El señor Richard Linklater es uno de los directores que
mejor retrata el paso del tiempo, pero no como algo nostálgico o doloroso, sino
como fiesta de la vida, con lo bueno y lo malo. No es la senda de Proust la que
coge Linklater, no es tanto una idea o concepción reflexiva como meramente expositiva,
emotiva e incluso festiva. Un director
de evoluciones, un retratista de épocas y sus matices en breve tiempo.
“Boyhood” es una película única, algo extraordinario en
estos tiempos por distintas razones, su propuesta sencilla y sincera, su
ejecución. “Boyhood” está rodada a lo largo de 12 años con los mismos actores,
es decir, el niño pequeño que vemos al inicio es el mismo actor que vemos al
final ya de adolescente, 12 años después, pero el rodaje se limita a 39 días a
lo largo de esos 12 años. Vemos, de esta forma, los cambios en los actores, de
igual manera que en sus personajes, las pequeñas diferencias a la hora de
interpretar en los más adultos, que supone el mismo cambio que se produce en una
persona con el transcurrir del tiempo, unos cambios auténticos y naturales
porque son reales… Del mismo modo observamos las sutiles diferencias en la
dirección de Linklater, que se va haciendo más sobria, madura y con planos más
largos conforme avanzamos en la narración (y en el tiempo). Su cámara será siempre inquieta, respetuosa,
compañera de fatigas, atenta y entrañable observadora.
Ya vimos este aspecto esencial en su filmografía en el
proyecto de más prestigio y de mayor repercusión hasta la fecha de Linklater,
la trilogía de “Antes de…”. Una trilogía que está en la antología del cine por
derecho propio y donde asistimos a la creación, evolución y desarrollo de una
historia de amor. Asistimos al surgimiento de un enamoramiento, a la entrega a la
pasión, al nacer de los sentimientos ante nuestros ojos en “Antes del amanecer”
(1995). A la constatación de dicho amor, asumido con madurez tras varios años
de separación, y la apuesta por el compromiso y la estabilidad en “Antes del
atardecer” (2004). En 2013 se llegó al final del camino en el transitar por el
tiempo de la relación de la pareja Céline
y Jesse con la madurez de sentimientos,
los problemas de convivencia, los deterioros y el amor adulto de “Antes del anochecer”. De nuevo el paso del tiempo trascurriendo con naturalidad y cómo éste afecta a las personas y las relaciones, es la vida impactando naturalmente
contra nosotros lo que muestra Linklater con su mirada limpia y auténtica, como
un documentalista cariñoso e incisivo.
La excepcionalidad
no radica en una historia especial, la normalidad también merece la pena ser
contada, lo que vivimos y sentimos todos, porque aunque no sea estrafalario sí
es genuino. Esta es la apuesta de Linklater.
“Boyhood” es la
épica de la normalidad y lo cotidiano. Linklater pervierte toda convención
narrativa y cinematográfica, de desarrollo de historia y personajes, para
retratar la vida en su convencional y minimalista excepcionalidad, una vida de
tantas ante la que nos sentiremos identificados en numerosas ocasiones, una
vida sin nada aparentemente especial, pero única al fin y al cabo. Destruye
la estructura narrativa convencional, la construcción de guión, a todos los
niveles… sólo coinciden en que va hacia delante, como la vida.




Lo mismo ocurre con
las historias, planteadas nada más en muchos casos, pequeños retazos, historias que se
sugieren o comienzan a exponer pero no se desarrollan, historias inconclusas,
aristas de la vida que no llegan ni llevan a nada, como tantas en nuestra existencia… El trabajo fotográfico de Mason, el amago de bullying, la relación con
amigos o hermanastros…



