La táctica está muy presente en la cinta, los planes para
solucionar problemas o salir de encrucijadas, ya lo vimos al inicio, cuando
Stewart y sus dos ayudantes apresan a Ben Vandergroat (Robert Ryan), con maniobras de
distracción y una escalada por la parte trasera; lo veremos en el
comportamiento de Ben y en otros momentos durante la narración, como en el
clímax final o en la escena donde se pretende huir de los indios.
Mann se muestra detallista en todo momento, en los planes,
en su ejecución y en los momentos más intimistas o minimalistas, como cuando
Jesse devuelve los 20 dólares a Colorado Jim.
Un hombre honesto perturbado por su pasado.
Colorado y Ben parecen conocerse, así lo delata un
comentario del pistolero detenido acerca de una chica abandonada por nuestro
protagonista para irse a la guerra. Ben, como siempre, hurgando en las
debilidades ajenas.
Es fascinante cómo se va desarrollando el personaje de
Colorado Jim, con menciones y actos ajenos, poco a poco, descubriéndose sus
secretos y replanteándose de forma constantes ante nuestros ojos, como el rasgo
estilístico de los encuadres con panorámica mencionado.
Así veremos que el pobre Colorado no la abandonó, fue a
cumplir con lo que creía su deber para descubrir a su regreso que el abandonado
fue él. Un hombre honesto que vio sus sueños truncados, ahora necesitado y
haciendo cosas que nunca pensó.
Los secretos son algo muy característico en los personajes
de Mann. Aquí tenemos buenos ejemplos, uno más es el del militar, Roy (Ralph Meeker), del que
sabemos que fue licenciado con deshonor, pero del que conoceremos los motivos
en la escena que antecede al ataque de los indios. Esto es un nuevo detalle de
guión excelente y perfectamente acorde con la forma de plantear las cosas desde
la narración y la dirección. Ya vimos que Roy no tardó en tratar de seducir a
Lina, un mujeriego ante el que Vandergroat querrá sacar partido por su
lujuria. Teniendo esto en cuenta, cuando se nos cuente la historia de su relación
con la hija del jefe indio encajará perfectamente con el personaje. Motivo de
la persecución de los indios al grupo de nuestros protagonistas. Y perfectamente integrado con la puesta en escena y los planos comentados antes donde aparecía oculto.
Es gracioso ver las dificultades que tiene Robert Ryan con
el burro que debe montar.
La escena del duelo entre los indios y nuestro grupo por culpa
de la traidora e inconsciente aparición de Roy, el militar, deja momento y
planos excelentes, como el caballo que salta el tronco tras el que se esconde
James Stewart o el que cae al lado de Robert Ryan… Los indios caen uno tras otro
abatidos por nuestros protagonistas. El
plano general que muestra las consecuencias de la matanza transmite una
profunda decepción, algo intangible que sólo logran los grandes directores. De
hecho, acto seguido, se verbalizará en el diálogo, pero Mann logra transmitirlo
antes con la imagen. La fuerza y la magia del cine en manos de un director de
inmenso talento.
La relación entre Colorado y Lina no empieza con buen pie, a
la admiración y fascinación que ella siente por Vandergroat, su tutor y
cuidador, se añade el sacrifico del caballo de la chica por el misterioso
cazarrecompensas, pero la cosa irá mejorando. Lina tomará buena nota del acto
impulsivo de protección de Colorado cuando comenzó el ataque indio.
