La narración está bien modula, desvelando sus secretos con
calma, manteniendo el interés, el problema es que hay un exceso de personajes, demasiada
diversificación, cierta dispersión narrativa que hace perder fuerza a esa
narración y al poder que podría tener. Cuando la película se centra en el caso
del asesinato es cuando tenemos los mejores momentos.
“La paciencia es una de las pocas virtudes que poseo”.
Comenté anteriormente ciertas insinuaciones hacia una
posible homosexualidad de Tanz (Peter O’Toole). En la conspiración de los otros
dos generales, en la que involucrarán al cabo Hartmann, tendremos otra
realmente divertida y explícita.
“Esperemos que sus gustos no se refieren a usted, por
ejemplo, pero si así fuera no olvide que está usted sirviendo a la patria”.
“Guerra y paz… Nietzsche, La decadencia de occidente”… El secretario de Tanz, tercer narrador en el
futuro, aleccionará a Hartmann en su misión de escolta del general y le
interrogará sobre libros de psicología, además de advertirle de la necesidad de
evitar cementerios, mausoleos y sitios relacionados con la muerte… Una
simpática broma literaria y una simpática escena. A través de la relación entre
Hartmann y Tanz tendremos las claves que nos faltan de la extraña personalidad
del general que interpreta O’Toole. Muy buenos detalles para sugerirla.
Pasado y futuro se relacionarán en la escena donde Grau
(Omar Sharif), el encargado del caso en el pasado, contacta con Morand, el
encargado del caso 22 años después (Philippe Noiret). Morand parece seguir la
búsqueda del asesino comenzada por Grau ya que se encarga de crímenes pasados y
sin resolver… además de ser amigo del alemán.
“Lo que a gran escala se admira como una hazaña a escala
reducida es monstruoso”.
Grau comentará sus sospechas sobre cada general a Morand,
Gabler es aficionado a las prostitutas, Kahlenberge cogió el coche el día en
cuestión, desapareció, es el que más intriga al inspector. Tanz es el que menos
sospechas le levanta por ser un sádico, precisamente, algo que comentamos al
inicio.
La impoluta fachada de Tanz comenzará a resquebrajarse pronto definiendo cada vez más su verdadera personalidad, desvelando de donde proceden sus rarezas y peculiares actitudes. El primer paso lo dará su asistente desvelando a Hartmann la realidad del general, bebedor, fumador, maniático… esto último ya nos había quedado claro. Lo opuesto a la pureza que pretendía mostrar y de la que presumía. Buenos momentos de humor nos regala todo esto. Tanz y Hartmann harán un tenso tour turístico, ya en el coche veremos que el general no es que sea extraño, es que es un perturbado total, repleto de tics, tomando lingotazos como si no costara, fumando como un carretero y mostrado por Litvak reflejado en un retrovisor para resaltar su falsedad, esa fachada que se había creado, su mentira. Tanz personifica la contradicción esencial del nazismo, intentando cumplir a rajatabla sus postulados, pero no pudiendo renunciar a su propia debilidad, humanidad, con lo que el conflicto desemboca en psicopatía.
Hartmann y Tanz irán a un museo a ver “arte decadente”, aspecto que nos remite a la obra maestra de Frankenheimer, “El tren” (1964), centrada en el intento de desvalijamiento artístico de Francia por los alemanes. Aquí también presenciaremos ese desvalijamiento de manera tangencial. Impresionistas, modernos, “El diván” de Toulouse-Lautrec, desnudos de Renior, Gauguin y su cuadro “En la playa”, “El chico de los recados” de Sutin, “El baño” de Degas, Cezanne, el autorretrato de Van Gogh… Este último cuadro perturbará sobremanera a Tanz, que parece identificarse con él y la locura, las viscerales pulsiones internas, que representa, ya que fue pintado en un manicomio.
Tras un par de secuencias dedicadas a la trama de los
generales traidores a la que es ajena Tanz, otro barrido nos devolverá al tour
turístico de Hartmann y el psicopático general interpretado por Peter O’Toole. Del
intelecto al estómago, la gastronomía francesa. Y la fiesta.