Condensando lo
elíptico. La vida en la elipsis. Retrato de la vida. Cotidiano y normal.
-Lo habitualmente
elíptico en la narración cinematográfica es lo que muestra Linklater en esta
joya sobre la vida y el crecimiento. ¿Y por qué? Pues porque la vida está
compuesta en su casi totalidad por esos momentos que el cine omite elípticamente, logrando transmitir así además el inapreciable transcurrir del tiempo de una manera tan
auténtica como deslumbrante.
Al asistir a lo
cotidiano, a lo digresivo, como fundamento de la narración, Linklater hace
sentir ese paso del tiempo, el envejecimiento, sin efectismos, con delicadeza. Mirar
lo cotidiano, lo trivial, ayuda a apreciar el imperceptible paso del tiempo,
ese que creemos eterno, pero que va pasando. Esa es la mirada que pretende
Linklater y que si no se entiende llega a aburrir a algunos.
La vida es digresión
y se recurrirá a ella en la película en todo momento.
-Linklater muestra
en su film lo que se evita en el resto para darles ritmo y contar una
historia interesante, y omite desarrollar las partes en las que se centran el
resto de películas. Coge todos esos momentos elípticos a nivel cinematográfico,
que son los que forman la vida en realidad, en su esencia, en la mayor parte
del tiempo, y hace un retrato auténtico, natural, realista, documentalista, con
lo cotidiano y la normalidad como columna vertebral.
-Linklater huirá
despavorido de todo amago de dramatismo o conflicto, de la narrativa
convencional o todo lo que pueda desembocar en el desarrollo de un tema
concreto, como harían otras cintas. Esos momentos que darían para una trama
son siempre vistos de forma tangencial, insinuados o mostrados de pasada, para
centrarse en lo que le interesa, en el transcurrir cotidiano e imperceptible
del tiempo y la vida, del crecimiento. Se pretende exponer el fluir vital con
sus alegrías y problemas.
-Así, los romances,
los coqueteos, el desarrollo de relaciones, los conflictos entre personajes, los
malos tratos, las broncas familiares, las amenazas alcohólicas, el acoso
escolar, los cambios drásticos y sus causas… son vistos de pasada y resueltos
en una escena sin más. Aspectos meramente funcionales de la narración, que
sirven para apreciar cómo afectan dichos cambios a la vida de los personajes,
sin incidir en más.




-El primer trabajo,
la primera novia, la escapada junto a ella, las reflexiones de la joven pareja
sobre su futuro, el paso previo a la universidad, una vida universitaria que se
plantea de forma hedonista… son más retazos de vida.

Wow!! fantástico articulo y fantástica película
ResponderEliminarMuchísimas gracias Amaia! Me alegra que te gustaran ambas cosas, desde luego es una fantástica película. Un saludo.
EliminarExcelente análisis de esta obra maestra. Claramente es mi favorita para los Oscars, pero de a poco va perdiendo terreno frente a Birdman. No es que el film de Iñarritu no me haya gustado, pero creo que Keaton lo es todo y el resto lo noto bastante sobre valorado.
ResponderEliminarSolo espero que a Linklater le den el merecido reconocimiento que le negaron con Before Midnight.
Espero ansioso las otras dos partes de esta crítica.
Saludos.
Roque.
Muchísimas gracias Roque, me alegra que te esté gustando. Es una joyita, desde luego, me gusta más que BIRDMAN, aunque mi favorita de todas es WHIPLASH, que no va a ganar nada pero es la mejor jejeje.
EliminarComo dices, me alegraría que Linklater ganara algo por el ninguneo a su trilogía, por ejemplo el año pasado. Un saludo!
Me ha encantado el post!!! ;) Esperamos los siguientes.
ResponderEliminarUn abrazo,
Patricia
Muchísimas gracias Patricia, es de esos con los que quedé muy satisfecho, me alegra que te haya gustado!!.
EliminarUn abrazo!
Excelente exposición.
ResponderEliminarTal como lo describes, una propuesta distinta. Interesante.
Quizá, por una vez, una peli donde la protagonista es, gracias a lo que recoge, simplemente la vida.
Esperando las siguientes con interés.
Gracias Sambo.
Bss
Sí, es algo que no he comentado, pero este mensaje me sirve para añadir. Es una pretendida abstracción, se huye de lo especial, cuanto más normal sea el chico más fuerza cobra la idea. Es la vida, punto.
EliminarGracias a ti Reina.