viernes, 29 de mayo de 2015

Crítica: THE WATCHER (JUEGO ASESINO) (2000)

JOE CHARBANIC













Un policía vuelve a encontrarse con un psicópata al que persiguió en el pasado y que pretende ponerle a prueba de nuevo mandándole pistas sobre sus próximas víctimas. Esto desembocará en una carrera contrarreloj para salvarlas. Un juego que se vuelve a repetir. 





Las películas con asesinos en serie siempre suelen tener su aquel, aunque no resulten originales ni nada del otro mundo, los amantes del thriller y el suspense siempre tendrán elementos para entretenerse. Esta peliculita tiene el dudoso honor de lograr que se llegue a repeler este tipo de cintas, aburrir a los fans del noble arte de oír crecer la hierba y sacar de quicio a cualquier persona habituada a ver algo en una pantalla.



Me niego a creer que los responsables de bodrios infumables como este no se den cuenta, no ya de que su material es malo, que a veces es inevitable y hay que pagar facturas, sino que además es soporífero, que eso aburre hasta el coma inducido. Y me niego a creerlo porque ellos mismos tuvieron que aburrirse según lo rodaban, lo escribían o lo interpretaban, otra cosa no me entra en la cabeza. Es francamente sorprendente que una película con asesinos en serie, psicópatas y juegos, con un buen reparto además, pueda resultar tan insoportable. Más que sorprendente, alucinante.



La interpretación de Keanu Reeves es lastimosa, pero el director, no contento con esto, nos recrea la vista con cámaras lentas para que lo apreciemos en toda su mediocridad haciendo el payaso y con cara de palo de manera ralentizada. Lo normal sería darle un cabezazo a la pantalla si no fuera porque las pantallas planas están caras y las antiguas duras…

Claro, cuando ves a Keanu Reeves haciendo el patético bailecito ese que se marca, así en la escena inicial, ya te están advirtiendo que lo mejor es que salgas corriendo, pero algunos de nosotros, maniáticos que quieren terminar lo que empiezan, nos quedamos y ahora sufrimos las consecuencias… Por ello hay que poner ese punto a su favor, la advertencia inicial, y culpabilizarme a mí mismo por permanecer viendo semejante bodrio.


El retrato del detective pretende ser el más interesante, dándole cierto fondo psicológico, que por simple resulta innecesario. Jamás se transmite un trauma o un problema verdadero, a pesar de los esfuerzos de Spader por defender un papel destinado al fracaso. Solitario, desastrado, supuestamente traumatizado por el caso de las chicas muertas a manos de Reeves, que ahora se reiniciará.


El supuesto ingenio del asesino, clave en este tipo de películas, aquí no existe, sus trucos son tan previsibles, simples y absurdos que causan bochorno. La mitad de sus víctimas se le resisten incluso… Si piensas hacer algo así no se te pide profundidad, pero al menos que trabajes un poco el guión en los aspectos clave. Sobre las situaciones absurdas mejor no hablamos.



La dirección de Joe Charbanic, proveniente del videoclip y que tras esta lastimosa obra no ha vuelto a dirigir, aún existe dignidad en el mundo, no puede ser peor. Para comprobarlo sólo basta ver el uso arbitrario que hace del formato video para los planos subjetivos del asesino, uno de los tantos artificios de imagen que abundan en la película sin otra función que la de disimular una narración mecánica y previsible. Imágenes congeladas, ralentizadas, saturadas de color, maquilladas de todas las formas posibles pero sin estilo y sin justificación dramática alguna. Este señor se debía pensar que estaba en uno de los videoclips que rodó y que por tanto no hacía falta tener coherencia visual ni narrativa, que por jugar con texturas, apaños y trucos de cámara, la gente pensaría que estaba ante un genio o no se percatarían de la basura que estaba contando. Cámaras lentas aleatorias y arbitrarias, uso del formato video para planos subjetivos de Reeves sin motivo alguno, saturaciones, distorsiones, imágenes que se congelan repentinamente para no se sabe muy bien qué… Da auténtica vergüenza que esto saliera a las pantallas de cine. Una dirección que no es que sea torpe es que es surrealista, como ejecutada al azar por un completo inconsciente sin el más mínimo talento ni asimilación de conceptos básicos… que se supone debería tener. Es que el señor Charbanic además es hortera, porque si por lo menos pudiéramos disfrutar de un esteticismo elegante, vistoso, original o algo por el estilo, aunque fuera vacuo y gratuito, pues eso que nos llevamos, pero es que el look de la película es horroroso también.




¿Para qué las imágenes entrecortadas? ¿Para qué las cámaras lentas? Esto irá salpicando toda la cinta sin ton ni son. Si el director pretendía retratar la mirada perturbada del asesino, y para ello usa alguno de estos recursos, como esas imágenes en video en plano subjetivo, me parece una decisión loable y defendible, pero cuando todos estos trucos son arbitrarios, colocados sin ton ni son cuando conviene y apetece sólo tenemos la escenificación de un ridículo. Un efectismo gratuito que irrita sobre manera. Un ejemplo, la primera vez que vemos actuar a Reeves.



Montaje de traca, frankensteiniano, falta de cohesión para transmitir algo de suspense o tensión, no os esforcéis que no lo sentiréis en ningún momento por pura incompetencia en la dirección, escenas de acción convencionales y chapuceras, todas desaprovechadas… Una alegría, vamos.




