Me enfrento a una de mis películas favoritas de todos los
tiempos, de las que me marcaron en mis inicios cinéfilos y me fascinaron por
todo. Es además una de las películas más grandes jamás realizadas, una de las
mejores de la historia del cine que supera cualquier crítica o reparo sobre que
pueda resultar demasiado verbal o que no tenga una excesiva brillantez visual,
simplemente porque el talento de todo lo que la compone le sale por los poros,
se desborda por los fotogramas, por las interpretaciones, por la inteligencia
del texto…
Recuerdo haber entrado en hipnosis al ver por primera vez
“Eva al desnudo”, y eso que en aquella
época no pillaría ni la mitad de las intenciones que cada frase de diálogo
tenía, pero la forma en que lo decían, su ironía, su forma de hablar y su trama
repleta de giros imprevistos y personajes increíbles me atrapó de tal forma que
creo que aún no me he despertado. Quedé prendado de esa tierna y dulce Eva, me
transmitió toda la compasión del mundo, acepté su falsa humildad, me la creí,
me enamoré de la visceral Margo Channing, de cómo detrás de su fuerza y genio
se escondía una sensibilidad extrema, me sentía a gusto con Bill, Karen y
Lloyd, su amistad y entrega. Vivía con pasión cada discusión, hasta el punto de
desearlas por lo que me hacían disfrutar los ingeniosos diálogos, esos partidos
de tenis donde cada réplica es mejor que la anterior. Me sorprendo pegado a la
pantalla con el juego de mentiras, embustes y apariencias que sostiene el
entramado de la historia hasta su memorable final… En definitiva, que con “Eva
al desnudo” siento la pasión de una relación incondicional.
Por si fuera poco para acrecentar el mito en mí resulta que
“Eva al desnudo” es la película con más nominaciones a los Oscar de la
historia, 14 (ahora igualadas por “Titanic” de James Cameron en 1997). Ahí no
acaban los logros, Joseph L. Mankiewicz fue oscarizado el año anterior, 1949,
por “Carta a tres esposas” en las categorías de mejor director y mejor guionista,
algo inaudito, pero que volvería a repetir con la obra maestra que nos ocupa… 4
Oscars en las categorías principales dos años consecutivos. Esto situó a
Mankiewicz como el director más prestigioso del momento, lógicamente.
Mankiewicz demostró un gran interés y una brillante
exposición de la psicología femenina con “Carta a tres esposas”, algo que se
desarrollo de forma exponencial y magistral con la película que tratamos ahora.
El universo femenino es una de las múltiples constantes de este autor y maestro.
La idea de la interpretación, de que el mundo es un inmenso
escenario, como mantenía Shakespeare entre otros.
Una mirada hacia esa representación, hacia la máscara, la
mentira etc. que no siempre es negativa, ya que en muchas ocasiones se vincula
al arte y la creación.
Joseph L. Mankiewicz era un intelectual, un hombre culto y sofisticado, aunque lo de intelectual le aborreciera, y siempre defendió al teatro por encima del cine, incluso dejó para la posteridad una frase que creó polémica y sirvió a los más críticos para regodearse en su simplista mirada ante su obra; “Yo hago teatro filmado”… una frase que va en la misma línea de aquella de John Ford cuando dijo “yo hago westerns”, que sólo manifestaban un interés y una humildad desbordantes.
La inquietante presencia de la muerte, la lucha por evitarla,
que en ocasiones lleva a la locura; o la creación, tema básico en su
filmografía, una creación que transmite belleza o que puede llevar también a la
locura, hacerse enfermiza o desesperada, producir desencanto (“Eva al desnudo”,
“La huella”, “La condesa descalza”…)… son otras contantes que encontraremos en
la rica obra de Mankiewicz.
El poder o las preocupaciones sociales también son temas que
se pueden encontrar en numerosas ocasiones en su filmografía.
Este interés por Shakespeare y el teatro es evidente en su
obra, las adaptaciones a “Cleopatra” (1963), su odiada película, o a “Julio
César” (1953), así como otras muchas lo dejan meridianamente claro. Una vez más
la representación íntimamente unida a su obra.
Su uso de la voz over, su forma de realizar un retrato en base
al testimonio de los que rodearon al personaje o su amor por Shakespeare, son
rasgos de autor muy significativos en Mankiewicz, muy presentes en “Carta a
tres esposas”, con una voz over muy original, o “Eva al desnudo”, su otra gran
obra que se sumerge en el universo femenino y que crea un personaje, el de
Eva, basándose en el retrato que nos hacen los otros personajes que se relacionaron
con ella.
Muchas de estas características han hecho que la comparación
con Orson Welles sea obligada, la pasión por Shakespeare, el tema de la máscara,
la representación, la forma de diseccionar un personaje como Kane en base al
testimonio de otros etc. unen a estos dos talentos. Las diferencias son
evidentes pero también lo son las similitudes. De hecho fue el hermano de
Joseph, Herman J. Mankiewicz, el guionista de esa obra maestra de Welles que es
“Ciudadano Kane”. Herman era considerado el genio de la familia, todo hay que
decirlo, aunque finalmente la genialidad que voló más alto fue la de Joseph,
sin lugar a dudas.
