Tras ver el tráiler de esta nueva revisión al monstruo
Godzilla, pensé que nos podían ofrecer algo interesante, un tráiler muy cuidado,
sugerente, que iría en la onda de dotar de seriedad y profundidad a las
historias habitualmente más frívolas, un camino muy de moda actualmente. La
búsqueda de realismo, siguiendo a los Batman de Nolan, ya sabéis. Un remake o
reboot que tampoco se ha hecho esperar mucho, el anterior es de 1998,
“Godzilla” (Roland Emmerich, 1998).
La decepción ha sido evidente, si bien es cierto que el tema
en cuestión tampoco llevaba a la pasión, precisamente. Perplejo y anonadado tengo
que acabar reconociendo que es aún peor que la de Emmerich, afirmación que cobra
cada vez más fuerza conforme pasa el tiempo. La primera hora de la película es
francamente infumable, soporífera, a pesar de sus intentonas por parecer
trascendente, su loable aire de afectación y sus giros dramáticos de guión. Un
coñazo, vamos. Encima la siguiente hora es casi tan aburrida como la primera,
para rematar el asunto. Los intentos por crear tensión no funcionan y todo es
asombrosamente convencional, no aporta nada, ni nada hay que explique la
realización de tamaño bodrio. Ni un solo elemento. Aunque se pretenda ser más o
menos fiel al Godzilla original.
Durante la expedición y exploración del lugar y los
supuestos fósiles, vendrá fácilmente a la cabeza el mundo de “Alien, el octavo
pasajero” (Ridley Scott, 1979). Descubrirán que allí se gestaba un huevo o se
ocultaba algo que ha huido hacia el mar. El jefe de la expedición será Ken
Watanabe, que interpreta al doctor Ishiro Serizawa, un japonés como homenaje al
origen del monstruo… De hecho, acto seguido llegaremos a Japón, a Janjira.
Es en Japón donde se nos presentará a la familia
protagonista, al menos en un principio. Joe (Bryan Cranston), Sandra (Juliette
Binoche) y su hijo Ford (CJ Adams), la familia Brody. Ford será el protagonista
definitivo y será interpretado de adulto por Aaron Taylor-Johnson. Al padre de
familia, Joe, se le presentará de espaldas y en la habitación del hijo
descubriremos un póster de Godzilla, una pequeña broma que escenifica la
completa integración de la familia en el mundo japonés, o eso suponemos… Son
científicos y trabajan en una planta nuclear, y el día que el director Gareth
Edward se fija en ellos tendrán, precisamente, unas extrañas “anomalías
sísmicas” que desembocarán en un primer golpe de efecto, la cruel muerte del
personaje interpretado por Binoche… No le han dado mucho papel a la actriz
francesa, ciertamente.
En esta primera secuencia empieza a intuirse lo que es la
gran virtud de la cinta, una depurada y solvente dirección, muy segura y
confiada, con planos largos y sostenidos, grandes travellings mostrando toda la
acción para que se aprecie bien y una buena puesta en escena. Lamentablemente
el tono de la cinta es tan tristón y hay tan poco vigor que estas virtudes caen
en saco roto, sepultadas por un guión chapucero.
Tras la desgracia, la narración pegará un salto, 15 años
después, a San Francisco, donde el pequeño Ford, ahora crecidito y militar, se
reúne con su novia y su hijo.
Una monstruosa colección de tonterías de guión.
Uno de los aspectos más frustrantes es el comentado sobre la
dirección, que siendo buena, llena de grandes movimientos de cámara, gran uso
del plano general, incluso en la forma de crear atmósferas y cierto suspense
ocasional, una dirección, sobria, clásica y sofisticada, tranquila y relajada,
que se aleja del habitual frenesí estilístico de este tipo de cintas con
montajes ultrasincopados y movimientos de cámara constantes y en todas
direcciones… acaba convertida en puro esteticismo por la mediocridad bochornosa
del conjunto, sostenido en un guión paupérrimo, ridículo, lleno de tópicos,
clichés y lugares comunes, que tira por tierra cualquier atisbo de talento en
los encuadres, esforzándose por demostrar que estamos ante lo mismo de siempre,
pero más aburrido si cabe.
