica ya que lo que más ilusión le hace es verla a ella de
nuevo, aunque no sea del todo consciente. Su misión radica en discernir por qué
es feliz en ese momento. A este respecto tendremos una bella escena con un
bello gesto, cuando Pat defiende a Tiffany, que lo escucha en secreto, ante un
ex compañero de trabajo que quiere aprovechar la incontenible lascivia de ella.
Esto reconforta.
En una nueva conversación de la pareja veremos cómo Pat tiene
idealizada a Nikki, esa evasión irreal a la que ha decidido lanzarse, aunque
sin darse cuenta él mismo confirma que jamás existió ese ideal que relata. Un
complejo de inferioridad acentuado, se culpa de la infidelidad de su mujer,
cree que fue su culpa que ella acabara con el profesor de historia.
En la película se dan muchas reflexiones en torno a la
pareja, la relación de Pat con su mujer, Nikki, la de Pat con Tiffany, la de los
padres de Pat, pero también la de Ronnie, al amigo del protagonista con su
mujer Veronica. Un infeliz calzonazos que en su apariencia de normalidad parece
algo perturbado también. La normalidad y la extravagancia o lo “distinto”, son temas importantes de la cinta. Al final de la misma casi ningún
personaje nos parece del todo normal y a la vez resultarán encantadores. De
hecho los más normales serán los más antipáticos a nuestros ojos, como la
mencionada Veronica.
De igual forma hay otra sutil reflexión sobre las relaciones
familiares, no sólo con respecto a los padres de Pat y él, también la veremos
con los padres de Tiffany y con el hermano de Pat (Shea Whigham), que no parará
de echarle en cara sus méritos y compararlos con sus fracasos.
También se aprecia una crítica social, relacionada con el
tema mencionado de la normalidad, en la cantidad de gente que O. Russell
muestra mirando desde sus ventanas, como hipócritas guardianes y juzgadores de
la supuesta normalidad.
Pat deberá hacer otro favor a Tiffany en pago al suyo de dar
la carta a su mujer, Nikki. Participar en un concurso de baile. Quid pro quo.
Toca ensayar.
Tras los primeros momentos difíciles Tiffany contará cómo
murió su marido, así volverá a crear un vinculo que se manifestará de forma
visual acto seguido. Un plano donde ambos se reflejan en el espejo y un
travelling circular que los encierra mientras oyen la canción que van a bailar,
una intimidad compartida. Las clases comienzan a progresar.
La evolución de Pat se sigue mostrando en pequeños gestos,
como cuando, cansado, tira los libros, que leía obsesivamente como forma de
acercarse a su mujer, de la cama. Un hecho que resulta simbólico. La
sinceridad, las confidencias, las discusiones, los enfados, los encontronazos,
las simpatías, los rasgos comunes… los van uniendo cada vez más, se identifican
plenamente el uno con el otro, desde el principio, pero Pat tiene barreras que
superar, barreras y defensas que se van debilitando cada vez más.
Los seductores leggings y la seductora espalda de la
voluptuosa Jennifer Lawrence son grandes ingredientes a favor de la cinta. Pat
huirá de todo esto desconcertado ante lo que le ocurre y lo que siente, algo
que no es capaz de canalizar o comprender.
La relación entre padre e hijo se sigue desarrollando, un
padre que quiere pasar tiempo con su hijo, con un aparente ramalazo egoísta ya
que cree que ver los partidos con él le da suerte (al final
confesará que lo de los partidos era una simple excusa para estar con él), y un
hijo hiperactivo, inquieto, que parece pensar que si se detiene se alejará de
su fantasía creada de Nikki, su mujer. También es posible que pasar tiempo con
su padre le obligue a pensar, cosa que no quiere.
No son pocas las referencias literarias que se dan en la
cinta, como he comentado, “El señor de las moscas” de William Golding es otra a
añadir.
