viernes, 2 de marzo de 2018

Crítica THE DISASTER ARTIST (2017)

JAMES FRANCO












Nadie daba un duro por ella, pero el tráiler me sedujo, despertó mi interés e hizo albergar grandes esperanzas. Luego vino el éxito de crítica, parecía que iba a comerse el mundo, pero se ha pegado el batacazo en las nominaciones al Oscar… seguramente por polémicas externas sobre su director y protagonista, James Franco.

Independientemente de prejuicios e historias, “The disaster artist” es una estupenda película, muy divertida y de gran calidad, que alberga un retrato magnífico de su protagonista, apreciables reflexiones en su distendido mundo y un tono perfecto que mezcla el humor y nostalgia, lo entrañable con lo delirante, lo patético con lo fraternal.

Nada más ver el tráiler, las referencias a “Ed Wood” (Tim Burton, 1996), vienen rápidamente a la cabeza, y no, desde luego que está lejos de aquella porque carece de la poesía, amargura y melancolía de la obra maestra de Burton, pero también es cierto que es una película que logra grandeza, sin dejar que su humor oculte el dolor que subyace detrás del personaje protagonista, y lo logra desde la comprensión y el cariño, nunca desde la compasión. Nos empezamos riendo de Tommy Wiseau, pero terminamos riéndonos con él, o asumiendo que es él el que se rió de todo el mundo. Finalmente, Wiseau no será el villano, el Frankenstein, su patetismo se redime.





De alguna manera acabamos comprendiendo a ese otro personaje, Greg Sestero (Dave Franco), lo que vio en Wiseau, entendiendo, que no asumiendo su punto de vista, la admiración que despertó en él, porque termina por fascinarnos a los demás, a todos los fans de “The room” (Tommy Wiseau, 2003), a los que se quitan el traje del escepticismo, por su valentía y libertad, por absurda que parezca. Es el vínculo con el espectador, tocando su fibra más íntima, lo que identifica no ya con la obra de Wiseau, sino con su personalidad y esfuerzo. Mientras el resto se reía, Sestero vio otra cosa… Son dos seres que se complementan porque tienen un mismo vínculo.

No es paternalista Franco con su personaje, hace un retrato completo de ese loco absurdo e incomprendido que es también un solitario soñador fascinante. Un solitario soñador que da por sentadas todas las decepciones que vengan, quizá por costumbre, pero que aprovecha y se agarra a cualquier excepción, como la de ese chico que se cruza en su camino porque parece admirarle…



Es un personaje inolvidable el que nos presenta James Franco. Tommy Wiseau ama el cine y la interpretación, pero carece de talento absolutamente, además de carecer de intuición y gusto para el mismo talento. Parece un colgado medio zombie, colocado continuamente, un tipo que parece estar como una regadera medio sedada, pero muy cordial… y puede que sea todo eso, pero también es otras muchas cosas. Es un espíritu libre porque ha aprendido a serlo, su soledad le ha adiestrado. Es un tipo de puro presente, de pura iniciativa, extrañamente entrañable, que no se amilana ante nada y en cuanto encuentra un mínimo apoyo se lanza con todo a por todas, poseedor de una especie de seguridad acomodada, quizá producto de esas cantidades ingentes de dinero que nadie sabe de dónde proceden (quizá la mafia como se rumoreo, quizá alguna indemnización por el accidente que se menciona)… La mención al accidente que padeció encaja con ese comportamiento extraño, quizá consecuencia de él (su falta de coordinación jugando al fútbol americano, por ejemplo, es otro detalle)… o no. El hecho es que tiene momentos, como la película misma, tan absurdos y delirantes como divertidos y entrañables.



Un hombre de puro presente incapaz de separar vida y obra, realidad y ficción, algo que no deja de ser complejo, imagino, pero que Wiseau no logra nunca, trasladando sus propias emociones vitales, de puro presente, al set, pero no para sacarlas en la ficción, sino para arrojarlas sobre el ambiente: una vez se sienta traicionado por su amigo por irse a vivir con la novia, por ejemplo, no será capaz de reconducir eso, manifestando su rencor hacia él y pagándolo con todos los que participan en su película. Es decir, como un niño grande con mando en plaza.





Con su amigo es un tipo afable y amable, su aparente pasotismo y excentricidad es lo que le aleja de los demás, pero también tendrá sus mezquindades. Será posesivo y obsesivo con ese amigo, egoísta incluso. Además de su egoísmo con respecto a su amigo por sentirse traicionado, le obligará a elegir sin necesidad alguna entre su película y una posibilidad en la serie “Malcolm” junto a Bryan Cranston. Por supuesto, esto llevará al conflicto, de la misma manera que al perdón.






Sentir la vida no es lo mismo que transmitirla en el arte, en el proceso está ese talento tan valorado. De alguna manera la película cuestiona la relación que plantea Stanislavski. Un sentimiento verdadero no plasmado, un sentimiento imitado o recordado para dotar de emoción.




