Arnold Schwarzenegger es uno de esos denostados actores que
al final acaba reivindicándose gracias a un buen número de películas que se
hacen de culto cuando no se convierten en auténticas obras maestras. Si el
actor austriaco ha destacado en algún género ha sido, desde luego, en el de
acción, en el fantástico y en la ciencia ficción, donde nos ha dejado
auténticas joyas.
Dentro de la ciencia ficción, en relación a la película que
nos ocupa, es donde Schwarzenegger ha tenido más títulos de prestigio a nivel
crítico, “Terminator” (James Cameron, 1984) y “Terminator 2: El juicio final”
(James Cameron, 1991), quizá con sus mejores interpretaciones, “Desafío total”
(Paul Verhoeven, 1990), “Depredador” (John McTiernan, 1987) o esta misma que
aquí analizo, “Perseguido”, menos conocida que las anteriores pero muy
apreciable igualmente.
El éxito de Schwarzenegger se centra sobre todo en la década
de los 80 e incluso principios de los 90, pero coqueteos políticos aparte sigue
manteniéndose en la brecha dentro del cine de género, ahora triunfando con la
mediocre saga de “Los mercenarios” y a la espera de la resurrección de
“Terminator” y “Conan”, dos de sus papeles más recordados, con “Terminator
Genisys” (Alan Taylor, 2015) y “The legend of Conan” (2016). También podría resultar
interesante su apuesta por el mundo zombie en “Maggie” (Henry Hobson, 2014),
donde interpretará al padre de una niña de 16 años que tardará 6 meses en
convertirse en uno de ellos tras ser infectada.
La cinta que nos ocupa está dirigida por el famoso “Starsky”
de la serie “Starsky y Hutch”, Paul Michael Glaser, y nos relata un futuro
despótico donde el sometimiento totalitario de la sociedad es distraído con
programas de televisión extremos. El más exitoso es “Perseguido”, donde presos
o condenados son obligados a participar. Los concursantes deberán huir e
intentar sobrevivir a la caza de una serie de matones en una zona restringida
mientras son seguidos por las cámaras. Ninguno sobrevive… hasta que llega Ben
Richards (Arnold Schwarzenegger).
La primera escena con Richards negándose a lanzar bombas
contra la gente en una revuelta, define ya a nuestro protagonista como un
hombre con valores y principios, ajeno a la sumisión del resto en ese estado
totalitario. Lo cierto es que esta escena en el helicóptero podría haberse
rodado algo mejor. La evasión de la cárcel en la escena siguiente también es
algo “regulera”, con momentos de acción típicos y otros momentos más forzados.
La aparición de los collares explosivos como medida de seguridad es un clásico ochentero,
que inspiraría toda una película posterior como fue “Peligrosamente unidos”
(Lewis Teague, 1991).
El gran villano de la función es Damon Killian (Richard
Dawson), el presentador del afamado programa, presentado con pronunciados
contrapicados para realzar lo que es pura fachada, personificación de
la imagen hueca, falsa, mezquina… Un dios mediático de cara a la galería que esconde toda la maldad y ruindad posibles. Algo a lo que estamos acostumbrados a diario al ver los medios de comunicación. Esto en el 87 no dejaba de tener su punto visionario.
la imagen hueca, falsa, mezquina… Un dios mediático de cara a la galería que esconde toda la maldad y ruindad posibles. Algo a lo que estamos acostumbrados a diario al ver los medios de comunicación. Esto en el 87 no dejaba de tener su punto visionario.
Aunque la película tiene muchos tics ochenteros y
“moderneces” varias, lo cierto es que no aguanta del todo mal a nivel visual.
Los pijamas de los concursantes no son, precisamente, el punto fuerte de la
función…
El uso que hace Glaser de los medios de comunicación es
bastante agudo y divertido. Los anuncios y programas que vemos emitidos o
programados en las televisiones son tronchantes. El programa de gimnasia de “El
Capitán Libertad”, los anuncios que salen ocasionalmente, los concursos sádicos...
