El egoísmo y la ambición son habitualmente considerados
valores negativos. En absoluto lo son. El egoísmo y la ambición han sido, son y
serán valores fundamentales para el desarrollo humano y del mundo. Para el progreso. ¿Qué sería
del mundo sin los grandes ególatras y ambiciosos? Ni el egoísmo ni la ambición
son valores negativos como ni la generosidad ni la bondad lo son positivos per
se. La ambición, el egocentrismo, el afán de superación, de
reconocimiento, de ir más allá, de querer hacer historia, han impulsado a la
humanidad, y esto es un hecho incontestable. Lo que definirá su positividad o
negatividad serán la medida con la que se apliquen, si pisas cabezas y machacas
a todos los de tu alrededor por egoísmo o ambición mal encauzada la cosa no estará
bien, pero si ese egoísmo y esa ambición se aplican con inteligencia y medida
son valores indispensables, valores que tienen mala fama por tradición
cristiana, seguramente. Del mismo modo, si la bondad o la generosidad son excesivas acabarán
desvirtuadas, corrompidas y absurdas, valores que se convertirían en estupidez en
el primer caso, despilfarro en el segundo e injusticia en ambos… Imaginaos si por ser generoso
anduviéramos repartiendo todo lo que tenemos a cualquiera… Medida y mesura. Hay
que reivindicar las generosas bondades del egoísmo y la ambición.
“Whiplash” es la mejor película de las nominadas este año
con diferencia. La única que me ha emocionado y entusiasmado de verdad. Una
película independiente y pequeña, la de menos presupuesto y recaudación de las
nominadas, pero la de mayor intensidad y calidad. Y habla de todas estas cosas
y del talento.
“Whiplash” apenas tiene historia, es un duelo de dos
personajes que desde su enfrentamiento aspiran a lo mismo, explicitando una
filosofía vital radical y valiente en los tiempos que corren, y es que ahí está
la principal virtud de la película dirigida por Damien Chazelle, su valentía
conceptual, ajena a modas y buenismos, reivindicando el sacrificio, el trabajo y
el afán de superación, sin remilgos y excusas, una ansiosa y obsesiva búsqueda
por la perfección, la mejora, el progreso, incluso la genialidad si la hubiera.
Chazelle alarga su corto de homónimo título, como ya
ocurriera el año pasado con la excelsa “Las vidas de Grace”, “Short term 12”
(Destin Cretton, 2013), y ejecuta una joya para melómanos y cinéfilos, donde lo
que ocurre es lo de menos, una historia pequeña, lo importante está dentro de
esa historia, en el duelo de los personajes, su progresión personal y de su
relación, adornada de manera virtuosa con un uso extraordinario del lenguaje cinematográfico
para hacerla crecer en expresividad y significación, donde la música, la banda
sonora, las interpretaciones, los encuadres y, sobre todo, el montaje a ritmo
de Jazz, subliman el conjunto.
Da igual forma, te guste el Jazz o no, te entusiasmará siempre
que te guste la música, porque “Whiplash” trasciende el estilo, se entronca con
el sentimiento que se transmite a través de las notas, es decir, algo
universal.
El trabajo de J. K. Simmons es, sencillamente, de otro
mundo, todo elogio es poco y ojalá se llevara el Oscar a mejor actor secundario,
que tendría bien merecido. Miles Teller no le va a la zaga, una interpretación
deslumbrante, realmente soberbia, pero en este caso infravalorada. Es casi
ofensivo que no le hayan incluido entre los nominados a mejor actor cuando su
interpretación es infinitamente superior a la de otros sí nominados.
Estamos en el conservatorio de música Shaffer, en el
semestre de otoño.
Esa es la estructura clave del film, el duelo. Duelos a
diversos niveles, el general entre el profesor y el alumno, los duelos entre
baterías, esos con los que debe competir el protagonista, y el último duelo, el
duelo íntimo, el duelo consigo mismo, el más complicado, para vencer la
tentación del abandono, de la rendición, el duelo que es la pieza diferencial,
lo que separa a unos de otros y acaba haciendo que se logren los objetivos,
las esperanzas, los deseos.
-Tras un ligero contacto visual donde espiaba la clase de
Fletcher (J. K. Simmons), ambos personajes volverán a coincidir cuando el maestro vaya al aula de nuestro protagonista para hacer un breve casting. Un casting que es
pura fachada, él ya ha decidido que quiere llevarse a Andrew (Miles Teller), seguramente lo
decidió el día que lo vio tocar, en la primera escena, por eso luego le vimos
espiando tras una puerta y acto seguido acudir para escoger algún músico… Fingirá
interesarse por varios músicos, pero al irse rechazará al batería titular para convocar
a Andrew al día siguiente para una audición. La satisfacción que vemos en la
sonrisa de Andrew se traslada al espectador, que siente la misma… sin saber lo
que le espera.
-Un nuevo juego psicológico, avanzando en la gestación del
genio. Citado a las 6 de la mañana, 3 horas antes de la clase, nuestro
protagonista llegará tarde… En cambio, Fletcher, que no sabemos si se presentó,
no se nos enseña, llegará exactamente cuando el reloj marque las 9 en punto, una
escalofriante y obsesiva puntualidad. Esto es, sencillamente, otro mensaje a su
pupilo, una nueva indirecta, una bofetada sin mano. Es un duelo sensacional, de
un nivel y una sutileza tan cruel como sublime. Primera enseñanza: Disciplina.