Llegado este punto se nos descubre por fin los motivos del errático y
extraño comportamiento de Kahlenberge y Gabler, son traidores a Hitler y tienen
en Rommel (Christopher Plummer) su candidato para sustituirlo.
Como he explicado antes, Kahlenberge, Gabler y Tanz son tres
cabezas que representan tres posturas distintas ante los desmanes de Hitler.
Kahlenberge está radicalmente en contra, Tanz radicalmente a favor y Gabler se
mantiene en la ambigüedad, aliándose con los traidores, pero expectante según
vayan evolucionando los sucesos. Por su parte también habrá una escena dedicada
a Rommel, un nuevo ejemplo de esa excesiva diversificación que resta
consistencia y cohesión a la película, dispersión y exceso de personajes, en la
que el gran general alemán es contundente en su oposición a Hitler, al que cree
un loco… justo antes de que un ataque aéreo acabe con su vida. Estas dos
escenas comienzan con un zoom de retroceso sobre el plano inicial de los
generales encuadrados.
El psicópata asesino saliendo a la luz.
Cuando Tanz y Hartmann se vayan de fiesta la verdadera
personalidad del general quedará completamente expuesta, su psicopatía, su
carácter homicida. Le veremos igualmente perturbado al ver a una prostituta que
como lo vimos frente al cuadro de Van Gogh, conteniendo sus pulsiones a duras
penas, sus pesarosos y rígidos andares para salir del recinto y su estallido en
excesos. Regresarán al hotel por un breve lapso de tiempo, Tanz subirá en
ascensor mientras que Hartmann lo hará por las escaleras para encontrarse breve
y furtivamente con su amada Ulrike (Joanna Pettet).
Litvak se esmerará en retratar desde el punto de vista visual la personalidad psicopática de Tanz una vez vaya saliendo a la luz de forma evidente, una vez su coraza de pulcritud y rectitud se rompió, se demostró falsa. Lo hará a través de un gran juego de espejos. Litvak encadenará varios espejos que reflejan a Tanz en su dificultoso transitar tras ver a la prostituta, haciendo patente su personalidad escindida, perturbada, falsa. Uno de los espejos lo reflejará borracho, otro sereno por la mañana, el espejo que lo reflejó borracho la noche anterior estará roto por la mañana, lo que significa que Tanz no aguantó ver su rostro, su verdadero yo en él. Al amanecer le devuelve una visión distorsionada, caleidoscópica, deformada, de sí mismo… el perfecto retrato de la mencionada escisión de la personalidad, de la patológica personalidad del general.
Tanz (Peter O’Toole) y Hartmann (Tom Courtenay) repetirán el tour del día anterior, su visita al museo, con perturbación al ver el cuadro de Van Gogh incluida, y a la prostituta. A Tanz le falla la memoria o dice que le falla, ya que tiene lagunas sobre lo que hizo el día anterior. Tras dar su aprobación a Hartmann por su trabajo, aunque recrimina que la temperatura del agua de su bañera estaba un grado más caliente, volveremos a asistir a una escena en el mismo lugar con la prostituta del día anterior. La coqueta y voluptuosa prostituta, provocadora, decepcionándose… Curiosamente esta primera parte de la “seducción” termina con una mujer encendiendo un cigarrillo en primer plano ocultando a Tanz. Acto seguido y mediante la intervención de Hartmann se llevará a la prostituta a la casa de ésta. Lugar para un bestial asesinato. Un asesino muy cerebral, ya que planificará todo para que inculpen al pobre Hartmann. La prostituta también considerará a Hartmann “muy atractivo”, parece que es algo común entre las mujeres de la película aunque no acierto a comprender el por qué.
“No tengo sentido de la proporción. Ya me lo han dicho otras
veces”.
Por el contrario Grau (Omar Sharif) seguirá su investigación
con un detalle que retrata a la perfección al personaje y que no deja de ser
divertido y sorprendente, mostrará una total indiferencia por el complot para
matar a Hitler, su única obsesión es encontrar al general que mató a una
prostituta.