La perfecta evolución y signos que nos deja O. Russell sobre
el creciente amor de la pareja son muy simpáticos, así en la escena donde el
amigo de Pat, Danny (Chris Tucker), les da algunos consejos de baile y
se acerca “demasiado” a Tiffany despertarán unos pequeños celos posesivos en
nuestro protagonista. Detalles pequeños, divertidos y acertados.
He hablado del gran papel de De Niro en esta cinta, donde ha
recuperado el tono y vuelto a demostrar lo grandísimo actor que es. La escena
íntima de la conversación con su hijo donde se emociona es uno de los grandes
momentos conmovedores de la película.
La película defiende la unión familiar, a pesar de los
conflictos, diferencias y rarezas de cada miembro. Esto lleva a un problema a nuestro protagonista, que tiene el partido más importante de la temporada el mismo
día que el concurso de baile.
Pat recibirá su contestación a la carta que escribió a su
mujer, un momento importante para él que se sentirá algo decepcionado con el
contenido, aunque éste no es negativo. Tiffany se mostrará muy empática con él,
bonito instante. Muy bien los dos protagonistas en la escena.
Pat necesita que lo valoren, especialmente por cómo es,
cuando lo lea se emocionará, evidentemente. Su complejo de inferioridad
necesita una cura efectiva.
Pat intentará congeniar las dos actividades, irá al partido
y luego al baile. Día de partido, la cosa comenzará bien, relacionándose con
sus amigos, su hermano y hasta su doctor. Su padre le advierte de que no pegue
a nadie, él no puede entrar porque sí lo hizo, son tal para cual. Cuando su
hermano se meta en una reyerta Pat tampoco podrá contenerse.
El plantón a Tiffany por la pelea será el desencadenante de
una de las mejores escenas de la cinta. La conversación con todos los
personajes en el salón de la casa del protagonista.
Supersticiones, estadísticas, resultados, suerte, apuestas,
Tiffany dando la vuelta a todo, Lawrence en su línea de chica dura.
Aquí subyace una aguda reflexión sobre la fe y la confianza,
la de De Niro en su hijo y “los signos”, por lo que se apostará todo el negocio
y ahorros a una apuesta combinada, un resultado de fútbol americano y una nota
de 5 en el concurso de baile. Es muy divertido el cambio de De Niro con
respecto a Lawrence conforme da datos estadísticos y resultados para argumentar
que la cosa iría mejor para su equipo si Pat estuviera con ella durante los
partidos.
Con todo hay un exceso de coincidencias en la película, si
bien es cierto que reflexiona sobre el azar, la suerte y las supersticiones
como agarraderos de la sociedad moderna. Sobre la fe en definitiva.
Pequeñas incógnitas se van resolviendo, Pat descubrirá que
la carta no la escribió Nikki sino Tiffany, resaltado con un travelling de
acercamiento. Del mismo modo sabremos que los "fortuitos" encuentros de Tiffany y
Pat cuando corrían eran forzados, los chivaba la madre del protagonista.
Una carrera liberadora.
Estamos en Navidad y llega el concurso, un buen clímax para
el final de la película. Todos los personajes se darán cita, habrá explosión de
sentimientos, confusiones, contrastes, altibajos… Tiffany se decepcionará y
deprimirá al ver a Nikki, sus depresiones las suele resolver con sexo, como ya
nos comentaron, así que se lanzará a beber y coquetear. Sus coqueteos son su evasión,
la manera en la que intenta sentirse aceptada. Cree que pierde su oportunidad
y a su hombre. El director nos dejará las reacciones y decisiones de Pat sin
concretar, manteniendo el suspense. Cambiando el punto de vista.
En esta fase de la película el director recurrirá a muchos
travellings y movimientos bruscos de cámara, además la música lo inundará todo.
Adecuados recursos para mostrar la mencionada explosión de sentimientos que
está aconteciendo. Así veremos el largo travelling que sigue a Tiffany en su
tristeza.