De igual forma son muy divertidas algunas de las ocurrencias de ese mundo
totalitario creado por Glaser y su guionista Steven E. de Souza, basado en una
historia de Stephen King, la división de entretenimientos en el departamento de
justicia, el fondo de patriotas, los agentes teatrales de oficio, la censura de
todo tipo, el mercado negro, los pases de viaje…
La película muestra con bastante lucidez lo difícil que
resulta no creer o verse influido por una manipulación mediática, cómo en
general aceptamos lo que nos dicen por la tele sin cuestionarlo. La televisión,
opio para el pueblo.
De igual forma, una de las reflexiones más interesantes de
las que propone la película, es la idea de “falta de valores” en la que se va
sumiendo una sociedad, perfectamente retratado en esa variable sensibilidad de
la gente sobre lo que es salvaje o reprobable, escandalizándose por unas cosas
y aplaudiendo que se ejecute a personas en televisión como espectáculo, aunque
sean delincuentes… Completo relativismo moral. Una sociedad que no duda, que no
se pregunta. Una sociedad que ya no distingue el bien del mal.
“¡Sólo con ver sus bíceps la audiencia subirá 10 puntos!”.
Maria Conchita Alonso interpreta a Amber Mendez, la que será
una de las colaboradoras de nuestro protagonista, si bien es cierto que al
inicio será la causante de la detención que le llevará a concursar en
“Perseguido”. No la podemos culpar, la imagen y modales del bueno de
Schwarzenegger no son los más delicados, precisamente. Además, como comenté
antes, es difícil resistirse a una manipulación mediática. Por si fuera poco,
nuestro protagonista demuestra ser muy competente en el aspecto físico, pero
haciendo planes presenta ciertas lagunas… Lo de pasar con una rehén delante de
montones de controles de seguridad es un “pelín” arriesgado… Esta fase, así
como muchos otros momentos de la cinta, nos hará venir a la cabeza la posterior y más brillante “Desafío total” (Paul Verhoeven, 1990), también con Schwarzenegger
como protagonista.
-Ben: No se preocupe, en esta camisa no se notará.
Una vez capturado veremos a Richards convertido en un mero
animal, inyecciones para dormirlo, desprecio, maltrato... Para el gobierno y los
responsables del concurso no es más que un objeto que puede subir los índices de
audiencia con sus bíceps y su muerte.
Cabe preguntarse cómo es posible que un estado que vive por
y para la televisión, como medio de adormecimiento para la sociedad, no recurre a
mejores medios de propaganda para su programa estrella, por ejemplo
promocionando a Ben, conocido delincuente, con anterioridad como reclamo para
aumentar la expectación… De igual forma las claves del juego en sí no quedan
claras, en unos casos se dice que ha habido ganadores, los vemos de vacaciones,
en lo que es un truco falso ya que también veremos sus cadáveres, y en otros se
asegura que no y se hace todo lo posible para asegurar que el “perseguido” no
sobrevivirá, que “todos pagarán”... Tampoco conocemos la frecuencia con la que el
programa aparece en parrilla…
Lo que no puede negarse es que dan el do de pecho con el
programa, así que será difícil que logren superarlo en un futuro, pero bueno,
ya no habrá película.
Los encargados del programa no tardarán en engañar a Ben y
hacer participar a los dos compañeros por los que se había sacrificado, Harold
Weiss (Marvin J. McIntyre) y William Laughlin (Yaphet Kotto). A ellos tres se sumará Amber, una vez sea
descubierta intentando robar el video original del helicóptero, que no sabemos
por qué no borraron… Esto escenifica el radical maniqueísmo de la propuesta,
simplista pero efectivo para las intenciones y necesidades de la historia,
adecuado para el género.
La mitología que se crea entorno al juego está bien, las
apuestas, los distintos decorados, los perseguidores, considerados auténticos
héroes con multitud de fans… Estará “Subzero” (Profesor Toru Tanaka), un luchador de sumo que juega al hockey con sus
víctimas; “Buzzsaw” (Gus Rethwisch) y su moto sierra, el “campeón de la
anterior temporada”; “Dynamo” (Erland van Lidth), que es una especie de árbol
de Navidad o un semáforo, como verbaliza el propio Schwarzenegger, mezclado con
villano de los Powers Ranger; “Fireball”, que hasta vuela; y “Capitán
Libertad”, el gimnasta de la tele… Tres horas y 4 cuadrantes como decorado para
el truculento juego. La única regla es que todo vale.