Otras muchas claves, constantes o rasgos y recursos típicos
del director los iré mencionando conforme avancemos en el análisis y
correspondan a un momento adecuado. De igual forma haremos paralelismos con
obras de Shakespeare o Molière en honor a su predilección teatral según nos
encontremos con personajes o momentos que nos los recuerden.
Mankiewicz y Welles son dos genios del punto de vista
multifocal, y en dos de sus obras cumbre lo demuestran (“Ciudadano Kane” y
“Eva al desnudo” que es la que nos ocupa). Así el director no se hará esperar a
este respecto e iniciará su relato con una voz over que cambiará de dueño, será
iniciada por el pérfido Addison DeWitt y pasará a ser de Karen, que nos
introducirá en el flashback. Los flashback siempre muy presentes en el cine de
Mankiewicz como ejemplo de ese interés que el director tenía por la memoria y
la influencia del pasado en el presente.
La película se abre con un plano corto del trofeo donde vemos el nombre de Eva, el fetiche, el objetivo que a la postre será vacío. La actriz es la verdadera luz, el resto (autores, directores…), no son más que algo accesorio para que esa luz pueda ser venerada. Por supuesto, como buen director clásico tendremos planos cortos del autor (Hugh Marlowe) y del director (Gary Marrill), con caras de circunstancias.
DeWitt se presenta a sí mismo de la forma más egocéntrica
que puede y de paso nos presenta al resto de personajes indispensables en la
historia, Karen (Celeste Holm), esposa del autor teatral más prestigioso del momento
y por tanto “pertenece al teatro por matrimonio”; Lloyd Richards (Hugh
Marlowe), su esposo, el afamado autor; Max Fabian (Gregory Ratoff), el
empresario que pone el dinero en las obras de Margo y en la que llevó a Eva al
premio que allí se otorga y Margo Channing (Bette Davis), estrella desde que de
niña representara “El sueño de una noche de verano”, una actriz de pura cepa,
auténtica en todos los sentidos.
Lo primero que veremos de Margo serán sus manos cogiendo una
pitillera, el tabaco imprescindible en toda dama de la escena que se precie. De
igual forma lo primero que veamos de Eva también serán las manos, un sutil
vínculo digno de los grandes maestros, es como la cesión de un testigo. Una, la
gran actriz de siempre ganadora de múltiples trofeos. La otra, la joven
aspirante que alcanza el estrellato. Ahora toca ver las condiciones de esa
evolución.
Al artificio, muy cinematográfico, de la voz over, se añade
ahora el del plano congelado justo en el momento en el que Eva vaya a recibir
el premio, un plano que se mantiene congelado aunque tendremos contraplanos de
DeWitt y Karen que seguirán en movimiento. DeWitt nos habla de ella pero pasa
también el testigo, en esta ocasión de la voz over, a Karen, con la mirada, y
será ella la que nos narre los primeros pasos de la galardonada en el mundo del
teatro. Este recurso del plano fijo es un detalle que inicia esa difícil
relación entre cine y teatro que siempre está presente durante la película y
que además implicaba de forma muy personal a Mankiewicz, un diálogo que es un
aporte más al magistral uso que hace el director del metalingüismo. Un plano
fijo que sólo puede lograr el cine, un arte capaz de capturar el instante y
detener el tiempo, al contrario que el teatro, que vive de lo efímero, del
presente que se desvanece.
Mankiewicz al presentar dos voces over distintas sienta las
bases de lo que será su narración y la forma de hacer el retrato de la
protagonista.
Karen nos contará su primer encuentro y conversación con
Eva, Mankiewicz lo escenifica en la noche, en un callejón de la parte de atrás
del teatro donde se pone en escena “Aged in Wood”, la obra con la que está
triunfando en ese momento la gran Margo Channing. Un callejón donde se aprecian
contrastes lumínicos, de los pocos juegos visuales que veremos en el film, y
que viene a significar y presagiar todo lo que veremos a lo largo de la
película, especialmente con respecto a la personalidad de Eva, que mostrará sus
luces pero ocultará sus tremendas sombras. Eva va a diario a ver a su adorada
Margo y esa noche captará a Karen, amiga íntima de la estrella, para acercarse
a ella.
Un vendaval, un torbellino, pura fuerza. En su camerino, con
su ayuda de cámara, la imprescindible Thelma Ritter, y el autor de la obra,
Lloyd, hablan sobre la incredulidad que les producen las obras sureñas, quizá
una referencia a Tennessee Williams, cuando entra Karen con intención de
presentar a Eva. Nuestra discreta admiradora esperará pacientemente fuera,
fascinada con el entorno, mirando la platea desde detrás del escenario… Karen
cree estar haciendo un acto de buena voluntad cautivada por la admiración que esa
chica siente hacia su amiga. Y por su tesón.
