Interesante thriller ambientado en la 2ª Guerra Mundial, con
nazis, asesinatos y complots, protagonizado por el gran Peter O’Toole y que
quiere abarcar tanto que acaba cojeando en cierta medida. Una película que va
de más a menos de buena calidad y elementos muy interesantes.
El asesinato de una prostituta inicia la investigación del
Mayor Grau (Omar Sharif), que le llevará hasta las más altas instancias del
ejército, centrando sus sospechas en tres generales y corriendo en paralelo con
la operación Valkiria contra Hitler…
El productor Sam Spiegel y el director Anatole Litvak se
unen para presentarnos este ambicioso thriller que va de más a menos y peca de
pretenciosidad y querer abarcar en exceso. La estupenda música de Maurice Jarre
nos acompañará a ritmo militar.
La personalidad del inspector nazi que pretende descubrir al
asesino es muy interesante, sensible, como muestra su reacción al ver el
cadáver. Su mayor propósito es la justicia, descubrir la verdad y al asesino,
sea quien sea, por eso será el único que cree el testimonio del testigo cuando
el resto de oficiales pretende ocultarlo o denigrarlo. La pista clave es la
franja roja del pantalón, perteneciente a
un general del ejército y que vimos a través de la rendija. Un estupendo
elemento en la descripción del Mayor Grau (Omar Sharif). Un personaje decidido,
tenaz, tozudo, íntegro, no se andará con contemplaciones en su persecución al
asesino ni con los testigos, a los que amenazará con contundencia si no dicen
la verdad. Un oficial alemán que reivindica la justicia.
La estructura narrativa es interesante, con saltos al futuro
y al pasado sucediéndose, para que veamos la investigación en dos épocas
distintas. Este salto al futuro nos situará 22 años después y el inspector que
retoma el caso, Morand (Philippe Noiret), será presentado reflejado en un espejo.
El grueso de la narración será en el pasado donde se inició la película,
recreando lo que sucedió a través de la investigación e interrogatorios de
Morand en el futuro. Un apasionante inicio el de este thriller, lástima que
poco a poco pierda fuerza.
Tres generales son los sospechosos, el General von Seidlitz-Gabler (Charles Gray), el General Kahlenberge (Donald Pleasence) y el General Tanz (Peter O’Toole). Todos ellos quedarán perfectamente definidos, pero se hará especial hincapié en el personaje interpretado por Peter O’Toole, poseedor de una personalidad como mínimo peculiar. No parecen tener coartadas. La presentación del General Tanz (Peter O’Toole) es excelente, le veremos agigantado, en ligero contrapicado y con un zoom que se acerca a él, tendrá un bastón, símbolo fálico de poder, que no para de mover… una forma perfecta de retratarlo. Nuestro perfecto nazi psicópata no mostrará especial interés por las mujeres en apariencia, aunque esto tendrá recorrido. Tampoco por los halagos.
Un travelling paseará junto a su coche retratando el ego del
personaje. Su generoso y calculado gesto con los niños da una buena muestra de
su frialdad e inteligencia. Además es un maniático, un obseso de la limpieza,
escrupuloso, de evidente carácter psicopático.
El narrador en over nos relata las circunstancias en 3ª
persona, omnipresente, ajeno, en principio, a lo que se cuenta en la historia
de manera directa. Litvak usa mucho bruscas panorámicas de distinta forma y con
distintos propósitos, lo veremos de manera constante durante la película. En el
tiroteo inicial las usa para dar dinamismo a la escena, transmitir la tensión
del momento. En otros casos servirán para enlazar escenas, como la que nos
lleva de ver a Tanz en el exterior a luego en el interior de una sala. Otras
desconciertan, como la que hace tras presentar a Tanz…
El General que interpreta Donald Pleasence se nos muestra
mucho más humano, el más humano de los tres. Se escandalizará con los
planes de Tanz y siempre abominará de las tropelías del nazismo y planes
asesinos. Será uno de los cabecillas junto a von Seidlitz-Gabler de Valkiria.
Gabler es un cínico, reirá las gracias a todos para quedar bien, admitirá los
excesos que planea Tanz pero a la vez será uno de los conspiradores contra
Hitler junto a Kahlenberge. Gabler es un mujeriego, infiel, y tiene una mujer
algo violenta también, admiradora de los métodos de Tanz, interpretada por
Coral Browne.
En esta escena es curioso el plano de Pleasence en el que
su calva coincide a la perfección con parte del arco de la puerta que hay al
fondo del encuadre cuando lo vemos en un plano frontal.
En esta fase se pretende que los tres generales resulten
sospechosos, primero Gabler por su actitud preocupada ante el anuncio de la
llegada del inspector Grau (Omar Sharif) y por las veladas acusaciones de
infidelidad de su mujer. Una calculada ambigüedad ya que esa angustia puede
deberse precisamente a que se descubra dicha infidelidad, algo que estaría muy
mal visto por sus superiores... ya que cómo lo vea su mujer le importa menos.
Las sospechas vuelan hacia Kahlenberge con otra brusca
panorámica. El pacífico general interpretado por Donald Pleasence se nos antoja
muy sospechoso precisamente por no dar en apariencia el perfil, sobre todo
cuando también se niega a ver al inspector, como Gabler, quema una misteriosa
carta y oculta que usó el coche la noche anterior, la del crimen.
Acto seguido al visionado de esta actitud tan sospechosa en
Kahlenberge se nos presentará otro de los personajes importantes de la
película, el cabo Hartmann (Tom Courtenay), al que su primo pretende enchufar a
través del general interpretado por Pleasence. Sigfrido; la música; el piano;
Las Euménides, la obra de Esquilo; Wagner; Parsifal; Chopin… saldrán en esta
conversación y en la siguiente con los preparativos de la fiesta… No está mal.