Bailes sensuales para dar espectáculo y jolgorio entre el
público, al que se le hace la boca agua con lo que le espera. El inicio del
juego, con esos vertiginosos toboganes que vemos descender con muchos planos
subjetivos, es estupendo. Ben seguirá a sus dos compañeros de aventura, ya que
parecen tener un plan fijado. Concursos, apuestas, merchandising, juegos de
mesas, hasta los asesinos expertos y con un currículo numeroso con sus muertos,
como si fueran muñecos gore coleccionables. Una gran mitología en expansión
bastante bien mostrada.
“Subzero” no tardará en caer a manos de Ben, con una
fotografía repleta de rojos que acentúa la violencia de la escena. Lo mismo le
pasará a “Buzzsaw” y “Dynamo”, aunque a éste último se le perdonará
inicialmente la vida. Que no mate a “Dynamo” puede ser un hábil detalle para
ganarse al público, aunque morirá posteriormente. De hecho, la competencia de
Ben irá haciendo tornar la opinión de la gente, siempre cambiante y
manipulable, incluso volcará las apuestas. Los duelos son buenos, buenas
escenas de acción, tensas y potentes, de aceptable atmósfera amenazante, muy
oscura, nocturna, tenebrosa y modernista, con los neones bien usados sin abusar
de ellos. Eso sí, originalidad no vamos a encontrar, tampoco en lo estético.
Amber demostrará buena memoria quedándose enseguida con el
nombre del amigo informático y con el número que le pide que memorice,
precisamente (182461B17174). Nuestros héroes van progresando en su misión, con
bajas por el camino, sólo quedan Amber y Ben, pero resulta sumamente extraño
que una zona tan importante para la seguridad como la que manipula Weiss, el
informático, no tenga la menor vigilancia, sobre todo cuando el concurso pasa
por esa zona… Uno de los amigos descubre el código y el otro dice el lugar para
meterlo, una vez cumplida su función les toca morir. Toda la segunda mitad es,
básicamente, puro juego de persecución, sucesivos enfrentamientos con los
asesinos, con las lagunas y trucos típicos de guión, los recursos tópicos de
dirección, mezclados con estupendos aciertos, agilidad y la confirmación de
asistir a un buen entretenimiento.
-Ben: Yo tenía hasta la camisa, pero lo fastidiaste todo.
Cuando Amber y Ben descubran los cadáveres de los supuestos
campeones, terminarán enfrentándose a “Fireball” (Jim Brown), pero no nos dejan
claro si el público ve esos cadáveres, ya que en ningún momento se les ve
reaccionar de forma significativa, lo que sorprende mucho ya que la muerte de
“Fireball”, en el mismo lugar y casi al mismo tiempo, sí la ven y la muestran… Otro
truco significativo de guión lo tenemos con el video del helicóptero robado por
Amber y presuntamente recuperado por los villanos, que en realidad no lo fue y
la bella protagonista lo usará para desenmascarar el entramado de ese estado
manipulador. Un truco que ellos mismos se toman a broma al no dar explicación
alguna conscientemente. Esta idea de desvelar una mentira mediática que
involucra a toda la población nos remite a “Están vivos”, la cinta
anticapitalista de John Carpenter de 1988, o sea, un año posterior.
Un buen giro dramático lo tenemos cuando asistimos a la
muerte de los dos protagonistas a manos del “Capitán Libertad” (Jesse Ventura),
en lo que es una nueva manipulación y falsa realidad.
“No me gusta mentir”.
“¿Quién es el señor Spock?”
En el clímax habrá numerosos tiroteos, un villano, Damon
Killian (Richard Dawson), que debería hablar menos y correr más, sobre todo
cuando vemos hacia donde lo va colocando nuestro amigo Schwarzenegger, un poli
simpático que se vuelve del lado de los buenos y alguna que otra explosión que
no sabemos de dónde sale… Para rematar,
un besito y final feliz, aunque se corta demasiado pronto como para confirmar
el verdadero derrumbe del sistema. Como despedida tendremos un magnífico tema
de John Parr, “Running away with you”.
