“Clandestino y caballero” es la película que cierra la
tetralogía de thrillers antinazis que dirigió Fritz Lang y que sin ser de los más
brillantes es otra muestra del talento desmesurado de su director.
Protagonizado por el gran Gary Cooper, un científico luchando contra el mal
absoluto personificado en los nazis.
El thriller, el cine negro y, por supuesto, el serial son
géneros que apasionaban a Lang, como es sabido. Esta cinta que nos ocupa es
buen ejemplo de esto, un thriller con momentos extraordinarios que aunque posee
momentos de acción, muy notables, se basa sobre todo en la investigación y el
trabajo de espionaje en la sombra como ingrediente principal.
La OSS (Organización de Servicios Estratégicos) recluta al
profesor Alvah Jesper (Gary Cooper), físico nuclear, para que contacte con un
colega suyo, Katerin Lodor (Helene Thimig), con la intención de sacarla de Suiza
y que ayude a los aliados a impedir que los nazis fabriquen la bomba atómica,
ya que se están valiendo de sus investigaciones. La misión resultará un fracaso,
con lo que las miras de los aliados y Jesper se pondrán en otro científico, el
doctor Polda (Vladimir Sokoloff), que se encuentra en Italia secuestrado por
los nazis.
Estamos hacia el final de la 2ª Guerra Mundial, en el sur de
Francia, frontera con España (veremos un bonito y gran mapa en las primeras
escenas que situarán con precisión el lugar). Los aliados vigilan un tren con material
sospechoso. En el bar donde el espía se reúne con su contacto veremos letreros
en español, por lo que sabremos que estamos en la misma frontera.
La primera escena es realmente soberbia, una magnífica
muestra de suspense y talento visual. Empezando fuerte como mandan los cánones.
Un vapor avanza sin que veamos la procedencia del mismo, hasta que Lang ejecuta
una panorámica vertical hacia abajo y descubrimos el tren que está saliendo en
ese momento, para insertar un plano del espía aliado que toma notas. Sin
palabras Lang ha creado una atmósfera perfecta, ha resaltado el objeto polémico,
el tren, e interesado al espectador intrigándolo sobre lo que acontece, con ese
misterioso espía.
La ambientación del bar donde el espía se reunirá con su
contacto es excelente, plano general, humo, tabacos, tensión, cautela, señas
que sustituyen a las palabras, contraseñas… y un camarero traidor que avisará a
dos distraídos, en apariencia, clientes para que suban a interrumpir la reunión
secreta aliada antes de que envíen el mensaje que pretenden. El suspense modulado,
el juego con la escalera que primero sube el espía y luego los agentes nazis y
el intento de mandar el mensaje que es interrumpido, son algunos de los
ingredientes que tiene esta absorbente secuencia inicial.
Tecnología. Talento y sugerencia visual.
-Tendremos uno de los elementos favoritos de Lang en los
thrillers y seriales, el uso de la tecnología, el telégrafo que monta el
contacto de nuestro espía en un santiamén para enviar el mensaje secreto. En
relación con esto tendremos uno de esos ejemplos que nos deja Lang de su
maestría absoluta, su capacidad de sugerencia y su talento inagotable para
contar todo de manera visual sin usar las palabras. Es cuando la gráfica del telégrafo del mensaje que se está recibiendo pasa de marcar símbolos a una
línea continúa, como si de un electroencefalograma se tratara anunciando la
muerte de los agentes aliados que no pudieron terminar de enviar su mensaje.
Estas sugerencias visuales, así como algunos ejemplos de elipsis francamente
deslumbrantes que analizaré posteriormente, son algunas de las pequeñas
pinceladas de talento sublime que deja Lang, uno de los mejores directores que
ha dado la historia, poseedor de unos recursos visuales y narrativos
inagotables.
-Además del telégrafo veremos el uso de microcámaras espías
para fotografíar documentos, concretamente la firma de la espía nazi, a la que
los aliados pretenden utilizar, para falsificarla.
