El plano secuencia se ha puesto de moda en los Oscar, si el
año pasado Alfonso Cuarón con “Gravity” (2013), un virtuoso de esta idea, se
llevó el premio de la Academia a mejor director, este año "Birdman" aspira a
repetir éxito con 9 nominaciones, entre ellas la dirección para Alejandro
González Iñárritu y la película.
Iñárritu ha decidido hacer un tour de force similar al de
Alfred Hitchcock en “La soga” (1948) y que su película dé la impresión de
estar rodada en un solo plano, beneficiándose de los avances de la técnica para
mejorar las elipsis, los necesarios cortes e integrar los efectos especiales,
pero buscando que la continuidad, concepción teatral, no se rompa, salvo al
final con un pequeño montaje de imágenes sueltas. Fusionando cine y teatro.
Lo cierto es que la película posee una intensidad y fuerza
dramática excelente, así como una progresión y evolución de historia y
personajes fabulosa.
El falso plano secuencia, que en realidad son escenas de unos
12 minutos unidas y editadas posteriormente, como ocurría con “La soga” pero
depurándolo y haciéndolo más espectacular todo, busca la fusión de cine y
teatro, algo justificado con la esencia de la trama y la historia que cuenta
“Birdman”. Travellings largos y planos muy sostenidos para seguir las
evoluciones de los personajes e impactar al espectador con estos recursos
expresivos y narrativos, que parecen aspirar además a ser un homenaje velado
a directores como Max Ophüls o Andrei Tarkovsky.
Se trasluce una placentera y extraña sensación de irrealidad
a lo largo de todo el metraje, más allá de los aspectos “sobrenaturales” que
aparecen durante la narración. A todo ello ayuda la propuesta del plano
secuencia, el manejo con la cámara y el portentoso trabajo de fotografía de
Emmanuel Lubezki, jugando con las tonalidades y los colores en una coherencia
visual espléndida con la dificultad logística añadida de los cambios de
escenario, los travellings y la duración de los planos sin corte…
“Birdman” cuenta la historia de Riggan (Michael Keaton), una
estrella de Hollywood que alcanzó el éxito gracias a un papel de superhéroe y
vive de esas rentas, pero que decide reivindicarse como actor, trascender su
papel de estrella para que se le valore por su trabajo interpretativo, por lo
que decide llevar a Broadway, jugándoselo todo, una texto de Raymond Carver a
las tablas. La gestación y estreno de esa obra será un viaje catártico y
redentor para él, su elenco y la gente que le rodea a todos los niveles.
Birdman, el alter ego.
Riggan, nuestro protagonista, tiene un alter ego, una voz
que suena en su interior y posteriormente se personificará, es la voz del éxito
pasado, de Birdman, el superhéroe que le llevó al estrellato. Un alter ego que
se manifiesta con súper poderes que siempre veremos en soledad, salvo en una
espectacular escena en el exterior. Así veremos como Riggan es capaz de
levitar, primer plano de la película, mover objetos con solo pensarlo y volar,
entre otras cosas. Ese otro yo, ese alter ego, Birdman, es una especie de
Pepito Grillo mefistofélico, la tentación del confort, de la seguridad del
éxito, el Hollywood comercial, que llamará de forma incesante a Riggan hacia la
comodidad del éxito pasado cuando el miedo y las dudas amenacen con ahogar a nuestro
protagonista. Birdman supone una especie de evasión, de muleta, de sustento, en
el que Riggan se refugia cuando teme que no le salgan las cosas. Saber que
Birdman está ahí le da seguridad, saber que puede recurrir a él si la cosa no
sale en el teatro, que puede refugiarse en lo que fue, ayuda en cierta medida
al personaje a seguir. Dirá en alguna ocasión que Birdman le dice la verdad, lo
que no se atreve a reconocer, pero sólo es la manifestación de sus miedos, de
su inseguridad de actor, dice lo que quiere oír en el fondo, manifiesta lo que
en el fondo cree de sí mismo, un colchón tentador que le aleja de la
superación. Un subconsciente ante el que deberá luchar, es su batalla interior
y parte del proceso creador.
Una batería no parará de retumbar en todo momento durante el
metraje, con alguna pausa, una de ellas sinfónica cuando la cinta simule una
superproducción de efectos especiales. El sinfonismo en esa escena excepcional
cesará en el momento en que Riggan entra en el teatro. Esa banda sonora rítmica
y atronadora resalta el tumulto interior de los personajes, especialmente el de
Riggan (Michael Keaton). Una batería tocada por Antonio Sánchez.
El conflicto interior de Riggan, ese complejo de la estrella
por no sentirse valorado como actor serio, el conflicto general entre el éxito,
lo comercial y lo prestigioso y generalmente poco comercial, es una de las
columnas vertebrales conceptuales de la cinta y se personifica en el
protagonista. Una injusta diferenciación de brocha gorda como la que Riggan recrimina
a la crítica, muy extendida, pero absurda a todos los niveles. Ni lo comercial
está reñido con la calidad ni viceversa. No por hacer algo comercial será malo,
ni por hacer algo no comercial será bueno, son elementos que no tienen que ver,
la comercialidad no influye en la calidad. Tópicos de brocha gorda.
“No soy más que la respuesta a una pregunta de trivial”.
Siempre que veamos “súper poderes” en Riggan será en soledad,
salvo en la escena donde se simula una superproducción y personifique Birdman
tras nuestro protagonista, donde volará en público e incluso gente parece
señalarlo verbalmente, algo que sólo ocurre en su mente. Los efectos especiales
en todas esas escenas están magníficamente integrados, sobre todo teniendo en
cuenta la concepción de plano secuencia de la cinta. Cada vez que aparecen los
"súper poderes" manifiestan la frustración, irá o tentación de abandonar, nos
recuerdan quien es y de qué huye.