Del mismo modo, la película escenifica a la perfección esa idea de que una obra deja de ser de su autor cuando sale al público, momento en el que se convierte de cada espectador, del que la mira con sus propios ojos. Wiseau creerá haber hecho un drama, pero nadie ve aquello ni se lo toma en serio, la gente disfruta de la película como una comedia, una gran broma. Desde luego “The room” es una comedia involuntaria, de la que es paradigma.




Pero también recibirá lo suyo. El bofetón de realidad en Los Ángeles, cuando un productor lo ridiculice en público, cuando él y su particular talento comiencen a convertirse en un lastre para Greg, que parece tener más opciones en solitario: comenzarán a insinuarle que es un problema para que le contraten… Le ridiculizarán en las audiciones (se reirán de él y aconsejarán que haga de villano), se burlarán de él en el rodaje… tocará fondo emocional, quizá un lugar que ya había visitado en soledad.




Una fidelidad infantil, la de Wiseau, decisiones infantiles por su arbitrariedad, prontitud, ingenuidad y falta de reflexión. Es una especie de niño grande, infantil e ingenuo, como si careciera de experiencias vitales básicas, que se siente halagado por la petición de ese desconocido, Greg Sestero (Dave Franco); que quiere tener su propio planeta, en el que ya vive, de hecho, pero que a la vez es capaz de sacar del cascarón a ese tímido e inseguro chico, otro soñador como él que tiene una revelación al verle, en un restaurante delante de todo el mundo, porque carece de filtros, porque parece haber sufrido tantas decepciones que todo le da igual, especialmente lo que piensen los demás… aspecto que se matizará luego.





Una independencia aprendida, que ha hecho callo, endurecida por burlas y desprecios. Una visión obligadamente incomprendida por los demás (sus colaboradores en la película), conscientes, más o menos, de estar haciendo algo desastroso, pero en ello se expone una radical diferencia. Las burlas que recibe son patéticas, mezquinas, porque su impulso y trabajo es honesto, procede de una creencia, pero el de los otros es por puro interés, por el cheque.




Una relación que en cuatro meses, de julio a noviembre de 1998, pasará de San Francisco a Los Ángeles para intentar cumplir su sueño. Y todo será misterio con respecto a ese personaje, ante el que Franco guarda una acertada ambigüedad. Su origen (ese acento de Europa oriental que él niega), el origen de su fortuna, su edad (tronchante aspecto), incluso su sexualidad, con ese apego a su amigo, esos celos cuando aquel coquetea con una camarera que luego será su novia, que más que romántico tiene que ver con una soledad que se alivió con esa presencia, una soledad asumida y resignada de Sestero vino a redimir y que la presencia de otra persona hace temer a Wiseau






Cuando toque fondo, se sincerará en un lugar similar al que inició su ilusión, su apuesta en Los Ángeles, sobre una azotea, nocturna primero, diurna después. Manifiesta una consciencia de sí mismo que es lo que hace doloroso al personaje. Consciente de lo que despierta en los demás, de su patetismo, de la incomprensión que genera… de ahí su apego a ese chico que pareció ver algo en él. Será precisamente Sestero el que lo anime, porque Wiseau también vio algo en él que ningún otro hizo. Será el germen de la idea de realizar su propia película. Un Sestero que demostrará su extraordinaria lealtad y agradecimiento renunciando a ir a una exitosa serie, “Malcolm”, por la película de su amigo Wiseau, quitándose la barba que pedían para el otro papel. En su ruptura, Sesteo utilizará el teatro como refugio, como un volver a empezar pero con el bagaje de la experiencia.



Es un nombre que no tarda en recomponerse, porque es un hombre de puro presente. Por ello, tras la decepción que supone el hecho de su película, las burlas que recibe, se repondrá para convencerse a sí mismo de que en realidad lo que quería hacer era una comedia, que ese éxito no es producto de la coincidencia… ¿Qué más da? A él le vale. Al fin y al cabo, los sentimientos se filtran de formas inescrutables.


Un tronchante proyecto de más de 2 años. Desde mayo de 2001 con la escritura del guión a junio de 2003 con su estreno por todo lo alto. “The Room” está considerada una de las peores películas del cine moderno, algo así como el “Plan 9 from outer space” (Ed Wood, 1959) del nuevo milenio. Una película que fue recibida con las peores críticas y desprecios, lo que la convirtió en cinta de culto inmediatamente. El mejor peor clásico del cine moderno. De los 6 millones de tuvo de presupuesto, recuperó 1800 dólares en su semana de estreno, pura catástrofe. Un desastre que ahora se proyecta habitualmente en sesiones nocturnas y especiales en Estados Unidos para los miles de fans que tiene la obra, definitivamente rentable.