-Como ejemplo de hallazgos y virtuosismo visual, narrativo y
elíptico podemos citar el desarrollo de la relación entre Jesper y la espía
nazi a través de objetos, de obsequios que nuestro protagonista entrega a la
bella dama. Obsequios cada vez más valiosos y más íntimos, de una flor a joyas,
de un mensaje firmado por Andrew a otro firmado por Andy… Una maravilla.
-El último gran ejemplo de maestría visual sublime y
sugestiva lo tenemos tras la bestial pelea entre Jesper y el nazi, que concluye
con la muerte del último a manos de nuestro protagonista que lo ahoga. La
elipsis visual que se marca Fritz Lang es tan sublime que agota los adjetivos.
Un recurso que se asemeja al que ya utilizó el director en “M, el vampiro de
Düsseldorf” (1931), en la célebre escena de la niña y otra pelota para retratar el
asesinato de la pequeña. Aquí, con el cadáver tirado en el suelo, oiremos y
luego veremos caer una pelota por la escalera desde un piso más alto que va
descendiendo lentamente hasta llegar a los pies del cadáver, al pie de la
escalera, con Jesper oculto y arma en mano. Lang fijará su cámara en el hueco de
la escalera mientras se oyen los pasos de un niño que parece bajar para buscar
su pelota, un plano fijo. Cuando llega al pie de la escalera se parará, pero no
reaccionará con sorpresa, sino que avisará a su madre de que ha encontrado la
pelota, momento en el que la cámara nos deja ver el lugar donde antes estaba el
cadáver, sin cortes, para que comprobemos que no hay nada. El espectador se
pregunta inmediatamente, tras la angustia y el suspense por la posibilidad de
que el niño descubriera el cadáver, dónde ha podido ocultar Jesper el cuerpo…
Lang sostendrá el plano aún más, sin cortes, sobre el niño esperando a que
llegue su madre, y los seguirá hasta que salgan del portal, momento donde
comprobamos el recurso de Jesper, que simula leer un periódico al lado de su
amigo cadáver, sentado en una silla, sin que madre e hijo observen nada
extraño. De nuevo la infancia y el horror de la muerte vinculados y tratados
elípticamente. Sencillamente magistral.
El mensaje telegráfico al menos alertará a los mandos y
anunciará la salida de 40 vagones, motivo para que se nos presente a nuestro
protagonista, Gary Cooper, un reputado físico nuclear relacionado con el
Proyecto Manhattan, que trabaja tranquilamente en la Universidad (proyecto
comandado por Estados Unidos para crear la primera bomba nuclear antes que la
Alemania de Hitler). Allí será reclutado por la OSS.
En su presentación, Jesper (Gary Cooper) nos dedicará un
discurso reivindicativo de la ciencia como fuerza creadora, un discurso que si
bien está cargado de razones no deja de ser algo simplista y ligeramente
demagogo, criticando el uso de la ciencia para la destrucción, por las bombas,
y no para la creación. Sus comentarios sobre lo mucho que se podría avanzar con
una financiación para luchar contra el cáncer o la tuberculosis en vez de
aplicar tanto dinero para armamento son lógicas, aunque sus ejemplos con
manzanas resultan algo extraños. No funciona bien a nivel dramático por la
incoherencia que supone que nuestro científico se resista poco a la petición de
su amigo militar, lanzándose de cabeza a una misión para la que ni siquiera ha
sido adiestrado y participando plenamente en el Proyecto Manhattan, lo que es
difícil de congeniar con sus reivindicaciones.
