miércoles, 4 de junio de 2014

Crítica: JACK RYAN: OPERACIÓN SOMBRA (2014) -Parte 1/2-

KENNETH BRANAGH













El gran escritor de best sellers Tom Clancy nos abandono el 1 de octubre de 2013. Sus thrillers políticos y sus intrigas policiales han entretenido a millones de personas y eran material ideal para adaptaciones cinematográficas. Libros siempre muy entretenidos.

Cumpliendo con esa premisa de libros ideales para ser adaptados al cine tenemos varios ejemplos con el personaje de Jack Ryan como protagonista, cuatro para ser exactos, “La caza del octubre rojo” (John McTiernan, 1990), “Juego de patriotas” (Phillip Noyce, 1992), “Peligro inminente” (Phillip Noyce, 1994) y “Pánico nuclear” (Phil Alden Robinson, 2002). Este reboot que nos ocupa, “Jack Ryan: Operación Sombra”, es la quinta cinta que se realiza sobre el personaje.


El gran Kenneth Branagh, que se ha pasado a los blockbuster, como la futura “Cenicienta  para Disney, con la intención, supongo, de emprender proyectos más personales, nos entrega un magnífico thriller depurado, sofisticado, trepidante, entretenidísimo… en poco más de hora y media.

Jack Ryan es un brillante agente, un idealista que ve truncada su carrera activa por un ataque militar. Convertido en analista lleva una vida tranquila hasta que descubre un complot ruso para hundir la economía americana, lo que le convertirá en un agente en activo, algo que parecía olvidado. Al mismo tiempo debe guardar en secreto su doble personalidad a su mujer.

Jack Ryan: Operación sombra” es un reboot (un reinicio de una franquicia con intención de revitalizarla) en el que Paramount no ha puesto, por el discreto presupuesto que tiene, toda la carne en el asador pero al que le sobra talento por todas partes, lo que lo compensa con creces. Esta cinta supone una agradable reactualización del thriller de Guerra Fría, con rusos malos que pretenden hundir Estados Unidos, que tantos títulos gloriosos dio antaño.




La película se abre de forma magistral. Estamos en Londres, el 11 de septiembre, el día del ataque a las Torres Gemelas. De la inocencia inconsciente de Ryan, tumbado en un banco, relajado, a la paulatina tensión e incertidumbre por el ajetreo del resto de los alumnos que empieza a gobernar la facultad… Un plano inicial donde la cámara se aleja de esa tranquilidad del tumbado Ryan para luego seguirle en su inquietante transitar hacia una televisión. La escena concluye de manera brillante con el reflejo en una pared oscura, simbólica, de las Torres humeantes en la televisión, el perfecto retrato de la tragedia.







La siguiente escena será en un helicóptero, la planificación será distinta, con drásticas panorámicas para seguir la conversación de Ryan con su compañero, el ajetreo en el interior del helicóptero y el caos tras el repentino ataque. Branagh usa todos los recursos a su disposición en la dirección. La gran diferencia con respecto a sus cintas más personales en estos encargos está en que limita los planos secuencia, usando más el montaje clásico para este tipo de cintas, aunque se sigue notando su pulso y elegancia en travellings y movimientos de cámara. Tendremos panorámicas, picados, contrapicados, travellings de todo tipo, circulares incluso, como en la escena previa a montarse en un helicóptero que termina en beso… muy bien utilizados, especialmente para generar suspense, crear tensión y aumentar la intriga. Habrá numerosos travellings de perfil o de retroceso, siguiendo a los personajes.




Gran estructura.

La película se divide en tres partes perfectamente diferenciadas y una introducción. La introducción es francamente brillante y define completamente al personaje protagonista, así como presenta al resto de personajes y va definiendo las claves básicas. 

La primera parte comenzará 10 años después, con Ryan perfectamente establecido ya, trabajando para el personaje interpretado por Kevin Costner, Thomas Harper, como analista. En esta primera parte se sientan las bases de la historia, se desarrolla la intriga de forma perfecta y mantiene un sosegado suspense, si bien resulta algo ligera, falta de densidad, algo que no le habría venido mal para dar mayor enjundia, pero estamos en una cinta bastante corta para los tiempos actuales.