-Uno de los aspectos que siempre me han llamado la atención en este tipo de películas mainstream, es porqué cuando la pareja protagonista empieza a enrollarse, les entran ganas de copular salvajemente, entre otras cosas porque hace mucho que no se ven y si son fieles amantes no se habrán saciado con pilinguis, golfos o guarrillas, con lo que estarán que se suben por las paredes, siempre que están a punto de consumar… suena un inoportuno teléfono que saca a uno de ellos de la casa… con la tienda de campaña a cuestas. ¡Hombre, dejad que se alivien los muchachos y luego llamáis, que no cuesta nada! Se hace una elipsis, que es un sutil cambio al guión, y nos quedamos todos más tranquilos y relajados, sobre todo los personajes…
Total, que de vuelta a Japón, a Tokio, para ver a su, en teoría, alocado padre. Hay cierta intención de desarrollar el concepto de recomposición familiar, estilo “La guerra de los mundos” (Steven Spielberg, 2005), con un hijo ajeno, que se alejó de su padre tras la desgracia con su madre, de la que no quiere hablar, y un padre obsesionado con los datos sísmicos, que cree haber descubierto una tapadera gubernamental, algo que ocultan y que puede descubrir la clave de aquello que mató a su mujer, ya que los datos se están volviendo a repetir… Todo esto nos remite a “Encuentro en la 3ª fase” (Steven Spielberg, 1977), donde sucede algo parecido para ocultar a los extraterrestres. Un hijo algo traumatizado que prefiere rehuir el tema, evadirse y ocultarlo, sepultarlo. Ambos tienen unos sentimientos de culpabilidad que aún no han salido. Cuando Cranston se sincere lo veremos reflejándose en una ventana, detalle visual que muestra ese momento revelador, sincero y duro para el personaje, que se abre de espaldas a su hijo, de forma indirecta, casi avergonzada. Ford se unirá a su padre a regañadientes en su aventura tras ese momento.
-Se intenta compensar la mediocridad del guión con golpes de
efecto dramáticos, la muerte de Binoche, la posterior de Cranston… Un truco
burdo que aspira a dar trascendencia o apariencia de imprevisibilidad, pero que
en realidad sólo escenifica la impotencia de una película incapaz de ser
ligeramente interesante en algún momento de su metraje.
-Por si el guión no podía ser peor y más burdo, además se
esfuerza en resulta mezquino, como en la utilización sensiblera de los niños,
insertando historias que no aportan absolutamente nada donde niños que aparecen
de repente se convierte en protagonistas con la intención de generar suspense o
involucrar emocionalmente al espectador. Es bochornoso por lo escandaloso y
chirriante que resulta, de una evidencia tan artificiosa que no sabes si reír o
largarte… Que hay un tsunami, allí aparecerá una niña para que lo vea la primera
y sea salvada por su padre in extremis… Muy interesante. Que un monstruo
gigante destroza las vías del tren, allí estará el “prota” jugando con otro
niño y su muñeco al que deberá proteger para entregar a sus padres poco
después… Y así…
-Tsunami y aparición escindida de Godzilla, del que veremos un muslo, parte de la cola etc. Viendo las dimensiones de semejante mole, es del género tonto ponerse a dispararle con pistolitas o metralletas, sobre todo viendo el efecto que producen en él… Hasta los aviones parecen actuar como kamikazes y chocarse adrede contra el bicho… Homenaje japonés también, quizá. ¿Qué pretenden? ¿Asustarlos y que se vayan? En serio, ¿estas torpezas de puesta en escena pretenden actuar como gags en una comedia encubierta o se trata de algo involuntario? A mí me generan cierta inquietud por aquello de la vergüenza ajena…
-En esta línea los tópicos de “Godzilla” son insufribles.
Resulta casi indignante que no se sepa dar otro enfoque y mirada al ejército y
los militares, parece que si no se les retrata como pirados, lerdos, incompetentes,
estúpidos o psicópatas con medallas no hay otra forma de mostrarlos. Si eres
militar en estas películas y estás al mando lo único que querrás será tirar
bombas y hacer explotar cosas, cuanto más grandes mejor… ¡Ni que Michael Bay
fuera general o algo así!