No es este el peor defecto en relación al personaje de
Cooper, esa incoherencia, esa indefinida filosofía, diciendo una cosa y
haciendo otra. El mayor defecto es a nivel funcional, un defecto muy habitual
en estas cintas, pero que no deja de serlo. Jesper (Gary Cooper) es un
científico, no un espía, y por supuesto no ha sido adiestrado como tal, por lo
que su comportamiento y eficacia en esos menesteres debe resultar un problema
fuera de lo convencional. Esto, como en otras muchas películas, no sucede y
nuestro protagonista actuará con una tranquilidad, solvencia y experiencia que
para sí las quisieran los profesionales más cualificados del espionaje. Al
menos le veremos equivocarse y verse obligado a recibir instrucciones de otro
espía, pero al final él es determinante, se desenvuelve con plena soltura, toma
decisiones con prontitud y acierto, gana en combate cuerpo a cuerpo a otros
espías enemigos y resuelve el caso sin que se atisbe nerviosismo en situaciones
tensas o peligrosas, titubeos o indecisión. Un héroe de pies a cabeza…
Por el contrario, Lang sí mostrará ciertos signos de torpeza
al inicio de la película en el protagonista, a los mencionados del casi
encontronazo con la mujer del perro antes de subir al ascensor y el choque con
un individuo en el pasillo, se añadirá el momento en el que el perro de la dama
que vimos fugazmente y mencioné antes se le enreda en los pies. Una dama con
perro que en realidad es una espía de los nazis que pretende hacer contacto con
Jesper para descubrirle.
En cualquier caso Jesper es un clásico personaje languiano
del serial y el thriller, un hombre que se ve metido en un universo que le
resulta ajeno, por propia voluntad, y que le resultará tan infernal a él como
divertido a nosotros.
La llegada de nuestro científico espía a Suiza para
entrevistarse con Katerin Lodor, la científica que trabaja para los nazis,
recupera los momentos intrigantes así como utiliza cebos que serán
magistralmente manejados por Lang para complicar la trama. Jesper se tapará la cara al
ver que alguien pretende fotografiarle. Esto, que en principio creemos una
hábil artimaña del protagonista, él también lo cree así y lo manifestará, se
convertirá en un gesto delator. La escena es en plano general y mostrada con
total naturalidad.
La narración se desarrolla con tranquilidad, sin la locura
de sucesos que por ejemplo veíamos en “El ministerio del miedo” (1944), en lo
que era un ejemplo de puro serial. La atmósfera inquietante se genera con
acierto, seguimientos, fachadas, nombres falsos, personajes extraños… pero sin
llegar a resultar tan apasionante como los grandes seriales y thrillers del
maestro por ocasionales tiempos muertos y baches narrativos.
Jesper tendrá un nombre falso, Andrew Wilson, y se hará
pasar por joyero y relojero. Las mentiras, las mascaradas, las falsas identidades…
son elementos muy usados por Lang en su cine, especialmente en sus thrillers,
aunque son elementos muy característicos del género de por sí. Cuando Jesper llega al hotel en que se hospeda
todo resulta amenazante, un hombre le vigila, el fotógrafo que vimos antes, una
señora con un perrito se cruzará con él antes de subir al ascensor sin
subrayado alguno y luego descubriremos que es una agente secreta, un hombre
choca con él en el pasillo… Detalles maravillosos de puesta en escena y
planificación de un maestro, que posiblemente pasen desapercibidos pero que
están ahí con una intención muy clara, tanto narrativa como de tono,
presentando personaje que tendrán relevancia y creando una atmósfera viciada. Pequeños
cebos, sutiles. Todo ello con magníficos planos generales, a veces con suaves
panorámicas, donde se aprecia la acción con extraordinaria claridad, mostrando
los decorados y describiendo las estancias de una forma tan sencilla como
precisa.
Por supuesto, Lang también utilizará insertos de objetos o
documentos con mensajes como merece todo buen cine de espías. Uno de estos
mensajes llevará a Jesper al teatro para encontrarse con su contacto, que a su
vez le posibilitará el encuentro con Lodor, que está en un hospital. La
presentación de Katerin Lodor nos remite al cuadro “Retrato de la madre del artista” de James McNeill Whistler.
Aquí otra larga conversación parece frenar el ritmo de una
película que avanza parsimoniosa, esperando arrancar definitivamente. Lodor
hablará del chantaje al que la someten los nazis, la presión y amenazas de
asesinatos si no colabora, por lo que pactará con Jesper su fuga.
El bar del hotel donde Jesper y la misteriosa mujer del
perro, espía nazi, entablan conversación está perfectamente retratado con
planos generales, aunque hay cierto exceso digresivo, con intención de
naturalidad, en la escena donde Jesper habla con un desconocido en la barra del
bar. Una escena que pretende justificar el acercamiento a la mujer.