El rodaje, que comenzó el 12 de junio de 2002, y la preparación del mismo, no pueden ser más hilarantes. No se pierdan el casting, tanto técnico como artístico, sin tener la más mínima idea de nada, porque no tiene desperdicio, o la sesión de fotos o….








Wiseau irá completamente a su bola en el rodaje, derrochando dinero en baños a pesar de tener otro al lado, dando instrucciones surrealistas a sus actores y técnicos, apareciendo desnudo y siendo cruel en escenas de sexo hilarantes (penetrando a la altura del ombligo), revolviéndose ante las burlas que escucha de sus trabajadores; sus impagable escenas como actor repitiéndolas hasta el infinito o con interpretaciones sin sentido.



No se pierdan la escena postcréditos, irónica y autoconsciente, donde sale el verdadero Tommy Wiseau charlando con el falso Tommy Wiseau interpretado por James Franco.




¿De qué va esta película?








Son múltiples las referencias culturales, teatrales, cinéfilas, que tiene la película, algunas divertidas. Desde el inicio, con esa infame representación de “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, que es muy adecuada en este teatro del absurdo que se cuenta en la película, y la hilarante interpretación que justo después hace Wiseau de “Un tranvía llamado deseo” en honor a su adorado Marlon Brando, presentado de espaldas. Todo bajo la supervisión de una irreconocible Melanie Griffith. Tennessee Williams, Shakespeare, “Hamlet” y “Solo en casa” con Macaulay Culkin; Orson Welles, que también era adorado por Ed Wood; Rick Astley; “Seven” (1995) de David Fincher, “Listos para luchar" (Brian Robbins, 2000) y “Shakespeare in love” (John Madden, 1998) en su estreno; “Malcolm” con Bryan Cranston, que hace de sí mismo, y la mención a “Las chicas Gilmore”; Stanislavski, por supuesto; Matt Damon, o “Mark”, como lo llama Wiseau, en “El talento de Mr. Ripley” (Anthony Minghella, 1999); Star Wars y Jar Jar Binks; Kubick, Hitchcock y sus “Los pájaros”; “Muerte de un viajante” … Pero, por encima de todo, destaca la pasión de los personajes por James Dean, su trabajo y sus tres películas esenciales: “Rebelde sin causa” (Nicholas Ray, 1955), “Al este de Edén” (Elia Kazan, 1955) y “Gigante” (George Stevens, 1956).




Además, James Franco ha contado con varios artistas que comentan la excepcionalidad de la película, que la consideran asombrosa, de la talla de J. J. Abrams, Kevin Smith o Kristen Bell. Estas referencias no son pose o mero recurso que se relaciona con la dedicación de los protagonistas, sino que pretenden enfatizar el amor por ese arte que sin duda sienten los personajes, su vocación.


Y en el reparto encontramos muchos nombres conocidos. Melanie Griffith, Sharon Stone, Seth Rogen, Zac Efron, Josh Hutcherson







James Franco apuesta por una dirección sin pretensiones, cediendo a la fascinación que le provoca el propio personaje, al que encarna con vigor. Deja, con largos planos, que los personajes se desenvuelven entre ellos, en especial con los diálogos entre los dos protagonistas, pero también con sus entornos, creándose situaciones hilarantes de la forma más natural, con el pilar principal de ese personaje casi extraterrestre que es Wiseau. Con todo, sí hay rasgos que se adecúan perfectamente a las situaciones escenificadas. Utilizará montajes fragmentados para los momentos creativos o dar dinamismo en fases de transición de la historia; panorámicas bruscas y cámara en mano con poco corte para los momentos de tensión y conflicto (broncas en el rodaje, por ejemplo); sobriedad general y una búsqueda de realismo en el retrato de ese rodaje en el que se calcan escenarios e incluso escenas plano a plano y gesto a gesto…






Basada en el libro de Greg Sesteo sobre “The room”, su rodaje y su relación con Wiseau. Es ligera y tiene superiores referentes esta cinta metalingüísitica, defectos a los que añadiremos que la relación de los personajes inicialmente es algo apresurada, le falta desarrollo, sobre todo respecto al personaje de Greg. No soy de citar errores de raccord salvo que sean muy divertidos o evidentes, pero aquí me llamó uno tanto la atención que no sé hasta qué punto es voluntario o involuntario. Es en la limusina que llevan al estreno Wiseau y Sestero, con un montón de merchandising en cajas junto a ellos, que desaparece de un plano a otro por arte de magia…






Franco, como Burton con “Ed Wood” (1996), reivindica el querer crear por encima del saber crear, la pasión por el arte más que el talento que se tenga para ello. El éxito del fracaso o el fracaso del éxito.

Por cierto, os dejo el tráiler del nuevo proyecto de Wiseau y Sestero también. “Best F(r)iends” (Justin MacGregor, 2017).




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