La segunda parte acontece en Moscú, es la más trepidante y tiene momentos de excelso suspense. Aquí Ryan ya está operativo y le vemos en acción. Branagh demuestra un talento absoluto tanto en escenas de acción puras como en las de suspense más sofisticado y elegante. Un pulso narrativo perfecto. El mayor problema de esta parte de la película lo encontramos con la relación amorosa, donde Branagh no tiene material para desarrollarla, con lo que resulta insípida, insulsa, esquemática y simplista. Resulta forzada, metida con calzador, siendo un elemento que podía darle mucho interés. Aquí no pasa de parecerse a “Mentiras arriesgadas” (James Cameron, 1994) sin gracia alguna. El trabajo de Keira Knightley no ayuda demasiado tampoco.



La última parte es para el clímax, trepidante, acción desenfrenada, donde Branagh se mueve por ella también con total virtuosismo, un director sin límites y que es capaz de adaptarse a cualquier género, estilo y situación con una solvencia insultante. Tampoco el thriller moderno tiene secretos para él.








Definiendo a Ryan.

La introducción define a nuestro protagonista de forma ejemplar, un hombre tenaz, decidido e inteligente, sagaz, idealista, honesto e íntegro. Su constancia en la rehabilitación junto a su terapeuta, Cathy Muller (Keira Knightley), así lo muestra. El ataque al avión le dejó casi paralítico, con una lesión en la médula, pero con esfuerzo y trabajo irá recuperándose.







Matices del gran Branagh, en su desolación por sus fracasos a la hora de andar ante la exigente Cathy, el director abrirá el plano para que veamos a alguien en peor situación que Ryan, sin pierna, lo que significará también un impulso. Una elipsis mostrará los progresos de Ryan, han pasado meses, lo que se verbaliza en el comentario de Cathy sobre sus avances académicos. Además el tristón Ryan ha comenzado a andar y acto seguido le veremos correr bajo la lluvia. Gran recurso narrativo. Otra elipsis, de 10 años en esta ocasión, nos muestra a Jack y Cathy ya como pareja, y es que 10 años dan para mucho. Contratado por Costner, un trabajo estable, una vida asentada y tranquila… que está a punto de cambiar. Estamos en Nueva York.




De la misma manera que se nos ha definido a Ryan como constante, tenaz, trabajador, sacrificado... tendremos pequeños detalles de guión que dejarán patente su capacidad de observación, su inteligencia, como la referencia a la moto de su amigo, que también será un divertido cebo con eco en el clímax final, o cuando comenta a su reclutador Costner que lo había visto tras el cristal cuando aparentemente creía que había pasado inadvertido.




Branagh presentará a sus personajes en muchas ocasiones de espaldas. Lo vemos con Costner, primero de espaldas y luego de perfil, cuando lo veamos de frente será tras un cristal, un retrato siniestro, como corresponde a su trabajo en la sombra. Costner aparecerá de espaldas en varias ocasiones, sobre todo al inicio. Lo mismo hará con el villano que interpreta él mismo, una gran presentación también de espaldas donde comprobamos su autoridad y violencia al ponerse él mismo una inyección, que será un cebo importante que cobrará sentido y significado pleno más adelante.






Una vez en acción, Branagh dotará a su protagonista de grandes matices, haciéndolo especialmente real, auténtico. Su nerviosismo tras la pelea, sus temblores tras la tensión acumulada, tras haber estado a punto de morir, su desconcierto… son magníficos detalles que dan verosimilitud al personaje. A menudo vemos a héroes que toman estas incidencias como si fuera lo más natural, incluso si están debutando. Aquí no se ve eso, nuestro héroe es sumamente competente, pero se pone nervioso, es inseguro, inexperto, ingenuo, tiene miedo y se desconcierta, algo lógico siendo su primera misión y siendo analista. Un héroe que comienza a adquirir conciencia de sus habilidades, especialmente físicas, para las que parecía mermado al principio de la película. Competente e inexperto. 

Menciones al oleoducto ruso, intereses contrarios entre los Estados Unidos y Rusia… van salpicando la narración para crear el clima adecuado, una intriga creciente.

Sabiduría cinéfila.

De todos es sabido que Branagh tiene una gran cultura, a todos los niveles, y siempre me fascinó su talento para lo visual y el cine siendo hombre de teatro. Sus películas son puro cine, incluso sus adaptaciones teatrales. Aquí además muestra cultura cinéfila con un par de homenajes excelsos, sobre todo el primero, por lo desconocido de la película.




Voces de muerte” (1948) es la obra maestra de Anatole Litvak, una joya imprescindible del cine negro que Branagh homenajea, ya que el personaje irá a ver la reposición, bueno, será en un cine donde la ponen el lugar elegido para encontrarse con un contacto. Luego habrá conversaciones acera de ella para complicar el conflicto de pareja.