El retrato de los alemanes y nazis es excelente, profundo,
variado, alejado del maniqueísmo habitual, torpe y simplista.
-Eleanore: ¡Te has vuelto una salvaje!
El plan Valkiria.
En 2008, Bryan Singer rodó un aceptable thriller con Tom Cruise
y Kenneth Branagh de protagonistas, retratando, precisamente, el plan Valkiria
para matar a Hitler. Cruise interpretaba allí al Coronel Claus von
Stauffenberg, personaje que también aparece aquí aunque brevemente, con su
parche y manco, dispuesto a colocar la maleta que acabaría con Hitler. Litvak hará
planos de dicha maleta, la amenaza. Stauffenberg está aquí interpretado por
Gérard Buhr.
Las dos tramas, el atentado a Hitler y la trama del
asesinato que investiga Sharif, van acercándose, apunto de converger. El sonido
de la bomba contra Hitler se encadenará con el del reloj en el despacho de
Kahlenberge donde Grau le interroga y parece sacar la clave del caso.
Curiosamente en el futuro Morand (Philippe Noiret) también encontrará en
Kahlenberge (Donald Pleasence) y los datos que éste proporciona la clave del
caso que le llevará hasta Tanz. El dato es sencillo, Tanz estuvo la noche del
nuevo asesinato con el cabo Hartmann, principal y falso sospechoso. Todo en
contra de Tanz. Lo cierto es que la muerte de Grau a manos de Tanz resulta
tremendamente decepcionante, casi vulgar. Un Tanz sin complejos ni remilgos.
Todo mientras el plan Valkiria se va desarrollando.
La resolución del caso tendrá como protagonista a Morand en
el futuro, como es evidente. En la actualidad se han ido sucediendo más
crímenes del mismo tipo que vimos a prostitutas, es decir, Tanz siguió
cometiendo tropelías. Se entrevistará con los tres generales y cada uno le dará
una clave, el dato de Kahlenberge, Gabler revelando el paradero de su hija que
posibilitará dar con Hartmann y la resolución con Tanz.
Litvak resaltará con otro zoom, que son habituales pero muy
sobrios y comedidos, las revelaciones de los policías y la aparición de Hartmann
ante Tanz. La escena del suicidio digno del general con permiso de los policías
es excelente. La grúa que se eleva sobre el cadáver para incluir en plano el
águila imperial en la sala preparada para la fiesta es notable.
“La noche de los generales” es una buena película, que como
he comentado va de más a menos, con muchos elementos reseñables y notables, que
tiene como principal defecto cierta falta de cohesión en la excesiva
diversificación de tramas y personajes, pero que en el parte final recupera en
buena medida su fuerza, aunque pueda resultar una conclusión algo apresurada
teniendo en cuenta las muchas divagaciones durante el desarrollo del metraje.
Un recomendable título que no defraudará a los amantes del cine y de los
thrillers sobre la 2ª Guerra Mundial en especial.
De las mejores películas con temática nazi que he tenido la oportunidad de ver. Me gusta que hayan incluido la figura de Rommel, militar que, de haber podido estar en Normandía, quizá los Aliados no habrían podido hacer su desembarco. Un abrazo, Sambo; impresionado me hallo.
ResponderEliminarMe alegra que te guste! Rommel era un gigante, la verdad es que salen casi todos! Un abrazo fuerte!
EliminarPues sera cosa de verla, aunque a mi las de nazis me ponen malisimo :):)
ResponderEliminarjajaja en esta sólo hay nazis aunque es interesante. Si la ves ya me dirás, crack.
EliminarUna pena que la historia original, la del libro no fuera respetada. En ella, el general, después de la guerra, continúa en activo, solo que al servicio de la RDA...y claro, no quedaría tan molón si resulta que el psicópata al final se ha reciclado en general comunista. En estos tiempos además, cualquiera se expone a ponerlo así. Pero es lo que cuenta la historia original y por eso la peli me decepciona. Suspensa.
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