-La memorable escena donde Fletcher comienza a enseñar sus
artes manipuladoras, crueles, esa en la que expulsa a uno de los alumnos por no
saber si desafinaba o no, es la segunda enseñanza. Fijará un punto, alguien
desafina, investigará, probará e interrogará a uno de los chicos:
“O sabe que está desafinado y quiere sabotear mi banda… O no
sabe que está desafinado, lo cual, me temo, es peor aún”. Aquí tocarán “Whiplash”,
y es un deleite como la cámara baila a su son.
Segunda enseñanza: Tener carácter.
Fletcher primero atemoriza a Andrew expulsando a un alumno,
pero acto seguido buscará tranquilizarle y calmarle en una conversación…
Exigencia, comprensión y crueldad. Por eso, después de hablarle amablemente, no
dudará en ridiculizarle en público, exigirle al máximo y utilizar las
confidencias del chico recién realizadas. Y le lanzará una silla a la cabeza,
nueva versión de lo que Jones le hizo a Charlie Parker.
-Es necesario ver cómo va creando el castillo psicológico
Fletcher. Su primera conversación con Andrew será amistosa, buscará la
complicidad y la confianza del chico, una conversación agradable, de buen rollo
y con buenos modales, indagando en ciertas cuestiones personales, como si hay
músicos en su familia, y ante la negativa de Andrew, encontrado respuesta a su
afición y talento en su pasión por los grandes nombres, Charlie Parker, Joe
Jones, Buddy Rich… ¿Para qué hace eso? ¿Para hacerle sentir cómodo y que dé lo
mejor de sí? Sí y no. Busca que se sienta cómodo, pero para confiarle y
sorprenderle con más eficacia cuando le exija sin contemplaciones, con crueldad
incluso, usando hasta las pequeñas confidencias que Andrew le contó en esa
conversación, como el abandono materno. Tercera enseñanza: Seguridad en uno
mismo, concentración máxima siempre.
“No te preocupes por los números ni por lo que piensen los
demás. Tú estás aquí por una razón”. Fue elegido por su talento, toca
depurarlo.
-Cuando Fletcher reclute a un nuevo batería, el que era
titular en la anterior clase de Andrew, y le sustituya por él, estamos ante un nuevo
juego psicológico de Fletcher y la cuarta enseñanza clave. La necesidad de
competencia para mantener la tensión y dar el máximo.
-El duelo a tres de los baterías es otra de las grandes
escenas de la película, dos horas luchando por un puesto, sudor, golpes de
baqueta, sacrificio, sufrimiento, ambición… para contentar a un incansable profesor,
obsesivo y exigente. De nuevo la sangre de la determinación en Andrew. Sus
planos en el callejón rodeado de sombras y desenfocado muestra ese viaje al
abismo del personaje, ese todo o nada que está dispuesto a asumir. Es la quinta
enseñanza, la capacidad de sacrificio y sufrimiento, la resistencia, superar
cualquier adversidad, algo que tendrá sentido en la secuencia siguiente, en la
competición.
-Otros duelos, los concursos en los que participa el
conservatorio Shaffer. La nueva prueba será en Dunellen, con un juguetón
destino llevando a Andrew al límite y la desesperación. Hay algo de destino
trágico o destino irónico en toda esta secuencia. Un día para olvidar en la vida
de Andrew, un desastre cuando más necesitaba que todo fuera bien. Un caos de
mala suerte, el pinchazo del autobús, el olvido de la partitura al alquilar un coche,
el accidente en ese coche al ir a recuperarla… Andrew se encarará tanto con su
profesor como con sus compañeros y en su bamboleante transitar, con accidente
incluido, decidirá jugársela al todo o nada, dirigiéndose al fracaso lógico y
total que desemboca en agresión física a Fletcher.
Un drama psicológico que en su intensidad acaba casi
convertido en thriller.
No pretende sentar doctrina Chazelle, ni siquiera idealiza a
sus personajes, a los que muestra con sus defectos y sus virtudes, que se irán
desgranando en el análisis. Dos personajes radicales, casi intolerantes, pero
consigo mismos y sus objetivos. No pretende defender a sus criaturas ni imponer
un código nietzscheano de conducta, pero sí resaltar los valores generales que ellos
demuestran. No le importa cómo ni en quién se desarrollen esos medios, ya se sea un
estudiante pulcro, responsable y solitario o alguien que termina borracho y drogadicto
como Charlie Parker. Un voluntario contraste para resaltar la idea esencial.
SUPER VIBRANTE!!!
ResponderEliminarMuy muy interesante como tema. Mucho q reflexionar sobre presión, autoestima, objetivos y pasión x algo.
Encantada con este primer post. Esperando con expectación los siguientes. Y con muchas muchas ganas de verla.
Gracias Sambo, por el análisis previo, la información, expuesta con atuno y hondura, pero de forma liviana, y por las fotos y el trailer, q siempre aportan tanto.
Un beso
Gracias Reina. Yo salí encantado y entusiasmado y con ganas de volver a verla jajaja. Me alegra que te haya gustado, a ver si mantenemos el listón, que se pone intenso con las siguientes jajaja
EliminarHace poco vi la película y me parece que es una historia extraordinaria, Whiplash va más allá de mostrar la lucha por la perfección, se trata de no darse por vencido y de alcanzar todo lo que uno se proponga.
ResponderEliminarHola! En cuanto la puse ayer me acordé de tu entusiasmo por esta película. Madre mía, qué maravilla! Vibrante jajaja! Estoy deseando volver a verla. He empezado a leer tus post empezando por el último quizá por ese apoteósico final y ahora ya por el primero :-) Me encanta el análisis que haces.... El énfasis que pones también en la mirada, en la observación. Continúo leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Patricia
Hola! Bienvenida de nuevo. Me alegra que te decidieras a verla que encima te gustara como a mí!
EliminarVeo que te entusiasmó el final jejee. Muchas gracias, Patricia!!