Serán varias las ocasiones en las que Riggan juguetee con
objetos o los lance con violencia en la soledad de su habitación, pero hay una
escena clave que demuestra que eso que vemos sólo es producto de su
imaginación, es esa en la que en un arranque de furia con exhibición de "súper
poderes", entra repentinamente su productor, Jake (Zach Galifianakis), que lejos
de descubrir algo sobrenatural lo observa lanzando con las manos los objetos,
sin que Riggan se percate de que ha entrado, aspecto clave. Una vez se dé
cuenta intentará disimular algo avergonzado. Es interesante el encuadre que
mantiene el nombre de Riggan en el póster de Birdman justo a la entrada de Jake.
Veremos a Birdman personificado un par de veces, la primera de
ellas tras el encuentro de Riggan con la crítico Tabitha (Lindsay Duncan) y su noche de
borrachera al aire libre. Aquí, esa concepción mefistofélica de ese alter ego se
sublima, la tentación en su grado más fuerte hasta casi convencer a Riggan,
llevarle al límite. Aquí tendremos otro perfecto ejemplo de esa mente
perturbada de Riggan y el juego metalingüístico que propone Iñárritu, cuando
veamos al protagonista descender de los cielos y convertir ese supuesto viaje
por los aires en un viaje en taxi, con el taxista entrando raudo pidiendo que
le pague…
“Hoy 60 es igual que 30, mamonazo”. “Les encanta la acción,
no ese coñazo deprimente y filosófico”.
Espejos, derribando barreras entre vida y arte.
La idea de desdoblamiento no sólo se manifiesta en el alter
ego de Riggan, los espejos, que aparecen de forma constante durante toda la
narración, especialmente en camerinos, aunque no sólo en ellos, también redundan
en esa idea. Destruir las barreras entre la actuación, el arte, y la vida, que
nos impulsa a interpretar en nuestra vida real (Keaton contándole la falsa
historia de su padre a Norton), y a llevar la vida real a la actuación en el
escenario para hacerla auténtica y creíble…
-La presentación de Riggan será a través de uno, la primera
vez que le veamos el rostro, en ese juego de desdoblamiento donde la voz de
Birdman le azuza sin miramientos. En ese espejo veremos un cartel que reza:
“Una cosa es una cosa, no lo que se dice de esa cosa”. Esa idea, que también
sugiere una doble o múltiple perspectiva, será pieza filosófica clave en la
conclusión final del personaje protagonista.
Los arranques de ira de Riggan o sus juegos mentales con
objetos también tendrán a los espejos presentes en muchas ocasiones.
-Mike (Edward Norton) aparecerá ante otro espejo, en la zona del vestuario,
que resalta su infinito egocentrismo, desnudo ante él.
“Entones… enseñar aquí la polla”. “Acaríciame los huevos”.
-Un espejo será testigo de las inseguridades de Lesley (Naomi Watts),
siempre las inseguridades y los momentos de vulnerabilidad ante espejos. Allí
manifestará su miedo ante la novia de Riggan al ser una actriz debutante y no
terminar de creerse que ha llegado a Broadway. Riggan tendrá un gesto de cariño
valorando su trabajo, lo que provocará los celos de Laura (Andrea Riseborough).
Todo terminará con un apasionado morreo entre ambas mujeres para nuestro
desconcierto y regocijo.
-Riggan y Lesley mantendrán una conversación ante otro
espejo, donde sólo vemos a Riggan, que finge su estado anímico. Aquí podremos
ver uno de los tics más recurrentes de Michael Keaton a lo largo de toda su
carrera, el cabeceo inquieto.
-En una de las dos elipsis espaciales de la película
saltaremos del camerino de Riggan a un bar, allí veremos a nuestro
protagonista, en pleno viaje al abismo, ante otro espejo, poco antes de
encararse con Tabitha, la crítica más prestigiosa de Nueva York.
-Otro espejo, Riggan dándole espalda a uno para sincerarse y
arrepentirse, redimirse, ante su mujer momentos antes de la última escena el
día del estreno.
- A esto se añade la propia idea de la interpretación,
convertirse en otra persona, otro tipo de desdoblamiento.
Tormento creativo.
“Birdman”, en esa intención de abarcar todo el proceso
creativo de una obra, se centrará en la tortura psicológica de los actores de
forma especial, sobre todo la de Riggan.
Lo que entrega Iñárritu es una obra de egos y redenciones,
miedos y superaciones, inseguridades y frustraciones… El sufrimiento del
proceso creativo. Ese doloroso viaje, esos titubeos que tientan con la
rendición, momentos que el alter ego de Riggan aparece para incitar al
abandono definitivo, se manifiestan con la ira y la demostración de “súper
poderes” en soledad. Una lucha y conflicto interior, una inseguridad, que vemos
también en el resto de personajes, Mike en la vida real, con miedo a
comprometerse por no poder tener erecciones, Sam (Emma Stone) y su falta de atención, Laura
con respecto a los sentimientos de Riggan, Lesley con respecto a su papel en la
obra siendo una debutante…
Gran entrada. Me encanta lo q cuenta la peli y cómo nos la explicas tú.
ResponderEliminarGran apoyo, como es habitual, con las imágenes.
La veré seguro. Me encanta Keaton.
Gracias y bss
Ya me contarás cuando lo hagas, Reina! Muchas gracias, besos para ti!
EliminarEl detalle de los espejos, las secuencias de 12 minutos... eso sólo Mr.Sambo ;)
ResponderEliminar¡Seguiremos leyendo!
Gracias Leti, espero que lo hagas.
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