Posteriormente, un agonizante Colorado soltará retazos entrecortados de su
pasado en forma de delirio alucinado… de lo que Lina también irá tomando nota,
porque no nos engañemos, no hay nada que toque más la fibra sensible femenina
que un duro pero sensible hombre atormentado…
Las desgracias de amor crean solidaridad en una romántica
chica, que ve en ese hombre a otro romántico capaz de sufrir por amor. Esto se
seguirá desarrollando en las conversaciones posteriores de la pareja, dirigidas
por Vandergroat, que confiando ciegamente en Lina la lanza para seducir a
Colorado (James Stewart), sin pensar que la seductora pudiera acabar seducida. Aunque posiblemente esto no le importa. En la primera
conversación, al recuperarse de la mala noche por su herida en la pierna,
Colorado y Lina hablarán de la personalidad de Vandergroat. Una conversación
que desarrolla sutilmente a los personajes con pequeños gestos. Por ejemplo,
cuando reflexionando sobre lo dudoso que es que Vandergroat acabe de ganadero
tranquilo, a James Stewart se le ilumina la cara soñando con lo feliz que sería
teniendo, precisamente, esa vida que su rival rechazaría y lo amargado que se
siente por tener que dedicarse a algo que desprecia, que nada tiene que ver con
él… como sabe que la ganadería nada tiene que ver con Ben Vandergroat. De
hecho, cuando Lina le eche en cara que sólo persigue a Vandergroat por la
recompensa, Colorado se siente especialmente despreciable.
El vínculo entre Colorado Jim y Lina crece al mismo ritmo
que la desconfianza entre el trío.
Del enamoramiento mutuo el primero que se da cuenta es
Vandergroat, quizá antes que ellos mismos, y por supuesto tratará de sacar
partido. Rematará contando la historia completa, a su modo, del herido Colorado,
creando el estado psicológico adecuado. Este hecho permite a Vandergroat seguir
progresando en su manipulación, mermando la confianza del grupo, dividiendo, creando
posibles motivos de enfrentamiento, pero al mismo tiempo le crea un punto de
conflicto, ya que parece perder un poco la confianza de su principal aliada,
Lina, que ya saltó para defender a Colorado en su convalecencia enfrentándose
por primera vez a él.
Ryan sabe que su principal problema es Stewart, a los otros
dos los tiene controlados gracias a la lascivia del militar y la avaricia del
buscador de oro. Stewart, en cambio, es menos predecible, es un romántico y
tiene que gestionar un vínculo amoroso. Nuestro protagonista se recuperará
bastante pronto de su herida en la pierna, pero Vandergroat no desaprovechará
cualquier oportunidad para deshacerse de él de cualquier forma, incluso violenta
si tiene ocasión.
Otra cosa que logra la maestría de Mann es hacer
comprensible al espectador que la velocidad de los romances en el oeste tienen
todo el sentido, por qué el amor surge y se desarrolla con esa velocidad. Un
lugar duro, agreste, solitario, seco, despiadado… cualquier gesto de cariño,
comprensión, delicadeza, preocupación por el otro… seduce y “derrite”, con lo
que las oportunidades, a veces no muy numerosas, deben aprovecharse. Esto
ocurre entre Lina y Colorado, los cuidados de ella y la forma en la que él la
arropa son pequeños gestos que derriban barreras.
Vandergroat intentará poner celoso a Colorado en un entorno
claustrofóbico, la cueva que los protege de la tormenta, los sentimientos,
positivos y negativos, se ponen en carne viva, algo que nuestro villano
entiende perfectamente. Pedirá a Lina (Janet Leigh), como otras veces, que le dé friegas,
pero ella ya no se muestra tan solícita como antes. Ryan sabe lo que le está
pasando a su pequeña protegida, cala a los personajes a la primera, sus
debilidades, así que lo usará en su beneficio, lo único que le importa es él
mismo y su huida, ajeno a cualquier vínculo sentimental.
Vandergroat lanzará a Lina a distraer a Colorado, una
distracción que será mutua, ya que si Colorado se muestra romántico y pasional,
Lina no le va a la zaga, completamente entregada en un ensimismamiento de
sueños y amor, aunque ese hecho sirva para que Vandergroat intente la fuga
provocando el hundimiento que Mann ya había insinuado con anteriores
panorámicas. Repentinamente Stewart parece no resentirse de su herida en la
pierna y evita que su detenido huya y lo retará a duelo, a lo que su rival se
negará. Es importante que Stewart controle sus impulsos y además proteja lo que
él interpreta una traición de Lina, especialmente cuando toda la motivación que
le lleva a esa aventura viene originada por otra traición amorosa, evitando
represalias sobre ella. Así queda claro que Colorado Jim es cualquier cosa
menos un asesino y se nos muestra además como un romántico incorregible.