Una llamada interrumpirá la distendida conversación de la
pareja avisando a Jesper de que está frente a una espía nazi, Ann Llawson
(Marjorie Hoshelle). Éste confidente es el contacto que vimos en el teatro y
que se reunirá de nuevo con Jesper para aleccionarle, informarle y guiarle en
ciertas cuestiones esenciales. Su gesto tapándose la cara ante el fotógrafo al
llegar a Suiza le delató e hizo sospechoso, manifestándose como un grave error
de nuestro protagonista. La nueva misión encargada será que Jesper entable una
relación con la espía nazi para poder utilizarla. En cierto momento de la
escena el agente aliado aparecerá reflejado en un espejo, que actúa de
contraplano en el mismo encuadre, para desarrollar la farsa que Jesper deberá
protagonizar, el engaño a la espía nazi. Un espejo para una mentira, una puesta
en escena tan sutil como elaborada.
La brillante estratagema para acercarse y hacer que la espía
se confíe desembocará en un chantaje al que ella no podrá resistirse. La escena
donde Jesper descubrirá sus bazas tras cierto tiempo de cortejo será iniciada
con una sombra de Ann Llawson, la espía.
La película y la trama hasta este punto se van desarrollando
con acierto, con una atmósfera muy bien elaborada, pero se aprecia cierta falta
de brío, de empuje, todo es demasiado contenido y algo parsimonioso, como si de
una partida de ajedrez donde se van situando las piezas estratégicamente se
tratara. Muy sobria en todo momento.
Dedicada a Patrica L, a la que me une su gusto por el cine clásico y también por Gary Cooper.
Muchas gracias, Mr.Sambo. Un placer leerte y aunque esta película la vi hace relativamente poco, me ha pasado lo mismo que al leer la de El gran Lebowski, que apetece volver a verla de nuevo y fijarse en todos los detalles que analizas. Muy gracioso cuando cuentas cómo el científico utiliza el ejemplo de las manzanas, sus contradicciones -ideas/acciones- y su transformación en héroe:-)Es verdad que resta a la película pero me hizo mucha gracia cuando lo vi y al leerte sobre ello la carcajada es inevitable. Así, un lunes es casi viernes. Espero la segunda entrada. (Anotada "M,el vampiro de Düsseldorf: de esas súper pendientes)
ResponderEliminarDos abrazos: para ti y para Cooper (sé que sabes que está ahí :-))
Gracias,
Patricia
Muchas gracias a ti, Patricia. Me alegra que te esté gustando. La verdad es que Cooper tenía facilidad para parecer un héroe hiciera de lo que hiciera jajaja. La de M debes verla, es un referente!!!
EliminarUn abrazo de vuelta!
Una de las mejores películas de Cooper y Lang. Me encanta la candidez que tenían las películas de antaño y esa capacidad de transmitir con tan poco. Estupendo análisis, Sambo. Un abrazo, te sigo los pasos.
ResponderEliminarGracias Alex, yo lo gozo con ellas sobremanera, es un cine no igualado. Un abrazo para ti!!!
EliminarPara mi una de las mejores peliculas del género, adaptacion de un hecho real, pero adaptacion brillante. Una de las cosas que mas me gusta de esta peli es el papel brillante de las mujeres. Una de esas cintas que siempre apetece ver. Saludos!!
ResponderEliminarTanto te gustó? Es una buena peli, pero no me parece de las mejores ni del género ni de Lang. Eso sí, si te gusta tanto, espero que disfrutes del análisis jiji
EliminarUn saludo.
Me gusta mucho el papel de las mujeres, muchísimo, su presencia no suele ser demasiado protagonista en las bélicas pero en esta me encanta. Ya sabes que las bélicas y el western son mi debilidad...así que me valen casi todas. Mil gracias por traerla. Un beso
ResponderEliminarSi se le da importancia a la protagonista. A ver que tal la segunda. Un beso
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