La fiesta.
En la fiesta se seguirán desarrollando los caracteres, con
especial interés el de Tanz, el más peculiar. Un general que pretende
escenificar la idea de pureza propugnada en el nazismo, rubio, de ojos azules y
dedicado al trabajo, entregado por entero al mismo sin distracciones… Esa
pureza le llevará a pedir agua rechazando el champagne… La cara del general
Gabler (Charles Gray) es hilarante, casi de asco, al ver ese hecho.
Es muy divertido también el momento en el que Tanz pregunta
sobre el perfume del inspector Grau, en una insinuación a una posible
homosexualidad. También lo defenderá ante sus dos compañeros generales, dos
aspectos que parecen querer reducir las sospechas sobre él.
Otro personaje reseñable, la hija de Gabler, Ulrike (Joanna
Pettet), tan opuesta como similar a su madre, valores distintos en caracteres
parecidos. Ella se enfrentará a lo que representa Tanz, poniendo al general
contra las cuerdas en una divertida escena, desafiándole hablando de la muerte,
de los muertos. El inspector Grau será atento observador de todo cuanto
acontece en la fiesta. Una escena con buenos diálogos.
“Conmigo nadie se pudre”.
Ulrike en cambio tendrá bastante complicidad con
Kahlenberge, el más pacífico de los generales. Durante todo el metraje Litvak
seguirá recreándose en todo tipo de recursos visuales, en esta escena habrá
muchos ejemplos, los travellings y zooms sobre Omar Sharif mientras da los
datos del crimen a los tres sospechosos, la panorámica sobre estos… Estos
recursos si bien en algunos casos son efectivos y acertados en otras ocasiones
resultan excesivamente recargados.
Tras el breve interrogatorio de Grau, Litvak se quedará con
Kahlenberge. Así volveremos al futuro, con un gran plano que nos lleva desde
una televisión que pone un western hasta mostrar la “floreciente Alemania”
desde un restaurante mediante un pequeño travelling de retroceso, así como el
restaurante al completo. Este nuevo narrador es el primo del cabo Hartmann, al
que enchufó con su superior. Es él el que desvelará los secretos de este
personaje, Hartmann, su relación amorosa con la hija de Gabler, Ulrike, y la
falsedad de su heroico currículo. Hartmann es un farsante que se sincera entre
polvos a su enamorada Ulrike. Aquí habrá otro recurso que Litvak usa en
ocasiones, un desenfocado, como si fuera una ensoñación, un recuerdo del propio
Hartmann. Tras esta escena la sombra de Kahlenberge iniciará otra, sombra
siniestra ante la que el simbolismo queda en expectativa. ¿Su muerte? ¿Es un
asesino? ¿Vendrá una escena dura?
Las maniobras militares violentas de Tanz (Peter O’Toole) nos dejan una de las escenas más brillantes de la cinta. Majestuosos planos callejeros, sensacionalmente ambientados, la prensa nazi manipulando y mintiendo, soldados sacando a la fuerza y sin contemplaciones a polacos y judíos de sus casas… Tanz cumpliendo las fases de su plan. Espectaculares ataques con lanzallamas, atisbos de resistencia entre los damnificados, estúpidas en ocasiones, como cuando vemos a alguna persona salir corriendo ¿a dónde iba? Estando rodeados y encañonados por decenas de soldados ¿qué pretenden?
La fase dos es aún más violenta, cañonazos sin misericordia,
tímidamente contestados por algún disparo. Sorprende ver la sangre fría,
tranquilidad e indiferencia de Tanz mientras le rozan las balas. Es aquí donde
Grau (Omar Sharif) empieza a comprender el carácter psicopático, patológico, de
Tanz. Denunciará su comportamiento y la misión, sus bombardeos gratuitos y
asesinatos indiscriminados sin respuesta ni resistencia.
Más sospechas, Grau será ascendido por petición de
Kahlenberge y con la firma de Gabler, una “patada hacia arriba” para que no
husmee. Esto aumenta las sospechas sobre ellos, aunque este comportamiento se
entenderá cuando descubramos su participación en el complot contra Hitler. En
cualquier caso es un error táctico por llevar las sospechas hacia ellos y con
un tenaz investigador como Grau no era algo recomendable. Hay muchos personajes
con características similares a las de Grau, aunque no siempre aplicándolas
hacia donde deberían.
He comentado que la película va de más a menos, de más
interés y brillantez en su inicio a ir perdiendo cierta fuerza conforme
avancemos en su metraje. Curiosamente la estructura interna del guión es la
contraria, de menos a más, de un caso particular, un asesinato de una
prostituta, a descubrir un complot contra las mismas estructuras del estado
alemán, contra Hitler.
Retornaremos por tercera vez al futuro, un tercer narrador.
Dueño de una fábrica de coches, un antiguo nazi, ex secretario de Tanz, que
ahora es empleador internacional,
italianos, portugueses… menos alemanes para los trabajos duros.
17 de Julio de 1944, Tanz (Peter O’Toole) anticipa su llegada
en tres días, prevista para el 20, un devoto trabajador. Otra brusca panorámica
nos lleva de Kahlenberge y Gabler conspirando contra Tanz al despacho donde
ellos dos ya están con el tercer general obligándole a tomarse unos días
libres. Los extraños comportamientos de Gabler y Kahlenberge siguen haciéndoles
sospechosos. Extraña que conspiren contra Tanz. Más elementos de intriga bien
llevados.
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