Buena cinta de ciencia ficción, puro entretenimiento conseguido y efectivo, con correctas interpretaciones en unos roles
muy definidos y maniqueos. Disfrutable.
Como te dije por twitter, MrSambo, soy muy fan del carnicero de Bakersfield...jajaja... es como dices, puro entretinimiento, que compensan de sobra los fallos que comentas.
ResponderEliminarEl Chuache hizo cine muy bueno, y trató temas muy interesantes en sus pelis ochenteras y noventeras, aunque pudiera parecer lo contrario, Terminator, Depredador (muy fan de McTiernan tb), Desafío Total u otra más reciente, como El Sexto Día, me parecen que abordan visiones futuristas nada descabelladas.
Me encanta que hayas analizado esta cinta.. ;-)
Exactamente Eddie, un actor a reivindicar porque tiene títulos excelentes. Olvidé mencionar EL SEXTO DÍA. El resto de las que citamos son sencillamente soberbias. Ahora se valoran, pero en su día recibían palos como si no costara... El tiempo...
EliminarMe alegra que te haya gustado, es una pequeña peli de culto ochentera que lo merecía!!!
Starsky!! Anda q no suspiré yo por él en su día!!! Le sigo recordando.
ResponderEliminarSuarseneguer es un icono. Muchos buenos ratos, aunq haya quien le menosprecie.
Me encanta cómo manejas el ritmo del análisis, agilidad, vocabulario y detalle. Lo he dicho muchas veces. Y lo demuestras post tras post. Muy entretenido.
Gracias!!!
Bss
Pues ahí le tienes, dirigiendo y todo! Concuerdo, es un icono, el bueno de Schwarzenegger. Me admira la soltura con la que lo escribo ya, sin titubear jajaja
ResponderEliminarMuchísimas gracias, leer estas cosas reconforma muchísimo.
Besos.
Hola Mister,
ResponderEliminarEsta crítica huele a video Club de Barrio...
Seguro que la mayoría que la vimos en los 80, fue tras pagar 20 duros de alquiler. Y es cierto, la vi hace poco y no ha envejecido mal del todo, lo único que resulta estridente es la Lycra. Cómo brillaba la Lycra ochentera. Seguro que daba más de un dolor de cabeza a los directores de iluminación y fotografía.
Me alegra volverte a leer y cuando la lectura me retrotrae casi 30 años atrás, más. Viendo estas películas, que a nuestras madres espantaban, fue como empezamos a desarrollar nuestro propio gusto cinematográfico. Por suerte, no nos quedamos ahí...
Un abrazo.
La Lycra!!!! jajajaja. Qué grandes momentos nos dieron, yo creo que en muchos casos se empieza así, como cuando te aficionas a la lectura. Por suerte nuestra generación mezclaba con naturalidad lo clásico y lo que salía actual, al menos en mi caso, y doy gracias a Dios por ello.
EliminarEs verdad que no ha envejecido mal salvo por eso, es uno de sus grandes valores. Y sí, es título de videoclub total! Jajajajaja
Gran película, y en su día aún más. Muy buen análisis, sin pedirle peras al olmo como debe ser.
ResponderEliminarEs un buen título, Pablo. Tiene sus defectos y tonterías, pero muy apreciable. En su momento pegó bien :)
Eliminar"El éxito de Schwarzenegger se centra sobre todo en la década de los 80 e incluso principios de los 90"
ResponderEliminarYo estiraría hasta mediados de los 90. Al menos para mí, la última gran película de Arnold (y la última que me gustó de verdad de James Cameron) es Mentiras arriesgadas, que creo que es del 94 o el 95. Es más, incluso diría que cuando Schwarzenegger alcanza de verdad el nivel de "megaestrella" es precisamente en los noventa (en la época entre Desafío total y Mentiras arriesgadas).
Es correcto, cuando digo principios estaba pensando en MENTIRAS ARRIESGADAS precisamente, y sería más correcto decir mediados, como comenta usted. Coincido con su gusto por esa comedia de acción, me encanta, me parece la mejor que se ha hecho en su estilo.
EliminarUn abrazo y gracias por el aporte.