Jude Law será nuestro narrador en 1968, Wilkinson, el autor,
de más jovencito. Aquí se nos presentará ese hotel en declive, sus huéspedes
habituales y sus trabajadores, así como se nos presentará al dueño, que será el
que nos introducirá más afondo aún en esta historia, un nuevo relato con el
grueso de la narración, un nuevo flashback hacia 1932.
La primera referencia a Zero Mustafá vendrá de un
recepcionista, que será quien lo presentará y explicará su situación, siempre
son personas contándose cosas. Un millonario que siempre pasa alguna semana en
temporada baja en una estancia minúscula de su propio hotel. Un romántico, un
nostálgico… Temas básicos de la cinta.
Las dos primeras conversaciones entre Law y Murray Abraham mantendrán
la regla de la frontalidad, como toda la película, pero en la primera, en las
bañeras, con encuadres que contienen a los personajes a un lado de los mismos,
dejando mucho aire al otro lado.
Cuando Zero nos introduzca en el nuevo relato, Anderson utilizará un expresionista juego lumínico, ensombreciendo el entorno para llevarnos al flashback.
Este juego expresionista volverá a aparecer. Habrá una pausa
en el relato de 1932 y volveremos a 1968, con Zero y el escritor sentados a la
mesa donde están cenando. Allí veremos la emoción de Zero al recordar a Agatha,
su amor y se subrayará el carácter de relato nuevamente…
-…, pregunté.
-…, contestó.
Aquí se usa la voz over de forma defectuosa voluntariamente,
una voz over que reitera lo que vemos en pantalla pero con la intención de
resaltar en todo momento la idea y naturaleza de relato como fundamento del
recuerdo, la nostalgia y la memoria. Si se juega con el metalingüismo es por
algo y la idea de relato es clave en la cinta.
Los diálogos comenzarán con la idea de destino rondándolo
todo.
Del mismo modo, el manejo del punto de vista es cuestionable
según el narrador, con elementos de la historia contados sin estar ninguno de
ellos presente. Defecto narrativo que se salva en cierta medida por ese
hincapié en el carácter de “relato artificioso” que se define de diversas
maneras, como he comentado.
Recursos estilísticos, es necesario advertir que Anderson es
un cineasta puramente esteticista, lo que en ocasiones le lleva a olvidar en
cierta medida el fondo. Como ejemplo tenemos esos planos con travellings que se
acercan al dueño del hotel, Zero Mustafa (F. Murray Abraham) desde todas
direcciones, derecha, parte trasera, delantera, siempre con
escrupulosa frontalidad, por supuesto, con la intención de resaltar su soledad,
su mencionado aislamiento.
El grueso de la narración tendrá al gerente Gustave (Ralph
Fiennes) como protagonista. Anderson dividirá toda esta parte en capítulos,
volviendo a remarcar su carácter artificial, de relato. Estamos en 1932 y la
primera parte llevará el nombre del gerente. M. Gustave.
Anderson apuesta por el plano estático y frontal como
columna vertebral de su estilo, pero se manejará con soltura en los
travellings, también frontales y geométricos, para describir entornos y
acciones de los personajes, por ejemplo la competencia con la que realiza su
trabajo Gustave en su presentación. Lo mismo ocurrirá luego cuando vaya guiando
a Zero (Tony Revolori) mientras ordena y manda al resto…
Los planos y los contraplanos respetarán la frontalidad,
pero también el punto de vista, siendo en picado o contrapicado si uno de los
conversadores está de pie.
Aquí se nos presentará a Zero, como mozo de portería, el
papel que interpreta F. Murray Abraham de veterano. También conoceremos a
Madame D., interpretada por Tilda Swinton, amante de Gustave, una de tantas,
que será clave en la trama al incluir al gerente en su herencia.
Gustave.
El personaje de Gustave es una gozada y Ralph Fiennes hace
una interpretación impecable, un hombre sofisticado y elegante, educado y
absolutamente civilizado, casi la personificación misma, junto a su hotel, de
la civilización. Un hombre generoso con mucho amor que dar, por ello se hace
amante de toda madurita necesitada y rubia que se siente sola y se hace huésped
del hotel.