La apuesta deportiva va viento en popa, todo depende del
baile, como era de suponer. Un detalle magnífico lo tenemos cuando vemos
perfeccionados en el baile definitivo los pasos que fuimos viendo de manera
fraccionada en los ensayos. Además el baile en sí resulta una perfecta metáfora
de sus personalidades, de sus cambios de ánimo, de su inestabilidad, con esa
mezcla de estilos y ritmos. Un baile entrañable, imperfecto, con errores y un
salto que casi recuerda a un minimalista “Dirty Dancing” (Emile Ardolino, 1987).Un
baile y una escena que reconduce, de hecho, sus personalidades.
Por supuesto superarán la apuesta, de manera realmente
divertida en esa reacción al conseguir un pobre 5 como nota final, pero suficiente
para ganar dicha apuesta.
El susurro al oído de Pat a Nikki, dejando a Tiffany sin
contemplaciones, nos recuerda a ese otro susurro inolvidable del cine romántico
reciente que vimos en “Lost in Translation" (Sofia Coppola, 2003). Aquí también supondrá
la separación de esa pareja, aunque los sentimientos del espectador serán
distintos.
Otro travelling circular, un recurso que como he comentado
aparece en varias ocasiones en la cinta, sellará el amor de la pareja. Un
romántico y bonito plano. El director, acto seguido, se alejará para mostrarnos
los lugares y escenarios, ahora solitarios, donde antes vimos a los personajes
convivir.
Los domingos que vuelven a ser felices, la familia vuelve a
estar reunida, el restaurante va por buen camino, los amigos presentes… todo
como una piña.
La superación; la familia como soporte, como una roca
irreductible donde se incluyen los amigos, una piña; la valoración de uno mismo; la superación de complejos; la normalidad y la extravagancia; la necesidad de aceptación;
la presión social que señala al que no se somete al rígido esquema de lo que
ella considera normal, en forma de crítica; la fe en los nuestros; el amor como
sanador… Son algunos de los muchos temas que nos deja está estupenda cinta.
La película además tiene buena música, Stevie Wonder, Led Zeppelin, Bob Dylan, Diane Warren en la composición, Frank Sinatra, incluso acordes de “Goodnight Moon” de Shivaree, tema que ya disfrutamos en “Kill Bill” de Quentin Tarantino, referencias a Megadeth o Metallica, también referencias literarias o cinéfilas, como ese momento en el que ven “Cantando bajo la lluvia” (Stanley Donen, 1952)…
Grandes interpretaciones con un De Niro fantástico, lo mismo
que Bradley Cooper, muy acertado; algo por debajo está Jennifer Lawrence, quizá
algo sobrevalorada en estos momentos aunque sus curvas se disfrutan mucho; aceptable
guión; muy buena dirección de O. Russell, que acierta con el tono y los recursos visuales…
Sincera, entrañable, divertida, romántica, dulce, alegre, previsible, algo
superficial, tierna... Da lo que promete.
Ideal para pasar un buen rato.
"Ideal para pasar un buen rato" que es justo lo que pretende y para lo que muchos vamos al cine. Suelo tener manía a las películas exesivamente "de moda" o nominadas, pero ésta (como "Intocable") me dejó la sonrisa en la cara. Me gustó, buena crítica y un saludo.
ResponderEliminarMIGUEL
Pues sí Miguel, ese es el estado que me dejó a mí también, sales del cine o de donde la veas con la sonrisa y satisfecho por haber pasado un buen rato.
EliminarMuchas gracias y un saludo.
Pues definitivamente, voy a verla!!
ResponderEliminarCreo que me será utilísima!!
(Y De Niro me chifla!)
Besos sensei!! Gracias!!
Claro que sí, luego me cuentas eh.
EliminarBesos.
Es la película exacta para recomendar y que después recurran a ti, para que sugieras otra. De esas que no te dejan en mal.
ResponderEliminarJuan Ramón jajaja buena descripción.
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