
Esa riqueza literaria, esa búsqueda del recurso artístico,
poético, es lo que más llama la atención de una obra que en general tiene las
grandes virtudes de Chandler en su estilo único como autor de novela negra. El tono, la
ironía, la gracia, el cinismo, los entornos recreados, son puro Chandler pero
con un poso aún mayor, como más cansado, incluso nostálgico, de lo habitual. Y
eso que sólo es su segunda novela. Además presenta algunas peculiaridades que
la hacen distinta.


Será en “La dama del lago” donde Chandler no recurra a los
millonarios y su universo para montar su trama.
La película de Dick Richards carece de genialidad, no tiene
ninguna, es académica y artesanal, pero sí posee una seguridad y convicción que
la hacen muy notable, aparte de recrear el mundo chandleriano con acierto.

“Adiós, muñeca” tiene todos los elementos característicos
del cine negro más clásico, voz over, flashbacks, iluminación muy expresionista
con un uso de las sombras notable a pesar de ser una cinta a color (aunque en
ocasiones se va la mano con las sombras y cuesta reconocer a nuestro
protagonista), mujer fatal, una trama rocambolesca y un detective de los de
toda la vida.


Se plantea de forma sutil el conflicto racial, y también de
forma curiosa porque el grandullón ni siquiera se percatará de esta circunstancia
cuando se mete en el que fuera lugar de trabajo de su novia, ahora un bar de
negros.

La miseria se mantiene en la casa de la señorita Florian,
Jessie Florian, una esperpéntica Norma Desmond de tres al cuarto, alcoholizada, que
se dedicaba a las variedades y vende lo que sea por una botella de licor. Se
incluyen referencias a la invasión de Rusia por parte de los nazis.
El retrato de Marlowe es tremendamente fiel y ajustado y se
ve además revalorizado por el excepcional trabajo de Robert Mitchum en el
papel. Honesto, viviendo al día, honrado, incapaz de renunciar a sus principios
por dinero, este último aspecto lo diferencia del Marlowe que interpretó Dick
Powell en “Historia de un detective” (Edward Dmytryk, 1945), donde parecía
vivir sólo para el dinero, lo que acababa desnaturalizando al personaje. Hay que
tener en cuenta que aquella fue una de las primeras apariciones de Marlowe en
pantalla.
La historia de la búsqueda de Velma parece acabar tras la
larga entrevista y la pista que le da la señorita Florian a Marlowe pero, como
ya he comentado, esto es típico de Chandler, aunque aquí sea aún más radical,
pasar de un caso a otro sin aparente relación hasta que todos los hilos de
ambos casos acaban confluyendo al final.
Aquí sí apreciamos el aspecto cansado, cínico, irónico, el
duro trabajo de investigación con nuestro protagonista mal dormido, sucio, mal
planchado o afeitado, que se trasluce de las novelas de Chandler y que brilla
por su ausencia en la otra encarnación que hizo de Marlowe el gran Robert
Mitchum en “Detective privado” (Michael Winner, 1978). También veremos a
nuestro protagonista recurrir a la botella cuando sea menester.
Harry Dean Stanton tiene un pequeño papel como policía
cínico y graciosillo.
El otro caso no parece tener que ver con el anterior, un
mero encargo, una protección para un pago que el cliente (John O’Leary) tiene
que hacer. No parece muy complicado pero todo se torcerá. Marlowe no le ve
ventajas al caso pero acepta porque está apurado de dinero.



En el barrio chino le darán la pista para visitar al
mencionado juez.
Dick Richards planifica muchas escenas en un solo plano,
aunque inserte algún primer plano o planos medios en ocasiones, un ejemplo de
esto lo tenemos en la escena donde se pide a Marlowe que deje el caso. Dicha
escena se inicia con un plano cerrado de nuestro protagonista lavándose las
manos que se abrirá, sin cortes, a uno general de la sala en la que están hasta
tres personajes y en la que se desarrollarán los diálogos. Una planificación
muy clásica.

-“Desde luego estás muy anticuado”.
-“De cintura para arriba”.
La escena con la madame es magnífica. Se rodarán sus planos
en contrapicado y los de Marlowe en picado, incluyendo a ambos en los mismos.
Lenguaje clásico constante, como en la mencionada escena de seducción. La
madame sacudirá de lo lindo a un aparentemente indefenso Marlowe, pero éste no
se quedará atrás. Divertida y brillante escena.

Otro ejemplo de lenguaje clásico lo tenemos en la
conversación entre Marlowe y el mafioso Brunette (Anthony Zerbe), con un gran
tempo en la escena. Marlowe aceptará el dinero como protección. Marlowe
consumará su relación con Velma, será víctima de un tiroteo y de una traición.

Otra de las escenas destacadas la tenemos con la muerte de
Florian, una escena de auténtico sabor a cine negro del mejor, claroscuros,
sombras, contrastes lumínicos, suciedad, naturalismo, investigación, pausa,
soledad… Una cortinilla acuosa cerrará el flashback que ha ocupado la práctica
totalidad de la narración hasta este momento.
En la parte final volvemos al presente, Marlowe debe ir a un
casino que se encuentra en alta mar, propiedad de Brunette, para acabar de
solucionar y aclarar la investigación una vez tiene todos los datos a su
disposición, una decisión arriesgada de la que piensa tiene muchas opciones de
no salir con vida. Una sensación de fatalidad donde Marlowe parece buscar un
destino desgraciado que es un acierto y perfectamente adecuado a una cinta de
cine negro. Alli se desvelará la verdad sobre Velma y su relación con Moose
Malloy.

Una magnífica reflexión sobre la corrupción que invade cada
rincón de una sociedad podrida, como muestra Chandler con mayor contundencia
aún en su novela.

La película rezuma romanticismo descorazonado, desazonado,
desencantado…
Como curiosidad mencionar que el escritor Jim Thompson
aparece en esta cinta, lo que acaba siendo algo magnífico, un recurso
metalingüístico que homenajea a la literatura negra con uno de los grandes
maestros apareciendo en la adaptación de la obra de otro de los grandes
maestros. Interpreta al juez Baxter Wilson Grayle.
En definitiva, un título notable, carente de genio, pero con
la corrección de un buen artesano que se disfruta y paladea con ese aliento
clásico en todo momento.
Mucho mejor que El detective la otra peli setentera que hizo Mitchum de Michal Winner. Esta peli la tengo mucho cariño, ya que la ví en mi adolescencia, época en la que era muy fan de Stallone y me descubrió el cine negro. Me gustó tanto que empecé a fagocitar la filmografía de Robert Mitchum y de ahí, descubrí el gran cine
ResponderEliminarclásico en B/N.
Gran película
Ruben Redondo
Me gusta eso que cuentas, parece que es una peli especial para ti. Así empiezan las cosas y tú evolución es ejemplar y envidiable.
ResponderEliminarUn abrazo.