La descripción de su entorno es magnífica también, ese aire
tan sofisticado y elegante será recalcado al mostrar en el primer plano de la
habitación de Gustave su colección de perfumes, para acto seguido, mediante un
travelling, mostrarlo a él comiendo en ropa interior. Lo especial y excéntrico
conviviendo con lo mundano y cotidiano, algo que le encanta hacer a Anderson.
Divertido, elegante, sofisticado, bien perfumado, sensible,
entrañable, generoso, superficial, frívolo… La encarnación de Fiennes es digna
de todo elogio.
Como comenté con anterioridad, Anderson es muy dado a
introducir elementos o características excéntricas en sus personajes, objetos,
tics, vestuario… que les dan un aire caricaturesco, muy adecuado con el tono de
sus cintas. Aquí Gustave es excéntrico en sí mismo, su perfume y ademanes así
con atestiguan, pero también lo veremos con Zero y un bigote pintado; Madame D.
y sus ojos de distinto color; la siniestra familia de Madame D. vestida de
negro; los dientes, puños americanos y chupa de cuero del personaje que
interpreta Willem Dafoe, Jopling; Agatha y su mancha en la cara…
La descripción de Gustave seguirá su curso en su viaje en
tren para ver el cadáver de Madame D. Allí defenderá con abnegación y entrega a
su amigo y empleado ante los abusos de los agentes. Un hombre fiel a sus
aprecios, aunque estos sean muchos y variados.
“Aún quedan levísimos atisbos de civilización en este brutal
matadero que en su día fue conocido como humanidad. De hecho es lo que
proporcionamos a nuestra modesta, humilde e insignificante… A la mierda…”.
Tras el robo veremos al Gustave más romántico, aunque le
durará poco. Querrá mantener el cuadro, “Niño con manzana”, que le dejó Madame
D. en herencia en contra de la voluntad de sus hijos y que es muy valioso, para
recordarla, pero acto seguido cambiará de opinión. Su momento romántico tendrá
un contraplano para Zero en un espejo en el que se refleja, delatando la falta
de credibilidad en lo que está manifestando nuestro protagonista.
Este momento afianzará el vínculo entre los dos personajes,
Gustave y Zero, un vínculo sagrado, juntos en el secreto y la aventura que
acaba de empezar. Es divertida la facilidad de Gustave para soltar tacos.
“Bien, ya sabes de qué va. Ni pío."
“Él era como sus discípulas, inseguro, vanidoso,
superficial, rubio y necesitado… Al final incluso rico”.
Un recurso humorístico muy usado por Anderson en la película es el de mostrar un episodio dramático que es tratado con plena
indiferencia por los personajes, que se preocupan más por sus elucubraciones,
problemas o intereses personales… Así, mientras alguien casi se ahoga, Law pasará
de largo ensimismado con las informaciones que ha recibido acerca del dueño del
hotel. Hay más ejemplos, como al final de la cinta, cuando todos los
gerentes de hotel se ponen a disposición de Gustave, casi todos ellos están en
una situación dramática y comprometida que abandonarán cuando reciban la llamada
pidiendo su colaboración.
Habrá saltos temporales, elipsis, durante la narración.
Saltaremos un mes, y un picado extremo tras una panorámica reinicia la narración
con las evoluciones de Zero, competente mozo de portería. Su trabajo se basa,
principalmente, en la discreción, debe ser casi un confesor.
Agatha (Saoirse Ronan) es un nuevo personaje importante que
se inserta en la narración, será la enamorada de Zero, una atractiva y dulce
pastelera de Mendl’s con una macha en el rostro con la forma de México.
La segunda parte de la historia tendrá el nombre de la
adinerada amante de Gustave, Madame D. Su fallecimiento llevará a Gustave a
presentar sus condolencias a su mansión, iniciándose así el viaje y la
aventura, elementos que, como expuse anteriormente, son habituales en las
estructuras e historias de Anderson. Aquí el viaje no será de madurez, sino más
bien catártico. Un viaje que Gustave prepara con su habitual competencia,
teniendo en cuenta todos los aspectos para que éste sea lo más placentero
posible. El hedonismo y el lujo como valor civilizado imprescindible. Un hombre
selecto.
Aquí Gustave manifestará un conocimiento completo de su
amante, lo que denota su humanidad, y verbalizará un sentimiento de culpa por
no haber hecho caso a los temores que la mujer expuso en la escena donde nos la
presentaron.