En mi vida había oído diálogos así, todos son deslumbrantes,
rezuman inteligencia y multiplicidad de lecturas, todos los personajes parecen
inteligentísimos, embaucan, embriagan, una lucidez y claridad de ideas
descomunal, diálogos trepidantes, a velocidad de vértigo, de los que siempre
sacarás cosas nuevas con los distintos visionados. Son disparos certeros. Con
este material es lógico que Mankiewicz no busque más, no necesita más, y sobre
todo intenta no distraer con virtuosismos desde la dirección de lo que
realmente importa…lo que se dice y cómo se dice. Oyendo los diálogos y viendo
trabajar a los actores acabas hipnotizado, no querrás que dejen de hablar
nunca.
Dedicada a Rústico, que comparte conmigo su predilección por esta obra maestra absoluta.
Lee aquí la 2ª Parte del análisis.
Lee aquí la 3ª Parte del análisis.
Lee aquí la 4ª Parte del análisis.
Lee aquí la Última Parte del análisis.
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Lee aquí la 3ª Parte del análisis.
Lee aquí la 4ª Parte del análisis.
Lee aquí la Última Parte del análisis.
Una verdaera lástima lo de Tony Scott, un director realmente ameno y poco pretencioso. DEP.
ResponderEliminarJoven, mil gracias. Entro poco, y disculpa no comentar como mereces. Tengo más delito que el estilista de Orejas Migratorias Alves.
ResponderEliminarPor esas cosas de la vida, ayer vi La Taberna del Irlandés. Peli más que buena o mala, podría denominarla "deliciosa". Entre lecturas de Pío Baroja y el Infante Juan Manuel (soy el más asqueroso pedante al sur del Arroyo Chochito) y deporte, mucho deporte, machacándome en el gym, mucha bici, 8 kilos menos y más abdominales que CR7 y sus 3 cuñaos, voy pasando el estío, con los zagales perdidos por esas playas de Dios, que sólo me llaman los jodíos cuando están más secos pecuniarimente hablando que el intelecto emocional del jovit chepudo.
En fín, que viendo la peli referida, pensé: "si el jodío MR comentase esta peli no me extrañaría un pelo" y hoy encuentro una de mis joyas favoritas. Pá no creer en el fátum puñetero, hay que joerse.
La peli como bien dices es un estudio psicológico, con dobles y triples lecturas absolutamente apabullante. Es de esas veces en que te sientes realmente tonto. Y te surge la pregunta existencial: ¿porqué no se hará una puta película como ésta hoy día? Tal vez la sequedad neuronal fruto del cambio climático lo pueda explicar, otra cosa no veo.
Una pregunta por cierto, Maestro: En la última de Batman,¿no tienes la sensación de que el director ha pensado de sí mismo: Soy tan listo y estoy tan encantado de conocerme, que voy a hacer una película muy profunda y muy psicológica y muy inteligente, que parezca que batman es como un personaje de Shakespeare con capa y máscara hortera que no para de torturarse? El mammífero volador parece una mezcla de Hamlet y Segismundo posmoderno.
En fin, seguiré comentando al albur de la alcoba de 32 puertas que me acompaña en el surrealista viaje de Rael en busca de su hermano.
Chao bambino.
¡Qué alegría verte Rústico! Pregunté por ti hasta en twitter, preocupado me tenías. Resulta que yo también he recomenzado con el gimnasio, algo nos une de manera potente jajaja
ResponderEliminarTienes que saber que también he colocado por estos lares GRUPO SALVAJE, que sé que te gusta.
La última de BATMAN sigue los mismos parámetros que las anteriores y es cierto que a Nolan se le va la mano en algunas cosas, parece incómodo a veces con que se trate de un relato de superhéroe... La próxima semana cualgo ORIGEN nada menos jajaja.
Será un placer que te sigas pasando y debes saber que no tienes obligación ni de entrar ni de comentar... sólo faltaría, pero siempre será una gozada verte.
Un abrazo.
Grupo salvaje, amigo, me emociona hasta casi hacerme saltar las lágrimas, por esa demostración de amistad hasta el final, cojones, fidelidad a la palabra dada, ser personas de una pieza y saber que siempre hay un Rubicón que cruzar. Peckimpack, el grande, se quedó a gusto, desde luego. Desde aquella pequeña joya de Quiero la cabeza de Alfredo García me dí cuenta que era un hombre especial, y especiales los quiere él.
ResponderEliminarEs la violencia más absolutamente necesaria y menos gratuíta que he visto en una pantalla. Es la naturaleza humana.
En fin, luego sigo, que los perricos quieren salir. Un mega abrazo.
Rústico, no puedo estirar bien los brazos... con eso te lo digo todo jajaja.
ResponderEliminarPues tienes 4 entradas sobre ella que espero las disfrutes si te pasas.
Un abrazo amigo.
Un peliculon en el que Bette Davis esta extraordinaria y en la que aprece en un papel secundario pero bastante extenso, una joven actriz por entonces desconocida. Una tal Marilyn Monroe. Si "Niagara" la lanzóa la fama, "Eva" fue el encendido del cohete. .
ResponderEliminarAsí es JFM, lo menciono por alguna de las entregas del extenso análisis.
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