-Resulta que los científicos tienen controlados a los bichos
estos, que algo peligrosos parecen, pero no se les ocurre matar a ninguno, incluso cuando la cosa se pone mal y deciden escaparse. Les pasa por 3 veces,
para que no haya dudas de lo ineptos que pueden llegar a ser. Si es que se
buscan los problemas solos. Un poco reiterativo también resulta.
-Me sorprende también la gran cantidad de chicas, novias o
mujeres de protagonistas que son enfermeras en este tipo de películas. Supongo
que así se justifica estar más cerca del dramatismo, ahí en hospitales o
cuidado a los heridos, pero podrían innovar…
En el viaje descubrirán que el lugar que mantienen
acordonado en realidad está limpio de contaminación, es donde estaba la casa
donde vimos a la familia al inicio, con lo que la deducción de que algo se
oculta es sencilla. Hay perros e insectos vivos, un lugar aparentemente
apocalíptico, solitario, un reducto de recuerdos olvidados en forma de fotos y
objetos, o como la decoración de la fiesta de cumpleaños de Joe el día de la
tragedia.
Resulta extraño y curioso el comportamiento de las
criaturas, parece predestinado o buscar inconscientemente su destino, en unos
casos su muerte y en otros la colaboración. Así parecerá cuando en la evasión
del monstruo que ocultan en la planta nuclear se libera de forma casi mágica a
padre e hijo… Como si quisieran, en el fondo, ser capturados por ellos para
recomponer dicha familia.
Lamentablemente Cranston tampoco vive mucho…
Uno de los ejemplos más evidentes de este aspecto mencionado,
esa relación o predestinación entre las criaturas y los protagonistas, lo tenemos
en la aparición de Godzilla para acabar dejando el camino libre en el puente
saturado al autobús en el que va el hijo pequeño de la familia. Protector
personal, guardaespaldas, de la familia Brody…
Elizabeth Olsen interpreta a Elle Brody, la mujer de Ford, y
hace gala de unos llamativos ojos, como de gato o de lagarto. David Strathairn
interpreta al almirante William Stenz, un personaje cansinamente tópico que
será presentado en plano secuencia. Ken Watanabe y su compañera, Sally Hawkins,
que interpreta a Vivienne Graham y que está allí en honor a la consigna de que
“tiene que haber de todo”, se dedican a dar el “peso científico” a la cinta.
Explicaciones estúpidas y trascendentes, lo que buscan se trata de un monstruo
ancestral que se alimenta de la radiación, de plantas nucleares y surtidores…
Personajes muy aprovechados… El bueno de Watanabe siempre parece estar algo ido o
colocado, mirando al horizonte a alguien invisible que solo ve él en la
habitación con aire trascendente.
Se trata de una película bastante saltarina, de Japón a San
Francisco, de nuevo a Japón, luego a Hawaii, California… En una isla
descubriremos un submarino víctima de uno de esos gigantescos bichos, que además
vuela, salpicando de cosas “interesantísimas” la narración. Y creía que sería
una visión más seria del asunto…
El héroe puja por ser el peor de la historia de los
mainstream. Se pasa el 90% de la película encerrado en alguna parte o esperando
que pase algo. Supongo que se aburriría casi tanto como nosotros, con lo que le
comprendo en su apatía.
La dirección, de la que destaqué anteriormente algunos
aspectos, saca a relucir su mejor cara en las escenas de acción, con planos muy
alargados, sostenidos, movimientos de cámara sinuosos, lentos y muy medidos,
todo bastante depurado y sofisticado, para que se aprecie bien. Así el
director, Gareth Edwards, gusta de alargar y estirar las destrucciones y
mostrarlas en planos generales, lo que dota de gran calidad visual y de puesta en
escena a esos momentos. Otro ejemplo lo tenemos en esos picados que se deslizan
sobre los monstruos para mostrar sus gigantescas dimensiones, por ejemplo con
Godzilla, del que veremos su rostro a la hora de película, y otros picados generales
variados. El mismo elogio para el montaje, relajado, nada acelerado.