El otro homenaje es a “La semilla del diablo” (1968), obra maestra en este caso de Roman Polanski, que vemos en la televisión mientras la ve Cathy.

Los dos homenajes tienen sentido narrativo, perfectamente adecuado a los sucesos que vemos en la película. Secretos, mentiras y ocultaciones del protagonista a su mujer, la sensación de soledad, de incertidumbre, de inquietud, por la desconfianza, las mentiras… Sentimientos que quedan retratados con esos homenajes relacionados con Cathy. Además veremos a Cathy en varias ocasiones tras cristales, forma visual de mostrar esa lejanía, ese muro que separa a la pareja por el secreto del trabajo que él debe ocultar a su mujer.




Una de las mejores escenas la tenemos con la llegada de Jack a Moscú. El primer plano del ayudante negro sonriente ya resulta inquietante, Travellings siguiéndolos en su trayecto hasta el hotel que van incrementando la tensión de forma paulatina y perfecta. Primero veremos bellas estampas de Moscú, la catedral de San Basilio, el Kremlin… A la llegada al hotel la modulación será perfecta, travellings ampulosos de steady cam, pelea muy bien rodada y contundente, gran juego de suspense con la limpiadora, claro guiño a Hitchcock, el reflejo en el cristal que advierte a Ryan… También habrá algún susto simpático, como el momento en el que suena el teléfono dando la señal a Ryan para salir mientras éste está ensimismado viendo el cadáver del hombre que atentó contra su vida.







La escena que sigue a continuación, la del siniestro taxi que sigue a Ryan y su posterior encuentro con Harper (Kevin Costner), fusiona vida cotidiana con esa vida secreta en la que Ryan se ha empezado a sumergir. Se usarán continuos intertítulos para situarnos. En esta escena Branagh moverá continuamente la cámara, de forma sinuosa, misteriosa, intercalando planos generales, que parecen planos “espía”, con planos más cortos durante el desarrollo de la conversación de forma aleatoria. Una cámara que baila y se oculta ante ellos. Este montaje aparentemente arbitrario tiene la intención de transmitir la sensación de inquietud y angustia del protagonista, de desconfianza en ese entorno, en ese lugar, en esa situación y en ese momento. Una vez se levanten tendremos un travelling de retroceso, Ryan ya está más confiado y Branagh cambia la planificación, sólo habrá un plano general en un momento en el que Costner mira vigilante, pero el resto será con una cámara estática, planos sostenidos, con los dos conversando en el mismo encuadre o usando planos-contraplanos, lo que define y justifica la anterior planificación con la idea mencionada, transmitir los estados de ánimo de Jack Ryan (Chris Pine). De desconfiado a confiado. En la conversación se hablará de la 2ª Gran Depresión y la escena se rubrica con el simpático detalle del perro que Costner deja a Pine.




También es sabroso el momento en que comprobamos la eficacia del equipo de Costner, dejando los destrozos en la habitación donde Ryan mató al villano reparados en tiempo récord.


 



4 comentarios:

  1. La veré esta noche, que tengo mono de fantasmadas yanquis. Gracias por tu crítica, Sambo.

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  2. Eso de contradecir a las novelas con una película que nisiquiera es adaptación de ninguna de ellas, tiene su mérito :). A veces me pregunto si habrá alguna ley que prohíba que las películas cuenten la misma historia que dicen adaptar, aunque en este caso hay que decir que Jack Ryan es esencialmente un personaje de la Guerra fría, y adaptar sus novelas al mundo actual creo que podría ser bastante complicado. Aun así, el hacer las cosas diferentes sin necesidad (por ejemplo, en las novelas Jack sufre el acidente de helicóptero durante unas maniobras cuando está en los Marines, no por un ataque mientras trabaja para la CIA) es algo que siempre me pone de los nervios. Y de verdad ¿tan difícil es encontrar en Hollywood a una actriz rubia y con ojos azules (o en su defecto, teñir el pelo a Keira Knightley y ponerle lentillas) para interpretar a Cathy?

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  3. Es una modernización más que aceptable. Las licencias que comentas son bastante habituales, cambiar el color de personajes, su aspecto físico... nada especialmente importante. Marlowe no se parecía nada a Bogart y nadie duda que encaja a la perfección :)) Esos defectos, si puede considerárseles así, creo que son asumidos por los responsables.

    Un abrazo y muchas gracias por su interesante aporte y por participar.

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