contigo porque me matas, sin ti porque yo me
muero…” Antonio Machado (apócrifo)
La divertida adaptación de la
obra del dramaturgo británico Noël Coward (Teddington, Middlesex, Reino Unido,
1899), que se escribió en los primeros años 20 del pasado siglo, describe la
profunda complejidad y, a la vez, ese lugar común donde todos podemos
reflejarnos que son las relaciones de pareja; los entresijos del amor, de la
atracción, de las marcas que otros nos han dejado cuando se ha amado, el abismo
de las relaciones tóxicas, a veces irremediablemente atractivas hasta clonarlas
inconscientemente, lo fina que es la línea que va del amor al odio…
Planteamiento
Empieza la acción en un hotel.
Un hotelito para parejas en la Costa Brava, en Begur, donde una pareja, Eduard
(David Selvas) y Silvia (Mima Riera), acaban de llegar a su habitación. Mientras
se instalan, vamos conociéndoles un poco. Él es mayor que ella, llevan unos
meses juntos y se llevan más de 10 años.
Silvia, joven pero preparada, le pregunta a
Eduard por su anterior pareja, a la que llevaba a un hotel similar (si bien lo
sitúa en otra ciudad), lo que provoca una cierta incomodidad. Ella era una
mujer algo desequilibrada, exigente, histriónica, con quien no podía parar de
pelear, pero eso ya pasó. Eduard y Silvia, que, como digo, es joven pero culta
(habla japonés, sabe de fotografía), no quieren polemizar, están enamorados y
tienen ganas de pasarlo bien en esta escapadita. En tranquilidad, Eduard saldrá
a tomarse una copa a la terraza…
Mientras, en la habitación de al
lado, otra pareja disfruta del sexo con una música muy alta. Veremos cómo
charlan y se van arreglando para cenar. Amanda (Marta Marco), algo más mayor
que Víctor (Javier Beltrán), tiene ganas de pasarlo bien, de olvidar su
anterior experiencia de pareja en la que un marido egocéntrico hacía la relación
de difícil a imposible, con broncas continuas que convirtieron la situación en
insostenible hasta la ruptura. Sabremos que en las reconciliaciones viajaban a
un hotel parecido (si bien Silvia lo sitúa en otro lugar). Víctor quiere cuidar
a Amanda, a quien admira (sabe japonés, ha vivido más), ser quien le ayude a
pasar página definitivamente, suponiendo un punto y aparte hacia un futuro
feliz. Mientras Víctor termina de arreglarse, Amanda se sirve una copa y sale a
la terraza…
Nudo
De repente ¡¡¡ZAS!!! Amanda y
Eduard coinciden en la terraza. Efectivamente, como nos temíamos, son la pareja
rota y, al verse, quedan aterrados. Ambos se reprochan que traigan a sus respectivas
parejas a “su hotel”. Discuten, se acaloran, pero resulta evidente que aún se
quieren aunque se odien a la vez.
A la desesperada, planean salir
de allí ante la incomprensión de sus actuales parejas que, claro, no entienden
nada. Y, fruto de los nervios por la situación, ambas parejas discuten,
descubriendo la razón de tanta alteración.
Debido al enfado, Silvia y
Víctor dejan a Eduard y Amanda en sus respectivas habitaciones, mientras salen
a cenar solos.
Amanda y Eduard vuelven a salir
a la terraza, emplean el sarcasmo para ridiculizar su nueva elección de pareja,
pero cada vez se aproximan más. Una copa juntos, conversaciones donde se
recuerdan las historias en común, esas que les marcaron a fuego, esas que
hicieron que se amaran intensamente y que tanto han echado de menos…
Sin saber cómo, se encuentran
uno en brazos del otro, reconociéndose, viendo como cobra fuerza el calor del
antiguo amor, cómo su química está intacta… y deciden escaparse juntos, sin
avisar, a hurtadillas de sus nuevas parejas, al piso que Amanda tiene en
Barcelona para alquilar a los turistas y que ahora está libre…
Silvia y Víctor, que regresan a sus
respectivas habitaciones, las ven vacías. Salen a la terraza, se conocen,
charlan y se dan cuenta de la situación.
… Y desenlace
Amanda y Eduard han pasado
varios días de efervescencia y de “revival” sentimental en el piso turístico.
Encerrados, bebiendo y follando como cosacos, en divertidas escenas donde los
“arrebatos de pasión” dejan paso a los achaques de la edad (Eduard tiene un
ataque de ciática imprevisto cuando lleva a Amanda a la mesa de la cocina, como
ésta le ha pedido, para tener sexo allí).