Un Godzilla bueno, aliado de la humanidad, un antihéroe
monstruoso en ciudades destrozadas. Hay una escena que aglutina todas las
virtudes y los defectos de la cinta, una buena dirección y aspectos ilógicos y
absurdos que cuesta asumir. Es la del ataque de los bicharracos al tren con la bomba donde
está nuestro protagonista, que es un gafe redomado, ya que en cuanto llega, un bicho
gigantesco la arma y se pone a destrozar cosas. Una escena con una atmósfera
muy bien creada, lúgubre, oscura, tensa, lluviosa, gris, expectante, de
acertado suspense y buen manejo del silencio y las sombras, sobria y depurada,
pero donde sorprende la capacidad de camuflaje y el silencio del que son
capaces esos pequeños monstruitos como rascacielos de grandes… Aunque sea la
respiración, debería llamar la atención ¡será por pulmones! Hombre, aunque sea
de noche algo se verá y, sobre todo, se oirá… Así que tenemos susto repentino,
tiene narices, y destrucción del puente por donde pasan los sufridos soldados... En
cualquier caso, viendo que a esos soldados también les sorprende un tren espectacularmente silencioso por la espalda a toda velocidad, nos podemos
esperar cualquier cosa.
En el clímax tendremos una lluvia de aviones con look
apocalíptico de nuevo, dos monstruos con malas pulgas pero muy románticos,
hasta se dan un besico, y un Godzilla que viene a poner orden. Los monstruos
“malos”, si es que los hay, a veces explotan bombas y otras juguetean con ellas,
la nuclear se la llevarán al nido para alimentar a su futura prole… A modernos
no les gana nadie, no me lo negaréis, nada de leche de la tetilla o en polvo,
aquí con bombas nucleares. Por supuesto, el "prota" y otros soldados irán a
recuperarla, que eso de que le roben a uno una bomba nuclear no es de recibo.
El gran activo de la película está en la destrucción de la
ciudad y la batalla de Godzilla contra los otros dos monstruos, el volador y el
no volador… Por su parte, y ante nuestra sorpresa, el "prota" hará algo, aparte
de salva a un niño japonés, detonando una bomba para matar a todos los
futuros monstruitos, además de ayudar un poco a Godzilla que estaba siendo algo
maltratado por los otros dos bichos. Minipunto para el peor héroe del cine
reciente.
Godzilla acabará con los incómodos monstruos lanzando su
mortal rayo por la boca y asunto arreglado. Eso sí, todo pasará encima del
edificio donde está la mujer del "prota", porque esas cosas pasan, claro…Ya es
mala suerte, no quisiera yo a nadie de esa familia como amigo.
Hay un punto curioso en este clímax tristón, aburrido y
falto de intensidad, y es que todos los monstruos tendrán tiempo para echarle
unas miraditas al protagonista que pasa por allí, bichos curiosos, supongo… El
caso es que el prota y Gozilla se salvarán mutuamente, rubricando el vínculo
citado con anterioridad. ¡Hasta caerán desfallecidos juntos! El momento onírico
deja que desear, eso sí.
Las motivaciones de Godzilla no las entiende ni explica
nadie, le da un pronto y actúa de “equilibrador” del mundo, así que mejor no
comerse el coco con minucias de estas. Total, reconciliación familiar y
Godzilla que se da un chapuzón y se va donde se tenga que ir…
Vean mejor cualquiera de los títulos japoneses, quizá sean
más cutrecillos en cuanto a efectos especiales, pero con respecto a todo lo
demás es difícil que sean peores.
Como conclusión, una basura aún más grande que los bichos
que salen en ella.
Un día con lo de la pareja a la que interrumpen en mitad del calentamiento van a tener un disgusto y hacer una escena con la pilila al aire.
ResponderEliminarNo sé por qué me olía que esta iba aser un bodrio y no la he visto. Bien está no haber tirado dos horas a la porra.
Gran artículo, como es habitual
Eso me gustaría verlo jajajajajajajaja,
EliminarPues yo me pensé que sería otra cosa y mira... Qué desastre, tuviste suerte en ahorrártela.
Muchas gracias, amigo mío!