La narración fragmentada es caótica y sin sentido, una narración que parece obligar al espectador a perder cualquier posible interés por lo que se está contando. Flashes sin sentido, conversaciones a distancia, ensoñaciones casi dialogadas… Los flashbacks soñados del día de la muerte de la pareja de Spader acaban por ser soporíferos y reiterativos, ya que se adivina lo que ocurrió en el primero de ellos. Lo peor es la coherencia del propio flashback… Sitúense, la amante de Spader atada y amordazada con su casa ardiendo, el policía llega, quita el esparadrapo a su chica, con la casa ardiendo, recuerden, y le pregunta sí está bien, ella le dice: sí… ¡Y él se pira…! Así, sin problema y ¡con la casa ardiendo! También es verdad que la mujer pudo decirle, estoy bien, pero desátame, pero ya se sabe que en esos momentos no está uno para pensar en esas cosas con tanto fuego alrededor y eso… Por tanto, Spader coge y sale corriendo detrás de Reeves hasta que llega un punto en el que parece acordarse de que su amante estaba atada en una casa ardiendo y quizá en esas circunstancias la pobre lo mismo se quemaba y tal… Como es de suponer a su regreso salvarla será imposible, con lo que decepciona a su chica y a su amigo asesino, que siente celos porque abandonara la persecución para hacer algo que debió hacer en un principio. A ver, a Reeves se le comprende más, ¿quién iba a pensar que la iba a dejar allí antes de empezar a perseguirle...?




Todo este flashback pretende escenificar un vínculo policía-asesino, un vínculo de dependencia mutua, pero de la forma para estúpida posible.



La trama tiene elementos que no por convencionales o habituales resultan faltos de interés, pero de nuevo todo queda lastrado por una dirección y narración mediocres. Por ejemplo, que el asesino mande una foto de la chica que va a matar y le dé un día de margen para encontrarla es un buen punto de partida para generar elementos de suspense… Pues no hay forma. El guión también hace aguas, resultando reiterativo, impotente para dar una vuelta de tuerca que sirva de aliciente.



El caso de la primera chica secuestrada deja pasables momentos de investigación policial, con la narración algo más centrada y estable, pero el miedo a que empiecen los desfases visuales y tonterías por el estilo no cesará nunca. La segunda chica atacada, la que pide en la calle, nos llevará a una estiradísima escena de acción y persecución, primero para encontrar a la desafortunada chica, luego con Reeves persiguiéndola y por último con Spader persiguiendo al asesino. Un asesino muy virtuoso, que escapa de casi todos sus asesinatos corriendo…


Escenas como el baile en la calle; momentos forzados como el de Reeves en el ascensor con Spader, sin que éste sepa quién es porque se supone que no lo ha visto, para descubrir el nombre de su terapeuta a la que luego secuestrará, evidentemente; la escena del cementerio, donde no entendemos por qué Spader no detiene o dispara a Reeves ni por qué le da la pistola, sin contar el memorable, por patético, final, son ejemplos de la bazofia que tenemos entre manos. Marisa Tomei hace el papel de escuchadora, sale tres veces escuchando los traumas de Spader, es su psicóloga, y al final, como habrán deducido, será secuestrada por el malote Reeves.




El baile de Reeves en la escena final, que no me cabe duda de que pretendía ser tan osado como el bailecito de Michael Madsen en “Reservoir dogs” (Quentin Tarantino, 1992) para que la cosa resulte más sonrojante, con cámaras lentas, flashes, y el actor haciendo una especie de sevillana ninja al ritmo de la música, es uno de los momentos más involuntariamente cómicos del cine moderno. Si hubieran intentado que resultara más ridículo no lo podrían haber logrado, porque carecería de la involuntariedad. La reunión de los tres con las velitas, después de sufrir el citado baile, los amagos de estrangulamiento, los disparos y la explosión de la señorita Pepis, porque es para verla, ni en la serie B se ven cosas así de cutres, rubrican el despropósito.


Muchos han comparado esta película con un telefilm, pero esto es tremendamente injusto porque hay telefilms absolutamente excepcionales. Esto es una película mala, horrorosa, sin más.









The watcher” es un juego que se vuelve a repetir y que nosotros, espectadores, nos preguntamos ¿por qué? ¿por qué no dejaron el juego y nos ahorraban esta película? Dirección bochornosa, un Keanu Reeves tronchante, una intriga sin suspense ni interés, unos personajes que parecen escritos en una tómbola donde se rifaban características de personajes... Una cinta verdaderamente sorprendente por lo mala que es.




Es triste ver que un thriller protagonizado por Keanu Reeves, James Spader y Marisa Tomei tiene un resultado tan lamentable. Parece mentira que con este reparto se pueda hacer una cosa tan mala, pero está claro que si uno se pone a ello se es capaz de cualquier cosa. Reeves debería haberse pensado mejor su elección, no puede estar menos creíble y más ridículo, aunque, ojo, no todo es culpa suya, la dirección de actores es demencial. James Spader hace lo que puede con dignidad y Marisa Tomei apenas aparece, por fortuna para ella, y cuando lo hace se muestra tímida, como pidiendo que pase el suplicio.




Todo esto es lamentable, pero podría perdonárselo si al menos nos hubieran ahorrado media hora de película, tiempo más que suficiente para habernos contado esta absurda historia.




2 comentarios:

  1. Leo lo de dejar a la novia atada en la casa incendiada y flipo. Será un fan de Resident Evil. Más claro con lo de por qué no dispara, que es típico. Igual esta es como "Señales", que es una parodia estrenada sin decirlo, pasando por seria y la gente no se ha enterado. XD

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    1. Yo flipé igual, Rojo4. Pensé que era de esos momentos en plan "dan por hecho que se salva y tal", pero cuando veo que vuelve y la otra no ha salido no podía creérmelo... Jajajajaja.

      Quizá sea eso, una parodia encubierta, pero no funcionó jajaja

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