Este viaje en tren que supone el inicio de la aventura
dejará divertidas ocurrencias, situaciones y diálogos. Conoceremos los gustos
sobre mujeres de Gustave, que Madame D. era una joven de 84 años que era pura
dinamita en la cama y asistiremos a un enfrentamiento con la autoridad que está
cerrando la frontera. Es el 19 de octubre.
Un nuevo personaje, secundario pero de cierta importancia,
aparecerá en esta secuencia de forma providencial, Henckels (Edward Norton),
que también se mostrará agradecido a Gustave (Ralph Fiennes) por el trato que dispensó a su
madre y a él mismo, para ayudar a nuestros protagonistas de las agresiones de
sus hombres y los apuros legales de Zero, que es apátrida.
Norton será un tenaz agente que perseguirá a Gustave tras su
evasión de la cárcel, aunque en el fondo le tiene un aprecio sincero.
Escaleras y paseos por los pasillos de la mansión de Madame
D. mostrarán el lujo y la suntuosidad en la que vivía la señora.
Serge (Mathieu Amalric), el mayordomo, tendrá un
comportamiento extraño y será un personaje que también será importante en la
surrealista trama. Ayudará a nuestro protagonista, aunque también se verá
obligado a delatarlo. En la parte final escucharemos sus explicaciones y dará
nuevas claves. Veremos un cactus dos veces desde distintos puntos de vista,
primero regado por Gustave desde fuera de la habitación y luego dentro antes de
robar el cuadro, “Niño con manzana”. Se le definirá como “demasiado honrado”.
“¿Ves el parecido?”
Familia.
La escena del reparto de la herencia deja momentos
hilarantes, como la conversación entre Gustave y Dmitri (Adrien Brody) sobre
bisexualidad y homosexualidad, resulta a puñetazos.
“Me acuesto con todos mis amigos”.
Jeff Goldblum interpreta al minucioso abogado que trata el
tema de la herencia. Un dibujo de un jabalí presidirá el acto, lo que resulta
bastante simbólico habida cuenta de la familia que se nos presenta. Verdaderas
alimañas. Lanzarán falsas acusaciones, se aliarán a los nazis, mentirán,
asesinarán, robarán… Unos regalitos.
De esta forma, Anderson vuelve a tocar uno de sus temas
predilectos, la familia, aunque como otros muchos que son indispensables en su
cine, lo hará en esta ocasión de manera más tangencial. La familia como un
mecanismo conjunto de ambición y falta de escrúpulos, animalizados por el
dinero y la avaricia. Anderson plantea el cariño y los vínculos más sinceros
fuera de la familia en esta ocasión, siendo en la familia de sangre donde
encontramos la falta de escrúpulos, de sentimientos, codicia y cualquier atisbo
de humanidad.
Goldblum nos dejará algunos momentos impagables durante de
la cinta, y de los más tronchantes, por ejemplo cuando ante la siniestra
familia pone las cosas claras y ve como Jopling (Willem Dafoe) lanza a su gato por
la ventana… Momento de humor excelso.
“¿Ha tirado a mi gato por la ventana?”
Poco después veremos una escena absurda de suspense, pero
que encaja a la perfección en el tono de la cinta, surrealista y de toque
hitchcockiano, sin atender a la coherencia interna del relato más allá del hecho. La persecución de Dafoe a Goldblum para acabar matándolo en un desierto
museo. A nadie se le ocurre huir e ir a esconderse allí, pero Goldblum lo hace.
El retrato visual de la escena unido a Jopling es excelente, panorámicas,
reflejos, oscuridad, sombras, gatos tirados a la basura y una moto que parece
salida del infierno, que casi entronca a Jopling con el villano motero de
“Arizona baby” (Joel Coen, 1987). La muerte premonitoria, los dedos cortados y
todo el tono de la escena en sí nos remiten a los iniciales Coen.
Jopling irá dejando un reguero de muerte a lo largo de la
cinta con el punto culminante de la cabeza de una mujer coja, hermana de Serge,
el mayordomo. La nieve irá unida al personaje, caerá sobre él en su primera
visita a la hermana de Serge y encontrará la muerte en ella también.
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