Colorado Jim es un ser desconfiado, la traición de su
prometida lo hizo así, asume que todos le van a traicionar, de ahí su
comportamiento seco y esquivo. Teniendo esto en cuenta, su gesto protegiendo a
Lina implica una extraordinaria generosidad, desvela el verdadero interior del
personaje. Es magnífico el plano de Stewart, de espaldas, en solitario,
pateando la vajilla que lo distrajo…
Vandergroat parece ir cumpliendo sus planes, logró el
enfrentamiento entre Colorado y Roy y ahora centrará sus dardos en Jesse (Millard Mitchell), haciéndole
creer que sale perjudicado en un trato que en realidad le deja justo donde quiere, a
solas con el ingenuo buscador de oro. Con todo
resulta bastante absurda la torpeza de Jesse, justificada por su cegadora
avaricia, pero débil desde el guión, ya que sin ningún tipo de garantía se
aventura con un pistolero y asesino en posición de debilidad… Esto no puede
llevar más que a su muerte, un frío asesinato una vez Jesse ha caído en la
trampa de Vandergroat. Como curiosidad podéis observar que el muerto… no está
tan muerto, especialmente cuando le lame el burro.
El clímax está lanzado, un picado para la emboscada marca el
suspense desde el punto de vista de Vandergroat. Habrá una nueva escalada,
como la que vimos al principio para capturar al pistolero, pero en este caso
será de Colorado, con buenos momentos de suspense y magistrales planos
generales en entorno natural. Un gran clímax con un soberbio trabajo de los
extras y un realismo que ahora ni se sueña, por ejemplo con ese momento donde
Roy cruza el río para recuperar el cuerpo de Vandergroat.
Es magistral el manejo de los exteriores por parte de Mann y
cómo los vincula e integra con los conflictos más marcados de los personajes.
Así una escarpada colina repleta de rocas será el escenario donde logren
capturar al pistolero y se peleen Roy y Vandergroat al inicio de
la película; la orilla de un río imposible de vadear será el testigo de la
lucha entre Roy y Colorado; Vandergroat se intentará escapar derrumbando la
cueva en la que se resguardan de la lluvia; el clímax tendrá más rocas escarpadas
y un río de aguas turbulentas para terminar de resolverlo todo…
La espuela que iniciaba la película y presentaba a nuestro
protagonista será el arma definitiva que use Colorado para acabar con
Vandergroat. Una brillantísima idea que acaba con el periplo de Colorado Jim,
una desnuda espuela que da título a la cinta en su versión original.
Colorado Jim, James Stewart, no se lleva lo que creía que
buscaba para volver a comenzar, sino que se lleva lo que realmente buscaba para
volver a comenzar. El amor. Como en “Cazador de forajidos” (1957), el
protagonista busca una cosa pero se lleva lo que de verdad necesita, lo que le
redimirá, algo con lo que no contaba si quiera.
Con un reparto inconmensurable, un
James Stewart pletórico como siempre, un Robert Ryan que encarna, una vez más,
a un perfecto villano, cínico y despreciable, y una deseable Janet Leigh,
“Colorado Jim” es otra obra maestra de Anthony Mann, muy psicológica y
detallista, donde cada risa, mirada, duda y reacción está perfectamente medida
y tiene un sentido. Un soberbio western clásico, profundo y de ritmo ejemplar.
Otra obligada recomendación.
James Stewart mola mucho, y esta peli (favorita de mi abuelo), más. por cierto, ¿para cuándo un sesudo análisis de 'Le llamaban Trinidad'?
ResponderEliminar¡Es brutal! :)
Tu abuelo sí que sabía!! Pues lo pensaré, bien que mola la película!
EliminarUn saludo, crack.