Poco a poco, los encontronazos
de la pareja vuelven a darse, cada vez con más intensidad y, para prevenir que
la discusión suba de tono se imponen una “palabra clave” ante la que se
comprometen a callarse, aunque discuten hasta por esa palabra clave.
Como están encerrados, por el
pánico de Amanda a que sus nuevas parejas les encuentren y haya que dar
explicaciones, piden comida preparada a un restaurante japonés…
Pero lo inevitable se hace presente
y Silvia y Víctor les encuentran. En ese momento, se comportan de una manera
más sensata y sólida que Amanda (que se esconde tras las cortinas, como una
niña) y Eduard, y lo hacen porque quieren intentar retomar la relación tras esa
“locura transitoria”. Como despedida, cuando llega finalmente la comida
preparada e intentan compartirla antes de separarse, por un lado Eduard y
Silvia y por otro Amanda y Víctor (con momentos muy divertidos en los que las
dos mujeres luchan por demostrar sus amplísimos conocimientos de la cultura
nipona), se produce una discusión que hace que los jóvenes se den cuenta de lo
muy hondo que es aún el sentimiento mutuo de la antigua pareja, que siguen
atrapados en su espiral de amor y odio, a la vez que reconocen que el acercamiento
circunstancial que han vivido mientras buscaban a Eduard y Amanda les ha unido
más de lo que creen. Y salen del piso juntos, mientras Amanda les observa por
la ventana, y le relata a Eduard ese encuentro, que acaba en beso…
Amanda vuelve a la mesa de la
cena, se sienta frente a Eduard y, en silencio, en un gesto de resignación y
complicidad, se tiran mutuamente una servilleta de papel y un palillo.
Fin.
Valoración
La primera comedia de La Brutal
(los productores de otra obra que trajimos aquí, La Treva), es un hallazgo en
esta temporada, y la elección de la sala, el Teatre Borrás, un acierto por
tener un aforo amplio pero aún contenido, con lo que la experiencia resulta mucho
más cercana, pudiéndose captar, por tanto, el buen trabajo gestual de los
actores.
Realmente divertida, con una
temática con la que es muy fácil empatizar, bien adaptada (¡recordemos que el
original tiene casi un siglo!), muy gamberra en los diálogos, lo que la hace fresca
y provoca continuamente sonoras carcajadas en el patio de butacas, por las idas
y venidas de los actores con sus ex y con sus actuales parejas… La
interpretación del dúo Selvas-Marco destaca por su gran complicidad, se les ve
cómodos, dominando la acción, desenvolviéndose con tal naturalidad que los
espectadores parecen unos ‘voyeurs’ que espían la acción desde una cerradura,
como una vecina cotilla. Este perfecto entendimiento del que hablamos hace que
la pareja Riera-Beltrán, dos de los jóvenes actores (rondan la treintena y
pertenecieron a la primera Kompanyia Jove del Teatre Lliure) de la actual
escena teatral y que no paran de trabajar (dándose la circunstancia de que Selvas
y Riera ya compartieron escenario en La Treva), quede un poco a la sombra, pese
a su buen hacer.
La escenografía, sencilla, está
planteada con una gran inteligencia, habilidad y muy buen gusto (aunque hay que
reconocer que sólo debe recrear dos espacios: el hotel de Begur y el piso de
Barcelona, donde se refugian tras su huida). Versátil y moderna, está
perfectamente resuelta en los momentos más ‘vodevilescos’. La acción deviene
sin entreactos, como un gran plano-secuencia teatral, en la que los propios
actores ayudan en las transiciones de escena “modificando” el escenario y
caracterizando a sus compañeros a ojos del público, lo que hace que se mantenga
el vínculo de los espectadores con los personajes.
Unos personajes expresivos,
cercanos, inteligentes, actuales, en una acción en la que es muy fácil entrar
en dinámica de lo complejo que es el mundo de la pareja, y a la vez lo
universal que resultan esas tramas.
Para finalizar, una buena
noticia: se ha podido ver en Barcelona, pero (dado que la adaptación está hecha
originariamente en castellano), la productora no descarta presentar la obra en
Madrid… Si así fuera, la recomendamos vivamente. Carcajadas aseguradas, y mucho
más fondo de lo que parece…
FICHA TÉCNICA
Vides
Privades (Private Lives) de Noel Coward
(traducción al catalán de Cristina Genebat y adaptación y actualización de Juan
Cavestany).
Dirección: Norbert Martínez y David Selvas
Intérpretes: David Selvas (Eduard), Marta Marco (Amanda),
Mima Riera (Silvia), Javier Beltrán (Víctor).
Escenografía: José Novoa
Iluminación: Mingo Albir
Sonido: Ramón Ciércoles
Sala: Teatre Borrás; primera función 25 marzo 2017
Producción: La Brutal.
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